Con el paso de los días, Emma aprende a no estar tan estresada, y decide que la mejor manera para ello, es seguir leyendo el relato que dejó a medias con la visita del padre de Charlotte. Como hace algunos días y casi ni lo empezó, se vuelve a leer la introducción del relato, para continuar con la historia.
Jaqueline recoge un montón de currículum vitae al cabo del día, necesita un director de ventas nuevo, para la empresa de su padre. Cansada de ver lo que la están ofreciendo, y no decidirse aún por ningún candidato, vuelve a revisar otra vez las solicitudes.
—Toc, toc, toc —suena la puerta del despacho de Jaqueline.
Fastidiada de revisar una y otra vez tantos papeles, levanta la vista y dice mirando a la puerta esperando que pase alguien:
—Adelante.
Un chico joven, esbelto y atractivo abre la puerta. Mientras, entra a la oficina contesta:
—Buenas tardes señora.
—Señorita, por favor. Siéntese y dígame que desea —responde ella, sintiéndose un poco molesta por haberla llamado señora.
—Perdone si la ofendí, pero pensé que una mujer tan guapa como usted ya estaría casada —contesta sentándose en la silla.
—Soy Jaqueline, cuando quiera puede decirme a que ha venido —contesta mirándole con disimulo.
—Soy George, y vengo a quedarme con el puesto de trabajo. Por su cara de estrés, sé que no encuentra a nadie que sea competente con la oferta que está ofreciendo —comenta George, en un tono autoritario y muy seguro de sí mismo.
El descaro de George, hace que Jaqueline le mire fijamente, a pesar de no saber el grado que tiene para el puesto de trabajo; la gusta el tono de palabra firme en el que la responde.
Perdida en esos ojos de color verde, y sin poder dejar de mirar el pelazo negro azulón que le acompaña, intenta hacerse la desentendida, recolocando un poco los papeles que hay sobre su mesa.
George es el típico chico guaperas que todo lo sabe, y la clase de chico que le atrae a Jaqueline.
Por la complexión media de su cuerpo, se ve que tiene por rutina acudir al gimnasio todos los días, tiene poco músculo, pero muy marcado; la americana de su traje va a estallar si sigue intentando marcarlos, para llamar la atención de Jaqueline.
—Y… Dígame ¿Por qué cree que debo contratarle? —pregunta Jaqueline, mirando un viejo cuaderno que tiene sobre su mesa, evitando cruzar la mirada con él.
—Jaqueline, los dos sabemos que me va a ofrecer el contrato, nada más que vea mi currículum —contesta George, buscado su mirada.
La sonrisa blanca y perfecta de Jaqueline, acapara toda su atención sobre ella, tampoco es capaz de dejar de mirar su cabello ruio, y sedoso; aunque tiene que reconocer que esos ojos azul cielo intenso, le están volviendo loco.
Perdido en sus más profundos pensamientos; sabe que no hay cosa mejor en el mundo, que obtener este puesto de trabajo, para poder verla todos los días.
Emma está tan emocionada imaginándose al guapo de George, que no se da cuenta de la hora que es. Cuando mira el reloj, ve que son las tres de la tarde y tiene que comer. Antes de cerrar el relato, guarda la página en sus favoritos para llevarse el teléfono con ella.
Baja a la cafetería como todos los días para comer. Siempre escoge el menú del día, con la bandeja en sus manos se coloca en la fila y adquiere la comida. Cuando se dispone a sentarse en la mesa, se da cuenta de que hay una sombra enorme por detrás de ella, que tapa la claridad que entra por la ventana que da a la calle. Daleando su cabeza a un lado, ve que se trata del agente Roland.
—Buenas tardes agente —escucha cerca de ella.
—Buenas tardes, ¿a qué has venido Roland? —pregunta poniendo los ojos en blanco.
—Me mandó la subinspectora, hace días que no sabemos nada de ti, ¿qué tal estas? —pregunta Roland. —¿Sabes si hay algún avance más? —continúa preguntando.
