Bernhard dio un trago ya concentrado totalmente en su sobrino.
— Pablo ¿Cómo vamos con la construcción?
— Vamos bien con las fechas en cuanto a la demolición, pero hasta que no vaya a Margarita no puedo darte fecha de entrega, es un monstruo tío, espero estar a la altura.
— Estoy seguro que no tendré queja. Y tú ¿Cómo estás y cómo te trató la ciudad de la luz?
— La verdad me emocionó volver, al parecer vivir solo de fiesta terminó aburriéndome.
— ¿Sigues con la idea de buscar esposa y enseriarte? —dijo Bernhard con un fingido estremecimiento.
— Vine porque me llamaste tío, en realidad no estoy apurado por conseguir esposa, para nada.
— Algún día conocerás alguna joven apropiada para ser tu esposa, si resulta que hay amor entre ustedes, sería mucho mejor, es lo que deseó para Sebasthian y para ti —dijo Bernhard más serio.
Bernhard se quedó un momento pensando, Pablo vio que estaba observando a Elena que estaba conversando con dos hombres con traje que se retiraban del restaurante, Bernhard continuó.
— Ve a tu Papá, más de 30 años con la misma mujer y no se ahorcó, debe tenerle cariño.
Pablo pensó ¿Estaría su tío enamorado de Elena? Eso sería toda una novedad ya que para Bernhard las mujeres siempre fueron adornos, quizás está muchacha lo hacía anhelar más, el calculaba que ella tendría unos veinte tantos y Bernhard 54, si entre ellos había una relación estaba lejos de ser por amor, pero él sabía que la ternura en una muchacha dulce podía engañar.
Elena regresó sonriente y con actitud profesional.
— El chef les recomienda el solomillo Wellington con salsa de vinos, más si desean otro plato he traído la carta.
— Por mi está bien, ese chef es un verdadero genio.
— El gesto tan cariñoso con su tío despertaba su lado malvado, quería seguir sacando los colores a la dulce jovencita.
— Sí está bien el Wellington, será mejor hacerte caso, sorpréndeme Elena.
Y muy a su pesar, Elena se volvió a sonrojar como una colegiala, lo atribuyó a que en realidad se debía a que Pablo era un hombre irritante con sus dobles sentidos.
— Me gustaría hacer sugerencias en cuanto al diseño del nuevo Restaurante para Margarita —ahora dijo en tono profesional carente de toda dulzura—, si me lo permite Pablo, quizás pueda facilitarme su correo electrónico.
— Pues no veo por qué desaprovechar que está Pablo aquí para que se los comentes en persona —sugirió Bernhard.
— Oh, pero en este momento están ocupados y además para almorzar, no podría interrumpirlos ahora.
— Eso no es problema —dijo Pablo con amabilidad—, me quedaré unos días en Caracas, seguro podremos encontrar un momento para reunirnos, —esta vez Pablo no utilizó el sarcasmo, al comentar su trabajo recobró la profesionalidad.
— Eso estaría bien —dijo Elena y sonrió con dulzura despertando las alarmas en Pablo "esta mujer es peligrosa" pensó.
Después de la debacle de Dona, no se fiaba de las mujeres, para él las mujeres dulces eran unas verdaderas serpientes. Ahora Pablo fruncía el ceño y su boca en un rictus, la miraba como si de repente algo le hubiera molestado. Elena cada vez más nerviosa trató de salvar la situación.
— Entonces después nos ponemos de acuerdo —Elena sintió la necesidad de aclarar que realmente quería hablar con el arquitecto, que no se trataba de una treta para seducirlo, ni nada por el estilo—. Verá son algunas ideas que se me ocurrieron y cuando las comenté con Berni me dijo que debía hablarlo contigo —pensó que estaba hablando mucho, de verdad tenía que comportarse, este hombre era una aspiradora para sus neuronas—, ahora si los dejo para que disfruten su almuerzo —y se retiró a paso rápido.
Pablo la observó, mientras iba a paso rápido, pensó ¿Cómo le decía a su tío? Berni, que ridiculez, ese no era el nombre de un peluche gigante morado, o no ese era Barni.
— Tío son ideas mías o esta chica te tiene agarrado de las pelotas, tú que eres un controlador de tus hoteles, que te fías únicamente de tu visión, ahora tomas en consideración sugerencias de una de tus mujeres, de verdad me sorprende.
— Porque sé notar una buena idea cuando se me plantea, Elena es licenciada en Publicidad y mercadeo, sabe de lo que habla, a diferencia de mis mujeres tiene cerebro, y hasta los momentos el escuchar a Elena, sólo me ha reportado ganancias, cuándo la conozcas te darás cuenta.
