Una vez que nos duchamos fuimos al mercado que está pasado el puente. Ahí Mika conocía a casi todo el mundo y se daba el tiempo de conversar con cada uno de ellos, incluso con quienes tenían sus puestos de chucherías en el suelo. Daba lo mismo si tenían cubre bocas o no, a ella no le importaba y es más, de no haber cuarentena hubiésemos comido afuera. Y seguíamos avanzando y mi novia seguía saludando gente, pese a que le molestaba que YO saliera a la calle porque a ELLA le daba miedo contagiarse. Los más viejos la miraban con lascivia. Compré cigarros de contrabando. Llegamos a una pequeña distribuidora de bebidas alcohólicas por el lugar donde estaban los negocios autorizados y ambas dependientas se presentaron tras saludar a mi pareja. Tras ese encuentro me puse nervioso.
— Me llamo Suns —Dijo la bajita de pechos enormes.
— Y yo soy Penz —Dijo la tipa alta de pelo crespo.
Fuimos a su auto que estaba estacionado a tres cuadras del sector, en una calle repleta de bares y restaurantes cerrados por culpa de la pandemia. Javo hablaba y hablaba. No lo estaba escuchando mucho porque me dolía la cabeza.— ¿Que te parece mí idea, querido winner?— No te escuché nada. Me siento muy mal.— Tranquilo, winner, que no pasa nada. ¿Te parece pagarme los cincuenta mil a cambio de un favorcillo que quiero que me hagas?Sin dejar que le respondiera, Javo fue hasta el maletero del auto, desde dónde extrajo un instrumento de percusión. Comenzó a intentar sacarle sonido.— Necesito aprender a tocar está cosa. ¿Tu me podrías enseñar? Tengo que estar listo de aquí al viernes.— No tengo idea como tocar esa cosa.
No hubo manera.Tras haber llamado un buen rato desde la calle luego de un par de horas interminables entre que el bus saliera y el tiempo de viaje, Jare no asomó ni la punta de la nariz. Las luces estaban apagadas y no se oía ninguna clase de ruido por ninguna parte.La llamé y le envié mensajes. No hubo respuesta. Daba la impresión de que el teléfono de ella estaba muerto, al igual que la mansión de su pareja.¿Qué iba a hacer yo ahí? Ninguna posibilidad de nada. Ya no me quedaban amigos en el pueblo y regresar dónde Mika era absolutamente improbable, puesto que tampoco me respondía nada.Comenzó a hacer un frío diabólico y decidí caminar.Ya era de noche. Lo único que se oía era el ladrido de los perros y el ruido blanco de uno que otro vehículo. Ya era oficialmente un vagabund
— ¡Despierta winner!— Gritó Javo.Una vez que abrí los ojos vi una enorme congestión vehicular. Era una especie de getho que no conocía, el cual no tenía idea si estaba o no en las afueras de la ciudad o efectivamente en otra parte del país.Sin lugar a dudas el espectáculo al cuál nos enfrentabamos hacía entender que en ese lugar la gente no respetaba la cuarentena. Las casas de dos pisos amontonadas en muy pocos metros cuadrados nos daban la bienvenida a través de personas que asomaban sus curiosas cabezas a través de las ventanas.Una enorme fogata al medio de la avenida principal también nos daba la bienvenida, junto a los gritos y a los palos que se abrían paso en una noche que se veía bastante caliente pese al frí
No tenía puta idea que hacía ahí ni cual era mi misión.Caminé un buen rato por el gheto pasando notablemente desapercibido y por supuesto que Javo nunca tuvo intenciones de responderme el teléfono.El fuego se incrementaba al mismo tiempo que los gritos y las consignas. La manifestación en general le exigía protección a las autoridades en tiempos de hambre y miseria por culpa de la pandemia y el confinamiento y no se veía a ningún policía por ninguna parte. Lo más sorprendente de todo era que no faltaban las latas de cerveza entre la gran cantidad de manifestantes que había, pese al frío y a la emergencia sanitaria.Por más que intenté reconocer el lugar no pude. Tampoco me atrevía a preguntar dónde estaba. La noche y el fuego lo distorsionaban todo, al igual que la numerosa cantidad de gente que surgía a través de los pequeños edificios con ropas colgadas
Una vez que me ubiqué no me fue muy complicado llegar hasta el lugar.Era una casa muy ampliada, donde vivía muchísima gente. La píldora amarilla no me había hecho ni cosquillas. Abrí la botella de vodka y le pegué un trago, y mientras iba pensando donde iba a pasar la noche extrañé a Mika por primera vez desde que me arrojó el zapato por la escalera.Mika, Jare, mi hijo. ¿Que había hecho para merecer tanta indiferencia y abandono?Había un anciano de pie en la puerta. Tras verme con la guitarra sonrió.— Usted debe ser…— ¿Quien soy yo supuestamente? —Pregunté, más que paranoico.El anciano sonrió.— ¿Usted es el músico callejero verdad?— Si —Respondí.
Declaración judicial/ Capítulo 14Suns trabajó poco rato y daba unas enormes muestras de estar ocultando su cansancio. Era insistente con el tema y lo hacía con entusiasmo, pese a que le faltaba técnica. No movía la lengua, solo la cabeza, así como si su garganta desease ser penetrada sin mucho esfuerzo por parte de ella. Jamás me gustó eso de que intentarán llevárselo a la garganta.— Calma —Le dije—. No es necesario. Si quieres lo dejamos aquí.— Que raro. Por lo general hago acabar a los hombres rápidamente.— Tienes razón. El problema soy yo.¿Que haría Mika con esa erección? maravillas, pensé, mie
Pese a que seguía con la verga erecta sin eyacular me sentía un poco mejor.Suns roncaba. Cuando Mika dormía solía comenzar a tocarle las piernas para entrar en calor, con el fin de recorrer otras zonas posteriormente y así trasladar esas sensaciones térmicas hacía otras direcciones. Luego la hacía reaccionar porque jugaba en las zonas precisas, puesto que la conocía bastante. Ella siempre obedecía a mis impulsos y es más, lo hacía con ganas y aún más, muchas veces empezaba a chupármela por iniciativa propia mientras dormía, era algo realmente glorioso. Comenzé a pensar en ella y ya la extrañaba. Le envié un mensaje y no me contestó. Era rara la sensación y no sentía que estaba siendo infiel; la ausencia de besos y eyaculaciones en ese intento de sexo con Sus me proporcionaban una especie de salvoconducto ante lo que bajo todos los puntos de vista era una traición.
Por la mañana desperté por el sonido del teléfono. No era factible dejarlo así en un espacio que no me pertenecía y casi tiritando de frio me levanté a contestarlo pese a que de buena gana me hubiese quedado durmiendo un buen rato más.— Mak —Dijo Jare— ¿Cómo estás?De golpe recordé todo lo ocurrido la tarde anterior y sentí una especie de rencor que intenté disimular. Todo sea por mi hijo, pensé.— Aquí- Respondí— ¿Y tú?— Me llamó la señora de la casa. Dice que vengas a hablar urgentemente con ella.— ¿Sobre qué? —Pregunté— Supuestamente quedó todo muy claro.— Yo igual quedé extrañada. Dice que te debe una disculpa.Miré a Penz y a Suns, demasiado ocupadas en dormir demasiado juntas como para oí