Quince minutos antes… Charlotte y Kevin, detuvieron el vehículo frente a la puerta. Por encima de su ropa se vistieron con un mono azul de mecánico, y se cubrieron las caras; con unas máscaras de Harley Quinn y el Joker, para que nadie les reconociese. Los chicos ya estaban preparados para dar su gran espectáculo. Charlotte le miró muy preocupada, y preguntó: —Kevin, ¿estás seguro de esto?, ¿sabes lo que haces? El muchacho no pudo evitar mirar esa carita tan angelical. Sujetando la cara de la chica entre sus manos, respondió al mismo tiempo que afirmaba con su cabeza: —Claro que sí. Charlotte por ti mataría. —En realidad yo… creo que esto no está bien —comentó Charlotte, sin retirar su mirada de los ojos de Kevin. —Si todo sale bien, ya tendremos para vivir —contestó Kevin, sujetando las manos de la chica, desde lejos se podía ver que estaba como un flan. Charlotte miró al suelo del coche, y se relajó por unos segundos. Tomando la decisión la primer
Antes de que el chico termine la frase, se estrellan contra una pared. El coche policía qué les perseguía, para de inmediato al ver el fuerte golpe que se dan. Los dos agentes bajan del vehículo, sacan del coche a Kevin y a Charlotte, y proceden a llamar a una ambulancia. Los chicos están casi inconscientes, no pueden moverse, Roland les deja sentados en el suelo, hasta que Emma se da cuenta de algo y grita: —¡Cuidado Roland!, el coche va a estallar. Antes de que se produzca la explosión, Roland se acerca a los chicos, les sujeta entre sus brazos, y les aleja todo lo que puede del vehículo. Con la explosión, Charlotte pierde el conocimiento quedándose sin pulso, los agentes la reaniman como pueden, realizándola la respiración cardiopulmonar. Cuando terminan y ven que está mejor, la agente Emma se acerca al coche patrulla, coge la radio entre sus manos, y pide refuerzos. Después de pedir la ayuda, para tranquilizar a la población y que dejen de correr sin sentido, activ
El agente será sustituido por Emma; ella será quién haga las guardias durante el día, hasta que alguno de los chicos despierte, para que les puedan interrogar. Resignado ante la decisión de la subinspectora, acepta la nueva misión y espera que la agente Emma, se presente al día siguiente y tome el relevo. —Hola agente Roland —saluda al entrar en la habitación—. ¿Se ha vuelto a despertar alguno? —pregunta interesada. —No, y creo que la esperan días muy largos aquí dentro —afirma Roland—. Espero que no sea muy cansado para usted —termina de decir sonriente, mientras termina de recoger sus cosas. —Creo que es mejor que se vaya, la paciencia no es una de sus virtudes —responde muy desanimada, y de mal humor. Al notar el tono irónico en el que le ha contestado, Roland sale de la habitación lo antes posible. Emma se coloca con alegría, en el sillón que hay entre medio de la pareja. Mirando al chico y la chica durante un buen rato, se queda estupefacta viendo la cara
Con el paso de los días, Emma aprende a no estar tan estresada, y decide que la mejor manera para ello, es seguir leyendo el relato que dejó a medias con la visita del padre de Charlotte. Como hace algunos días y casi ni lo empezó, se vuelve a leer la introducción del relato, para continuar con la historia. Jaqueline recoge un montón de currículum vitae al cabo del día, necesita un director de ventas nuevo, para la empresa de su padre. Cansada de ver lo que la están ofreciendo, y no decidirse aún por ningún candidato, vuelve a revisar otra vez las solicitudes. —Toc, toc, toc —suena la puerta del despacho de Jaqueline. Fastidiada de revisar una y otra vez tantos papeles, levanta la vista y dice mirando a la puerta esperando que pase alguien: —Adelante. Un chico joven, esbelto y atractivo abre la puerta. Mientras, entra a la oficina contesta: —Buenas tardes señora. —Señorita, por favor. Siéntese y dígame que desea —responde ella, sintiéndose un poco molesta po
