—No debiste casarte con él, debiste ser mi esposa; ¡Ese hombre no te ama, Diana! ¡Nunca te amó!
Diana Larson esperaba en el jardín, y sintió las manos fuertes de su exnovio Ronald, que la llevaron a un lado y la apartaron del salón donde estaban todos celebrando que se había casado.
—¡Ya basta! Ronald, hoy es el día de mi boda y no quiero que digas nada malo de mi esposo.
Estaba a punto de marcharse cuando el hombre tiró de su brazo con fuerza.
—¡Espera! Hay algo que debes saber sobre ese hombre; ¡Escúchame, Diana!, todo fue un plan de venganza contra tu padre porque èl dejó en la ruina a su familia, ¡Joaquín Andrade no te ama, solo quiere vengarse de ti!
Diana estaba perpleja, de todas las cosas que Ron hizo para separarla de su prometido, esta era la peor de todas.
Ella abofeteó su rostro, el hombre le miró incrédulo.
—¡Mientes!
Ron tomó su móvil y le mostró una grabación.
«Ahí podía ver con claridad a Joaquín Andrade frente al padre de Diana Larson, discutiendo.
—¡Arruinaste a mi familia! ¿No? ¡Ahora acabaré con todo lo que tú amas, así como tú provocaste la muerte de mi padre, yo provocaré el suicidio de tu hija por mi desamor!»
Diana abrió ojos enormes, sintió un dolor en su pecho, ¡No podía creerlo!
El hombre que amaba, al que juró amar para siempre en el altar, era un vil traidor que solo jugaba a la venganza contra ella.
Las lágrimas cayeron por su rostro como una cascada.
—¡Esto no puede ser verdad!
—¡Lárgate de aquí, Ron! ¿No entiendes que Diana es mi mujer, que no te ama, ni te amó? —exclamó la voz severa de Joaquín, tomando a la mujer y poniéndola tras de él.
Diana alejó su mano, como si su piel quemara, sus ojos se encontraron, él estaba confuso.
—¿Diana?
—¿Es cierto que solo querías la venganza? Dime, ¿es cierto que todo tu amor fue una mentira, solo una actuación para arruinar a mi padre?
El hombre se quedó perplejo, no esperaba tal revelación, sus ojos se volvieron severos, miró a Ron, estuvo seguro de que ese hombre estaba detrás de esa verdad.
—¡Di la verdad, Joaquín! ¿Buscas venganza? —gritó Diana como una súplica, devolviendo su pensamiento a la realidad.
Los ojos de Joaquín la miraron severos.
—Sí, es verdad, quería vengarme de ti, tu padre destruyó a mi familia, sin piedad, por eso me acerqué a ti, porque yo tampoco tendría piedad y acabaría con lo que él más ama en la vida; contigo.
La mujer abrió ojos enormes, las lágrimas volvieron a fluir, no podía creer lo que decía el hombre que ella tanto amaba, ¡ella solo representaba una venganza para él!
—¿Cómo puedes decirme esto? ¡Yo te amo! Di todo por ti, ¿mira como me has pagado?
—¡Te lo dije, Diana! Este hombre es malo y cruel, escapa conmigo, vámonos, no mereces que este hombre te lastime así, aún ahora te aceptaré como la mujer que amo y te haré feliz —Ron tomó su mano, Diana estaba dolida, no opuso resistencia, pero los guardias de Joaquín les impidieron irse.
—No vas a ningún lado, Diana, eres mi esposa, ¡eres mía y no podrás escapar de mí! Además, debes saber algo…
Ella negó.
—¡No quiero escucharte! Le diré todo a mi padre, y este maldito matrimonio será anulado, no quiero saber de tus mentiras, no quiero saber de tu venganza, ¡todo ha terminado! —Diana se quitó el anillo, lo puso en la mano, no era cualquier anillo, era la joya que Joaquín Andrade diseñó para ganar un concurso de joyería.
—¡Diana, espera! —exclamó Joaquín intentando detenerla.
Diana caminó para entrar a la recepción de la boda, y de pronto, el terrible sonido de una explosión asustó a todos, empujándolos contra el suelo, y reventando sus tímpanos.
Pasaron varios minutos, para que todos recuperaran la cordura, volvieran al ahora entre la duda y la devastación.
El olor a azufre, a polvo y humo los ahogaba.
Diana talló sus ojos, hasta por fin mirar ese lugar, era el salón de la mansión de sus padres, adentro estaba toda su familia, y amigos, celebraban la boda, pero ese lugar estaba reducido a fuego y escombros.
—¡No…! ¡No puede ser! ¡Papá, mamá! —gritó.
—¡Fue él! —gritó Ron apuntando a Joaquín—. ¡Él quería venganza, mató a toda tu familia, Diana!
