Esta mujer es fascinante. Sus momentos vulnerables sólo sacan más esa villana interior que tiene. A mí me encanta. ¿Qué opinan? Lamento mi inactividad, pero tuve un accidente con mi mano derecha. :( Les agradezco por no funarme al quedar mal con las actualizaciones, pero daré aunque sea un capítulo por día. Gracias por comprender. ♡♡♡
Despertar un día sin tener que apresurarse era el sueño ideal para Harper. Hacer todo a su tiempo, sin contar con que podía continuar en la venta de las joyas que contaban con sus respectivos precios. Desayunó con su nana, mientras ella trataba de hacerla entrar en razón, pues le parecía que estaba siendo muy radical. A la inglesa no le pareció así. Si nadie pensaba en las repercusiones que tendrían sus acciones en otros, ¿por qué ella debía hacerlo? Esa determinación no se iría en ningún momento y la creyó aún más cuando deslizó el estuche con una joya de un diseño fascinante que maravilló al hombre ante ella. Un hombre de físico interesante, de mediana edad y con un experto en reconocer réplicas de piezas originales, la veía tratando de descifrar algo en ella. —Son piezas únicas —dijo el experto en joyas antiguas. —Datan de hace un siglo, o un poco más, no sabría saberlo a la ligera. Con los cortes y su diseño tan particular, su valía asciende al precio indicado por la señorit
Estar con el enemigo a solo centímetros era un riesgo. Sentir la fragancia de su cabello y el aroma a jazmín que desprendía era incluso más peligroso. Mateo trataba de no verla. Harper de no inhalar tanto lo que llenaba ese lugar. Dos masoquistas que sabían cuánto los torturaba su cercanía, pero continuaban jugando a poder controlarlo. El mafioso giró el volante, en tanto esa presión en sus pantalones creció considerablemente. Observó la hora en su reloj, dándose cuenta de que tenía alrededor de cuarenta y ocho horas sin poder dormir. Se detuvo frente al semáforo y tecleó un mensaje para que Beagle se hiciera cargo de Horus y alimentara a Scar. Él llegaría a dormir y no podía descuidarlos. Por lo que este optó por dar la vuelta.Continuó el camino, viendo a Harper mover los dedos con impaciencia. Movía una de sus manos en su cuello y veía por la ventanilla en todo momento. —¿Qué te tiene nerviosa? —increpó. La pelirroja negó sin verlo aún, pues habían muchas cosas que la tenían co
—Hagamos esto sin llamar la atención de nadie— un sujeto de barba robusta le mostró la pistola bajo su chaqueta. Harper tomó su bolso de la silla cuando la empuñó para apuntar hacia ella. —No queremos armar alboroto en este lugar.—Claro que no queremos hacerlo— Mateo atrapó el cañón para posarse frente a Harper.—Te enseñaré a no…La bala rebotó en el piso cuándo Mateo logró redirigir el disparó. Los gritos de la gente se escucharon más fuertes. El mafioso asestó un cabezazo que rompió la nariz al sujeto que encañonó, mientras la mujer trató de ayudarlo con su pistola, logrando que Mateo, en una maniobra rápida le rompiera el brazo al tipo y lo empujara al suelo, para luego ponerle el cañón en la cara, frenando su intento.—Dile a tu jefe que si se vuelve a acercar a mi esposa, lo voy a cazar y no le será agradable tenerme a mí como enemigo— en menos de un minuto el arma se convirtió en más que piezas esparcidas por todo el piso. —Sí siguen vivos es porque deben llevar un mensaje, no
Harper no sabía qué sucedía. No entendía qué pasaba. El aturdimiento era demasiado para comprender la situación. Solo veía la sangre de su esposo derramada en el suelo. Dos balas, una en el pecho y otra en la frente. Sus manos temblorosas envueltas en el mismo líquido la hicieron perder la noción de su entorno. Las pastillas para dormir que tomaba cada noche habían funcionado demasiado bien en esa ocasión, porque no escuchó los disparos. —Fue él. Fue Mateo Crown quien lo hizo —le dijo su suegro con la voz rota—. Lo mató porque no cedió a sus órdenes. Lo mató porque no aceptamos su dominio sobre nuestras vidas. No sabía quién era Mateo Crown. No entendía nada de lo que Lorcan decía. Sólo comprendió que habían matado a su esposo. Solo entendió que Mateo Crown había masacrado a casi todo un clan. La había convertido en una viuda. No amaba a su esposo, pero él la había mantenido segura de todos en ese lugar, y ahora estaba a la deriva. En el funeral de Orvyn Bohemond, solo
