Abby cubrió sus ojos con el dorso de la mano ya que el viento había sido muy fuerte… en cuanto todo se aclaró, la joven llevo la mirada hacia donde antes estaba el remolino formándose. La chica no daba crédito a lo que estaban viendo sus ojos. Pestañeo varias veces, incluso se froto los ojos con fuerza pensando que solo era una alucinación. Pero la visión ante ella no desaparecía.
Ella abre aún más los ojos… ese hombre… ese hombre… ¿ese hombre había salido del m@ldito libro? La voz de su mente se preguntó ¿Cómo era eso posible? No se supone que solo iba a ser un hechizo. ¿Cómo es que del libro pudo salir una persona?
—Tú… tú… ¿tú quién eres? — Pregunta tartamudeando.
—Soy Asmodeo. — Este sonríe con un brillo peligroso en sus intensos ojos negros.
—¿Qué… que eres? — Ella frunce el ceño divisando la figura masculina.
—Soy un demonio, y tú has sido la que me ha invocado.
Abby no daba crédito a lo estaba escuchando… definitivamente, o estaba soñando o se había caído golpeándose la cabeza. ¿Había invocado a un maldito demonio? ¿No era un simple hechizo entonces? Aquellas palabras resultaron siendo solo una invocación.
Miro al sujeto que estaba ante ella, era alto y fuerte… brazos y torso pronunciado, mentón firme y nariz respingada. Sus ojos eran negros como la noche más oscura del mundo, y ese cabello azabache y tan sedoso. Abby noto que aquel bicho sonreía, y en ésta había maldad y peligro. Era un demonio, joder… claro que era peligroso uno de verdad. ¡Ay no! Tenía un demonio en su casa. Había invocado a un demonio… ¡Por todos los cielos! ¿Qué era lo que había hecho? La chica volvió a echarle otra mirada, pero esa vez de cuerpo entero.
Si lo miraba bien, parecía de todo menos un m@ldito demonio… con aquel traje negro de cuerpo entero, esas botas militares y esos tatuajes por todo su cuerpo. Parecía más a un motorizado que un demonio. ¿Y no se supone que los demonios tienen alas? Porque el suyo no trajo ese complemento.
Quizás no era nada de lo que decía, y simplemente era un ladrón que se había colado por la ventana… ¡si claro! Un ladrón que entro justo cuando un remolino de humo se formaba en el suelo. Le dijo su voz interna. ¡Dios! ¿En que carajos se había metido ahora? No tenía suficiente con la mentecata de Susan y su maldito jefe sexy.
—¡No pareces un demonio! — Le dice ella aun tirada en el suelo, ¿Qué carajos hacía en el suelo aun? Se preguntó internamente.
—¿Por qué lo dices? — Este le pregunta mirándola directamente a los ojos.
—No se supone que los demonios llevan… ¡alas!
Este sonríe de una forma sádica, cruza los brazos. Lo que hace que sus músculos se marquen aún más.
—En este mundo mis alas no son visibles ante mortales insignificantes como tú. Pero tengo muchas otras maneras de demostrarte que si soy un demonio de verdad.
Ella traga saliva, no estaba segura de querer conocer esas demostraciones… más bien, ya estaba un poco aterrada por tener a un extraño en su casa proclamando ser un demonio.
—No sé qué está haciendo aquí, pero será mejor que se vaya por donde vino.
—Estoy aquí porque tú me has invocado, Abby Collins.
—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunta espantada.
—¡Yo lo sé todo! Y también sé, porque me has llamado.
Ya no le estaba gustando aquello… la expresión de aquel sujeto había cambiado. Ahora parecía como la de un… pervertido. ¡Por dios! Si le hacía algo nadie la ayudaría.
—Vaya… va… váyase de mi casa — Suelta la rubia atemorizada.
—No puedo hacerlo, una vez que me llaman debo cumplir con el deseo solicitado.
—¿Deseo? — Esta abre los ojos.
—¿Acaso no has pedido que Callan Meison se enamore de ti? — Este sonríe pícaramente.
¡Por todos los cielos! Si le iban a cumplir su deseo después de todo… su corazón latió de alegría al saber que Callan seria para ella.
—¿Vas a cumplir mi deseo? — Pregunto cautelosa y a la vez esperanzada.
—¡Por supuesto! Es algo muy simple — Responde serio sin apartar la vista de ella.
—¿Y cuándo lo harás?
—Primero… — dice masajeando su barbilla —Debemos hablar de cómo me vas a pagar.
—¿Pagar? — Pregunta con descredito.
—No ofrezco mis servicios de gratis.
—¿Y qué es lo que pides a cambio?
—Quiero tu alma, Abby.
