Capítulo 13

Una vez que me ubiqué no me fue muy complicado llegar hasta el lugar.

Era una casa muy ampliada, donde vivía muchísima gente. La píldora amarilla no me había hecho ni cosquillas. Abrí la botella de vodka y le pegué un trago, y mientras iba pensando donde iba a pasar la noche extrañé a Mika por primera vez desde que me arrojó el zapato por la escalera.

Mika, Jare, mi hijo. ¿Que había hecho para merecer tanta indiferencia y abandono?

Había un anciano de pie en la puerta. Tras verme con la guitarra sonrió.

— Usted debe ser…

— ¿Quien soy yo supuestamente? —Pregunté, más que paranoico.

El anciano sonrió.

— ¿Usted es el músico callejero verdad?

— Si —Respondí.

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