Diana miró a Joaquín Andrade, tuvo terror de saber que el hombre que amaba era el asesino de su familia, luego el cielo se unió con el suelo, y en su mirada todo se volvió oscuridad.
Cuando Diana abrió los ojos, observó el lugar donde estaba. Por un instante no recordó nada, pero luego, los recuerdos vinieron de golpe.Enderezó su postura, miró a todos lados.—¡¿Dónde estoy?! — Recordó la explosión, las lágrimas corrieron por su rostro como una cascada. Pensó en sus padres, quería negar que su muerte era verdad.Alzó la vista y vio a ese hombre de pie frente a ella. La mirada de Joaquín era devastadora, había compasión y dolor en ella.—¡Dime que no es cierto! —exclamó—. Dime que mis padres no murieron, ¡todo es una pesadilla! ¿Verdad que sí?Joaquín hundió la mirada, sintió mucha tristeza, negó.Tragó saliva.—Lo siento mucho, mi amor, no sé cómo ocurrió, hubo una explosión, no pudimos salvar a nadie… Lo siento tanto…—¡No! —exclamó—. ¡No! —gritó hundiendo su rostro entre sus manos.Joaquín intentó acercarse, de pronto, Diana lo empujó, se levantó de la cama, lo apuntó con el dedo.—¡Fuiste tú! ¡Tú los mataste! Eres un ¡Asesino! —gritó con rabia.Joaquín estaba p
Joaquín lo empujó atrás, el hombre se levantó, y de nuevo lo empujó hasta hacerle perder el control.—¡Lárgate de mi propiedad! Vete de mi casa ahora mismo.Los ojos de Ronald le miraban con gran rabia.—¿Dónde está Diana? ¡Diana!Joaquín hizo que sus guardias le apuntaran.—¡O te vas por las buenas, o lo harás con los pies por delante!Joaquín le miró con odio.—No has ganado, Joaquín, mataste a todos los Larson, pero yo sigo vivo, yo voy a proteger a Diana de tu maldad.—¡Yo no he matado a nadie! ¿Tienes una prueba de que lo hice? —exclamó con un gesto severo, casi retador—. Si tienes las pruebas, ¿por qué los periódicos dicen que Los Larson fueron asesinados por sus nexos a la mafia contrabandista de diamantes? Diana y yo estamos salvados por un milagro, todos saben que Los Larson hacían malos negocios, tú lo sabes bien, no intentes manchar mi nombre, no intentes poner a mi esposa en mi contra.Ronald sintió rabia.—¡Sé que los mataste! Diana lo sabe bien, Diana nunca volverá a cre
Diana estaba asombrada, en otras circunstancias esa suerte sería felicidad, pero ahora, su madre, su padre, su hermana, todos sus tíos, su abuela, las personas que ella amaba y eran su familia, habían muerto.Sintió la mano de Joaquín.—¡Felicidades! —dijo la doctora.Diana soltó la mano de Joaquín con rencor, incluso la doctora pudo verlo, ella se alejó de forma incómoda.Diana se arregló la ropa, bajó de la camilla sin apoyarse de Joaquín, aunque intentó ayudarla.Luego, volvieron a estar frente al consultorio de la doctora.—Debe cuidarse mucho, señora Andrade, un embarazo múltiple puede ser complicado.La doctora le entregó las vitaminas que debía tomar, y el ácido fólico.Ella los tomó y guardó en su bolso, antes de que Joaquín los tomara.El hombre procedió a despedirse, Diana intentó irse rápido, pero apenas abrió la puerta, su esposo la tomó del brazo.—¿A dónde vas?Ella se sintió temblorosa. Negó.—Quiero ir al baño.—La doctora tiene un baño, le diré que te lo preste.—No,
Diana luchaba contra ese hombre, lanzando gritos desesperados, miraba a la gente, pero nadie le ayudaba, pues muchos veían a los guardias, asustados.Hasta que un auto de policías parqueó a su lado, los policías bajaron.—¿Señora, está bien?—¡No! Este hombre me tiene secuestrada —exclamó con el rostro cubierto de lágrimas, y una gran seguridad.Joaquina aún tomaba su mano, la mirò con ojos severos, oscuros. No podía creer lo que Diana decía, estaba enfurecido, casi bufando de rabia, como una fiera herida a punto de atacar.—Señor, acompáñenos.Los guardias se acercaron, poniendo a los policías nerviosos.—¡Ni siquiera me toquen! ¿Acaso no sabes quién soy? —bramó, sosteniendo a la mujer con màs fuerza.Ella quería alejarse, pero no podía, cada intento era repelido por su fuerza.Le mirò con ojos casi llorosos.Joaquín chasqueó los dedos y uno de los guardias hizo una llamada, cinco minutos después los oficiales recibieron una llamada.Era el jefe de ellos, diciendo que dejaran al señ