Ella abrió la boca tan grande que le produjo dolor de mandíbula… pero que chingados estaba pidiendo ese tío. ¿Cómo que su alma? No estaba tan loca como para entregarle su alma a un demonio, bien que había leído que hacer una cosa así era condenarse al infierno.
De nada serviría que ese sujeto cumpliera su deseo, si al final iba a estar condenada por toda la eternidad. ¿Qué clase de vida iba a llevar? Abby suspiro, después de todo no obtendría su anhelado deseo.
—¡Lo siento! No puedo darte mi alma — Le dice mirando hacia el piso.
Asmodeo observo aquella chica por primera vez de cuerpo entero, no poseía nada especial. Su cara de niña era lo más llamativo que poseía. Y su cuerpo no era nada comparado a las mujeres demonios con las que solía tener sexo.
A ella le carecía todo, le fue negado el don de la belleza física… sintió curiosidad por saber la razón de su tristeza, ¿acaso darle su alma era tan difícil? ¿Qué tan malo podría ser? ¿El amor de ese mortal no era suficiente como para vivir condenada al infierno?
—¿Por qué no? Es lo que pedimos todos.
—Debe existir otra cosa que quieras a cambio de mi deseo, no puedo vivir condenada solo por un amor.
Este pilla una lagrima fugitiva rodar por su mejilla, así que sufría por ese amor. Eso era interesante, ver a los mortales sufrir por amor. ¡El amor! Era una pérdida de tiempo y energía algo que te hacia vulnerable y débil, no valía para nada en su mundo. Pero para ese mundo al que había sido invocado resultaba ser importante.
Lleno de curiosidad por primera vez en su vida Asmodeo se arrodillo ante Abby acercando su rostro al de ella. Con los nudillos limpia las lágrimas de aquella rubia. De inmediato este se separó de ella, sus ojos brillaron de la emoción al descubrir lo que esa mujer escondía tras sus lágrimas. Tan solo una gota de su esencia al tener contacto con su piel le dijo todo.
—¿Pero qué carajos haces? — Esta se aleja un poco de él —No sé de donde vengas, pero aquí el espacio personal es importante.
—Si no quieres darme tu alma, entonces pagaras con tu virginidad. ¡Es un trato justo! — Le dice ignorando su reproche, luego se lleva su dedo hasta el mentón de Abby para elevar un poco su rostro.
La noche se volvía más calurosa conforme pasaban las horas, Abby sudaba a mares y no sabía si era por los grados en que se encontraba el interior de su casa o por la cercanía de aquel hombre. Era como si su cuerpo ardiera por dentro, era una sensación muy extraña. Y aquellas emociones empeoraron cuando ese demonio la toco con los nudillos. La zona por donde paso los dedos se había vuelto muy caliente al punto de arderle.La piel debajo de su mentón también estaba ardiendo, ese efecto le provocaba un cosquilleo extraño entre sus piernas. Pero lo que más la hacía ponerse nerviosa y sentirse algo inquieta era la sugerencia de ese demonio. Como se le ocurría pedir tan siquiera una cosa como esa, darle su virginidad. ¡Ni en sueños! Pensó. Eso no iba a suceder.—No hay trato. Como se te ocurre que me acostare contigo. ¿Estás loco? — La chic
Las piernas de Abby temblaron, no quería que el trato con aquel demonio lujurioso se diera. No deseaba acostarse con él, deseo por todos los medios que Callan no le dijera una sola palabra.—¡Abby! Llegas temprano — Este le sonríe de un manera distinta.—Señor Meison — Le temblaba la maldita voz.—¿Todo está bien? — La chica sintió miedo, él nunca le preguntaba nada. ¿Se había enamorado de verdad?—No… digo sí. Todo está bien.—¡Muy bien! Me alegro — Responde inalterable.Callan se da la vuelta pasando a su oficina… el corazón de Abby se rompió en miles de pedazos, porque eso le confirmaba que Asmodeo era un fraude. Y que su trato no sirvió de nada. Debía estar contenta puesto que no tendría que entregar su integridad a un demonio.Pero no
—¡Buenos días, Abby! Has llegado temprano hoy.—Hola Callan… digo señor Meison — Su jefe sonríe, disponiéndose a caminar hasta ella pero entonces el ascensor se abre nuevamente dejando salir a Susan.—¡Abby! — Grita la chica cuando nota a Callan cerca de ella, era como una bruja siempre aparecía en todos lados —¿Has terminado con el trabajo que te asigne? — Pregunta con voz autoritaria.—Susan, es que yo… era mucho trabajo y no logre terminarlo todo anoche.—¿Me estás diciendo que no cumpliste con tu trabajo? — Inquiere de brazos cruzados.Abby nota la expresión de Susan, lo estaba haciendo a propósito solo para dejarla quedar mal delante de todos, sobre todo de Callan.—Era mucho papeleo, pero esta tarde tendré todo.—Esos documentos se necesitaban p
El contacto entre ese demonio y ella le causaba una extraña sensación en todo el cuerpo, no podía explicarlo pero era como si el toque de Eros la quemara por dentro muy lentamente. No debía permitir que continuara abusando de su poder, el que tuvieran un trato no le daba derecho a manosearla.—¿Pero qué carajos estás haciendo? — Le grita alejándose de él bruscamente, aun sintiendo todo su cuerpo quemándose por dentro.—Solo toco un poco de lo que es mío.—Hasta donde sé, Callan no está enamorado de mí. Así que no tienes permitido tocarme.—Sí, bueno. Ya sé porque el idiota de tu jefe no se enamora de ti. El muy imbécil es tan mujeriego que mis poderes no funcionan con él.—No comprendo.—Soy Asmodeo. El rey de la seducción, también soy un playboy preciosa.
