Donovan.Mi esposa, mía. Ante la maldit@ ley y la misma pirámide que tiré para luego alzarla para que tuviera con qué defenderse, ahora es la mujer del Dragón. Soy su marido. Un marido que no se cansa de follarla, que montarla le resulta tan cegador que no pienso más que en despertarla con una embestida. Me gusta el anillo que ahora carga en su dedo, me gusta el corte que nos une y mas cuándo resiste todo de mí. No me recuerda totalmente, pero es la misma Sofía de hace años que tentaba a la muerte al provocarme con esas miradas. Barrer con la mesa no me resulta difícil, para despojarla de bata de baño que carga y hundirme entre los pliegues que me reciben. Mueve las caderas y gime con cada estocada, pierde toda reserva, mientras la embisto y se sujeta de mi cuello al correrse. Sus ojos controlan el cielo estrellado que me deja incapacitado con sólo observarla. Atrapo su boca, extasiado con lo que es. Apenas puede respirar y con cada intento de controlarlo, solo sigue dándome lo q
Donovan. Sofía vuelve a la alberca, en donde el agua está continuamente corriendo sin perder su frescura, pero conmigo a su lado. Comiéndole la deliciosa boca que posee, mis manos intentan quitarle las tiras de nuevo y me manotea, le atrapo las manos y la sigo besando, mientras la mano libre baja a la unión de sus piernas. Deslizo la tela para tener acceso a su coño, arrastrando dos dedos entre sus labios externos. Tiembla cuándo toco con la yema de los dedo el punto sensible que rodeo, sin dejar de mover la lengua en su boca. —Nos van a ver— se queja cuándo muevo lento los dedos. —Donovan, hay cámaras. —Las apagué— no cargara con el computador que me dio Bruno si no sirviera para algo, pero no me parece más agradable explicar cosas que seguir viéndola cómo se retuerce cuándo ingreso dos dedos, el agua se mueve con ella, los senos se endurecen y su piel se eriza. —¿Puedo entrar aquí ahora? —se atraganta con su saliva. —Será un poquito. Sólo quiero correrme una vez, —niega y extien
Donovan.Los desperdicios van en los botes de basura, la sangre Slade es eso, una jodida basura que poco a poco se está extinguiendo. Los restos de Danilo es puesto en bolsas, los cuáles tendrán el destino que su apellido. Me doy una ducha para quitar los restos de sangre que desaparecen de mi rostro y manos. Trato de no dejar que todo se mezcle, ni de apresurar nada, porque ese error me costó la vida por tres años y ahora tengo una nueva oportunidad. Los hermanos están fuera de juego y él sigue escondido, al menos yo nunca corrí de él, pero él lo ha hecho desde que volví y luego se atreve a compararse conmigo.Sofía sigue dormida, se echó en la cama desde que volvimos y al igual que yo tiene la misma duda. Lo que hizo no es algo habitual. La había visto asesinar antes y el ruso me advirtió sobre los Shadow, aunque eso aún no explica cómo lograron que ella tuviera esa agilidad. Observo su silueta en la cama y saco una jeringa del cajón, necesito una muestra de sangre. Aunque antes d
Donovan. Escucho risas acercándose. Es la parejita que vi antes, por lo que lo dejo caer del todo. Arranco el lápiz que compré, llevándolo junto a la cartera. Hurgo los bolsillos inferiores de su pantalón, dando con unas llaves que tienen una numeración extraña, encuentro su identificación y unos billetes en la cartera.Recojo la basura que dejaron los gatos, la bolsa con las demás cosas y voy junto al vagabundo, a quien le entrego el dinero, mientras lanzo la basura al fuego, siguiendo mi camino de nuevo.—¡Que Dios lo bendiga!— me grita el tipo con gran alegría, en tanto el grito de una mujer se oye, avisando sobre el muerto. Solo levanto la mano para indicar que lo escuché y cruzo la calle de regreso a mi auto. En poco tiempo llego a la casa, saco el objeto ensangrentado para tirarlo sobre la mesa de mi escritorio, entregando la identificación a Gull para que lo investigue y subo con la bolsa hacia el dormitorio. —Donovan— la voz de Grace me detiene. Giro en mi lugar y exhalo. T
