Sebastián regresó a su auto sin soltar de la mano a Briggitte, en pocos minutos estuvieron en la discoteca, ella se sentía nerviosa porque era la primera vez que tenía oportunidad de compartir con los amigos de su novio y quería causar una buena impresión.—Hola, chicos, ¿cómo están? —saludó el chico, dándole la mano a cada uno de sus amigos sin soltar la mano de Briggitte, luego la puso en el centro, colocando sus manos sobre sus hombros y agregó —Briggitte te presento a mis amigos —la chica se ruborizó por la atención que su novio le estaba dando, era obvio que Sebastián se sentía posesivo sobre ella —. Chicos, ella es mi novia y mi futura esposa.Ninguno se dio cuenta de que la mayoría de los presentes, sobre todo las mujeres quienes aún tenían la esperanza de atraparlo, no se sintieron agradada por ese anuncio.— Hola, chicos —saludó ella un poco nerviosa.—Hola —respondieron al unísono los chicos—. Encantados de conocerte Briggitte, Sebastián nos ha hablado muy bien de ti.—Tanto
Briggitte no podía creer lo que escuchaba, le parecía algo irreal, es que ni siquiera entendía cómo fue posible que su madre se accidentara, negó con la cabeza y cortó la llamada. Se dispuso a esperar un taxi, pero daba la impresión que todos habían desaparecido de repente y no se veía ni uno solo a la vista.En ese momento, vio un automóvil que se paró enfrente de ella y cuando bajó el vidrio, se dio cuenta que era el mismo hombre que vio dentro y que la tenía al borde un colapso por su excesiva atención.—Hola, nos volvemos a ver… ya me doy cuenta de que estás solita. Si estás esperando un taxi, yo te puedo llevar ¿Dónde vas? —preguntó el hombre con amabilidad. Por unos segundos, Briggitte se quedó analizando el ofrecimiento, vio otra vez a los lados, había mucha gente esperando taxis, pero no se veía ni uno solo a la vista y a ella le urgía ver el estado de su mamá, estaba muy preocupada porque, aunque no fuera una buena madre, después de todo era la que le había tocado, además, no
Francesca no perdía oportunidad de hacerse la víctima delante de su padre y su madrastra, tratando de dejar mal parada a Briggitte, pero esta estaba demasiado furiosa en ese momento para dejarla salirse con la suya.—¡No! ¡Yo no hice nada! ¿De qué estás hablando? Papá, mamá, ¡Por favor! ¡Deténganla! Me está haciendo daño, ¡Está loca! —se defendió, negando las acusaciones de Briggitte.—¡¿Loca?! Eres tan cínica que aún con las pruebas en las manos, sigues negando la verdad —espetó Briggitte.Su madre se levantó e intentó detenerla.—¡Ya basta Briggitte! ¿Qué crees que estás haciendo? —la reprendió, tratando de detener la discusión.—Pasa que esta hizo un montaje para hacerme creer que estabas en la clínica muy grave y yo llevo más de treinta y seis horas, angustiada, sin dormir, sin comer, con miedo de perderte… porque eres lo único que tengo —le dijo con voz quebrada e hizo que su madre girara a pedirle explicación a Francesca.—¿Qué sucedió Francesca?—Yo no sé nada… ella está malint
Sebastián la fulminó con la mirada, por unos segundos, durante casi un minuto, se quedó en silencio, sin moverse, no podía creer lo que estaba sucediendo.“¡Santo Dios!” Pensó, creía que era una pesadilla, “¿Briggitte embarazada? ¿Y Francesca?, ¡Las dos estaban embarazadas!”, había estado evitando a esta última, no le atendía las llamadas y evitaba frecuentar sitios donde pudiera encontrársela, porque no deseaba verla, algo dentro de él le decía que su cercanía solo podía significar malas noticias y al parecer no se equivocó. Sebastián no pudo evitar mirarla de manera acusadora. En ese momento no podía creer lo que estaba escuchando, intentó hablar, pero tragó saliva con dificultad, las palabras no salieron, poco a poco se fue calmando, hasta llegar a una tensa calma. Intentó hablar de nuevo y esta vez sí lo logró.—¿Cómo puedo estar seguro de que ese niño que estás esperando es mi hijo? —preguntó y ella abrió los ojos desorbitados.—¿Cómo…? ¿Qué me estás preguntando? ¿Estás desconfi
