Después de acabar en su muslo derecho y fumarnos un cigarro comenzaron a acudir las preguntas; típico en mí eso de volverse altamente reflexivo después de eyacular.
¿Por qué me sentía tan miserable e indigno?
Primero empeze a alojar en su pieza porque ella me lo había pedido y como por culpa de la pandemia el trabajo en la calle se había echado a perder, acepté quedarme ahí por un tiempo. Jare me prohibió acercarme a nuestro hijo mientras durará la cuarentena y entonces ahí tomé la decisión de irme a vivir definitivamente con Mika a su minúscula y céntrica pieza de caserón antiguo en pleno centro de la capital. Ella había sido mí novia años atrás y por razones que no van al caso lo estábamos intentando nuevamente, haciendo lo posible por llevar un estilo de vida de pareja más o menos convencional, pese a nuestros respectivos oficios que nada tenían que ver con convencionalidades.
— Debajo de la cama, mí amor— Dijo Mika.
Y ahí estábamos viviendo juntos por primera vez, siete años después de haber terminado nuestra relación. Yo estaba pasando la escoba y ella doblando la ropa.
— ¿Hasta cuándo piensas salir a trabajar mí amor?
— Creo que no voy a poder dejar de ir. No quiero dejar de pagar la renta allá. Una vez que pueda pienso volver.
— Pero mí amor, olvídate de eso. Esto es una crisis mundial. ¿Cómo lo vas a hacer para juntar tanta plata si la calle está mala? Quédate acá conmigo. Después vemos eso. Mientras tanto yo te puedo pasar dinero para que le envíes al pequeño Mak.
— No me vas a hacer cambiar de opinión.
— ¿Pero que tiene? Podemos vivir encerrados tranquilamente unos meses. No seas orgulloso.
— No es un tema de orgullo.
— ¿Entonces que es? ¿Ya no me quieres?
— No digas tonteras.
— ¿Ya no te gusto entonces?
Mika puso una cara de ardillita triste que me debilitaba completamente mientras se pasaba la lengua por la parte superior del labio. Por supuesto que me encantaba. Jamás había logrado dejar de mirar ni su culo ni sus piernas ni sus hombros con un enorme deseo. Era morena y de estatura baja aunque ni tanto. Sus grandes ojos y sus largas y movedizas pestañas simplemente me habían hechizado desde la primera vez que la vi.
Se acercó y me tomó de la cintura. Luego me beso con pasión y lentitud.
— Mí amor. Es súper peligroso que salgas a la calle.
— No pienso morirme de un virus —Dije—. Además de que no puedo dejar de trabajar.
— Pero podrías trabajar acá en la casa.
— ¿En qué podría trabajar acá en la casa si se puede saber?
— En tu novela. Te juro que no te voy a molestar mientras escribes.
En tiempos pasados solía evitar que Mika pasara tanto tiempo conmigo debido a esos antiguos y literarios sueños de grandeza. Y es más, ella disfrutaba interrumpirme mientras trabajaba echado en la cama con el computador en mis rodillas; procedía a echarlo a un lado con el fin de proporcionarme una prolongada e irrechazable dosis de sexo oral.
— Ya no escribí —Dije—. Nunca tuve el don.
— A mí si me gusta como escribes.
— ¿Por qué no terminamos de hacer aseo luego mejor? Tengo hambre.
Me quitó la escoba y comenzó a barrer ella misma puesto que yo lo hacía horrible. Mientras tanto yo recogía la b****a con la mano y la echaba a una bolsa grande. No fue suficiente. Tuve que ocupar otra para ir depositando botellas de cerveza y envases de comida para llevar que de vez en cuando ocupábamos como ceniceros.
¿Mañana vas a trabajar? —Preguntó—. Es sábado.
— ¿Y que tiene que sea sábado?
— Hay poca gente en la calle.— Igual se tiene que trabajar
— ¿Y no preferirías que ahora en vez de cocinar bajará a comprar sushi y unas botellas de vino? Podríamos ver una película. Mañana dormiríamos hasta tarde y follaríamos todo el día.
