Sebastián la fulminó con la mirada, por unos segundos, durante casi un minuto, se quedó en silencio, sin moverse, no podía creer lo que estaba sucediendo.“¡Santo Dios!” Pensó, creía que era una pesadilla, “¿Briggitte embarazada? ¿Y Francesca?, ¡Las dos estaban embarazadas!”, había estado evitando a esta última, no le atendía las llamadas y evitaba frecuentar sitios donde pudiera encontrársela, porque no deseaba verla, algo dentro de él le decía que su cercanía solo podía significar malas noticias y al parecer no se equivocó. Sebastián no pudo evitar mirarla de manera acusadora. En ese momento no podía creer lo que estaba escuchando, intentó hablar, pero tragó saliva con dificultad, las palabras no salieron, poco a poco se fue calmando, hasta llegar a una tensa calma. Intentó hablar de nuevo y esta vez sí lo logró.—¿Cómo puedo estar seguro de que ese niño que estás esperando es mi hijo? —preguntó y ella abrió los ojos desorbitados.—¿Cómo…? ¿Qué me estás preguntando? ¿Estás desconfi
Sebastián no podía creer que hubiera sido tan imbécil, miraba el apartamento con nostalgia, observando cada detalle de como Briggitte lo había dejado, justo estaba sumergido en esos pensamientos cuando entró su amigo y negó con la cabeza.―Sebastián, solo tienes dos opciones, mandas todo a la mierd4 sin importar las consecuencias, le pides ayuda a tu familia para que te ayude a salir de este lío o simplemente aceptas tu destino y te casas con esa mujer ―le dijo Elton con una expresión de tristeza.―Crees que no he pensado en esa primera opción… pero la más perjudicada sería Briggitte, y a pesar de que ella me engañó haciéndose pasar por pura y virginal cuando no lo era y hasta ya esperaba un hijo de otro, no quiero que terminen causándole daño. —Eso es, porque a pesar de todo lo que has descubierto en su contra, la sigues amando, lamentablemente para ti, en el corazón no se manda.Sebastián se quedó en silencio y pensativo, aún le parecía mentira que Mackenzo se hubiera atrevido a ta
Sebastián llegó a la iglesia sintiendo una profunda desesperación, sabía que ese era el peor momento de su vida, no dejaba de maldecirse por haber sido tan idiota, lo único que lo mantenía con un poco de cordura, era pensar en su hijo.Ganas de salir corriendo no le faltaban, vio llegar a los invitados, ninguno era suyo porque hasta a Elton le pidió que lo dejara solo, sin embargo, su amigo no lo hizo, en contra de sus deseos se mantuvo cerca de él y se sentó en uno de los últimos bancos, mientras él esperaba la llegada de la novia.No debió esperar mucho, cuando vio llegar a Francesca, con su leve vientre abultado, a pesar de la animadversión que sentía por ella, no podía negar que lucía hermosa y radiante con su vestido de novia, ella sonreía a su padre con complicidad, y todo lo que pasaba en ese momento le parecía una burla y una crueldad.Vio cómo Mackenzo dejaba a Francesca en manos de su madre y salía, su futura esposa llegó a su lado, se detuvo tomándole del brazo y no pudo ev
Sebastián se meció los cabellos con desesperación, cada momento se daba cuenta que le habían visto la cara de imbécil, definitivamente era el más idiota y la vergüenza de la familia Ferrari ¿Qué pensarían todos si llegarán a saber lo que le estaba pasando? Se dijo decepcionado por haber sido tan ingenuo.—No lo sé Elton, ella me mostró un vídeo donde yo abusé de ella… y esa fecha coincide con los meses de embarazo que dice tener —dijo sin poder ocultar un poco su frustración —. Aunque quiera evadir esa responsabilidad, porque no quiero que ese niño sea mi hijo, no tengo ninguna prueba de que haya sido como ella lo ha dicho. Durante varios días se quedó en su apartamento, mientras Francesca no dejaba de llamarlo y él le desviaba la llamada, al mismo tiempo que él no dejaba de buscar a quien pudiera ayudarlo a localizar a Briggitte, lamentablemente ninguna de las dos personas que colocó para que la buscara, encontraba rastros de ella.Por eso Sebastián pasaba sus días borracho, llamand
