Una chica de estrecha cintura y larga cabellera rubia se bajaba de un taxi frente al edificio donde trabajaba… Abby dejo unos billetes al chofer del coche y salió deprisa hasta el interior de la edificación. Llegaba tarde, nunca le había pasado una cosa como esa. Siempre era puntual con la hora de su entrada.
Pero la noche anterior se había dormido tan tarde terminando con el trabajo que la pesada de Susan le había encargado. Le caía tan mal esa mujer, era tan molesta. Pero por desgracia era su superior y nada podía hacer. Abby no le gustaba quedar mal, era responsable y le agradaba su empleo.
Abby trabajaba para la mayor agencia de seguros de vida, era una compañía muy importante en la que no podías encontrar empleo fácilmente. Pero por fortuna, ella era buena con los números y por ende había conseguido un puesto un tanto importante. Desgraciadamente le habían asignado a la peor supervisora de todas.
Pero le había tocado el jefe más sensual y atractivo que había conocido en toda su vida, Callan Meison todo un macho viril. Seductor nato, y playboy. Del que se rumoreaba que se había llevado a la cama a la mitad de las chicas de la oficina, todas menos a ella… en eso la puerta del ascensor donde subía la rubia se abrió sacándola de sus cavilaciones y justo en ese momento el rostro de su encantador jefe se encontraba ante ella.
— ¡Abby! — Este mira su reloj — ¡Llegas tarde! Me sorprende— La mira con aquellos ojos azules que la derretían por completo.
—Señor Meison, lo lamento. Es que anoche tuve mucho trabajo y Su…
—¡Callan! Estas aquí, justo a tiempo — Dice una morena llegando a su lado muy sonriente.
Era Susan, como siempre interrumpiendo las pocas oportunidades que tenía Abby de estar sola con Callan. La morena siempre que la pillaba cerca del jefe esta llegaba en segundos. ¡Claro! sabia porque lo hacía, Callan estaba follándose a su asistente desde hace mucho tiempo.
Y aunque Abby lo sabía no comprendía porque aún no podía sacarse a ese hombre de la cabeza. No le convenía, él solo se acostaba con las mujeres pero con ninguna se quedaba al menos para una relación seria.
—¡Ah! Abby, llegas tarde… — Está la mira de arriba hacia abajo — Se te sumara más trabajo— Expresó con evidente fastidio.
—Bueno, ustedes arreglen ese asunto. ¡Ya debo irme! ¿Necesitabas algo de mi Susan?
—¡Eh! Si, necesito que firmes unos documentos importantes. Es para la reunión de esta tarde.
—Muy bien, los firmare en mi oficina.
Callan le dedica una mirada a Abby que jamás le había brindado… la rubia sintió las mejillas arder y por un momento pensó que se había sonrojado. Pero la sensación no le duro mucho, ya que Susan lo había tomado del brazo para llevarlo hasta la oficina.
Así que su atractivo jefe se fue sin decirle una m*****a palabra… y como siempre todo era culpa de Susan.
—Ponte a trabajar Abby— Demanda la morena dedicándole una mirada asesina al mirarla por encima de su hombro.
Sin más remedio, esta solo suspira. Llevándose la carpeta negra al pecho con un montón de papeles. La chica camino hasta el cubículo que era su oficina dejando todo sobre la mesa de escritorio.
Desde su puesto, tenía acceso visible hasta la oficina de su jefe. Allí dentro observo como Susan se le insinuaba a Callan, las persianas de la oficina estaban a medio cerrar pero aun así se podía ver como la morena casi que se le tiraba encima al apuesto empresario. Ella era la única que tenía el privilegio de estar tan cerca de él, era su asistente y Abby solo era la que asistía a Susan… o bueno, mejor dicho le hacia el trabajo. Y aunque pareciera un trabajo horrible le pagaban mucho mejor que en cualquier otra parte.
Abby volvió a levantar la mirada, fijándose que su jefe metía una mano por debajo de la falda de la morena quien sonreía como una m*****a perra. La sangre de la rubia hervía por mera rabia, mordió sus labios. Odiaba albergar aquellos sentimientos no correspondidos por Callan, él ni siquiera la volteaba a ver y ella sabía porque.
