Joaquín fue tras Diana, quien se alejó de él a toda prisa. Él tomó su mano, pero ella le dio un fuerte manotazo en la cara.—¡Mentiroso! ¡Asesino!—Diana, ¡escúchame!—¡Nunca!Diana quiso correr, intentar escapar, comenzó a gritar por ayuda, pero los guardias cerraron su camino.Ella miró a Joaquín con ojos llenos de odio.—Algún dìa me iré, no lo podrás evitar, nunca volveré a amarte.—Lo harás, yo seré el único amor de tu vida, ¡lo juro!***Siete meses después.El grito desgarrador de Diana provocó miedo en Joaquín, quien llamaba a la ambulancia.—¡Rápido! Pedí una ambulancia hace diez minutos, ¡la quiero ya mismo!Escuchó las sirenas y colgó la llamada.—Diana, tranquila, estarás bien.Ella alejó su mano.—¡No me toques! Es tu culpa, si mis bebés mueren, ¡es tu culpa!Joaquín no pudo decir nada, pero evitó pelear.Los paramédicos llegaron y llevaron a la mujer en la camilla hasta la ambulancia.—¡Aún no es tiempo de que los bebés nazcan! ¿Acaso será un parto prematuro?—Es posibl
Joaquín terminó la junta de negocios, estaba por ir al hospital, llevaba prisa, todo lo que quería era ver a sus hijos y a Diana.Cuando esa noticia llegó y arruinó su día y su vida.—Señor…La voz temblorosa de su jefe de seguridad le asustó.—¡¿Qué pasa?! —exclamó al verlo.—Ocurrió un accidente, intentaron secuestrar a su esposa, mataron a los guardias, y…—¡¿Dónde está Diana?! —exclamó el hombre con una desesperación en sus ojos demasiado abiertos.El hombre retrocedió un paso, como si estuviera ante una fiera que iba a atacarlo.—Lo siento mucho, señor. El auto cayó a la laguna, no hemos encontrado a la señora, estamos luchando por encontrarla.Joaquín se precipitó contra él, sosteniendo con fuerza su cuello, lo tomó tan fuerte que casi podía matarlo.—¡¿Qué has dicho?! —bramó con rabia, sus ojos parecían inyectados en sangre.Luego lo soltó, se dio media vuelta y sintió que un peso enorme golpeaba su pecho.«¡Diana! ¡Diana!», pensó, sintiendo un miedo caótico.***La policía, lo
Siete años después.Opal y Ónix jugaban en el salón, luego dejaron de hacerlo, ante la llegada de su nana Salma.—Vamos, niños, es hora de ir a dormir. Recuerden que hoy, papá tendrá su fiesta de compromiso con Felicia.Los niños lucían tristes, bajaron la escalera, tomados de la mano con la niñera, cuando los pequeños observaron cómo el cuadro de su madre, que antes estaba en la sala, era retirado.—¡No! ¡Mami! No pueden quitar a mami —dijo Opal, la pequeña niña sollozaba.—¡No, dejen a mami! —exclamó el niño.Felicia llegó hasta ahí y sonrió al ver cómo quitaban ese retrato.—¡Al fin seré la señora Andrade! Así que a partir de ahora me llamarán madre, ¿me escucharon? Soy su nueva madre.Opal y Ónix se abrazaron asustados.—¡No te queremos como una mamá! —Los niños bajaron la escalera corriendo, se alejaron de ella.Felicia tenía ojos severos, siguió a los mellizos hasta la habitación de juegos, los amedrentó al acercarse mucho.—¡Están castigados! —Felicia miró a Salma—. Salma, ll
Diana tembló ante el hecho de ser descubierta, creyó, ser màs lista, que el hombre estaba descuidado, sería algo rápido y fácil de hacer, durante años planificó este dìa, y ahora perdía de una forma tan estúpida.Solo le quedaba una opción, y era escapar de sus garras; lo empujó y finalmente comenzó a correr como si el mismo diablo la persiguiera.A Joaquín le tomó unos segundos reaccionar, y corrió tras ella.—¡Diana! —gritó con fuerzas, incluso aunque la música era muy alta, ella alcanzó a escucharlo.Su corazón latió con fuerzas, solo debía hacer una cosa, quería ver a sus hijos, algo estaba en su mente, y ahora no tenìa sentido«¡Si te mataba, podía recuperar a mis hijos y entonces ellos estarían conmigo!», pensóSus ojos se nublaron por lágrimas tristes y de miedo.Intentó bajar la escalera, cuando este hombre iba persiguiéndola.Tuvo terror de ser alcanzada, y tropezó, lanzó un grito, luchó por agarrarse de algo que evitara su penosa caída, pero fue inútil. Cuando se dio cuenta
