Sebastián se meció los cabellos con desesperación, cada momento se daba cuenta que le habían visto la cara de imbécil, definitivamente era el más idiota y la vergüenza de la familia Ferrari ¿Qué pensarían todos si llegarán a saber lo que le estaba pasando? Se dijo decepcionado por haber sido tan ingenuo.—No lo sé Elton, ella me mostró un vídeo donde yo abusé de ella… y esa fecha coincide con los meses de embarazo que dice tener —dijo sin poder ocultar un poco su frustración —. Aunque quiera evadir esa responsabilidad, porque no quiero que ese niño sea mi hijo, no tengo ninguna prueba de que haya sido como ella lo ha dicho. Durante varios días se quedó en su apartamento, mientras Francesca no dejaba de llamarlo y él le desviaba la llamada, al mismo tiempo que él no dejaba de buscar a quien pudiera ayudarlo a localizar a Briggitte, lamentablemente ninguna de las dos personas que colocó para que la buscara, encontraba rastros de ella.Por eso Sebastián pasaba sus días borracho, llamand
Desde ese momento la vida de Sebastián no fue un paraíso, aunque para su alivio no lo fue tampoco para Francesca, las constantes peleas, gritos estaban a la orden del día y el primer altercado grande tuvo lugar ese mismo día.La mujer entró elevando ligeramente la nariz como si todo le causara repulsión.—¿Por qué eso está tan asqueroso? —preguntó sacudiendo la mano con un gesto despectivo.—Porque le falta limpiarlo —respondió Sebastián con una excesiva tranquilidad.—¿Y por qué nadie lo lava? —preguntó ella alzando las cejas, y arrugando más de lo debido su nariz.—Ya va a ser limpiado.—¿Quiénes? ¿Dónde está la servidumbre? Sebastián contuvo la risa, la tomó por el hombro y la caminó poniéndola frente al espejo.—¡Conócela! Ella será la encargada de poner este lugar en orden —declaró con burla.Cuando la mujer comenzó a decir eso, empezó a despotricar en su contra.—¡Estás loco! Yo no voy a limpiar eso, ¿Qué te has creído tú? ¿Qué te casaste con una sirvienta?Él la miró con diver
Sebastián viajó a Palermo, a la ciudad donde le informaron que estaba Briggitte, fue al sitio donde estaba el vehículo que supuestamente la había atropellado, pero no lo pudieron encontrar, según se lo había llevado hacía un par de días. Las pistas que tenían al parecer no eran sólidas, durante varios días, estuvo de un lugar a otro, incluso debió ir a poblaciones cercanas, por eso tardó más tiempo del previsto, y lo peor es que cuando llegaba a un sitio, siempre le indicaban que estaba en otro lugar.Sebastián estaba desesperado, no había día que no pensara en ella, se imaginaba miles de formas de pedirle perdón, desde que había salido de su vida se sentía perdido sin ella, por un momento pensó que quizá Mackenzo, la había secuestrado y la tenía bajo su control, eso lo atormentaba, pero no tenía forma de saberlo, aunque al mismo tiempo le preocupaba que hubiera ido a parar en manos de los enemigos de Mackenzo, sobre todo el terrible barón Ferrer, uno de los hombres más crueles de la
Sebastián llegó a Roma y no encontró a Francesca, temía lo que pudiera hacer en complicidad con su padre, sabía que eran de cuidado y no confiaba para nada en ellos. Se cansó de llamarla, durante tres días insistió, pero fue infructuoso hasta el cuarto día que lo atendió.—¿Dónde estás? ¿Por qué te fuiste cuando te dije que te quedaras aquí? —preguntó Sebastián sin simular su molestia.“Mira Sebastián, vamos a hablar claro, a ti te da igual para donde yo ande… lo único que debe importarte es que tu hijo nació y está bien” dijo la mujer, la duda y la sorpresa hicieron estragos en el interior del hombre.—¿Cómo qué nació? Se suponía que la cesárea te la harían la semana que viene ¿Por qué la adelantaron?“Pues debieron hacerme una cesárea de emergencia… de todas maneras no te preocupes, ya vamos de camino a Roma… vamos a llegar a un hangar del aeropuerto, te envió la información en un mensaje” respondió la mujer.—Entonces espérame allí, voy a buscarlos.Sebastián después de cortar la l