— Creó que no me interesa conocerla, eres mi cliente, así que escucharé sus ideas si eso te complace.
— ¿Y por qué no querrías conocerla? me acabas de decir que te parecía hermosa.
— Porque conozco las de su tipo —dijo con desprecio—, caritas dulces y cuando bajas la guardia ¡zas! La puñalada.
— Hijo, Donna no es dulce, es manipuladora, te mostró una careta dulce porqué así te manipulaba mejor.
— ¿Y cómo sabes que Elena no muestra también una careta?
— Porque la conozco.
Pablo prefirió no decir nada más a su tío, aunque le preocupó como esté la defendía, pero Bernhard era un hombre brillante, no debía meterse en su vida ni sus decisiones. Disfrutaron de la comida que era en verdad exquisita, cuando retiraron los platos Elena regresó.
— Espero que todo haya sido de su agrado caballeros —dijo mientras ofrecía la carta nuevamente a Pablo, ahora solo dirigiéndose a Bernhard dijo en tono conspirador—, hay volcán de chocolate.
— Sabes que no puedo resistirme Elena, pero cuando me levante de aquí seguro un botón sale volando.
Riendo Elena tocó a Berni en el hombro y dejó su mano allí en un gesto de familiaridad.
— Para nada, tengo que alimentarte cuando te tengo a mano — ahora dirigiéndose a Pablo dijo—, Pablo nuestro restaurante goza de la mejor repostería criolla e internacional del país, te lo garantizo, Berni es un amante del chocolate, pero también puedo recomendarle el pie de limón o la torta milhojas.
— El quesillo ¿Qué tal es?
— Una delicia —dijo Elena—, hay tradicional, quesillo de chocolate, de ahuyama, de café, de parchita, cualquiera que escoja prometo se derretirá en tu boca —ella lo dijo sin pensarlo con el mismo flirteó que usaba con cualquier cliente, pero Pablo de nuevo fijó su mirada gris, Elena siguió sonriendo, pero con la cara como un tómate, apretó la mano en el hombro de Berni como buscando un ancla, sentía que en cualquier momento se derretiría.
— Pediré el quesillo tradicional, supongo que sabe que viví los últimos años en París, extraño los sabores de los postres criollos.
— Entonces le sugiero que la próxima vez pruebe el budín de pan.
— Con mucho gusto la próxima vez la probaré —pues y como culpar a Bernhard por dejarse manipular por esa mujer, pensó Pablo, cuando te miraba, sus bonitos ojos te desarmaban, era imposible no ser atento y cordial con ella, aunque al fijar la atención en su figura y largas piernas, definitivamente le gustaría ser algo más que solo cordial con la deliciosa Elena.
Elena volvió a su oficina y no volvió a la mesa de los Larsson.
Elena dio por terminado su día de trabajo a las 7:30 pm y dejó al personal de turno encargándose del cierre del restaurante que era hasta las 11 pm, se cambió rápido y fue directo al gimnasio del hotel, no era raro que Elena se quedara en el restaurante desde las 6 am hasta medianoche, desde que Berni le diera la oportunidad, se dedicó en cuerpo y alma. Su amiga Brenda le decía que tenía que disfrutar la vida, que tenía un empleo donde tenía la posibilidad de encontrar cualquier hombre y que abriera los ojos a los divertidos.
Ya eran las últimas en el gimnasio, Brenda había torturado a Elena.
— Ya, comienza los estiramientos, está bien por hoy, estoy cansada, me quiero ir a dormir —dijo Brenda.
Brenda estaba acostada en una colchoneta de yoga dirigiendo los ejercicios de Elena, al terminar el estiramiento fue por una toalla y agua.
— Hoy Berni llevó a su sobrino al restaurante, el que estaba en Francia, el arquitecto para el hotel de Margarita y está, para comérselo…
— ¿Más que Sebasthian?
Brenda y Sebasthian habían tenido lo que llaman atracción animal, su relación era muy intensa y los desestabilizaba a ambos, a Brenda no le gustaba hablar del tema, Sebasthian tenía ya varios meses en Estados Unidos, incluso tenía una novia y parecía que era algo serio.
— Pues Sebasthian es bello, pero nunca me hizo aflojar las rodillas, bueno nuestro trato siempre fue más fraternal.
— Al principio pensaría más en ti como madrastra que como hermana.
— Sí, Pablo también pensó que yo era querida de Berni —sonó más triste que lo que pretendía.
— Pues se lo hubieses aclarado.
— Y qué querías que dijera, por cierto no tengo nada con tu tío estoy libre, ¿Te interesa?
