Capítulo 51.
Estaba mal. Estaba muy mal lo que hacía. Eso era perverso y sin una sola pizca de condescendencia humana.
Aún tenía pólvora en sus manos, la sangre corría entre sus dedos, pero también lo hacía entre los del hombre que la hacía saborear su lengua de esa manera. Debía detenerse. Eso era tan…
Deliciosamente exquisito.
La imagen de Mateo no dejaba ninguna duda de que los muertos esparcidos por todos lados eran a causa suya. Su rostro, salpicado de sangre y materia cerebral, se contorsionó con una mueca feroz, eso debía ser suficiente para querer alejarse tanto de él como fuera posible. Huir o esconderse, porque reflejaba lo que era, el asesino del que todos se aterraban.
Pero Harper no podía pensar en la forma de alejarse, cuándo él la tenía empotrada en el vehículo dónde la colocó. Su ropa se había estropeado y como si fuera poco, eso era lo de menos para el mafioso que le rompió la blusa para exponer los senos que magreó con dureza, casi como un castigo, destrozando la prenda al