—En realidad sí. Encontré algo, pero… no estoy muy segura de lo que es —explica a Roland, al ver la cara de desanimado que trae.
—Cuéntame, ¿qué has encontrado? —inquiere Roland.
—Cuando termine de comer, subimos a la habitación, y te enseño lo que tengo.
Roland espera con impaciencia a que Emma termine su comida, y la acompaña hasta la habitación. Por el camino le ha ido poniendo al día sobre sus investigaciones: Cuando llegan se sienta en el sillón, enciende el portátil, y busca la carpeta que contiene toda la información, y se le pasa.
Roland mira detenidamente la información que tiene en el ordenador. Se queda pensando durante un largo tiempo lo que puede hacer con todos los datos que tiene guardados, hasta que por fin se decide y dice algo:
—Emma, creo que no deberías decir nada de todo esto en comisaría.
—Ya lo sé, pero es que… no sé muy bien qué hacer con ello —argumenta, al ver la cara de interés de Roland.
—Te ayudaré. ¿Tienes un pen drive? —pregunta Roland, rascando su barbilla—. Me llevaré lo que tienes y buscaré más información desde mi casa, intentaré averiguar más sobre esto —explica a su compañera.
Mientras Emma busca un pen drive en su mochila, pregunta:
—¿Crees que puede existir algún tipo de conexión entre ellos?
—Estoy casi seguro de ello, averiguaré todo lo que pueda esta misma noche, y mañana vendré a verte —responde copiando los archivos.
—Está bien, hasta mañana —contesta Emma, al ver que se pone en pie, para poder irse en cuanto se copien los archivos.
El agente Roland sale de la habitación, y guarda el pen drive en su puño como paño en oro, hasta llegar al coche.
Al llegar a su casa, lo primero que hace es buscar más información sobre la secta. Descubre que fue fundada en el año 1983, entre alguno de los profesores que impartían clases de refuerzo, y ayuda en un antiguo orfanato. Todos tenían en común ser huérfanos, por lo que ellos también habían tenido varias familias de acogida. Cuando la madre superiora murió, ellos decidieron juntar todos sus ahorros y reformar lo que quedaba del recinto. De esa forma seguirían ofreciendo asilo a las monjitas que quedaban, y lo más importante, los pobres niños y niñas que no tenían familia. Ayudándoles a conseguir el día de mañana un puesto de trabajo.
Sorprendido de lo que está leyendo, Roland continúa viendo más titulares que aparecen en internet.
LA GACETA DE SUIZA ATRACO EN BANCO EN LA POBLACIÓN DE ASCONA
15 ABRIL 1986 Miércoles
Grupo de menores de edad atracan el banco de Ascona. Al parecer los menores pertenecen al mismo colegio. Los profesores y tutores no comprenden cómo han podido llegar a esta situación. En el centro de estudios además de la educación, también se encargan de la alimentación, material escolar, y atuendos de dichos asaltantes.
ZÚRICH INFORMA ATRACO A MANO ARMADA
25 septiembre 1989 Lunes
Un banco central de Zúrich, sufre atraco a plena luz del día, la policía ha detenido a varios jóvenes, recientemente iban a cumplir su mayoría de edad. Los testigos que estaban dentro del banco, aseguran que eran personas de varias nacionalidades. También dicen que han sido muy amables con ellos, al parecer no pretendían hacer daño a los rehenes. Todos eran menores de edad y huérfanos.
La experiencia de Roland, le reconduce a varios titulares de las mismas características; son todos antiguos, de hace algunos años. Con los datos obtenidos empieza a buscar relación entre ellos, todas las publicaciones que está encontrando tienen en común, niños huérfanos, colegios y menores de edad próximos a cumplir la mayoría.