Donovan.Despierto con dolor en el cuello, el gato del demonio en mi cara llenándome de pelos y uno de los crayones de Kilian que se rompe cuándo lo aplasto al incorporarme. «Maldit@ suerte la mía» me froto la cara para encontrarme solo en la habitación. Me quedé dormido y ahora tengo que comprar más colores para un niño de cuatro años. Recojo los dos pedazos de los crayones y los dejo sobre la mesa, para meterme a bañar y quitarme la somnolencia. Seguramente Sofía ya se recuperó, de otro modo no se hubiese ido cómo siempre que todo lo puede controlar. No sé ni para qué me desgasto con ella. En gato ya no está ni el crayón cuándo salgo, me visto para comenzar a trabajar, aunque no tardó más que segundos en la parte inferior de la casa para ver a Grace con la cosa de color en la mano. —Tengo algunos en mi maleta, ¿los quieres o voy a comprarte de estos específicamente? El niño duda.—¿Cuáles tienes?— Grace le pide esperar, topándose conmigo cuándo se vuelve hacia las escaleras. M
Donovan. Sofía se mueve, alejándose de Danna con dirección hacia mí, siguiendome cuando entró al despacho. —¿Por qué a ella sí la quieres escuchar y a mí no? —discute Danna, en tanto le indico a su cuñado que se largue de mi vista. Sabe que es mejor no desafiarme, por ello desaparece en cuestión de segundos.—Donovan, nos ganamos un lugar en la nueva pirámide a pulso— señala la mujer del cerquillo, mientras detallo a Sofía. —Merezco respeto y no que la zorra de amiga que tiene ella, ni...—Llamé a Sofía. Si mal no recuerdo ese no es tu nombre—, me siento en el escritorio. —A menos que las ganas de ser ella, ya hayan sobrepasado los límites.—No quiero parecerme a ella. —Tu imagen dice otra cosa, —contesta mi mujer detrás suyo.—No puedes querer que me quede callada ante ellas dos. Viste lo que me dicen— trata de explicar.—Es tu culpa. De seguir haciendo comentarios sobre lo que le pasó a Elisa, no esperarías que te dieran la razón y dos besos en las manos, debería darte vergüenza
SofíaNo hay peor jaula que la creada por la propia mente. Y yo tengo una. Atrapada dentro de mi cabeza, me siento entre desear a volver a olvidarlo y agradecer que recuerdo la atrocidad llamada vida que me cargo. Necesito saber qué es cierto y qué no lo es, aunque sí de algo estoy segura es que las que escuché y sentí si lo son. Danna estuvo allí. En el mismo lugar que yo estuvo presente más de una vez. Es una súbdito del Káiser o al menos quiso ser. «—¿Qué tienes para ofrecer?— una voz masculina pregunta. Tiene acento ruso.—Información a cambio de inmunidad para los míos— responde con nerviosismo. —¿Que clase de información?— una especie de tubo extremadamente delgado entra por mi boca. Atraviesa mi garganta y no puedo ni luchar porque el control de mi cuerpo no lo tengo. —Con el candidato que quieren— indica ella y el golpe de luz me hace apretar las manos. —El único que falta, Zayn Gil me hizo una invitación, no me interesa, pero puedo sacarle información y hacerlo colabora
Sofía.—¿Como enteraste? ¿Como me encontraste?— quiere huir, al arrastrarse lo más lejos que puede de mí, pero al ver que llevo mi mano a la espalda pone la suya al frente—. Cálmate. Por favor. Podemos hablar, no necesariamente...—Abajo— ordeno. Saco el arma a la cual le pongo el cargador. Me inclino para tomar la vía que se conecta a su brazo, tirando con fuerza para sacar la aguja que la hace quejarse del dolor cuando la arranco. —Sofía, esto no es necesario. Déjame explicar que...—Abajo— le quito el seguro a mi arma.—Sofía, mi cuñado puede...—Dije abajo, basura. Capta la maldit@ orden ¿o no sirves ni para eso?— niega sin poder moverse —. ¿Acaso debo deletrear para que comprendas? ¡Abajo, ahora mismo!Asustada comienza a moverse al fin. Siendo coherente para no acabar con mi paciencia. Piso la manta con mi bota para lanzarla a sus pies.—Cúbrete con eso— ordeno. —¿Que? No...¿Para qué? —Lo digo por las buenas, Danna— sabe que no suelo ser paciente con casi nadie, por ello se e