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Capítulo 3: Mi primera pelea con Paúl

     Me despierto, lo busco a mi lado y no lo encuentro.

     —¡No puede ser! Otra vez me lo hizo.

     —Amor, ¿ya despertaste?, -se acerca y me da un beso.

     —¿Dónde estabas? 

     —Fui a trotar un rato y luego fui a comprar el pan.

     —¿Siempre te levantas tan temprano?

     —Siempre, si no voy a trotar me quedo en el apartamento haciendo ejercicios, la rutina es casi una hora diario, ven ya hice café, vamos a desayunar.

     —Espérame unos minutos, primero voy al baño.

     —¡Wow! que pena, este hombre se levanta primero que yo.

     —¿Qué dices amor?

     —No, nada, deja buscar mi teléfono, no lo he visto desde ayer.

     —Yo tampoco he visto el mío.

     —Tengo muchas llamadas de mi mamá y de mi papá, voy a tener que llamarlos.

     —Desayuna primero, después los llama.

     —No, tengo que llamarlos.

     —Mamá.

     —Mi niña hermosa, por fin te escucho.

     —Bendición mamá, discúlpame lo que hice, pero no pude casarme.

     —Mi amor no te disculpes, yo misma te incité a hacerlo, así que estoy muy contenta que hayas decidido dejar está locura, quiero que sepas que yo nunca estuve de acuerdo con este disparate de boda.

     —Mamá qué pasó después.

     —No te preocupes por el después.

     —Mamá ya no soy una niña, tengo que asumir las consecuencias de lo que hice, dime lo qué dijo el turco.

     —El turco está furioso, pidió que tú papá le pagará de inmediato el cheque que le dio para la boda, bueno te cuento;  como habíamos acordado tu papá te iba a buscar a la habitación para llevarte al lugar de la ceremonia, cuando llegó y no te encontró se desesperó, me llamó de inmediato fui a la habitación y vi tu vestido de boda en el suelo, comprendí que habías decidido no casarte.

     Yo fui la primera en reaccionar, tu papá estaba en shock, tomé su rostro entre mis manos y tuve que gritarle.

     —Mírame, esto fue lo mejor que pudo pasar, nuestra hija se fue y me alegro que lo haya hecho.

     —Sí mujer, lo sé, pero ahora no sé que hacer.

     —Pues anda dónde el turco y explícale que Pamela no quiere casarse.

     —Pero él la está esperando en el altar.

     —Entonces anda al altar, tienes que dar la cara por tu hija, tú la metiste en ese paquete y tú la sacas.

     —Okey, tienes razón, voy a hablar con el turco.

     Tu papá salió de la habitación y yo me fui tras de él.

     Llegó al sitio de la ceremonia, mi niña, eso estaba bellísimo, allí se gastó un dineral, bueno el caso fue que el turco ya estaba en el altar esperándote, tu papá llegó hasta él y le habló en el oído.

     —¿Qué hizo el turco?

     —Ese hombre se puso rojo, miró a tu papá como si quería matarlo, luego se dirigió al  hombre que los iba a casar.

     —Se cancela la ceremonia, no hay boda, -miró a tu papá y le dijo- sígueme.

     Caminó por el centro, frente a las miradas de  las personas, con los puños apretados.

     —¿Qué pasó, habló con mi papá?

     —Sí, lo primero que le exigió fue el pago del cheque que le había dado para la celebración de la boda, luego preguntó por ti.

     —¿Dónde está tu hija?

     —No lo sé.

     —Esto no se queda así, te juro que todos ustedes me las van a pagar.

     —El pago del cheque lo quiero para mañana y olvídate de los negocios que quieras hacer en Turquía, yo mismo me voy a encargar que nadie quiera negociar contigo, 

     —En nombre de mi familia le pido disculpas por este agravio.

     —No hay disculpas que valgan, considerate arruinado, yo me voy a encargar de eso.

     Dió media vuelta y se retiró.

     —Mamá como lo siento en que problema los he metido, ahora como vamos hacer para pagarle ese cheque, dime de cuánto dinero estamos hablando.

     —De mucho, se gastó muchísimo en esa boda.

     —¿Él canceló la deuda de la empresa?

     —No, el dinero estaba en manos de un abogado, en cuanto se realizara la boda, el abogado le entregaba el cheque a tú papá, gracias a Dios que se hizo así, si se lo hubiese dado antes, la cuestión habría sido peor.

     Hija, ¿dónde estás?

     Miro a Paúl, que está escuchando toda la conversación, me había hecho señas para que pusiera el teléfono en altavoz.

     —En casa de unos amigos.

     —¿Cuándo te vienes para tu casa?

     —No sé mamá, deja que todo esto pase y luego me voy.

     —¿Quién te ayudó?, me dijo uno de los empleados del hotel que te vio saliendo con un joven.

     —Un amigo de la universidad.

     —Me puedes dar la dirección para ir a llevarte ropa.

     —No te preocupes, en cuanto pueda yo paso por la casa buscando ropa.

