Una vez que me ubiqué no me fue muy complicado llegar hasta el lugar.
Era una casa muy ampliada, donde vivía muchísima gente. La píldora amarilla no me había hecho ni cosquillas. Abrí la botella de vodka y le pegué un trago, y mientras iba pensando donde iba a pasar la noche extrañé a Mika por primera vez desde que me arrojó el zapato por la escalera.
Mika, Jare, mi hijo. ¿Que había hecho para merecer tanta indiferencia y abandono?
Había un anciano de pie en la puerta. Tras verme con la guitarra sonrió.
— Usted debe ser…
— ¿Quien soy yo supuestamente? —Pregunté, más que paranoico.
El anciano sonrió.
— ¿Usted es el músico callejero verdad?
— Si —Respondí.
Declaración judicial/ Capítulo 14Suns trabajó poco rato y daba unas enormes muestras de estar ocultando su cansancio. Era insistente con el tema y lo hacía con entusiasmo, pese a que le faltaba técnica. No movía la lengua, solo la cabeza, así como si su garganta desease ser penetrada sin mucho esfuerzo por parte de ella. Jamás me gustó eso de que intentarán llevárselo a la garganta.— Calma —Le dije—. No es necesario. Si quieres lo dejamos aquí.— Que raro. Por lo general hago acabar a los hombres rápidamente.— Tienes razón. El problema soy yo.¿Que haría Mika con esa erección? maravillas, pensé, mie
Pese a que seguía con la verga erecta sin eyacular me sentía un poco mejor.Suns roncaba. Cuando Mika dormía solía comenzar a tocarle las piernas para entrar en calor, con el fin de recorrer otras zonas posteriormente y así trasladar esas sensaciones térmicas hacía otras direcciones. Luego la hacía reaccionar porque jugaba en las zonas precisas, puesto que la conocía bastante. Ella siempre obedecía a mis impulsos y es más, lo hacía con ganas y aún más, muchas veces empezaba a chupármela por iniciativa propia mientras dormía, era algo realmente glorioso. Comenzé a pensar en ella y ya la extrañaba. Le envié un mensaje y no me contestó. Era rara la sensación y no sentía que estaba siendo infiel; la ausencia de besos y eyaculaciones en ese intento de sexo con Sus me proporcionaban una especie de salvoconducto ante lo que bajo todos los puntos de vista era una traición.
Por la mañana desperté por el sonido del teléfono. No era factible dejarlo así en un espacio que no me pertenecía y casi tiritando de frio me levanté a contestarlo pese a que de buena gana me hubiese quedado durmiendo un buen rato más.— Mak —Dijo Jare— ¿Cómo estás?De golpe recordé todo lo ocurrido la tarde anterior y sentí una especie de rencor que intenté disimular. Todo sea por mi hijo, pensé.— Aquí- Respondí— ¿Y tú?— Me llamó la señora de la casa. Dice que vengas a hablar urgentemente con ella.— ¿Sobre qué? —Pregunté— Supuestamente quedó todo muy claro.— Yo igual quedé extrañada. Dice que te debe una disculpa.Miré a Penz y a Suns, demasiado ocupadas en dormir demasiado juntas como para oí
Simplemente no me atrevía a subirme a cantar.Sin lugar a dudas me hallaba metido en un rollo bien feo. El problema era que la cabeza estaba llena de información y mí capacidad analítica no funcionaba. Solo debía esperar, ya que contaba con la seguridad de que ese momento no me podían matar, al menos los integrantes de la policía inteligente.Para distraerme un poco decidí llamar a Jare.— Mak—Me dijo—¿Donde vienes ya?Mejor así, pensé. Había que partir por deshacerse de los asuntos angustiosos lo más pronto posible.— No podré ir—Respondí—En un rato más tengo una entrevista para promocionar mí libro. Me avisaron de un rato a otro.Me sorprendió bastante que Jare no pareciese ofendida.— ¿Y cómo lo vas a
Los hombres de Javo me dejaron muy cerca de dónde vivía con Mika. No me hablaron durante todo el camino. Mejor así, pensé, con la cabeza hecha una ensalada de malos estados de ánimo y pensamientos repulsivos.Me dí unas vueltas por el que había sido mí tranquilo barrio a esa hora. Los hoteles estaban baratísimos y nunca me había dado cuenta. Algo de dinero en efectivo me quedaba y pasé a uno de ellos, al más decente. El recepcionista me miró de pies a cabeza.— ¿Músico, verdad?—Me preguntó.— Si—Le dije.— ¿Y crees que te alcance para pagar una noche aquí? Te recuerdo que por culpa de la pandemia uste
Una vez que llegó la comida Mika se metió inmediatamente a la cama. Comenzó a cepillarse el cabello y a echarse una especie de loción, mientras tomaba el sushi con la mano y se miraba al espejo y al mismo tiempo hacia unas muecas bastante cómicas e infantiles.Encendí el televisor. Mucho tiempo que no lo hacía. El noticiero informaba que la cantidad de contagiados se había quintuplicado en apenas un par de semanas.— Yo creo que exageran —Dije—Nos quieren obligar a encerrarnos. Pienso en esa gente que está confinada desde que esto empezó y me da pena.— ¿Por qué le da pena mi amor?— O sea imagínate. No sé cuánto tiempo esperando que esto acabe. Gente sin poder trabajar y endeudandose para sobrevivir. Cuando esto termine no tendrán ni trabajo ni cómo pagar las deudas. Además,
Mika seguía moviendo su culo en dirección a mí verga y yo aún no paraba de pensar en aquello de las defectuosas facultades masculinas para no poder aguantar los malos impulsos mientras la sostenía firmemente de la cintura. De pronto todo pareció detenerse.— ¿Mak?— ¿Si?— Te apuesto que estás pensando estupideces. ¿O me equivoco?Su interior conservo mí pene adentro, aún erecto. Sin embargo dejó de moverse.— En fin—Dijo—¿Tienes los cigarros debajo de la almohada?Sin sacarla y sin responderle tampoco estiré el brazo para alcanzar la cajetilla y el encendedor. El problema era que usábamos los potes de la salsa de soya que nos sobraba como ceniceros y había que moverse sí o sí.
Tras un buen rato tirado en el piso logré aceptar la realidad a medias; Mika no es que halla vuelto a prostituirse simplemente, era algo que iba mucho más allá. No me daba rabia su infidelidad en sí, sino que más bien que haya ideado toda una estrategia para ocultarme algo que en realidad en si no me hubiese molestado si aquello se hubiese manejado de una forma más transparente. Saberla integrada o vinculada de esa forma con un tipo como Javo me decepcionó bastante.Subiendo las escaleras no podía parar de imaginarme aquella escena de Mika en cuatro patas siendo prácticamente partida en dos por Tamur, cuya fuerza era brutal y agresiva. Seguramente ensayaba conmigo esos gritos tan excitantemente fingidos. El efecto que había tenido en mí ese vídeo había sido una considerable disminución de mí amor propio.
Último capítulo