Roland, busca los nombres de los colegios, e intenta buscar los nombres de algunos de los detenidos. Su acceso a la base de datos de la policía es algo reducido desde su casa; por lo que prosigue su búsqueda en internet, guardando todos los datos que le puedan llegar a ser válidos para la investigación, cualquier información puede ser efectiva en estos momentos. Cansado de buscar, levanta su muñeca y ve la hora que es. —¡Mierda! Son las cinco de la madrugada —dice asomándose a la ventana, al darse cuenta de que ha pasado toda la noche en vela.
Buscar información en internet le ha supuesto un trabajo doble. Con el tiempo justo, cierra su ordenador, toma un café rápido, se ducha, y se viste con su uniforme para acudir a su puesto de trabajo.
Al llegar allí lo primero que hace, es pasarse por la oficina de científica, para ver si hay alguna prueba más de los hechos ocurridos ese día.
En realidad para los de científica está todo resuelto, ellos no piensan llegar más allá del asunto, solo hay dos atracadores culpables de asesinato, sin motivo alguno.
Al agente le puede la curiosidad, sin pensarlo mucho intenta terminar su turno lo antes posible.
Emma es una chica bastante curiosa. Se ha despertado esta mañana, tomó un pequeño café en la cafetería de abajo, y subió enseguida a la habitación.
Colocándose el portátil nuevamente sobre las piernas, empieza a revisar una vez más los datos personales de Kevin; quiere asegurarse que toda la información es correcta. Tras volver a revisar con detenimiento la ficha policial del chico, y ver que no tiene ninguna clase de antecedentes, decide buscar en internet más información, busca sin descanso hasta algo que la llama la atención.
FAMILIA MUERE POR ACCIDENTE DE TRÁFICO
23 AGOSTO 2000 Domingo
La pasada noche del sábado día 22 de agosto, mueren los padres de una familia dejando a sus dos hijos huérfanos. El coche en el que viajaban sufrió un gran accidente. El vehículo salió de la calzada sin motivo aparente, chocando contra un árbol del bosque. Según datos informativos; Nadie sabe el motivo por el cual salieron de la calzada. La policía seguirá investigando el suceso.
31 AGOSTO 2000 Lunes
Los niños relacionados con el accidente de coche el día 23/ 08/ 2000 pasarán a ser niños de acogida, en el colegio Los Iluminados Corazones, las autoridades competentes y servicios sociales, aseguran que la única familia que tienen, son los abuelos paternos, ellos no tienen recursos económicos para hacerse cargo de los pequeños.
La agente se da cuenta, de la tragedia que ha tenido que soportar este pobre chico, con tan solo cuatro añitos, hasta que vuelve a leer el primer titular, y se la viene algo a la cabeza que la hace preguntarse:
—¿Dónde está su hermano?
Volviendo al ordenador, registra los apellidos de Kevin, pone la fecha de nacimiento, y busca su partida de nacimiento. Encuentra el nombre de su madre biológica, y busca el hospital en el cual dio a luz. Al tener todos esos datos, los vuelve a revisar por última vez con más detenimiento.
Realizando algunas llamadas al hospital, en el cual nació Kevin; obtiene la informan de que la misma mujer dio a luz a una niña, en el año 1999 la cual se registró en la partida de nacimiento con el nombre de Gabriela.
Está tan concentrada en la información que está leyendo, que no se da cuenta de que Roland, está dentro de la habitación hasta que no la saluda:
—Agente Emma, buenas tardes.
—Buenos días, ¿Qué haces aquí, hoy no trabajas? —pregunta Emma, sorprendida por la visita inesperada de su compañero.
—Intenté terminar mis tareas un poco antes, para poder venir —responde Roland.
—Eso quiere decir que… ¿averiguaste algo más? —pregunta Emma, sin reparos.
—Sí, puede que tengas razón, puede que no haya sido un solo atraco; no estoy seguro pero… puede que hayas encontrado un vínculo entre el un centro de menores y un grupos de chavales.
—¿Qué es lo que has encontrado? —Cuestiona Emma, entusiasmada.