Su aspecto era el culpable de todo, no había nacido con el don de ser hermosa. Sus senos eran pequeños, y carecía de un buen trasero y por si fuera poco tenía un rostro como el de una adolecente. ¡Por dios! Tenía 24 años ¿Cuándo iba a dejar de aparentar ser una niña? Ya era una mujer, una que tenía necesidades. La chica se sentó en su silla, encendiendo el ordenador… a veces envidiaba a la idiota de Susan, ella era hermosa y seductora. Además, poseía cualidades por las que un hombre se pondría de rodillas. Y lo más importante de todo, no era una lerda como lo era ella. Apostaba que era toda una diosa del sexo, y que Callan lo disfrutaba.
Esta negó mentalmente, abofeteando sus pensamientos irracionales… desde luego que lo disfrutaba, él era un playboy. Y si los rumores eran ciertos de que se había follado a media oficina, no le quedaba dudas que la estúpida de Susan era muy buena. Con ella había durado más que con nadie se preguntó ¿Por qué?
La rubia empezó a teclear el ordenador. Cuando se fija que Susan abandona la oficina de su jefe y minutos después este también sale acomodando su corbata. Abby lo mira, sintiendo que sus bragas se humedecen. Le causaba tantas sensaciones al mismo tiempo, si tan solo él supiera lo que ella sentía por él. Un enamoramiento por más de 3 años no podía ser normal, a veces pensaba que ya era suficiente de todo aquello. Que debía amarse un poco más, quizás encontrar a alguien que la amara de verdad. Pero entonces…
—Hasta luego Abby— Le dice su jefe, a lo que su maldito corazón se vuelve loco.
—Que le vaya bien, señor Meison.
Este medio sonríe encaminándose hasta el ascensor… y allí estaba la razón del porque no podía dejar de amarlo. Esos pequeños e insignificantes detalles la enloquecían. Y solo acrecentaba su enamoramiento enfermizo hacia su jefe. Ningún hombre lograría sacarle de la cabeza a Callan Meison.
Abby lavaba sus manos en el baño pensando que tenía mucho trabajo que hacer, y ya casi que era su hora de salida. Sospechaba que tendría que llevarse montones de carpetas y documentos para su casa nuevamente para intentar terminar de revisarlos y entregárselo a la mentecata de Susan.Mientras que ella se mataba trabajando, la estúpida esa solo se pavoneaba por los pasillos como si fuera la reina de la empresa. Casi no trabajaba, más que nada solo asistía en las cosas personales de Callan, ¡que perra! Pensó la rubia. Y justamente en ese momento la majadera entra en el baño deteniéndose al lado de ella con las manos en las caderas y taconeando sus zapatos contra el suelo. Abby solo pone los ojos en blanco, se seca las manos para girarse hacia ella.—¿Qué ocurre?— ¿Qué ocurre? — Pregunta con descredito — Te he visto todo el maldito d&iacu
—Gracias por preocuparte por mi amiga, pero estaré bien. No creo que eso vuelva a pasar. Y sobre Callan, no puedo evitar que me siga gustando.—¿De verdad te gusta tanto?—¡Estoy tan enamorada como si fuera una adolescente! — La pelirroja suspira y niega — Ya debo entrar, tengo mucho trabajo pendiente.—De acuerdo, nos estamos viendo amiga.La rubia cierra la puerta de su casa y quien la recibe es su pequeño perro quien al escuchar la puerta salió corriendo hacia ella para restregar su cola por las piernas de su ama.—Hola Chen, ¡qué lindo! Eres el único que me ama ¿no es así? — El pero solo ladra de la emoción por verla llegar.Ella dejo sus cosas sobre la mesa para encaminarse hasta la cocina donde prepararía la comida para su pequeño amigo peludo.Después de pasar una noche leyendo document
Cuando al fin logró hacer que funcionara el aparato, la rubia mira a su jefe que la observaba como bobalicón. Lentamente se levantó de la silla y fue cuando pudo dedicarle una sonrisa tenue a Callan.—¡Esta lista!—¿Ah, sí? Eso fue bastante rápido — Éste se cruza de brazos.—Si bueno, no era tan grave después de todo.—¡Eres muy buena!Ella sonríe apenada. Luego muerde la carne interna de sus labios, y mira hacia otro lado… en eso ella siente como Callan avanza hacia su persona, mientras que sus nervios destrozan su interior. Así que se arma de valor llevando la vista hasta su jefe, pero entonces pilla al sujeto pasar a un lado de ella para sentarse en su escritorio.Abby queda como la perfecta idiota pensando que algo iba a pasar entre ellos dos y resulto que su jefe era un maldito desgraciado que no tenía la m&aacut
