Johanna cerró la puerta dando un fuerte golpe; al estar en el pasillo, no pudo contener las lágrimas que salieron a mares por sus ojos. Siguió sin detenerse hasta bajar por el elevador y encontrarse con el guardaespaldas que hace un momento la recibió. Se acercó a él furiosa, buscando con él desquitar su odio y frustración.—¿Por qué no me dijiste que el señor Kim estaba ocupado? —exigió molesta.—No era el indicado para hablar de asuntos de mi jefe —dijo el hombre defendiéndose.—Por lo menos me hubieras dado una pista —dijo Johanna calmando su dolor.—Lo recordaré para la siguiente —fue lo último que le dijo y Johanna solo se alejó de él. Mientras que el guardaespaldas la ve alejarse con un poco de tristeza de verla en ese estado, y es que no le pudo decir que le pegaron para que no dijera nada. En fin; nunca nadie sabrá de eso. La mexicana sale del edificio, entrando de nuevo al auto que la lleva directo al departamento. Donde entra sorprendido a la adolescente y a la coreana de
Mientras van en el vehículo, el señor Kim mira de reojo a su acompañante y es que no cree ni media palabra de lo que ella le ha contado. No dijo nada, no porque no quisiera, pero todo es parte de su plan para verse como un hombre tonto, pero de eso no tiene ni un pelo y ahora empieza a sospechar que a la mejor la persona que está detrás de las publicaciones de Johanna tiene que ver con la hija del señor Lee. Pero ahora que lo piensa, no es una idea tan descabellada, porque estuvo muy raro que ella se le acercara, cuando en otros eventos nunca lo hace y que después de que tomara la bebida que ella le dio empezó a sentirse algo extraño… Ahora que ya está más despierto, recuerda que empezó a sentir la mirada nublada y la mente mareada. No está de extrañarse que algo tuviera la bebida para hacer que pasara la noche con ella y con el objetivo que Johanna los encontrara. O que su propósito sea algo más. Ve hacia su vientre y un mar de dudas crece en su mente. No dudará en investigar más a
Johanna, después de salir de la regadera, estuvo sentada en la silla frente a la ventana por horas pensando en lo que haría y al final decidió que lo mejor sería regresar a México y dejar al señor Kim solo para que siga con su vida. Es mejor irse, sanar de nuevo y empezar de nuevo desde las cenizas. Cree que ya no hay nada aquí para seguir luchando. Así que sacó su maleta, empezando a meter todas sus pertenencias, cuando oye cómo su teléfono timbra y se acerca hasta la mesa, tomándolo en su mano, viendo en la pantalla el nombre del señor Kim. Solo niega con la cabeza, mandando la llamada al buzón y bloqueando su número. Porque no quiero hablar más con él. Y continúa en lo que está. Mientras tanto, el señor Kim ha terminado sus reuniones. Le pidió a su madre que le cuidara a su hija, según con la tonta razón de que salió con la señorita Lee. No es del todo mentira porque sí irá con ella, pero primero tiene que ir a otro lugar y averiguar por le mintió su guardaespaldas. Antes de
La coreana ante esa pregunta se ha quedado muda, y es que ella sabe la respuesta, pero no sabe si sea correcto decirle. Ya le ha dicho mucho. —¡Joon! —el señor Kim la llama por su nombre con un tono firme y fuerte. La joven coreana se asusta al escuchar su voz. Ella solo pone las manos en su regazo bajando más la vista, sintiéndose muy intranquila. Sam la mira y piensa en otra manera de sacarle la verdad—. ¿Quién es el padre? —cambia de tema, ella levanta la vista, uniéndosela sus miradas por un par de segundos y al final baja la vista nuevamente. Pero sigue sin responderle—. ¿Es alguien que no aceptará el señor Lee? —Sí, él nunca será aceptado por mi abuelo —declaró sin poder ver al coreano a la cara, y en eso el señor Kim piensa en algo que lo puede ayudar mucho. —Quizá yo pueda ayudarte a que tu abuelo lo acepte —dijo Sam y la joven coreana levantó la vista sintiendo un poco de esperanza. Sabe que si el señor Kim lo respalda, hay una oportunidad de que su abuelo lo acepte. —¿Ha