—En el año, 1983 se fundó un centro nuevo de acogida de menores, en el que recogían a niños pequeños huérfanos, y al cumplir la mayoría de edad o próximos a ello, cuando iban a salir del centro, cometían atracos en bancos de pueblos cercanos —expone Roland.
—Yo también busqué más información sobre Kevin, y encontré esto, ¡mira! —suelta enseñándole su ordenador.
Emma se pone en pie, y deja que Roland se siente, quiere que revise la información, que tiene sobre el chico.
—¿Este chico es huérfano? ¿Kevin tiene un hermano? —pregunta Rolan, al ver la información que tiene Emma.
—Sí, al parecer es una niña, y es tres años más pequeña que Kevin, se llama Gabriela. Él nació en el año 1996 y su hermana en el año 1999. —Le va revelando señalándole los datos con el dedo en el portátil.
—Y… ¿Dónde está? —pregunta Roland, arqueando su ceja.
—No lo sé aún, estaba buscando información, nada más que tenga algo, te avisaré —comenta Emma.
—Emma, si encontramos a esa chica… quizás podamos meter a este chico en vereda —comenta Roland mirando a Kevin.
—Eso creo, además este chico está completamente solo, necesita encontrar a algún familiar cercano o directo —responde, mirando a Roland a la cara fijamente.
La reacción que está viendo en Roland, supone una sorpresa para ella. “Será que este hombre pueda tener algo de corazón”, piensa para ella.
—¿Por qué me mira así?, pasa algo que yo no sepa —replica Roland, arqueando otra vez su ceja.
—No Roland, no pasa nada, solo es… que me sorprende tu cambio de actitud —expresa Emma, a media voz para que sepa lo que piensa de él.
—No cambié de actitud, sigo queriendo resolver el caso, a mí también me da pena, no me gusta que chavales tan jóvenes se metan en estos conflictos —contesta, intentando justificar su carácter.
—Está bien. Lo que no sé, es si debemos seguir investigando sobre la vida de Kevin.
Roland se emociona al pensar en el asunto que se traen entre manos. Tras ver las dudas que le surgen a Emma, la dice:
—Si resolvemos todo, con un poco de suerte nos pueden dar hasta medallas de honor, no dejes el caso ahora.
Algo molesta al presentir la arrogancia de Roland, le responde:
—Me dan igual las medallas, solo quiero ayudar a estos pobres chicos.
—Emma es tu mejor oportunidad. Te darán un reconocimiento, y en este caso está muy merecido —afirma Roland, intentando que lo entienda.
—¿Merecido?, ¿por qué? Este es nuestro trabajo —replica, al darse cuenta de la subida de adrenalina, que le está dando a Roland.
—Venga Emma, no seas así. Estoy seguro de que tú también, celebraras el triunfo algún día —comenta con el ordenador, aún entre las manos.
Emma sujeta el ordenador, al escuchar el gran bostezo que suelta Roland por su boca, al mismo tiempo que estira sus brazos por encima de su cabeza.
—Tranquila no se iba a caer —masculla Roland, entre risas.
—¿Estás loco?, ese ordenador cuesta un dineral —contesta Emma, al ver como Roland se cachondea de ella.
—Tengo mucho sueño, no dormí en toda la noche, estuve buscando información sobre tu secta en internet —dice rascando sus ojos con los puños.
—Váyase a casa Roland, creo que necesita descansar, su celebro está por hoy bastante atorado —dice Emma, en un tono burlón.
El agente se pone en pie y se despide de Emma, sabe que necesita descansar aunque sea por unas pocas horas. Cuando ve que su compañero se marcha, apaga el ordenador para descansar un poco, el caso la tiene muy estresada, quiere ayudar a Kevin y Charlotte como sea. Diez minutos después de sentarse en el sillón, cierra sus ojos y comienza a pensar en Gabriela, en… ¿Cómo será?, ¿dónde estará?, ¿qué será de ella?, y sobre todo por qué no hay registro de ella, en el centro de menores, desde que tenía dos años.