―Espera hijo, no es así como funciona, el Barón jamás recibirá a nadie en su casa, sin embargo, su secretaria, Milagros Ferrer, es una conocida mía, ella es familia de él y conoce todos sus negocios, socios y todo lo relacionado con ese hombre, le pediré a ella que te invite a una reunión con él. ―¿Una reunión? ¿Qué le voy a decir? La verdad es que no tengo idea de cómo abordarlo ―dijo con un poco de temor―. Él jamás hablará conmigo… no soy nadie, no tengo empresa, ni tengo ningún cargo de importancia. ―Aunque eso es cierto, no eres nadie por ti mismo, pero tú eres el hijo del dueño del grupo Ferrari y tienes un arma que puedes mover frente al Barón, dile que tienen un enemigo en común.—No me gusta la idea papá, déjame a mí hacer todo por mí mismo, no deseo meterte en ningún lío, ni que te vincules más de lo debido con gente no confiable, yo me encargaré por mi cuenta de resolver esto… yo me metí en esto, tengo que salir de esto por mis propios medios, así tenga que filtrarme dentr
Sebastián observó el resultado del primer sobre, su mirada se detuvo al final de la hoja. Compatibilidad con las muestras estudiadas 99,9 %. Sacó el contenido del segundo sobre, con el mismo resultado 99,9 % de compatibilidad, fue inevitable que en su boca se dibujara una sonrisa de satisfacción, su pequeño Dominik, era su hijo, pese a ello, no pudo dejar de sentirse intranquilo, al pensar en las razones por las cuales Francesca le había llevado las muestras, si igual podía tomárselas directamente del bebé, algo no tenía sentido, tampoco la actitud de Mackenzo era lógica, cada día crecían sus sospechas, y una de ellas era que quizás el hombre tenía secuestrado a Briggitte. —¿Será posible que una de esas muestras corresponda a mi hijo con Briggitte? Aunque eso no tiene sentido —se dijo—. De ser cierta esta hipótesis ¿Por qué tomarían la muestra de mi otro hijo? A menos que Francesca no estuviera segura de mi paternidad sobre el niño, pero dijo que era virgen cuando estuvimos —murmuró
Briggitte abrió los ojos y lo observó por unos segundos, no podía creer la situación en la que se encontraba, la persona a quien más había amado en su vida y quien más le había hecho daño, estaba allí frente de ella pidiéndole explicaciones, le parecía un descaro lo que estaba haciendo, le provocaba abofetearlo hasta destrozarle el rostro por completo, porque por su culpa ella había perdido a la persona más importante de su vida y eso era algo que jamás podría olvidar. —¿Hijo? ¿De qué hijo hablas? —le preguntó con desprecio, aunque no lo dejó responder y siguió hablando—. ¿Me imagino que debes referirte al hijo que tuviste con la zorr4 tu esposa, porque no sé de cuál otro, podrías estar hablando? —indicó sin ocultar su desagrado.—Briggitte, por favor, perdóname, me equivoqué… hay muchas cosas de las cuales tenemos que hablar, pero este no es el lugar, ni el momento para que hablemos, por favor, ¿Dónde podemos hacerlo?—El lugar es en ninguna parte y el momento es nunca, no tengo nad
—¡Eres un idiota! ¿Con qué derecho te crees para venir a interrumpirme? ¿A venir a apartarme de mis admiradores y a intentar reclamar territorio? Voy a decirte algo Maldit0 imbécil y espero que no sigas insistiendo, no quiero tus explicaciones… la Briggitte tonta, la que creía en pajaritos preñados, esa murió, la asesinaste el mismo día que la dejaste para casarte y no con cualquiera, sino nada más y nada menos que con la bruja de mi hermanastra… y por tu culpa perdí a mi hijo ¿Crees que podría perdonarte alguna vez? Será en tus sueños, porque yo ni siquiera en mis pesadillas te perdono —dijo de manera seca y todos los presentes en la discoteca exclamaron sorprendidos al escucharla.—Por favor Briggitte, si me escuchas las razones podrás… —pero otra vez ella le impidió hablar. —Desde que te casaste, no me importan tus razones, ni tus explicaciones, yo seguí con mi vida Sebastián, encontré la manera de ser feliz ¿Y qué haces tú? ¡Me vienes a interrumpir! Deberías estar con la familia