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El dolor de Ivanita

Rebeca había llegado a su casa hecha un mar de llanto, ya no soportaba el maltrato que durante toda su vida había tenido que aguantar de las personas que se encontraban a su alrededor, ahora para colmo de males también había perdido su empleo, cosa que la tenía demasiado preocupada porque ella era el sustento de su hogar y pensaba principalmente en su hija Ivanita que dependía totalmente de ella. Fue demasiado humillante que el dueño de la boutique tomara una decisión tan drástica despidiéndola de esa forma tan injusta, por el solo hecho de que no le agradaba su aspecto físico, ni a él ni a las clientas que visitaban la boutique.

Al entrar al departamento y darse cuenta que Ivanita no se encontraba en casa, recordó que tenía que irla a buscar al colegio, porque en la mañana ella le había pedido a Iván que la llevara pero no recordaba si le había dicho que también la fuera a buscar, estaba tan atormentada con todo lo que acababa de pasarle que no recordaba nada de lo que había hablado con su marido en la mañana, tan sólo tenía en su memoria la discusión, que a decir verdad era algo muy normal en ellos, así que no podía definir exactamente lo que habían acordado.

Rebeca estaba muy desorientada, no sabía cómo iba a enfrentar el haber quedado sin empleo y encima no poder contar con Iván, que en realidad era un hombre que más bien ella tenía que mantener, lo único que pensó en ese momento fue en su hija, que tal vez se encontraba solita en el colegio esperando a que fueran por ella mientras su marido brillaba por su ausencia. Inmediatamente se secó las lágrimas y ni siquiera se cambió el uniforme de la boutique, sino que se fue corriendo a buscar a su pequeña niña.

El colegio quedaba a unas cuantas calles del apartamento donde vivían, así que solo se dio mucha prisa para tratar de llegar a tiempo, estaba preocupada porque ya de por sí Ivanita pasaba más de medio día en el colegio, porque no tenía con quién dejarla mientras ella trabajaba, así que se dio mucha prisa para llegar lo más pronto posible.

Cuando Rebeca llegó al colegio totalmente agitada y casi sin aliento de todo el esfuerzo que hizo por llegar lo más rápido que pudo; encontró a la pequeña Ivana sentada en uno de los escalones de la entrada del colegio y a su lado estaba acompañándola la directora del plantel.

La directora estaba muy preocupada, ella debía cerrar el colegio y además tenía otros asuntos pendientes por hacer, la niña por su parte en medio de su inocencia y su mentalidad de niña, no comprendía cómo era posible que su madre se hubiera olvidado de ella.

En realidad solo había sido una hora de retraso, pero definitivamente para un niño eso significaba una verdadera eternidad.

Rebeca subió los escalones de la entrada con dificultad, estaba sudada, despeinada y sin aliento, además el sobrepeso la hacían fatigarse más de lo normal.

A penas estuvo cerca de su hija, se acercó a ella mientras le decía:

— Mi Ivanita, mi amor, mi chiquita perdóname cielo, no quise llegar tarde, es que tuve un inconveniente muy grave en el trabajo que me hizo llegar a tiempo. Te pido mil disculpas por eso, no quiero que vayas a pensar que se me olvidó que estabas aquí.

La directora que ya conocía muy bien a Rebeca por ser una madre muy preocupada y abnegada por su hija, enseguida le contestó:

— No se preocupe señora Rebeca, me consta que usted nunca ha llegado tarde a buscar a Ivanita, no hagamos de esto un drama, a cualquiera le puede pasar.

La directora del colegio era una mujer de edad madura, que llevaba muchos años de servicio en el colegio, conocía perfectamente a cada uno de los alumnos que estudiaban en la institución, ella se caracterizaba por ser una mujer de muy buen corazón y además era muy querida por todos los alumnos.

Le tenía un especial cariño a Ivanita, especialmente desde que sufría el bullying por parte de sus compañeros de clase.

Por su parte Ivana estaba muy molesta, a tal punto que no quiso saludar a su madre, se encontraba muy callada, con la mirada perdida, actuaba en realidad como si estuviera ausente.

La directora en ver el comportamiento de la niña, enseguida se dirigió a ella diciéndole:

— Ay Ivanita mi amor, ¿No vas a saludar a tú mami? No ves que está muy angustiada de no haber podido llegar a tiempo, no lo hizo con intención, solo que tuvo un problema en su trabajo, te lo acaba de decir corazón, por favor acepta sus disculpas, ¿Sí Ivanita?

