Los hombres de Javo me dejaron muy cerca de dónde vivía con Mika. No me hablaron durante todo el camino. Mejor así, pensé, con la cabeza hecha una ensalada de malos estados de ánimo y pensamientos repulsivos.
Me dí unas vueltas por el que había sido mí tranquilo barrio a esa hora. Los hoteles estaban baratísimos y nunca me había dado cuenta. Algo de dinero en efectivo me quedaba y pasé a uno de ellos, al más decente. El recepcionista me miró de pies a cabeza.
— ¿Músico, verdad?—Me preguntó.
— Si—Le dije.
— ¿Y crees que te alcance para pagar una noche aquí? Te recuerdo que por culpa de la pandemia uste
Una vez que llegó la comida Mika se metió inmediatamente a la cama. Comenzó a cepillarse el cabello y a echarse una especie de loción, mientras tomaba el sushi con la mano y se miraba al espejo y al mismo tiempo hacia unas muecas bastante cómicas e infantiles.Encendí el televisor. Mucho tiempo que no lo hacía. El noticiero informaba que la cantidad de contagiados se había quintuplicado en apenas un par de semanas.— Yo creo que exageran —Dije—Nos quieren obligar a encerrarnos. Pienso en esa gente que está confinada desde que esto empezó y me da pena.— ¿Por qué le da pena mi amor?— O sea imagínate. No sé cuánto tiempo esperando que esto acabe. Gente sin poder trabajar y endeudandose para sobrevivir. Cuando esto termine no tendrán ni trabajo ni cómo pagar las deudas. Además,
Mika seguía moviendo su culo en dirección a mí verga y yo aún no paraba de pensar en aquello de las defectuosas facultades masculinas para no poder aguantar los malos impulsos mientras la sostenía firmemente de la cintura. De pronto todo pareció detenerse.— ¿Mak?— ¿Si?— Te apuesto que estás pensando estupideces. ¿O me equivoco?Su interior conservo mí pene adentro, aún erecto. Sin embargo dejó de moverse.— En fin—Dijo—¿Tienes los cigarros debajo de la almohada?Sin sacarla y sin responderle tampoco estiré el brazo para alcanzar la cajetilla y el encendedor. El problema era que usábamos los potes de la salsa de soya que nos sobraba como ceniceros y había que moverse sí o sí.
Tras un buen rato tirado en el piso logré aceptar la realidad a medias; Mika no es que halla vuelto a prostituirse simplemente, era algo que iba mucho más allá. No me daba rabia su infidelidad en sí, sino que más bien que haya ideado toda una estrategia para ocultarme algo que en realidad en si no me hubiese molestado si aquello se hubiese manejado de una forma más transparente. Saberla integrada o vinculada de esa forma con un tipo como Javo me decepcionó bastante.Subiendo las escaleras no podía parar de imaginarme aquella escena de Mika en cuatro patas siendo prácticamente partida en dos por Tamur, cuya fuerza era brutal y agresiva. Seguramente ensayaba conmigo esos gritos tan excitantemente fingidos. El efecto que había tenido en mí ese vídeo había sido una considerable disminución de mí amor propio.
Soñé que Mika hacía un trío sexual con Tamur y Javo y que a mí me obligaban a grabarlos. Lo más extraño de todo aquel episodio fue que sabía que estaba soñando, por lo que todo lo que debía hacer no era nada más que obedecer estúpidas ordenes sin sentido y todo aquello era simplemente eso, dejarse llevar en vista de que nada de esa escena pornográfica era real.No tenía nada en contra de la pornografía, solo que aquella brutalidad exagerada no me gustaba. La cámara hacía el trabajo solo debido a la alta tecnología que manejaba y las filmaciones salían de excelente calidad sin mucho esfuerzo por parte de un completo inexperto como yo.Desperté a mediodía, completamente empapado. Mika no estaba por ninguna parte. Sin embargo había una nota escrita a mano debajo de un vaso con jugo de naranja. "Mí amor. No te quise despertar. Anoche soñaste cosas muy raras. Decías que querías un trío y me emocioné
Estaba pensando en lo de Roniv y comencé a escuchar su material musical. Sonaba bastante bien y hacer arreglos de piano ahí no iba a ser un asunto tan difícil. Podría hacerlo en el momento sin necesidad de ensayar, puesto que eran círculos básicos de acordes. Por suerte había fanfarroneado bien. Además de aquel balance logístico que calculé, la voz de Roniv me pareció preciosa.Intenté soñar un poco y decidí imaginarme su rostro. Cuando estaba en lo mejor de eso apareció Mika, frenéticamente.— ¡Ayúdame, Mak!Mientras bajaba las escaleras para ayudarle al taxista a sacar un montón de paquetes tanto del porta maletas como del asiento trasero, pensaba en eso de que ya no la podía considerar como mí mujer.Tarde o temprano iba a seguir enterándome de cosas y había considerado realmente la decisión de romper con ella
Lo primero que hice fue ir por un par de latas de cerveza a la tienda de licores de la esquina. Luego comencé a caminar pausadamente y sin rumbo fijo. Mientras tanto iba bebiendo y mirando el paisaje de aquel barrio que era hermoso en otoño o en invierno. Era mí terapia personal para encontrar paz y cada vez que cumplía con aquella rutina las cosas parecían mejorar en mí vida.Sonó mí teléfono y miré la pantalla. Decía Roniv. El hijo de puta de Javo me había entregado el teléfono con los contactos sincronizados. Me propuse hablar sin cuidado, puesto que a esas alturas hubiese sido bastante ingenuo de mí parte el no sospechar que el aparato estaba intervenido o algo parecido. De todos modos ya estaba jodido y nada de lo que hiciese iba a lograr revertir la situación.Adiós terapia de paz.— ¿Sí? —Contesté.— Alo. ¿Hablo
Una vez que salí del centro médico intenté comunicarme con Mika, quien jamás me contestó el teléfono. Había pensado en alojar afuera pero al mismo tiempo no pretendía hacer eso sin darle una especie de aviso previo. Decidí que lo mejor que podía hacer era intentar irme a casa.Pasé primero a la tienda de la esquina por un par de latas de cervezas y me senté en el extremo más lejano de la plaza en perspectiva al edificio.Sentado en un banco que estaba ubicado debajo de un gran árbol me puse a revisar mis exámenes. Había un montón de términos que no comprendía y todos iban acompañados de la palabra negativo, escrita en negrita.Había una nota también, cuya firma era de Caks y el timbre pertenecía al centro médico. "¿Te gustó lo
— Despierta, mí amor— Me dijo Mika.Abrí los ojos y estaba ella nuevamente acariciando mí verga sobre el pantalón. Nada de aquello había sido un sueño y tal vez había pasado muy poco rato, puesto que la marihuana y las luces lo distorsionaban todo. Era imposible no estar despierto porque Ulz estaba al otro lado, nuevamente con una de sus piernas sobre las mías.— Voy al baño—Dijo Mika.— ¿Otra vez?—Preguntó Ulz.— Va a ser la última vez que voy, amiga. Te lo juro.Mika se puso de pie y desapareció. Ulz me abrazó y yo la tomé de la cintura. Pese a que podía inspirarme cuestiones estrictamente más carnales debido a su voluptuosidad, solamente tenía unos enormes deseos de besarla y recorrer su cuerpo con mis manos. Eran otra clase de sentimientos y sensaciones, algo mucho más idílico