La rubia toma el viejo libro que su amiga le tendió, en cuanto toco la cubierta de éste sintió una pequeña descarga por todo el cuerpo. ¿Qué significaba aquello? Miro de manera inquisitiva el objeto entre sus manos, ¿Qué clase de libro era? Era muy antiguo con una cobertura muy vencida, era extraño.—¿Qué quieres que haga con este libro? ¿Cómo me va ayudar? — Esta frunce el ceño.—Pues con él obtendrás el amor de tu jefe — La pelirroja le sonríe pícaramente.—¿De que estas hablando? ¿Cómo es eso posible?—Es muy fácil, te lo voy a explicar. Veras que mañana cuando llegues al trabajo tendrás a ese hombre arrastrándose a tus pies.—Espera un momento, no estoy entendiendo nada de lo que me estás diciendo.Abby seguía
Abby cubrió sus ojos con el dorso de la mano ya que el viento había sido muy fuerte… en cuanto todo se aclaró, la joven llevo la mirada hacia donde antes estaba el remolino formándose. La chica no daba crédito a lo que estaban viendo sus ojos. Pestañeo varias veces, incluso se froto los ojos con fuerza pensando que solo era una alucinación. Pero la visión ante ella no desaparecía.Ella abre aún más los ojos… ese hombre… ese hombre… ¿ese hombre había salido del m@ldito libro? La voz de su mente se preguntó ¿Cómo era eso posible? No se supone que solo iba a ser un hechizo. ¿Cómo es que del libro pudo salir una persona?—Tú… tú… ¿tú quién eres? — Pregunta tartamudeando.—Soy Asmodeo. — Este sonríe con un brillo peligroso en sus intenso
La noche se volvía más calurosa conforme pasaban las horas, Abby sudaba a mares y no sabía si era por los grados en que se encontraba el interior de su casa o por la cercanía de aquel hombre. Era como si su cuerpo ardiera por dentro, era una sensación muy extraña. Y aquellas emociones empeoraron cuando ese demonio la toco con los nudillos. La zona por donde paso los dedos se había vuelto muy caliente al punto de arderle.La piel debajo de su mentón también estaba ardiendo, ese efecto le provocaba un cosquilleo extraño entre sus piernas. Pero lo que más la hacía ponerse nerviosa y sentirse algo inquieta era la sugerencia de ese demonio. Como se le ocurría pedir tan siquiera una cosa como esa, darle su virginidad. ¡Ni en sueños! Pensó. Eso no iba a suceder.—No hay trato. Como se te ocurre que me acostare contigo. ¿Estás loco? — La chic
Las piernas de Abby temblaron, no quería que el trato con aquel demonio lujurioso se diera. No deseaba acostarse con él, deseo por todos los medios que Callan no le dijera una sola palabra.—¡Abby! Llegas temprano — Este le sonríe de un manera distinta.—Señor Meison — Le temblaba la maldita voz.—¿Todo está bien? — La chica sintió miedo, él nunca le preguntaba nada. ¿Se había enamorado de verdad?—No… digo sí. Todo está bien.—¡Muy bien! Me alegro — Responde inalterable.Callan se da la vuelta pasando a su oficina… el corazón de Abby se rompió en miles de pedazos, porque eso le confirmaba que Asmodeo era un fraude. Y que su trato no sirvió de nada. Debía estar contenta puesto que no tendría que entregar su integridad a un demonio.Pero no
—¡Buenos días, Abby! Has llegado temprano hoy.—Hola Callan… digo señor Meison — Su jefe sonríe, disponiéndose a caminar hasta ella pero entonces el ascensor se abre nuevamente dejando salir a Susan.—¡Abby! — Grita la chica cuando nota a Callan cerca de ella, era como una bruja siempre aparecía en todos lados —¿Has terminado con el trabajo que te asigne? — Pregunta con voz autoritaria.—Susan, es que yo… era mucho trabajo y no logre terminarlo todo anoche.—¿Me estás diciendo que no cumpliste con tu trabajo? — Inquiere de brazos cruzados.Abby nota la expresión de Susan, lo estaba haciendo a propósito solo para dejarla quedar mal delante de todos, sobre todo de Callan.—Era mucho papeleo, pero esta tarde tendré todo.—Esos documentos se necesitaban p