Ivanita se mantenía callada, como si estuviera lejos de allí, estaba totalmente sumergida en sus pensamientos, se veía visiblemente molesta, y no sabía de que forma hacerle saber a su madre la rabia y el dolor que sentía en ese momento. Ella en sus pensamientos solo se decía a si misma:

“Menos mal que mamá no llegó a tiempo, por lo menos hoy mis compañeros no la vieron, preferiría que me viniera a buscar papá, así no se burlarían más de mí, estoy cansada de que digan que mamá parece una ballena deforme “

Rebeca le hablaba a la niña sin imaginarse siquiera lo que ella estaba pensando en ese momento, estaba muy preocupada.

— Ivanita mi corazón, pero no te quedes así callada, de verdad no fue mi culpa el llegar tarde, hoy fue un día muy difícil en el trabajo, por favor no lo hagas peor.

La directora, la señora Mercedes, enseguida le dijo a Rebeca tratando de que esta se tranquilizara un poco en verla tan angustiada:

— Señora Rebeca, es mejor que la deje tranquila y espere a que se le pase, lo que sucede es que la niña está un poco cansada. Por cierto hay algo muy importante que usted debe saber.

— ¡Pero por Dios! ¿Ahora qué es lo que pasa señora directora? No me asuste, mire que ya he tenido un día demasiado difícil. ¿Acaso pasó algo malo con Ivanita?

La directora sintió mucha pena por Rebeca en ver la angustia que ella tenía y además de todos los problemas que se veía que tenía encima, pero no podía hablar delante de la niña y además consideró que no era conveniente aumentar más la preocupación de Rebeca con un tema tan delicado que tenía que ver directamente con ella, enseguida le dijo:

— Es mejor que espere llegar a su casa y hable con su esposo, estoy segura que él le explicará lo que está pasando, además ya es muy tarde y tengo que cerrar el colegio porque debo irme.

Rebeca solo respondió resignada y sin insistir, ya que Mercedes tenía razón, era ya demasiado tarde y la niña tenía que comer y llegar haciendo los deberes que le había mandado la maestra Betty.

— Sí, tiene razón señora directora, es mejor que nos vayamos a casa, no quiero hacerle perder más tiempo, le preguntaré a mi esposo cuando llegue a casa.

Mercedes se quedó mirando desde la puerta del colegio como se iban alejando Rebeca y la pequeña Ivana, mientras pensaba:

“Pobre señora Rebeca, me da tanto pesar su situación, es una mujer que se ve que es muy buena madre, pero lamentablemente se ha descuidado en cuanto a su aspecto físico, tiene un sobre peso que no la ayuda para nada a verse bien y además ella no hace un pequeño esfuerzo por tratar al menos de mejorar su forma de vestir, es que no es tanto la gordura que tiene, sino el descuido que tiene con respecto a su imagen. No quiero juzgarla, pero lamentablemente su apariencia provoca burlas, si tan solo mejorara e hiciera un pequeño esfuerzo por arreglarse solo un poco, tal vez no se vería así tan desagradable a la vista de todos. Me preocupa mucho la salud mental de la niña, esa pobre chiquilla está sufriendo demasiado y todo por el aspecto físico de su madre”

Mientras tanto Rebeca iba tomada de la mano con la pequeña Ivana, ambas iban rumbo a casa. Rebeca que aún estaba muy preocupada con todo lo que le había pasado durante ese día, se sentía aún más angustiada con lo que le había mencionado la directora, aunque no había sido muy específica diciéndole de qué se trataba en si. Intentó una vez más en sacarle conversación a Ivanita y le preguntó:

— Cariño, ¿Me puedes contar cómo te fue hoy en el colegio? ¿Dime qué aprendiste hoy?

Mientras tanto Ivana caminaba en silencio mientras bajaba la mirada y no le respondía, ella mantenía su actitud muy callada y ausente. Por supuesto eso hizo que Rebeca se angustiara aún más, ella no podía seguir permitiendo que la niña siguiera adoptando esa actitud de hostilidad hacía ella, así que inmediatamente le dijo:

— ¡Dios mío! Ivanita por favor no me sigas castigando con esa indiferencia que me está matando por dentro, no creo que sea para tanto que te pongas así conmigo, ya dime por favor te lo pido ¿Qué es lo que en realidad de está pasando? De verdad hija me estás asustando, ¿Acaso te pasó algo en el colegio que no me quieres decir? ¿Es que te hicieron algo que yo no sé?

A pesar de las súplicas de su madre y de la angustia que era muy evidente que tenía Ivana no le habló el resto del camino a casa.

“Pobre mujer, si tan solo adelgazara un poco y cambiara su forma de vestir, ayudaría en gran medida a su hija.”

(…)

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