Capítulo: Embarazo múltiple

Joaquín lo empujó atrás, el hombre se levantó, y de nuevo lo empujó hasta hacerle perder el control.

—¡Lárgate de mi propiedad! Vete de mi casa ahora mismo.

Los ojos de Ronald le miraban con gran rabia.

—¿Dónde está Diana? ¡Diana!

Joaquín hizo que sus guardias le apuntaran.

—¡O te vas por las buenas, o lo harás con los pies por delante!

Joaquín le miró con odio.

—No has ganado, Joaquín, mataste a todos los Larson, pero yo sigo vivo, yo voy a proteger a Diana de tu maldad.

—¡Yo no he matado a nadie! ¿Tienes una prueba de que lo hice? —exclamó con un gesto severo, casi retador—. Si tienes las pruebas, ¿por qué los periódicos dicen que Los Larson fueron asesinados por sus nexos a la mafia contrabandista de diamantes? Diana y yo estamos salvados por un milagro, todos saben que Los Larson hacían malos negocios, tú lo sabes bien, no intentes manchar mi nombre, no intentes poner a mi esposa en mi contra.

Ronald sintió rabia.

—¡Sé que los mataste! Diana lo sabe bien, Diana nunca volverá a creer en ti, hagas lo que hagas, Joaquín, ella nunca volverá a amarte.

—¡Vete!

Los guardias sacaron al hombre.

Joaquín fue a su despacho, se sirvió una copa de vino, la bebió con rapidez sintiendo como el sabor amargo quemaba su garganta, pero no le daba tranquilidad, las palabras de Ron seguían golpeando su mente.

«Ella nunca volverá a amarte»

Los ojos de Joaquín enrojecieron, sintió mucho dolor, y frustración.

—Ella me ama, ella me volverá a amar, ¡está condenada a amarme! —exclamó lanzando la copa contra la pared con fuerza.

***

Tres meses después.

Diana y Joaquín iban en el asiento trasero del auto, ella ni siquiera le miraba, había una rabia en su silencio que hacía que el hombre sintiera una muralla entre los dos.

Él no dijo nada absolutamente,

Iban al hospital, el doctor debía revisar el estado del embarazo, Joaquín estaba preocupado, ella no comía bien, no se cuidaba con regularidad, y se la pasaba todo el dìa encerrada en su habitación, por seguridad, Joaquín no le dejaba tener teléfono móvil, tampoco acceso a computadora, ni a salir de casa. Diana se volviò una prisionera de ese hombre, y no dudaba en gritárselo a la cara.

Bajaron del auto, él tomó su brazo, ella quiso alejarse, pero no lo permitió.

Pronto llegaron hasta un lujoso hospital privado.

Fueron al consultorio y les dejaron pasar.

—¿Tienes miedo que diga que me tienes secuestrada?

Joaquín le mirò con un tormento en la mirada, luego sonrió.

—Hazlo, pero, ¿Quién te creería? Diana, hazlo, pensarán que has perdido la cabeza, no quiero eso para ti.

Ella le miró con ojos severos, tragó saliva, sintió miedo.

—¿Eso es una amenaza?

Joaquín ni siquiera la miró, cuando la ginecóloga llegó, se sentó frente a ellos.

Diana sentía ganas de llorar, pero se quedó callada.

La doctora hizo preguntas, que ella se negó a responder, todo lo hizo Joaquín.

Pronto, fue la revisión.

Diana tenìa muchos nervios.

«Quizás está mintiendo, solo estuvimos una vez juntos, fue cuando me pidió matrimonio, no pudo pasar tan rápido», pensó

De pronto, sintió el frío en su vientre, y el transductor moviéndose sobre la piel.

Observó el monitor, y todo en lo que no creyó se volvió real.

Ahora era una creyente más, ¡Había vida en su vientre!

—¿Escucharon eso?

Diana miró a Joaquín, casi de forma instintiva, ella negó.

—¿Qué? ¿Algo está mal?

El corazón de Joaquín latió con fuerza.

—¿Qué le pasa a nuestro bebé? ¿Está bien? —exclamó desesperado.

—Todo está bien, pero no es un bebé, escuchen, son dos latidos, y pueden verlo, cada uno está en su saco y tienen su placenta, son mellizos.

—¡¿Son dos?! —exclamó Joaquín casi en un grito, mientras su sonrisa se formó genuina.

La doctora asintió.

—Sí, es un embarazo múltiple.

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