Una larga reunión se desarrollaba entre ejecutivos y asociados los cuales fueron convocados para conocer al nuevo propietario de la empresa de seguros de vida. Una en la que Eros pasó la mayor parte del tiempo bostezando, casi que no le prestaba atención a nada de lo que tenían que decir los empresarios a su lado. Con una mano sosteniendo su cara Eros solo la miraba a ella, a Abby, quien permanecía sentada en una esquina esperando por si a alguien se le ofrecía algo.En cambio para Abby era incomodo, porque no hallaba a donde mirar. Siempre estaban esos ojos negros puestos sobre ella, como escudriñando su alma. Bueno él era un demonio, era obvio que podía hacer una atrocidad como esa. La chica puso los ojos en blanco, ¿Qué estaba haciendo metida en esa oficina? Jamás había asistido a ese tipo de juntas.La rubia miro sus manos un momento, Callan daba informes sobre el crecimiento
Eros, podía tomar su virginidad allí mismo y ella ni se enteraría le haría el amor hasta el cansancio y la rubia solo le entregaría su cuerpo sin discutir. Estaba tan sumergida en las miles de sensaciones que le estaba propinando que lo más probable es que se corriera sin siquiera ponerle un dedo en su sexo. Desde luego que no iba a desaprovechar tomarla, por alguna extraña razón ansiaba poseer ese cuerpo y le resultaba extraño porque para los demonios el cuerpo humano no le era para nada atractivo.Beso la base de cuello dejando toda la piel húmeda por su saliva, siguió el recorrido hasta el valle de sus senos perdiéndose con la fragancia que de ellos exudaba. Era embriagador y adictivo muy difícil de olvidar. Para cuando el CEO pensó en subirle la falda a Abby siente como ella se tensa, lo que le da a entender que se estaba resistiendo. Luchaba contra sus deseos más inte
Pero si le entregaba su virginidad antes de que cumpliera su trato, ella seria quien saldría perdiendo porque perdería su virtud a cambio de nada. Por más que no quisiese admitirlo anhelaba el amor de Callan, y si ese demonio podía conseguirlo con sus artimañas de nada valdría que se acostara con él sin que le cumpliera su deseo. No era un trato justo, igual quedaba entre la espada y la pared.—¿Y bien? Lo pensaste bien.—¿Qué voy a pensar?—Lo mira con recelo como se llevaba el dedo pulgar a su labios, algo que causo un efecto inquietante dentro de ella.—¿Te acostaras conmigo?—¡No! no creas que te lo voy a poner tan fácil. Cumple con el trato primero, ni pienses que te abriré las piernas a cambio de nada.Eros sonríe de medio lado mostrando su perfecta dentadura y su egocéntrica personalidad, ella pens&oacut
Eros se pone en pie tan rápido que Abby no se percató en qué momento se había lanzado sobre ella quedando sobre su cuerpo y encima de su escritorio. Su jefe la sujetaba con fuerza de la cintura mientras se hacía camino entre sus piernas con sus poderosos muslos. La mirada de Eros era peligrosa, al punto de ser asesina lo que causo gran pavor a la joven rubia. De pronto su mentón fue tomado con brusquedad manteniéndola firme—¿Te gusta cabrearme? —La mirada de su jefe se había ensombrecido, eso no era bueno.—Invades mi espacio privado, no te lo puedo permitir.—¿Permitir? —En esa oportunidad sonríe—A mí nadie tiene que darme permiso para hacer absolutamente nada, yo hago lo que me venga en gana y eso te incluye a ti, Abby—Emite de manera tan déspota que la joven sintió mucha rabia pero también algo más…<