Sebastián no podía creer que hubiera sido tan imbécil, miraba el apartamento con nostalgia, observando cada detalle de como Briggitte lo había dejado, justo estaba sumergido en esos pensamientos cuando entró su amigo y negó con la cabeza.―Sebastián, solo tienes dos opciones, mandas todo a la mierd4 sin importar las consecuencias, le pides ayuda a tu familia para que te ayude a salir de este lío o simplemente aceptas tu destino y te casas con esa mujer ―le dijo Elton con una expresión de tristeza.―Crees que no he pensado en esa primera opción… pero la más perjudicada sería Briggitte, y a pesar de que ella me engañó haciéndose pasar por pura y virginal cuando no lo era y hasta ya esperaba un hijo de otro, no quiero que terminen causándole daño. —Eso es, porque a pesar de todo lo que has descubierto en su contra, la sigues amando, lamentablemente para ti, en el corazón no se manda.Sebastián se quedó en silencio y pensativo, aún le parecía mentira que Mackenzo se hubiera atrevido a ta
Sebastián llegó a la iglesia sintiendo una profunda desesperación, sabía que ese era el peor momento de su vida, no dejaba de maldecirse por haber sido tan idiota, lo único que lo mantenía con un poco de cordura, era pensar en su hijo.Ganas de salir corriendo no le faltaban, vio llegar a los invitados, ninguno era suyo porque hasta a Elton le pidió que lo dejara solo, sin embargo, su amigo no lo hizo, en contra de sus deseos se mantuvo cerca de él y se sentó en uno de los últimos bancos, mientras él esperaba la llegada de la novia.No debió esperar mucho, cuando vio llegar a Francesca, con su leve vientre abultado, a pesar de la animadversión que sentía por ella, no podía negar que lucía hermosa y radiante con su vestido de novia, ella sonreía a su padre con complicidad, y todo lo que pasaba en ese momento le parecía una burla y una crueldad.Vio cómo Mackenzo dejaba a Francesca en manos de su madre y salía, su futura esposa llegó a su lado, se detuvo tomándole del brazo y no pudo ev
Sebastián se meció los cabellos con desesperación, cada momento se daba cuenta que le habían visto la cara de imbécil, definitivamente era el más idiota y la vergüenza de la familia Ferrari ¿Qué pensarían todos si llegarán a saber lo que le estaba pasando? Se dijo decepcionado por haber sido tan ingenuo.—No lo sé Elton, ella me mostró un vídeo donde yo abusé de ella… y esa fecha coincide con los meses de embarazo que dice tener —dijo sin poder ocultar un poco su frustración —. Aunque quiera evadir esa responsabilidad, porque no quiero que ese niño sea mi hijo, no tengo ninguna prueba de que haya sido como ella lo ha dicho. Durante varios días se quedó en su apartamento, mientras Francesca no dejaba de llamarlo y él le desviaba la llamada, al mismo tiempo que él no dejaba de buscar a quien pudiera ayudarlo a localizar a Briggitte, lamentablemente ninguna de las dos personas que colocó para que la buscara, encontraba rastros de ella.Por eso Sebastián pasaba sus días borracho, llamand
Desde ese momento la vida de Sebastián no fue un paraíso, aunque para su alivio no lo fue tampoco para Francesca, las constantes peleas, gritos estaban a la orden del día y el primer altercado grande tuvo lugar ese mismo día.La mujer entró elevando ligeramente la nariz como si todo le causara repulsión.—¿Por qué eso está tan asqueroso? —preguntó sacudiendo la mano con un gesto despectivo.—Porque le falta limpiarlo —respondió Sebastián con una excesiva tranquilidad.—¿Y por qué nadie lo lava? —preguntó ella alzando las cejas, y arrugando más de lo debido su nariz.—Ya va a ser limpiado.—¿Quiénes? ¿Dónde está la servidumbre? Sebastián contuvo la risa, la tomó por el hombro y la caminó poniéndola frente al espejo.—¡Conócela! Ella será la encargada de poner este lugar en orden —declaró con burla.Cuando la mujer comenzó a decir eso, empezó a despotricar en su contra.—¡Estás loco! Yo no voy a limpiar eso, ¿Qué te has creído tú? ¿Qué te casaste con una sirvienta?Él la miró con diver