—Charlotte, Charlotte —escucha Emma, perdida en sus pensamientos.
Emma abre los ojos de golpe y mira hacia Kevin, se pone en pie enseguida al ver que está despierto, le sujeta de la mano para decirle que todo está bien. Con el paso del tiempo, los médicos han ido quitando algunos tubos a Charlotte, lo que significa que ya no está tan grave de sus dolencias.
—No me vuelvan a dormir, quiero saber que la pasa —suplica Kevin, apretando la mano de Emma.
—Ella está relativamente bien, solo está en un pequeño trance —explica Emma, en un tono muy bajito y tranquilizador.
—Pero… ¿por qué está así? —pregunta una vez más Kevin.
—Enseguida llamo a un médico para que hable contigo —dice Emma, acariciando la frente del muchacho.
Emma sale al pasillo de la planta, se acerca a un mostrador pequeño y pregunta por la Dra. Mía, regresa a la habitación y se sienta intranquila mirando la impaciencia de Kevin, por pedir más información de Charlotte.
La Dra. Mía va enseguida a la habitación, y revisa a Kevin; la parece un milagro que el chico esté despierto, ella le observa detenidamente. —Doctora, ¿qué la pasa a Charlotte? —pregunta Kevin, con los ojos llenos de lágrimas. —Tranquilo chico, solo tiene un golpe en la cabeza, ella despertará cuando su celebro se lo permita —explica la doctora, con una sonrisa. —¿Cuándo despertará? —pregunta Kevin, preocupado por Charlotte. —Te contaré algo, cuando sufrimos alguna situación de estrés y el cerebro se satura… Entonces… Él solito busca un mecanismo de defensa; eso es lo que nos hace quedarnos en coma durante algún tiempo indeterminado, hasta que por el mismo decide dejarnos despertar —explica la doctora con mucha ternura. —Y eso es bueno o es malo, ¿qué significa? —pregunta Kevin, sin saber si puede aliviar su estado de nervios. Una mueca se torna en la cara de la doctora, pero para no preocupar más al chico le responde: —No es bueno, p
En silencio, para la grabadora. Con ella apoyada en la barbilla piensa, si es lo correcto es; dejar que el chico continúe con la farsa, o aceptar la decisión del chico, en ese momento se pone en pie y da un pequeño paseo entre las dos camas. Gira sobre sus talones para mirar a Kevin y después mira a Charlotte. Pasa la mano por el brazo de la chica, y viendo lo dormida que está, recuerda que él daría su vida por ella: —Está bien, tú eres el dueño de tu vida, dejaré que hagas lo que consideres necesario. También estoy en la obligación de decirte que si lo haces, todos los cargos recaerán sobre ti —explica a Kevin, aceptado su decisión. Un gran bostezo se apodera del chicho, sabe las consecuencias recaerán sobre él, pero no le importa. Sabe que no dispone de mucho tiempo y mete prisa a la agente, preguntando: —¿Podemos empezar ya? —Sí —responde Emma soltando la mano de Charlotte, y encendiendo su grabadora para continuar interrogándole. —Obligué a Charlotte a que ent
Muy cabreada al ver que el interrogatorio no tiene ningún sentido para ella, la subinspectora irrumpe en la sala sin llamar a la puerta, y dando una orden, dice: —Agente Roland, quite las esposas a este hombre. Viendo las intenciones y la cara de cabreo que tiene la subinspectora, Roland se pone en pie y acercándose a ella, responde: —No, no puede hacer eso, no puede parar un interrogatorio así. —Sí que puedo. Además es una orden —añade ella subiendo el tono de su voz. Lo que le hace a Roland, señalar la puerta con la mano, para que salga al pasillo con él, y poder hablar con ella. Dejando a Malique dentro de la sala. —¿Me puede decir que está haciendo agente? —expresa cabreada la subinspectora, cuando ya están fuera de la sala. Antes de contestar, Roland se rasca la nunca, y trata de buscar la mejor explicación posible, para convencerla y que solidarice un poco con los chicos. —Estoy interrogándole, su carácter no concuerda con lo que me contó Emma