Desde ese momento la vida de Sebastián no fue un paraíso, aunque para su alivio no lo fue tampoco para Francesca, las constantes peleas, gritos estaban a la orden del día y el primer altercado grande tuvo lugar ese mismo día.La mujer entró elevando ligeramente la nariz como si todo le causara repulsión.—¿Por qué eso está tan asqueroso? —preguntó sacudiendo la mano con un gesto despectivo.—Porque le falta limpiarlo —respondió Sebastián con una excesiva tranquilidad.—¿Y por qué nadie lo lava? —preguntó ella alzando las cejas, y arrugando más de lo debido su nariz.—Ya va a ser limpiado.—¿Quiénes? ¿Dónde está la servidumbre? Sebastián contuvo la risa, la tomó por el hombro y la caminó poniéndola frente al espejo.—¡Conócela! Ella será la encargada de poner este lugar en orden —declaró con burla.Cuando la mujer comenzó a decir eso, empezó a despotricar en su contra.—¡Estás loco! Yo no voy a limpiar eso, ¿Qué te has creído tú? ¿Qué te casaste con una sirvienta?Él la miró con diver
Sebastián viajó a Palermo, a la ciudad donde le informaron que estaba Briggitte, fue al sitio donde estaba el vehículo que supuestamente la había atropellado, pero no lo pudieron encontrar, según se lo había llevado hacía un par de días. Las pistas que tenían al parecer no eran sólidas, durante varios días, estuvo de un lugar a otro, incluso debió ir a poblaciones cercanas, por eso tardó más tiempo del previsto, y lo peor es que cuando llegaba a un sitio, siempre le indicaban que estaba en otro lugar.Sebastián estaba desesperado, no había día que no pensara en ella, se imaginaba miles de formas de pedirle perdón, desde que había salido de su vida se sentía perdido sin ella, por un momento pensó que quizá Mackenzo, la había secuestrado y la tenía bajo su control, eso lo atormentaba, pero no tenía forma de saberlo, aunque al mismo tiempo le preocupaba que hubiera ido a parar en manos de los enemigos de Mackenzo, sobre todo el terrible barón Ferrer, uno de los hombres más crueles de la
Sebastián llegó a Roma y no encontró a Francesca, temía lo que pudiera hacer en complicidad con su padre, sabía que eran de cuidado y no confiaba para nada en ellos. Se cansó de llamarla, durante tres días insistió, pero fue infructuoso hasta el cuarto día que lo atendió.—¿Dónde estás? ¿Por qué te fuiste cuando te dije que te quedaras aquí? —preguntó Sebastián sin simular su molestia.“Mira Sebastián, vamos a hablar claro, a ti te da igual para donde yo ande… lo único que debe importarte es que tu hijo nació y está bien” dijo la mujer, la duda y la sorpresa hicieron estragos en el interior del hombre.—¿Cómo qué nació? Se suponía que la cesárea te la harían la semana que viene ¿Por qué la adelantaron?“Pues debieron hacerme una cesárea de emergencia… de todas maneras no te preocupes, ya vamos de camino a Roma… vamos a llegar a un hangar del aeropuerto, te envió la información en un mensaje” respondió la mujer.—Entonces espérame allí, voy a buscarlos.Sebastián después de cortar la l
―Espera hijo, no es así como funciona, el Barón jamás recibirá a nadie en su casa, sin embargo, su secretaria, Milagros Ferrer, es una conocida mía, ella es familia de él y conoce todos sus negocios, socios y todo lo relacionado con ese hombre, le pediré a ella que te invite a una reunión con él. ―¿Una reunión? ¿Qué le voy a decir? La verdad es que no tengo idea de cómo abordarlo ―dijo con un poco de temor―. Él jamás hablará conmigo… no soy nadie, no tengo empresa, ni tengo ningún cargo de importancia. ―Aunque eso es cierto, no eres nadie por ti mismo, pero tú eres el hijo del dueño del grupo Ferrari y tienes un arma que puedes mover frente al Barón, dile que tienen un enemigo en común.—No me gusta la idea papá, déjame a mí hacer todo por mí mismo, no deseo meterte en ningún lío, ni que te vincules más de lo debido con gente no confiable, yo me encargaré por mi cuenta de resolver esto… yo me metí en esto, tengo que salir de esto por mis propios medios, así tenga que filtrarme dentr