Valeria y Min se encuentran muy preocupadas debido a que Johanna se niega a comer. También se ven nuevas, salir o por lo menos hablar; no saben lo que pasa, solo esperan que no haya hecho nada malo. Entre tanto, Johanna tiene todas sus cosas listas, ha pedido un taxi que la espera afuera y ya es momento de salir porque tiene que estar una hora antes. Toma su bolso, agarra su maleta, saliendo de la habitación, jalando su maleta, que con la ayuda de las ruedas es fácil de llevar; baja las escaleras haciendo bastante ruido… Causando que la coreana y la joven adolescente se sorprendan viendo cómo Johanna baja. —¿A dónde vas mamá? —preguntó Valeria. —A casa —contestó Johanna caminando directo hacia la puerta. —¿Cómo que a casa? —indagó Min caminando hacia ella. —Sé que había quedado contigo, que estaría dos meses aquí, pero no puedo soportar ni un minuto más; regresaré a México, de donde no debí de haber salido —declaró Johanna con resentimiento… —Pero no vas a esperar al señor
El vuelo de Johanna ha llegado. Baja del avión caminando cabizbaja por los pasillos del aeropuerto. Recogió su maleta, saliendo del aeropuerto internacional de Jalisco y tomando un taxi de los que están a las afueras. —Hola, señora, ¿a dónde la llevo? —preguntó el chofer mientras la veía por el retrovisor.—Hola, puede llevarme a esta dirección —le entrego un papel.—Claro que sí —aceptó el hombre mayor poniendo el vehículo en marcha. Entretanto, Johanna se desploma sobre el asiento viendo por la ventana las calles de la ciudad…Minutos después, el taxi se detiene en la entrada de la casa de Johanna, le ayuda a bajar la maleta, ella le paga y se despide del hombre. Mira la entrada de su casa y deja salir un suspiro; no sabe si por satisfacción o frustración; lo único bueno es que ya está de regreso.Agarra su maleta caminando directo hacia la entrada, mete la llave en la cerradura quitándole el seguro y entra dejando la maleta al lado de la puerta y cerrándola. Deja las llaves sobre
El reloj cerca de la chimenea marca las 23:30 de la noche. La señora y el señor Castillo están en la sala viendo la televisión y es que está superfeliz porque hace unas semanas alguien marcó preguntando por Johanna Suárez y que querían que le ayudara a saber todo sobre ella. Ya que le estaba quitando el novio a una mujer muy importante en Corea y obvio, no iba a desperdiciar la oportunidad de hacerla quedar mal al otro lado del mundo…Le contó todo, algunas cosas de más y algunas se las inventó. También le entregó toda la información con fotos y todo del crimen que había hecho hace años. Estuvo muy atenta esperando poder ver la nota y, claro, que la encontró, se sintió mucho más alegre y satisfecha. Y ahora, después de presionar mucho al juez ofreciéndole una fuerte suma de dinero, por fin aceptó para que ellos no le tengan que dar ni un peso a Valeria y que ella no tenga derecho a recular ninguna herencia por parte de su padre…Así que ahora lo que hagan esas dos no le interesa más.
A la mañana siguiente, Johanna despierta sintiendo los rayos del sol tocar su piel, se mueve en la cama dándose cuenta de que el coreano no está a su lado y ahora ve que ya se le está haciendo costumbre que cada vez que duermen juntos siempre amanece sin él. Se levanta de la cama tomando una de sus batas sin ponerse nada abajo, se la amarra al frente, se coloca sus sandalias y sale de la habitación. Bajan ellas, yendo directo hacia la cocina, donde está casi seguro que el señor Kim se encuentra. Y efectivamente, ve a ese atractivo hombre luciendo un mandil de color oscuro, moviendo un sartén y en la estufa… —Buenos días —saluda Johanna y el señor Kim voltea a verla dedicándole una tierna sonrisa. —Buenos días, hermosa —responde Sam con cariño. Johanna sonríe y se acerca a él que sale superada de la estufa dándose un beso. —Creo que podría acostumbrarme a esto —dijo Johanna mientras los abraza por la cintura, colocando su mejilla en su espalda descubierta. —Y para mí será un