—Escapar de ti —dijo ella apuntándole con el vidrio roto—. Déjame ir, no te haré daño si me das las llaves.Joaquín talló su rostro para despertar, luego sonrió, y esa sonrisa fue como una bofetada invisible al rostro de la mujer.—No puedes salir de aquí, tengo casi veinte hombres cuidando toda esta propiedad, nunca te voy a dejar ir, no voy a perderte, yo he perdido mucho en la vida, Diana, pero no voy a perderte a ti, ni a mis bebés —dijo con ojos severos, supo que él no mentía, y Diana pensó que ya no conocía a Joaquín, fue un hombre amoroso, pero ahora estaba convencida de que solo fue una fachada, este hombre posesivo, dominante, y egoísta era el verdadero Joaquín Andrade, y ella le aborrecía, aunque su corazón doliera tanto.Ella escupió y él alcanzó a protegerse el rostro.—Te odio, solo me das asco, ¿perderme? Te diré cuando me perdiste, ¡cuando mataste a mi familia, a mi padre, a mi madre, a mi hermanita, y muchas personas que amo! —exclamó con los centelleantes de rencor, e
—Déjame ir, escapar de ti, si lo haces, no me dañaré.Joaquín se puso triste al escuchar sus palabras, retrocedió unos pasos.—Está bien, lo haré, solo, por favor. Baja el trozo de vidrio, no quiero que te hieras.Joaquín siguió retrocediendo, pero Diana dejó de apuntarse, y lo apuntó a él.Joaquín solo tuvo una oportunidad, se lanzó hacia ella, le quitó el vidrio, pero no pudo evitar que ambos se lastimaran las manos.La sangre caliente se corrió por la piel.Joaquín parecía asustado. Él le quitó el trozo de vidrio, lo lanzó al suelo, él la cargó en sus brazos, ella pataleó, pero al final logró llevarla a la cama.—Por favor, Diana, no hagas esto.Ella se negó, golpeó su pecho, pero Joaquín tomó sus manos.—¡Calma! O lastimarás a los bebés.Ella rompió en llanto, se quedó quieta.Joaquín se levantó de la cama, la miró con ojos feroces.—Lo que has hecho, es algo cruel, ¡quieres dañarte y dañar a mis hijos, no lo permitiré!Ella tenía mucho miedo. Joaquín llamó a una empleada.—Quie
Joaquín fue tras Diana, quien se alejó de él a toda prisa. Él tomó su mano, pero ella le dio un fuerte manotazo en la cara.—¡Mentiroso! ¡Asesino!—Diana, ¡escúchame!—¡Nunca!Diana quiso correr, intentar escapar, comenzó a gritar por ayuda, pero los guardias cerraron su camino.Ella miró a Joaquín con ojos llenos de odio.—Algún dìa me iré, no lo podrás evitar, nunca volveré a amarte.—Lo harás, yo seré el único amor de tu vida, ¡lo juro!***Siete meses después.El grito desgarrador de Diana provocó miedo en Joaquín, quien llamaba a la ambulancia.—¡Rápido! Pedí una ambulancia hace diez minutos, ¡la quiero ya mismo!Escuchó las sirenas y colgó la llamada.—Diana, tranquila, estarás bien.Ella alejó su mano.—¡No me toques! Es tu culpa, si mis bebés mueren, ¡es tu culpa!Joaquín no pudo decir nada, pero evitó pelear.Los paramédicos llegaron y llevaron a la mujer en la camilla hasta la ambulancia.—¡Aún no es tiempo de que los bebés nazcan! ¿Acaso será un parto prematuro?—Es posibl
Joaquín terminó la junta de negocios, estaba por ir al hospital, llevaba prisa, todo lo que quería era ver a sus hijos y a Diana.Cuando esa noticia llegó y arruinó su día y su vida.—Señor…La voz temblorosa de su jefe de seguridad le asustó.—¡¿Qué pasa?! —exclamó al verlo.—Ocurrió un accidente, intentaron secuestrar a su esposa, mataron a los guardias, y…—¡¿Dónde está Diana?! —exclamó el hombre con una desesperación en sus ojos demasiado abiertos.El hombre retrocedió un paso, como si estuviera ante una fiera que iba a atacarlo.—Lo siento mucho, señor. El auto cayó a la laguna, no hemos encontrado a la señora, estamos luchando por encontrarla.Joaquín se precipitó contra él, sosteniendo con fuerza su cuello, lo tomó tan fuerte que casi podía matarlo.—¡¿Qué has dicho?! —bramó con rabia, sus ojos parecían inyectados en sangre.Luego lo soltó, se dio media vuelta y sintió que un peso enorme golpeaba su pecho.«¡Diana! ¡Diana!», pensó, sintiendo un miedo caótico.***La policía, lo