— No me tientes por favor.
— Y el lunes voy al banco y aprovecho yo misma de depositarle a la mamá de tu hijo. Tu sales a trabajar mañana por última vez y cuando llegues pasamos al supermercado. Ahí tendríamos que dejar de comprar comida hecha, porque no sabemos hasta cuándo va a durar la pandemia y hay que gastar lo menos posible. Lo tengo todo pensado.
Miré al techo que estaba muy alto. Luego recogí aire por la nariz y lo boté por la boca. Era lo típico que hacía cuando andaba a la búsqueda de las palabras precisas para comunicarme:
— Olvídalo, Mika.
— ¿Pero por qué? ¿Que tiene que una mujer te mantenga? Va a ser solo hasta que esto se acabe.
— Eso es grave. Más si tengo un hijo que no es tuyo.
— ¿O te molesta el origen de la plata que tengo? Prefiero que me digas la verdad y así no te insisto más.
— Ya hablamos de eso. Yo no estaba contigo cuando hiciste eso, por lo tanto no es asunto mío.
— ¿Entonces por qué estás siendo tan machista?
— No se trata de machismo tampoco. Me duele no poder ir a ver a mí hijo y mínimo que haga algo por el con mis propias manos.
— Pero ya no puedes, mí amor. Cada vez ganas menos dinero. Te estás exponiendo en vano.
— Da igual. No voy a dejar de trabajar.
— Estoy segura de que todo esto es por el origen de mí plata.
— Da lo mismo si me crees o no me crees. Mí respuesta es no.
Sonó el teléfono de Mika y salió a contestar al pasillo. Mí alma y mí cuerpo se encontraban divorciados de toda clase de dignidad. Ella le podía gustar a cualquier otro hombre mucho mejor que yo pero ahí estaba, conmigo y con la mediocre existencia que llevaba en .i vida hasta ese momento.
El sábado en la tarde bajé corriendo las escaleras junto con mí guitarra.Tuve que decirle a Mika que con lo que ganara iba a comprar una pizza.Mientras bajaba las escaleras estuve más consciente que nunca de que todo era mierda y suciedad en el piso en el que vivíamos. La mugre del suelo de madera debía estar hace siglos ahí.La avenida principal en la cual vivíamos estaba desierta. Me costó un buen rato tomar un bus que me permitiera llegar a la ruta en la cual trabajaba.Mí existencia era la calle. ¿Que clase de vida tenía? Se suponía que era el arte y ahí estaba yo, a punto de salir de los veinti y tantos y si es que no lograba sobrevivir a la pandemia iba a dejar el mundo sin obtener ningún asu
Declaración judicial capítulo 4Escribí Javo más su apellido en el buscador de la red social de color azul. No se podía enviar una solicitud de amistad, solo de mensaje. La foto que aparecía era la misma desde hace unos ocho años, cuando aun éramos compañeros de universidad. Era obvio que la cuenta tenía muy poca o nula actividad.Y ahí estaba pensando yo en lo ridículo que sería ponerme manos a la obra e intentar componer aquella novela por encargo. Tal vez Javo creía que yo no lo hacía porque no le creía y por eso me había dado esos treinta mil. Yo sabía que el tenía bastante dinero y era cierto eso de que todo aquel asunto pasaba por inverosímil. ¿Que iría hacer Javo con el borrador de la novela en caso de que la escribiera? Nada. Ta
Me puse a pensar en mí hijo que ya no había visto en varios días y en lo tóxica que estaba siendo mí vida en ese momento y terminé emborrachandome con vodka barato en la plaza de la esquina antes de llegar a casa en muy malas condiciones. Por supuesto que no había podido seguir trabajando después de enfrentarme a esa presencia muy cercana de la policía inteligente. La pobre pizza quedó abandonada y tirada en el suelo y Mika se quedó sin follar ni ver películas e increíblemente no me reprochó nada de lo que no alcancé a hacer.