El mundo de Harper se tambaleó. ¿Casarse con el asesino de su esposo? La idea era repugnante, pero antes de que pudiera protestar, su suegro continuó. —Como comprenderás, no puedo arriesgarme a que vuelva a atacarnos —suspiró vertiendo un poco de su licor en un vaso—. Tú ya entiendes este tipo de negocios y eres en quien más puedo confiar para que haga bien su trabajo. Salvarnos. Su hipocresía no tenía fin. —Tienes hijas —le hizo ver cuando recuperó el habla. —Seré sincero —Lorcan se sentó cruzando una pierna sobre la otra—. Sabes la fama que esa familia se carga. La prueba está en que vino a matar a mi hijo a su casa, mientras dormías y no te diste cuenta de que lo hizo —dejó caer su barbilla sobre sus dedos con amargura, también presente en sus ojos—. No quiero a alguien así en mi familia. Tu padre no me llevará la contraria, durante los seis meses que dure esto, porque desde que firmaste tu matrimonio con Orvyn por la razón que sabemos, eres de mi propiedad, ¿tu mente capt
—¿Te lo dijo? —cuestionó su nana al verla con las manos enguantadas aferradas a la cómoda. Harper asintió solamente. —¿Le pedirás ayuda a tu padre? —No moverá un sólo dedo— lanzó su cabellera a su espalda. —Debo casarme con ese…asesino. Decirle asesino a alguien cuando esa marca la llevaba también era hipócrita. Pero lo suyo no se comparaba a ir a la habitación de alguien por la noche a acabar con su vida y aún presumir el hecho. Lo suyo fue accidental y sus manos recibieron castigo por haberlo causado. No sucedía lo mismo con el asesino de su marido y su salvación. —Mi niña, el mundo no siempre es justo, pero tú tienes la fuerza para cambiar tu destino— susurró Winifred, su nana acariciando su cabellera rojiza, para brindar consuelo. —¿Cómo puedo cambiar algo que ya está decidido? —dijo forzándose a no flaquear. —No soy más que una sombra en esta casa, Win. Tenía un poco de importancia con Orvyn vivo, pero ese maldit0 me quitó la única posibilidad de vivir medianamente tranq
Harper recorría las calles de Manhattan tratando de no llamar la atención, pero con un vestido de novia era casi imposible. Decidió esperar en un callejón. Debía calmarse. Le disparó a un mafioso… ¡a su propio marido mafioso! Tal vez debía sentir culpa, pero fue tan gratificante. Le dijeron que no sentía dolor al ser herido, pero eso no fue lo que presenció. No importaba, se lo merecía. —¿Tienes frío, niña? —preguntó de repente un hombre mayor. Ella se sobresaltó y se puso a la defensiva. El hombre puso las manos al frente. —No te asustes, sólo quería ofrecerte un abrigo y que te acerques a la fogata. No quería que le apuntara. —¿Te perdiste? —mantuvo su distancia. —No… —Sí debía ser la respuesta, pero tuvo vergüenza de admitir que no conocía la ciudad. —Sólo tengo que quitarme esto. Se arrancó el velo mientras observaba el callejón. Era un buen sitio para esconderse, al menos hasta que su mente volviera a funcionar. Aceptó el abrigo levemente sucio del vagabundo y dec
Mateo no estaba dispuesto a convivir con alguien tan insoportable. Le dejó una de sus casas a la mujer con la que se casó, estableciendo límites estrictos a los empleados para evitar pérdidas. Él se quedaría en una casa a muchos kilómetros de distancia, donde pudiera vivir tranquilo con sus mascotas; el rottweiler y el tigre blanco, con los cuáles se entendía mejor que con la gente.Después de cenar y dormir esa noche, se trasladó a Aegis, su lugar de trabajo, una fortaleza equipada con la mejor tecnología, donde él era uno de los principales encargados de probar y mejorar los sistemas. Recibía heridas nuevamente, pero todo volvió a la normalidad, no sentía absolutamente al hacérselas. Aunque se obligó a recordar lo ocurrido, como también ignoró a quién quiso preguntar por ello. Regresaba a su casa para despejar su mente, pero dos noches después se encontró con una visita inesperada.—Todos nuestros amigos fueron a mi fiesta de cumpleaños y tú faltaste esta vez —dijo Braden, con su v