CAPITULO 9

     Emma deja la puerta de su casa abierta, para que Roland entre sin llamar, se acerca a la nevera dando saltitos y saca dos cervezas. Después, enciende el televisor y se sienta en el sillón. Esperando a que llegue su amigo, va abriendo una cerveza y da su primer trago; está tan fresquita que la sabe a gloria.

    Roland llega, y aunque está la puerta abierta, toca y pregunta:

    —¿Se puede pasar? ¡Novatilla!

   Al reconocer la voz de su compañero responde:

    —¡Claro! Dejé abierto para eso, para que no tuvieras que llamar.

    Cuando entra al salón, y ve a Emma sentada de mala manera, entonces él mismo coge una silla, la acerca y cogiendo su pie lo acomoda.

    —Tienes que poner el pie en

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