— Pues sí, por supuesto de una forma más sutil, pero es que realmente has usado a Berni tantas veces de escudo para que nadie se te acerque, que no sabes cómo desprenderte cuando hay una presa a la vista.
— Pues no lo hago a propósito.
— Claro que sí, debes dejar de comparar a todo hombre con el perro sarnoso, si es seductor es un mentiroso como Sergio, si ríe así, si pone los ojos así, no te das cuenta Elena, pero es así, decidiste que tu próxima relación tendría que ser para enseriarte y tener hijos, y te aferras a ese molde.
— Ay madre mía, si es por molde, como me gustaría que me hicieran uno con el molde de Pablo.
— Ve por él, sino por una relación estable para darte un gusto, antes de que te salgan telarañas en tus partes más íntimas.
— Muy graciosa, no puedo tener con él una aventura y ya, es familia de Berni, el arquitecto que hará el restaurante del que seré también dueña, me moriría de la vergüenza cuando tuviera que verlo después, y con qué cara vería a Berni, no acepté tener una aventura con él y con el sobrino sí, es imposible.
— Apuesto a que Berni apoyaría que disfrutaras un poco.
— Claro él es igual a ti, ya vámonos a dormir, y quien sabe a lo mejor te haga caso, tengo que volver a verlo para las sugerencias del nuevo restaurante.
***
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BRENDA LA VALKIRIA
Esa misma noche Pablo había tenido una visita inesperada en su suite, una de las reservada para los miembros de la familia y personalidades vip. — Donna, qué sorpresa no esperaba verte, al menos no hoy. Donna Martino era una joven de 25 años delgada y esbelta como modelo, no tenía muchas curvas, su cara era un pequeño ovalo con rasgos finos y hermosos, su principal atractivo sus ojos, verdes y grandes, en comparación a la delicadeza de su pequeña boca, que siempre mostraba un pequeño puchero ensayado, y el cabello era negro brillante muy liso, llegaba casi a la cintura, llevaba un vestido verde ajustado y muy corto. — Necesitaba verte Pablo, para pedirte perdón. Conseguí que mi hermano me dijera en qué habitación estabas, por favor no te molestes con él, es que tenía que verte. Pablo se apartó de la puerta para que Donna pasara, de verdad no la esperaba, sabía que en cualquier momento lo buscaría, porque la escapada con el instructor no le duró. En menos de un mes
— Tío necesito un favor —dijo Pablo ahora serio. — ¿Qué pasó Pablo? claro. — Necesito otra habitación. — ¿Algún problema con la suite? —preguntó Bernhard preocupado. — No, no se trata de eso. — Es que anoche, Donna vino a verme; quería disculparse, bueno que baste decir que pasó la noche conmigo, esta mañana le dije que era solo cosa de una noche, pero como no creo que se conforme, no quiero que me encuentre si vuelve. — Por supuesto no se conformará con perder tan fácil la gallina de los huevos de oro, pero me inquieta saber ¿Cómo hizo para saber cuál era tu suite? — No te preocupes, nada que ver con tus empleados, Dante le dijo. — Ese amigo tuyo me gusta menos que esa arpía, pero, aunque es un alivio saber que no fue por chisme de mi gente, arreglaré con mi asistente que te cambien tus cosas a otra habitación, me imagino que ella todavía está aquí. — Seguramente, pero le dejé claro que no la quería allí al volver y me dijo que ya se iba.
Elena estuvo todo el día de aquí para allá, eso era lo normal en el restaurante, pero hoy era uno de esos días, dónde todo simplemente sale mal, pero a pesar de que el pedido de pescado llegó incompleto, que una ayudante de cocina se cortó en la mano y que tuviera que irse a la emergencia, el chef que es un verdadero genio culinario, pero bastante temperamental estuviera a punto de un colapso nervioso porque la comida no estaría a tiempo, finalmente el almuerzo había salido bien, para el turno de la noche no deberían haber más contratiempos, una bulliciosa familia llegó al restaurante, era la pareja que coincidió con ella y Sergio en el ascensor del hotel de Margarita, el día que todo cambió, en está ocasión la pareja iba acompañada de la familia incluyendo varios nietos, Elena los recibió, a veces hacia el trabajo del maître y pensó "por favor Dios que no me reconozcan" la pareja no reparó para nada en ella, Elena cayó en cuenta de que no solo habían pasado más de un año, también en
A las 12.15 del mediodía Pablo llegó al restaurante acompañado de Dante. Pablo observó el desempeño del personal y pensó en hormigas trabajadoras y organizadas en su colonia por su reina, Elena sin duda parecía una reina, la vio al otro lado del restaurante, regía y orgullosa en su colonia. Esta hablaba con un hombre mayor con traje de mozo, en eso como si Elena hubiera sentido su mirada, le regaló una pequeña sonrisa y un asentimiento con la cabeza, Pablo le correspondió asintiendo de igual manera. — ¿Ya habrá llegado tu tío? — No lo sé, ya Elena nos dirá. — Bienvenidos al Välsmakande caballeros, pasen adelante. — Buenas tardes Elena, ¿Mi tío ya llegó? — No… y no sé si vendrá hoy, pero vengan los llevó a una mesa para que almuercen. Los dos hombres la siguieron, Dante miró a Pablo interrogante, Pablo le hizo seña que no sabía, en realidad, ella no le había dicho que Bernhard estaría presente, él sólo lo asumió. Elena los ubicó en una mesa y le hizo señas
Pablo llegó hasta el lobby del hotel Dante lo esperaba sentado en un amplio sofá, estaba hablando por el teléfono celular en voz baja. — Oh sí nena escápate esta noche y te haré eso y más, sabes me tendrás cachondo toda la tarde, llámame cuando el viejo se vaya… chao. Dante colgó la llamada, miró a Pablo y se levantó. — Qué pasó te retuvieron mucho. Dijo Dante elevando las cejas. — Nada, me encontré a mi tío. — Sí lo vi cuando pasó con la morena, creo que es una modelo de motos, me parece haberla visto en televisión. — No sé, no le presté atención. — ¡No le prestaste atención!, así te dejaría la chica linda del restaurante, por cierto ¿Cómo se lleva con la socia? Tú tío es mi héroe. —¿Qué socia?—Pablo aún le resonaban en la mente las palabras de Elena. — Tierra llamando a Pablo, las mujeres de tu tío, ya me las imagino, esas dos juntas en una habitación. Pablo se sintió mal de imaginar a Elena en tórridos tríos, algo le pasaba, le
Pablo fue al gimnasio del hotel muy temprano en la mañana, en cuanto entró vio a Brenda. — Buenos días Brenda. — Pablo que tal, ya pensaba que tendrías miedo de los cuentos y mala publicidad y no vendrías a ejercitarte aquí. — No, claro que no, sólo estaba ocupado, pero ya estoy más organizado para retomar el ejercicio. — Pues aquí tenemos de todo, me gusta trabajar de manera personalizada, lo llevamos de manera secuencial y todo queda documentado en tu expediente, de manera que cuando registras la entrada, en el monitor te indica los ejercicios seleccionados para el día, una vez aquí, los entrenadores estaremos pendiente de ti. — Comencemos entonces. — Espléndido, sígueme te llevo para asentar el registro. Brenda, era sin duda una fuerza de la naturaleza, toda ella irradiaba energía y sexualidad con un cuerpo de infarto. Aunque Pablo no se imaginaba que Sebasthian fuera de los que le gustan rudas y con tatuajes, sin embargo, era una belleza que no se pod
— Estoy dejando tema de conversación para nuestra cita — expresó Elena un poco insegura—, es incómodo ver la cara de la gente cuando digo que soy divorciada, si no es cara de “oh pobrecita, tan joven”…Es la mueca de “Dios, que cuaima será esa”. — ¿Qué cara puse yo? Elena tomó un momento para contestar mientras bebía jugo y miraba a Pablo comer. — No hiciste ninguna de las muecas habituales, no sé qué piensas, sabes cubrir tus emociones. Esta vez fue Pablo quien hizo la pausa antes de decir. — Quizás te comentaron que hace un tiempo estuve comprometido, yo tuve la suerte de que me plantaran sino ya estuviera divorciado seguramente, pero sé lo que quieres decir con las muecas, huy a Francia literalmente para no soportarlas, créeme el ser plantado despierta cualquier cantidad de emociones en la gente, expresadas con muchas muecas. Elena soltó una carcajada. — Oh Dios mío…—dijo Elena tapando su rostro sin parar de reír— perdóname te juro que no me burlo de t
El detective entró sin hacer ruido a la sala de archivos y Patricia estaba de espalda revisando un archivero alto, montada en una escalera, el detective Alvarado debió hacer algún ruido para anunciarse, pero no pudo resistir acercarse más a las bellas piernas que se exhibían a la altura de sus ojos, Patricia tarareaba. — Jiménez,Larsson, López aquí está —comenzó a bajar y vio al detective allí mismo, dio un brinco de sorpresa trastabillo con un tacón ycayóencima del detective que no tuvo oportunidad de hacer otra cosa más que estirar sus brazos para atraparla, cayendo los dos. Ahora estaban ella encima de él y los documentos regados por la habitación.