En el transcurso de su viaje, Emma apoya la cabeza sobre el cristal del coche, y se queda profundamente dormida. Cuando Roland se da cuenta de que el silencio ronda en el coche, la mira y observa detenidamente. Al ver que está tan cansada, decide dejarla dormir hasta llegar a casa. Para no molestarla baja el volumen de la radio, reduce un poco también su velocidad, y toma las curvas con mucho más cuidado, para evitar que se despierte. Al llegar a la puerta de casa, Emma comienza a soñar, sonríe un poquito y se da la vuelta. Roland hace el amago de querer tocar su hombro para despertarla; está tan guapa dormida que frena su intento, y se queda contemplándola cinco minutos más. La mueca de sus labios es tan bonita, que decide pasar su pulgar por la mejilla para despertarla:  
Emma deja la puerta de su casa abierta, para que Roland entre sin llamar, se acerca a la nevera dando saltitos y saca dos cervezas. Después, enciende el televisor y se sienta en el sillón. Esperando a que llegue su amigo, va abriendo una cerveza y da su primer trago; está tan fresquita que la sabe a gloria. Roland llega, y aunque está la puerta abierta, toca y pregunta: —¿Se puede pasar? ¡Novatilla! Al reconocer la voz de su compañero responde: —¡Claro! Dejé abierto para eso, para que no tuvieras que llamar. Cuando entra al salón, y ve a Emma sentada de mala manera, entonces él mismo coge una silla, la acerca y cogiendo su pie lo acomoda. —Tienes que poner el pie en
Charlotte comienza a recordar la conversación que tuvo su hermano con Emma, tras las dudas pregunta: —Kevin, ¿crees que está bien lo que le has contado a Emma? —Charlotte creo que sí, tarde o temprano se sabrá todo, y quizás este no sea el mejor momento —responde Kevin, pensándolo. —No Kevin, ella nos quiere ayudar, creo que deberíamos contárselo todo —responde Charlotte. El chico se pone en pie, y se acerca al lado de Charlotte. Cogiéndola de la mano para tranquilice, dice: —Te prometo que se lo contaré todo en su debido momento, por ahora es suficiente con lo que saben. Las dudas se apoderan de la chica. Muy nerviosa comienza a mover su cabeza de lad
Al cortarse la llamada, Emma se guarda el teléfono en el bolsillo, y continúa caminando hasta la habitación en la que está Roland. Cuando llega siente tanta impaciencia por verle, que entra sin llamar a la puerta. —Hola buenos días —dice, al ver que Roland tiene los ojos abiertos por completo. Antes de darle tiempo a reaccionar Roland sabe que se trata de ella. El ruido de las muletas al chocar contra el suelo, no la deja de ser indiferente para él. —Hola Emma, ¿tú cómo te encuentras? —Yo estoy bien, me duele el cuerpo, pero me recuperaré enseguida —explica Emma, apoyándose sobre la cama para no tener el pie en vilo. —A mí también me duele todo, y encima perdí la vi
Con la llegada del día un rayito de sol, hace que Emma abra sus ojos. Ante el dolor persistente se incorpora muy despacio, se pone en pie y va al baño; al salir mira la cara de angelito que se le pone a Roland cuando está dormido. Sin poder evitarlo, ni hacer nada de ruido, se acerca un poquito más a él para verle más de cerca, hasta que se da cuenta de que también está despertando, y se separa de la cama. Con un ojo abierto y el otro cerrado, en su peculiar cara se torna una sonrisilla antes de decir: —Buenos días te he pillado mirándome novatilla. —Buenos días Roland —responde Emma, intentando hacerse la desentendida. —¿Qué vas a hacer hoy? —pregunta Roland, estirando sus brazos para desperezarse.&n