Cuando llegaron al hospital, bajaron la camilla y trasladaron a Diana al hospital.Joaquín los seguía, miraba a su esposa, ¡era ella! No parecìa haber cambiado, quizás sus cabellos eran màs largos, pero su rostro, seguía siendo el mismo de hace siete años, estaba herida, o eso decían, porque no podía ver, salvo unos moretones, quería abrazarla, quería besarla, si hubiese podido la habría tomado en sus brazos para nunca soltarla.Pero, al cruzar la zona de emergencia, ya no le dejaron pasar.Joaquín maldijo y pidió a su guardia personal que buscara al director del hospital.«No dejaré que vuelvas a escapar de mí, Diana, has vuelto, ahora nunca te irás», pensó.***Felicia caminó adentro de la mansión y exigió ver al personal de seguridad.—Dígame, señorita.—Quiero saber cómo entró esa mujer, ¿qué pasó? ¡Exijo ver los videos de seguridad y es una orden!—Pero, yo solo recibo órdenes del señor Andrade…La mujer le miró con ojos de furia, que el hombre pensó que podía quemarlo vivo.—S
—¡Yo…! ¡Yo no sé qué hice! ¿Qué delito cometí? ¡Yo no entiendo nada! Mi cabeza duele, ¡no recuerdo nada! Por favor, ¡ayuda! —exclamó desesperada.Felicia se acercò a ella, la mirò con ojos muy severos y pequeños.—¿Ahora tomarás la carta de la amnesia? Por favor, ¡no lo permitiré! Intentaste matar a mi prometido Joaquín Andrade, tengo un video que lo prueba, y no te dejaré escapar, ¡maldita! ¡Pagarás caro, pagarás en la cárcel! ¿Creíste que podías regresar a destrozar la vida de tu ex? ¿Qué se siente volver de la muerte para volver a una prisión?Los ojos de Diana estaban llorosos, con una gran confusión.—¡No sé de qué hablas, mujer! No recuerdo quién eres, ¡ni recuerdo quién es Joaquín Andrade! ¡Ayúdenme, por favor, tengan piedad! —exclamó al sentir las esposas en sus manos.Felicia la miraba con profundo odio.***Cuando Joaquín colgó la llamada, iba a buscar al doctor, pero no tuvo que hacerlo, porque el mismo doctor lo encontró antes.—Señor Andrade…—¡¿Cómo está Diana?!—Ella tu
Diana mirò unas ropas en una mesa, se apuró a romper la bolsa de plástico, sus manos temblaban.Se vistió tan rápido como pudo, tenìa miedo de que alguien entrara, pero cuando estuvo lista, no encontró zapatos.Poco le importó, solo quería irse.Intentó caminar por los pasillos, estaba un poco mareada, se pegó hacia el pasillo, tomándose de la pared para no evidenciar que se encontraba mal, incluso su pie dolía demasiado.Tomó el ascensor, y fue hasta la planta baja.Su corazón latía mucho, se quedó detrás de varias personas, pasó desapercibida, esperaba que pudiera escapar de la misma manera.***—Quiero que se larguen de aquí, no hay delito que perseguir, ¿entiendes?Los hombres asintieron; ya habían recibido órdenes de su superior para desestimar el caso.Joaquín les dio el anillo de brillantes.—Vendan esto, repártanse las ganancias.Los policías se fueron.—Quiero que tengan cuidado con mi mujer, nadie puede entrar, ni salir de su habitación, al menos que sea un médico, y yo soy
—¡¿Por qué mi esposa no me recuerda?! —exclamó ante el doctor, mientras observaba por una ventana a su esposa, siendo atendida por enfermeras.—A veces puede pasar, ella tiene una lesión muy leve, tiene una amnesia postraumática, puede durar días, semanas o hasta meses. Vamos a estar monitoreándola, quizá estar en su hogar, con personas que conoce, le ayudará a que los recuerdos vuelvan.Joaquín bajó la mirada, se sentía tan frustrado.El doctor se fue y él decidió entrar a la habitación. Diana recibió un sedante, sabía que no despertaría hasta mañana.Joaquín entró, la observó, era tan ella, y tan diferente. Su corazón latió con fuerza, la había dado por muerta, pero veneró tanto su recuerdo, como un fantasma que le perseguía. Ahora ella estaba viva, su obsesión volvía por ella, igual que su amor, pero ahora no estaba seguro de nada.«Tal vez esto sea algo bueno, si ella no puede recordar nuestro terrible pasado, puedo volver a enamorarla. Si ella no puede recordar por qué me odia, ta