Por la mañana estaba durmiendo y sonó el teléfono. Me encontraba muy lejos del enchufe como para estirar el brazo y dejé pasar la llamada. El celular sonó tres veces más.Una vez transcurrida la cuarta Mika se levantó para ir al baño y aprovechó de lanzarme el aparato. Intuyó que le quedé mirando el culo y se dio vuelta y me sacó la lengua, mostrándome ese pearcing tan sexy que volvió a adornar su lengua una vez que nos volvimos a juntar.— Anoche me quedé con las ganas —Dijo— Apenas salga del baño voy a violarte así es que prepárate.Miré su culo por última vez antes de ser violado. Solo esperaba que cumpliera su promesa, ya que las resacas de cerveza me dejaban bastante caliente. Luego intenté despabilar y después revisé quien llamaba por quinta vez. No era Jare ni era Reno. Era Javo.— Buenos días winner. ¿Que
Declaración del juicio/ Capítulo 6Por la mañana estaba durmiendo y sonó el teléfono. Me encontraba muy lejos del enchufe como para estirar el brazo y dejé pasar la llamada. El celular sonó tres veces más.Una vez transcurrida la cuarta Mika se levantó para ir al baño y aprovechó de lanzarme el aparato. Intuyó que le quedé mirando el culo y se dio vuelta y me sacó la lengua, mostrándome ese pearcing tan sexy que volvió a adornar su lengua una vez que nos volvimos a juntar.— Anoche me quedé con las ganas —Dijo— Apenas salga del baño voy a violarte así es que prepárate.Miré su culo por última vez antes de ser violado. Solo esperaba qu
Una vez que nos duchamos fuimos al mercado que está pasado el puente. Ahí Mika conocía a casi todo el mundo y se daba el tiempo de conversar con cada uno de ellos, incluso con quienes tenían sus puestos de chucherías en el suelo. Daba lo mismo si tenían cubre bocas o no, a ella no le importaba y es más, de no haber cuarentena hubiésemos comido afuera. Y seguíamos avanzando y mi novia seguía saludando gente, pese a que le molestaba que YO saliera a la calle porque a ELLA le daba miedo contagiarse. Los más viejos la miraban con lascivia. Compré cigarros de contrabando. Llegamos a una pequeña distribuidora de bebidas alcohólicas por el lugar donde estaban los negocios autorizados y ambas dependientas se presentaron tras saludar a mi pareja. Tras ese encuentro me puse nervioso.— Me llamo Suns —Dijo la bajita de pechos enormes.— Y yo soy Penz —Dijo la tipa alta de pelo crespo.
Fuimos a su auto que estaba estacionado a tres cuadras del sector, en una calle repleta de bares y restaurantes cerrados por culpa de la pandemia. Javo hablaba y hablaba. No lo estaba escuchando mucho porque me dolía la cabeza.— ¿Que te parece mí idea, querido winner?— No te escuché nada. Me siento muy mal.— Tranquilo, winner, que no pasa nada. ¿Te parece pagarme los cincuenta mil a cambio de un favorcillo que quiero que me hagas?Sin dejar que le respondiera, Javo fue hasta el maletero del auto, desde dónde extrajo un instrumento de percusión. Comenzó a intentar sacarle sonido.— Necesito aprender a tocar está cosa. ¿Tu me podrías enseñar? Tengo que estar listo de aquí al viernes.— No tengo idea como tocar esa cosa.
No hubo manera.Tras haber llamado un buen rato desde la calle luego de un par de horas interminables entre que el bus saliera y el tiempo de viaje, Jare no asomó ni la punta de la nariz. Las luces estaban apagadas y no se oía ninguna clase de ruido por ninguna parte.La llamé y le envié mensajes. No hubo respuesta. Daba la impresión de que el teléfono de ella estaba muerto, al igual que la mansión de su pareja.¿Qué iba a hacer yo ahí? Ninguna posibilidad de nada. Ya no me quedaban amigos en el pueblo y regresar dónde Mika era absolutamente improbable, puesto que tampoco me respondía nada.Comenzó a hacer un frío diabólico y decidí caminar.Ya era de noche. Lo único que se oía era el ladrido de los perros y el ruido blanco de uno que otro vehículo. Ya era oficialmente un vagabund