La Dra. Mía va enseguida a la habitación, y revisa a Kevin; la parece un milagro que el chico esté despierto, ella le observa detenidamente. —Doctora, ¿qué la pasa a Charlotte? —pregunta Kevin, con los ojos llenos de lágrimas. —Tranquilo chico, solo tiene un golpe en la cabeza, ella despertará cuando su celebro se lo permita —explica la doctora, con una sonrisa. —¿Cuándo despertará? —pregunta Kevin, preocupado por Charlotte. —Te contaré algo, cuando sufrimos alguna situación de estrés y el cerebro se satura… Entonces… Él solito busca un mecanismo de defensa; eso es lo que nos hace quedarnos en coma durante algún tiempo indeterminado, hasta que por el mismo decide dejarnos despertar —explica la doctora con mucha ternura. —Y eso es bueno o es malo, ¿qué significa? —pregunta Kevin, sin saber si puede aliviar su estado de nervios. Una mueca se torna en la cara de la doctora, pero para no preocupar más al chico le responde: —No es bueno, p
En silencio, para la grabadora. Con ella apoyada en la barbilla piensa, si es lo correcto es; dejar que el chico continúe con la farsa, o aceptar la decisión del chico, en ese momento se pone en pie y da un pequeño paseo entre las dos camas. Gira sobre sus talones para mirar a Kevin y después mira a Charlotte. Pasa la mano por el brazo de la chica, y viendo lo dormida que está, recuerda que él daría su vida por ella: —Está bien, tú eres el dueño de tu vida, dejaré que hagas lo que consideres necesario. También estoy en la obligación de decirte que si lo haces, todos los cargos recaerán sobre ti —explica a Kevin, aceptado su decisión. Un gran bostezo se apodera del chicho, sabe las consecuencias recaerán sobre él, pero no le importa. Sabe que no dispone de mucho tiempo y mete prisa a la agente, preguntando: —¿Podemos empezar ya? —Sí —responde Emma soltando la mano de Charlotte, y encendiendo su grabadora para continuar interrogándole. —Obligué a Charlotte a que ent
Muy cabreada al ver que el interrogatorio no tiene ningún sentido para ella, la subinspectora irrumpe en la sala sin llamar a la puerta, y dando una orden, dice: —Agente Roland, quite las esposas a este hombre. Viendo las intenciones y la cara de cabreo que tiene la subinspectora, Roland se pone en pie y acercándose a ella, responde: —No, no puede hacer eso, no puede parar un interrogatorio así. —Sí que puedo. Además es una orden —añade ella subiendo el tono de su voz. Lo que le hace a Roland, señalar la puerta con la mano, para que salga al pasillo con él, y poder hablar con ella. Dejando a Malique dentro de la sala. —¿Me puede decir que está haciendo agente? —expresa cabreada la subinspectora, cuando ya están fuera de la sala. Antes de contestar, Roland se rasca la nunca, y trata de buscar la mejor explicación posible, para convencerla y que solidarice un poco con los chicos. —Estoy interrogándole, su carácter no concuerda con lo que me contó Emma
En el transcurso de su viaje, Emma apoya la cabeza sobre el cristal del coche, y se queda profundamente dormida. Cuando Roland se da cuenta de que el silencio ronda en el coche, la mira y observa detenidamente. Al ver que está tan cansada, decide dejarla dormir hasta llegar a casa. Para no molestarla baja el volumen de la radio, reduce un poco también su velocidad, y toma las curvas con mucho más cuidado, para evitar que se despierte. Al llegar a la puerta de casa, Emma comienza a soñar, sonríe un poquito y se da la vuelta. Roland hace el amago de querer tocar su hombro para despertarla; está tan guapa dormida que frena su intento, y se queda contemplándola cinco minutos más. La mueca de sus labios es tan bonita, que decide pasar su pulgar por la mejilla para despertarla: