Un regreso al pasado.

Hubo un silencio que duró unos segundos, pero que para mí fue eterno. Guillermo no se veía bien; no cabía duda de que enterarse de que yo era la esposa de un Ripoll le había afectado más de lo que podía imaginar. Sentí un miedo aterrador. Por segunda vez, pensé que, después de haber aceptado que trabajara embarazada, ahora si no habría nada que me permitiera quedarme en el restaurante. Si acusaba a mis suegros de ser responsables de la muerte de sus padres, mucho menos querría tenerme cerca, sabiendo que iba a traer al mundo al nieto de sus asesinos.

Me armé de valor y le dije con voz temblorosa:

—Guillermo, después de esto que acabas de decirme, creo que lo mejor es que me marche de aquí. Gracias por todo. Adiós.

Caminé hacia la puerta, ya a punto de salir, cuando escuché su voz, con un tono autoritario:

—Tú no vas a ningún lado.

Me quedé paralizada y lo miré aterrada. “¿Será que piensa vengarse de mí por lo que le hicieron mis suegros a sus padres?” pensé, sin atreverme a decir una sola palabra.

—¿A dónde piensas ir si me acabas de decir que no tienes a nadie que pueda ayudarte? —continuó, con su voz cargada de indignación—. Lo que me has dicho me ha dejado muy impactado. No puedo dejar que te vayas así, porque es lógico que, si no tienes dinero ni a dónde ir, es porque los Ripoll te han dado la espalda y eres una víctima más de su maldad.

—Así es —respondí, sintiendo una punzada en el corazón—. Aunque todavía amo a Luis Fernando, debo reconocer que tanto él como sus padres se portaron muy mal conmigo. Me humillaron de la peor forma. De sus padres lo esperaba, pero de Luis Fernando, jamás.

—No puedo creer, Grecia, que te hayan echado a la calle sabiendo que esperas un hijo que lleva su sangre —me dijo, indignado.

—Es que ellos no saben que estoy embarazada. Luis Fernando no tiene idea de que va a ser padre. No te mentí cuando te dije que me acabo de enterar de mi embarazo.

Al darse cuenta de que no le había mentido, Guillermo bajó un poco la guardia y sentí que me compadecía.

—Lo siento, Grecia, no fue mi intención ofenderte, pero pensé… en fin, ya eso no importa.

Al verlo un poco más sereno, me dispuse a preguntarle por qué acusaba a los padres de Luis Fernando como asesinos.

—Ahora quiero saber por qué acusas a los Ripolls de la muerte de tus padres. Tengo derecho a saberlo.

Guillermo suspiró, era evidente que le causaba dolor hablar al respecto.

—Sí, tienes derecho a saber quiénes son realmente los Ripoll.

Flashback:

“Mi madre era chef, cocinaba como los dioses. Mi padre la animó a abrir su propio restaurante; tenía un capital y quiso invertirlo allí, sabía que las recetas de mi madre iban a ser la sensación. Y efectivamente, así fue. El restaurante comenzó a ser muy popular, las recetas de mi madre tenían un toque muy especial que encantaba a la gente. Con el tiempo, el restaurante fue creciendo. Ella no se daba abasto sola, así que decidió contratar una ayudante en la cocina, y esa ayudante fue Greta.”

Yo escuchaba con asombro el relato de Guillermo.

—¿Greta como asistente de cocina? —dije incrédula.

“Así es. En ese entonces no tenía dinero, y mi madre le dio el empleo. Armando Ripoll comenzó como mesero. Ambos venían de un pueblo y no conocían a nadie en la ciudad. Con el tiempo, mis padres se hicieron sus amigos. Luis Fernando y yo éramos muy pequeños en ese entonces. Los Ripoll tenían mucha ambición, anhelaban tener mucho dinero. Mis padres los fueron ascendiendo. Greta pasó a ser la gerente del restaurante, y Armando estaba al frente de la administración.

Pero al darse cuenta de los ingresos millonarios del restaurante, comenzaron a aspirar cada vez más y ya no se conformaron con los puestos que tenían, sino que querían adueñarse de todo. Mis padres tomaron unas vacaciones y se fueron de viaje por un mes, dejándolos encargados del restaurante, confiando mucho en ellos. Durante ese tiempo, aprovecharon la ausencia de mis padres y le robaron todas las recetas que mi madre había creado, las cuales estaban guardadas bajo llave para ser registradas a su nombre. Pero ellos, aprovechando su ausencia, las registraron como suyas. Cuando mis padres regresaron, los Ripoll demandaron a mis padres alegando que las recetas que ofrecían en su restaurante les pertenecían a ellos. Cuando mi madre fue a buscar su cuaderno para demostrar que las recetas eran suyas, se dio cuenta de que ya no estaba. Y la demanda la ganaron los Ripoll; fue una demanda millonaria. Mis padres tuvieron que pagarles todo el dinero que pedían y encima dejarles el restaurante. La reputación de mi familia cayó al suelo, y mis padres cayeron en la ruina mientras ellos disfrutaban de todo lo que habían logrado con su esfuerzo. Mi madre enfermó; eso la terminó matando. Luego, mi padre, al verse sin un centavo y sin mi madre, murió de un ataque al corazón. Yo era un adolescente, pero recuerdo todo como si hubiera ocurrido ayer. Desde entonces, me juré vengarme de los Ripoll y hacerles pagar todo el daño que le hicieron a mis padres. ¿Te das cuenta? Todo el imperio que tienen no les pertenece en realidad.”

Al escuchar el relato de Guillermo, no salía de mi asombro, estaba en shock, no asimilaba que durante un año, estuve engañada. No soportaba la idea de pensar, que todo el lujo que rodeaba a esa familia, en realidad pertenecía a los padres de Guillermo.

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