     —Amor no te preocupes por nosotros, todo se va a arreglar y si es de comenzar de cero, pues lo hacemos, recuerda que yo y tú papá te apoyamos en tus decisiones.

     —Gracias mamá.

     Cuando mamá cortó la llamada, Paull me está viendo, pero su mirada no es agradable.

     —Así que te ayudó un amigo de la universidad y estás en casa de unos amigos.

     —Paúl no puedo decirle que estoy contigo.

     —¿Por qué no puedes?

     —Eso implicaría contarle todo.

     —Pero es la verdad, tenías que decirle que vives conmigo.

     —Por ahora, no puedo hablarles de ti, dime cómo le digo a mis padres que conocí a un hombre y en la primera noche dormí con él, ese hombre se perdió y después de dos semanas regresó, me ayuda a escapar de mi boda y ahora estoy con él viviendo en su casa.

     Dime qué crees que van a pensar mis papás de mí, escúchame bien, jamás he les he presentado a un hombre como mi novio, por supuesto no soy una mojigata, he tenido mis conquistas, la he pasado bien con mis amigos y también con mis admiradores, pero nunca he llevado un hombre a mi casa en calidad de prometido.

     —Eso quiere decir que te regresas a tu casa.

      —Es lo más probable, yo solita me metí en este enredo y solita tengo que salir.

     —Yo te puedo ayudar con el pago del cheque para los gastos de la boda, total yo fui quién hizo que desistieras de tu compromiso de casarte, así que yo tengo responsabilidad en esto, dile a tu mamá que te dé la cantidad, yo la pago.

     —No, gracias, esa deuda es mía, tú no tienes porque pagarla.

     —Yo pensé que de ahora en adelante íbamos hacer pareja, por lo tanto tus deudas son las mías.

     —En calidad de qué me voy a quedar, ¿de tu amante?

     Paúl no dijo nada, toma su abrigo y sale del apartamento.

     Todo el día lo paso sola, dando vueltas por el apartamento, Paúl no vino, tampoco me ha llamado.

     En términos de la tarde recibo una llamada.

     —Hola amiga.

     —Hola Frank.

     —Amiga tremendo revuelo que formaste con tu boda, desde ayer lo que se habla es de eso.

     —Eso es hasta que haya otro chisme bueno que suplante el mío.

     —Eso es verdad, bueno amiga, no te llamaba para eso sino para decirte que estamos contigo, nos alegra que el turco no se haya llevado a la mejor del grupo, sabes que siempre vas a contar conmigo.

     —Gracias Frank.

     —Mi casa está a la orden, no sé dónde estás ahorita, pero si quieres pasarte unos días conmigo, no hay problema, mi mamá te ama, así que cuando quieras puedes venir a vivir con nosotros.

     —Gracias Frank, por ahora estoy en casa de un familiar, en cuánto baje la marea me voy para mi casa.

     —Okey, de todas maneras la oferta está en pie.

     —Oye Frank, te voy a pedir un favor, tú qué tienes buenos contactos en cuanto te enteres que el turco dejó el país me avisas.

     —Okey amiguita yo te aviso, ya sé a quién preguntarle, voy a estar pendiente, chao amiga.

     —Chao Frank.

     Creo que no voy a permanecer mucho tiempo en esta casa, en cuanto me entere que el turco se fue a Estambul, me regreso a mi casa.

     Indudablemente que estoy enamorada de Paull, pero no puedo permanecer aquí, tengo mucho que agradecerle, me ayudó a salir de esa tortura, porque eso representaba ese matrimonio para mí, una tortura, casada con un hombre que podía ser mi papá o quizás mi abuelo, tener que acostarme con él, ¡Ay! No, que asco, ahora que conozco lo que es el amor, no creo que lo hubiese soportado.

      Llega la noche y con ella mi sueño, el corre corre de estos días, aún me tienen cansada, Paull no me ha llamado, cierro el libro que estoy leyendo y me quedo dormida.

     Me despierta su respiración en mi cuello, el calor de su cuerpo desnudo pegado a mi piel, sus manos recorriendo mi pierna, sus labios en los míos.

     —Discúlpame, no quiero que te vayas.

     Abro mis ojos y veo ese inmenso cielo en su mirada.

     —Me disculpas bebé, por haberme ido así y por no llamarte en todo el día, pero me molesté cuando me dijiste que te regresabas para tu casa.

    —Es evidente que tengo que irme.

     —No me digas nada, esta noche no, sólo bésame, necesito tu amor, necesito tus besos, yo creo que ya no puedo vivir sin ellos, quién me iba a decir que esa jovencita que conocí en el bar, que me ayudó con mis mentiras, se iba a convertir en mi verdad, te amo Pamela, no sé qué va a pasar con nosotros, pero lo que sí sé es que mientras pueda no te voy alejar de mi vida.

     Me besa una y otra vez, sus labios calman mi sed, pero al instante vuelvo a estar sedienta de sus besos.

     Esa noche nos amamos como nunca, así abrazados nos quedamos dormidos, uniendo nuestra respiración en una sola.

    

     

     

     

     

     

     

    

     

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