Ante las palabras de apoyo de su amiga, sintió una emoción en su pecho, porque se sentía muy bien saber que si era importante para alguien.—Gracias, Val —dijo Briggitte sonriendo y abrazándola.—¿Ahora por qué te sonríes? —preguntó su amiga.—Porque siento que al fin las cosas van a cambiar… que al fin podré salir de ese infierno y vivir una vida que merezca la pena. Sé que seré feliz con Sebastián.Veinte minutos después salió de la casa de su amiga y subió al auto, Sebastián en principio estaba molesto, pero al verla con los ojos rojos, toda actitud hostil se esfumó de él, sustituyéndola por una de preocupación.—¿Qué pasó Brigg? ¿Esa señora te hizo algo? —preguntó con inquietud.Un sollozo salió de los labios de ella y sin decir nada se abrazó a él. Sebastián la sostuvo con fuerza mientras besaba su cabeza.—Mi amor ¿Por qué estás así? —volvió a interrogarla preocupado.—No te preocupes Sebas, solo quiero que me abraces y sentir que me quieres —dijo ella con un tono de voz suave.
Briggitte entró al despacho de Sebastián y se sentó en su escritorio, encendió el computador y empezó a revisar información sobre la empresa que la había contratado para ser una de sus modelos, se trataba de Industria Salerno, una fábrica de telas y de ropas, propiedad de Fazio Salerno.Buscó en internet en cuantas páginas habidas, alguna fotografía o algo que le permitiera descubrir si existía un vínculo entre el hombre con su padrastro y no lo encontró, por casi más de una hora revisó, mas no encontró nada.—Creo que Val y yo estamos paranoicas… es que tratándose de Mackenzo, uno no sabe que esperar de ese hombre… es como una sombra, allí latente en mi vida para hacerme daño —dijo en tono alto con un suspiro.Cuando estaba terminando de apagar el equipo, llegó Sebastián, como había dejado la puerta del despacho abierta, escuchó la llave de la cerradura, se sonrió porque seguramente, él la iba a ir a buscar a la cocina o en la habitación. Minutos después lo escuchó llamarla.—Brigg ¡
Sebastián regresó a su auto sin soltar de la mano a Briggitte, en pocos minutos estuvieron en la discoteca, ella se sentía nerviosa porque era la primera vez que tenía oportunidad de compartir con los amigos de su novio y quería causar una buena impresión.—Hola, chicos, ¿cómo están? —saludó el chico, dándole la mano a cada uno de sus amigos sin soltar la mano de Briggitte, luego la puso en el centro, colocando sus manos sobre sus hombros y agregó —Briggitte te presento a mis amigos —la chica se ruborizó por la atención que su novio le estaba dando, era obvio que Sebastián se sentía posesivo sobre ella —. Chicos, ella es mi novia y mi futura esposa.Ninguno se dio cuenta de que la mayoría de los presentes, sobre todo las mujeres quienes aún tenían la esperanza de atraparlo, no se sintieron agradada por ese anuncio.— Hola, chicos —saludó ella un poco nerviosa.—Hola —respondieron al unísono los chicos—. Encantados de conocerte Briggitte, Sebastián nos ha hablado muy bien de ti.—Tanto
Briggitte no podía creer lo que escuchaba, le parecía algo irreal, es que ni siquiera entendía cómo fue posible que su madre se accidentara, negó con la cabeza y cortó la llamada. Se dispuso a esperar un taxi, pero daba la impresión que todos habían desaparecido de repente y no se veía ni uno solo a la vista.En ese momento, vio un automóvil que se paró enfrente de ella y cuando bajó el vidrio, se dio cuenta que era el mismo hombre que vio dentro y que la tenía al borde un colapso por su excesiva atención.—Hola, nos volvemos a ver… ya me doy cuenta de que estás solita. Si estás esperando un taxi, yo te puedo llevar ¿Dónde vas? —preguntó el hombre con amabilidad. Por unos segundos, Briggitte se quedó analizando el ofrecimiento, vio otra vez a los lados, había mucha gente esperando taxis, pero no se veía ni uno solo a la vista y a ella le urgía ver el estado de su mamá, estaba muy preocupada porque, aunque no fuera una buena madre, después de todo era la que le había tocado, además, no
Francesca no perdía oportunidad de hacerse la víctima delante de su padre y su madrastra, tratando de dejar mal parada a Briggitte, pero esta estaba demasiado furiosa en ese momento para dejarla salirse con la suya.—¡No! ¡Yo no hice nada! ¿De qué estás hablando? Papá, mamá, ¡Por favor! ¡Deténganla! Me está haciendo daño, ¡Está loca! —se defendió, negando las acusaciones de Briggitte.—¡¿Loca?! Eres tan cínica que aún con las pruebas en las manos, sigues negando la verdad —espetó Briggitte.Su madre se levantó e intentó detenerla.—¡Ya basta Briggitte! ¿Qué crees que estás haciendo? —la reprendió, tratando de detener la discusión.—Pasa que esta hizo un montaje para hacerme creer que estabas en la clínica muy grave y yo llevo más de treinta y seis horas, angustiada, sin dormir, sin comer, con miedo de perderte… porque eres lo único que tengo —le dijo con voz quebrada e hizo que su madre girara a pedirle explicación a Francesca.—¿Qué sucedió Francesca?—Yo no sé nada… ella está malint
Sebastián la fulminó con la mirada, por unos segundos, durante casi un minuto, se quedó en silencio, sin moverse, no podía creer lo que estaba sucediendo.“¡Santo Dios!” Pensó, creía que era una pesadilla, “¿Briggitte embarazada? ¿Y Francesca?, ¡Las dos estaban embarazadas!”, había estado evitando a esta última, no le atendía las llamadas y evitaba frecuentar sitios donde pudiera encontrársela, porque no deseaba verla, algo dentro de él le decía que su cercanía solo podía significar malas noticias y al parecer no se equivocó. Sebastián no pudo evitar mirarla de manera acusadora. En ese momento no podía creer lo que estaba escuchando, intentó hablar, pero tragó saliva con dificultad, las palabras no salieron, poco a poco se fue calmando, hasta llegar a una tensa calma. Intentó hablar de nuevo y esta vez sí lo logró.—¿Cómo puedo estar seguro de que ese niño que estás esperando es mi hijo? —preguntó y ella abrió los ojos desorbitados.—¿Cómo…? ¿Qué me estás preguntando? ¿Estás desconfi
Sebastián no podía creer que hubiera sido tan imbécil, miraba el apartamento con nostalgia, observando cada detalle de como Briggitte lo había dejado, justo estaba sumergido en esos pensamientos cuando entró su amigo y negó con la cabeza.―Sebastián, solo tienes dos opciones, mandas todo a la mierd4 sin importar las consecuencias, le pides ayuda a tu familia para que te ayude a salir de este lío o simplemente aceptas tu destino y te casas con esa mujer ―le dijo Elton con una expresión de tristeza.―Crees que no he pensado en esa primera opción… pero la más perjudicada sería Briggitte, y a pesar de que ella me engañó haciéndose pasar por pura y virginal cuando no lo era y hasta ya esperaba un hijo de otro, no quiero que terminen causándole daño. —Eso es, porque a pesar de todo lo que has descubierto en su contra, la sigues amando, lamentablemente para ti, en el corazón no se manda.Sebastián se quedó en silencio y pensativo, aún le parecía mentira que Mackenzo se hubiera atrevido a ta
Sebastián llegó a la iglesia sintiendo una profunda desesperación, sabía que ese era el peor momento de su vida, no dejaba de maldecirse por haber sido tan idiota, lo único que lo mantenía con un poco de cordura, era pensar en su hijo.Ganas de salir corriendo no le faltaban, vio llegar a los invitados, ninguno era suyo porque hasta a Elton le pidió que lo dejara solo, sin embargo, su amigo no lo hizo, en contra de sus deseos se mantuvo cerca de él y se sentó en uno de los últimos bancos, mientras él esperaba la llegada de la novia.No debió esperar mucho, cuando vio llegar a Francesca, con su leve vientre abultado, a pesar de la animadversión que sentía por ella, no podía negar que lucía hermosa y radiante con su vestido de novia, ella sonreía a su padre con complicidad, y todo lo que pasaba en ese momento le parecía una burla y una crueldad.Vio cómo Mackenzo dejaba a Francesca en manos de su madre y salía, su futura esposa llegó a su lado, se detuvo tomándole del brazo y no pudo ev