Sofía —¿Puedo pasar? —golpeo la puerta al ver al pequeño concentrado en su comida. Asiente con la boca llena y los ojos lanzando estrellas que iluminan el lugar. Es tan pequeño, pero su fuerza es más que la mía. —Ahora la que no ha comido soy yo. Extiende su mano para darme uno de sus nuggets de brócoli y me acerco para tomarlo y morderlo con cara verdadera hambre, algo que lo hace reír. Lori sabe qué cocinar para él, sabe cómo hacerlo comer sano y a la vez que sepa bien. —Sabía que volverías—, sigue comiendo, dándole un sorbo a su jugo con popote. —Aunque el hombre de voz alta haya dicho que no lo harías. Presioné el botón de borrar. Cada vez que lo veo quiero comérmelo a besos, su mirada es tan hermosa que no le busco explicación a tal deseo, pero me niego a hacerlo, pues mi coherencia me repite que solo es mi estúpido corazón queriendo aferrarme a ideas absurdas. El mío tendría su edad, pero no es él. —Al hombre que habla fuerte no hay que prestarle atención —me siento a su la
Sofía. Un ruido de muchas cosas cayendo me hacen voltear a la ventana. Volteo a la cama, viendo al niño que se despertó con el ruido. El ruido regresa y el pequeño solo cierra sus ojos una vez más.Asomo solo para darme cuenta de cómo una pared es tirada al ser impactada con un auto. Pienso que se trata de crear un lugar nuevo, hasta que me doy cuenta de que lo que en verdad están probando es el vehículo, del cuál no reconozco el modelo. Revisan los daños y apuntan en una libreta lo que deben arreglar. Fallos que tuvo, añadiduras que tendrá, zonas con más abolladuras, siendo Abraham quien pide que le incorporen toda clase de defensa.Siento la mirada de alguien, pero solo me enfoco en las llaves que le entregan a mi nefasto suegro. Los añade al llavero que carga a todos lados y se retira alegando que no soporta el dolor.Tiene que ser una herida grande para que se vea tan afectado. No es sólo un rasguño. Sus gritos apartan a todo mundo y cierro la ventana para que deje dormir al niñ
Sofía. —Pequeña rata bocona —una bala le atraviesa la pierna a Dan cuándo intenta correr, obteniendo los gritos que rompe el silencio, Terrence no llora por sus heridas, sino al tratar de alcanzar a su hijo y que Donovan se lo impida al aplastar sus dedos. —No le costaba nada quedarse callado a tu hijo, y seguir en tus juegos de niñito malcriado, pero optó por firmar su muerte.—Vamos a irnos —suplica Terrence. —No sabrás de nosotros— sabe que no tiene escapatoria, haciendolo lloriquear más. —¡Dragón, por favor! No mates a mi hijo.Los recuerdos de mí cuándo lo perdí vuelven.—Eso mismo supliqué yo, y para ser justos tendrás la misma respuesta que yo tuve— le dice y recuerdo su confesión. —Hijo por hijo.—Nos iremos y nunca sabrás de nosotros. Te doy mi palabra —Terrence se va de bruces cuando intenta ponerse de pie.—Difícil que lo cumplas. Debo encargarme por mí mismo si quiero que todo salga bien —contesta indiferente, me mira por encima del hombro con esa fatalidad que carga en l
Sofía Ronald se ha pronunciado ante lo que le robaron, anuncia su llegada y yo...Mi sistema nervioso está descontrolado desde entonces. Los recuerdos de esa noche vuelven con más fuerza, las noches que le siguieron, su voz, su tacto, su... Una arcada me toma y debo forzarme a detener todo cuándo estoy segura de que si lo permito, mi propia mente me va a dejar en un rincón, abrazada a mis rodillas y sin defensas. No puedo hacerme eso. No de nuevo. La llamada me hace pegar la espalda a la pared, no estoy pensando en lo que debo hacer, ni funciono cómo debería, pero atiendo sin ver el número. —¿Qué decidiste? —la voz del dragón sólo lo empeora, porque me ha visto en mis ataques antes y siento que no puedo esconderlos de él como del resto. —Sofía, ¿Estás teniendo... —Ahora no molestes —suelto controlando mi respiración. —¿Ahora que te pasa? —se enoja también. —No tengo tiempo para tí, ve a molestar a otra persona—, cierro los ojos. —¿Te vas? —su pregunta tiene ese tono de hace
Sofía. Bruno me envía su ubicación, es una forma de decir que está bien. Prepara mi viaje a Manhattan y eso aún lo debo resolver, ya que tener que escapar de la mira de Ronald no será fácil, como tampoco factible a estas alturas. Es una ciudad con antecedentes que nadie querría vivir personalmente. Me quito los zapatos y vuelvo a mi dormitorio. Con el poco tiempo que he convivido con Kilian sé que no va a despertar y más ahora que según el médico lo tendrá somnoliento unas cuantas horas más, así que le encargo a Lori que no le quite los ojos de encima en mi ausencia. Verifico que no haya tanto movimiento de los vigilantes al frente, sus rondas me las sé de memoria, conociendo a cada uno de ellos a la perfección ya que, Dylan es tan paranoico que no confía en nadie que no conozca y por ello se ha rehusado a cambiar a uno solo. La casa, más parecida a un palacete es de dimensiones adecuadas para tener lo que creo que están fabricando, y que nadie más que quienes trabajan en ello lo
Donovan. Escucho gritos y gritos de alguien que sacude los brazos frente a mí, diciendo algo que mis oídos no captan. Las palabras de Sofía son las que me joden, me tienen con la mente cerrada para el resto, dejándome con su demanda arruinando mi humor. No sé ni para qué me complico si es lo que dije que haría. No vine por ella al inicio. Ella tampoco me quiere en su vida y es mejor así. Por mi culpa la volvieron mierd@. Estar conmigo es una condena que ya no desea y debí suponer eso desde el principio; no lo hice, pero dejó claro que no será de esa forma. Ella quiere una vida lejos y yo debo volver a lo que era antes de conocerla. —Apenas escapé de ellos con ayuda de mi cuñado que habló con ellos. Todos creen que los asesiné yo ¡Y no lo hice!— se altera la hija de Raúl frente a mí, con desespero limpiando su rostro. —Me dejó ahí con una copa bañada de sangre y un muerto encima. Bebo tranquilamente el contenido del vaso, dejando solo el hielo, en lo que me repito que debo continu
Donovan. Voy hacia el holograma de los planos en la sala, sintiendo a Lukyan seguirme y por lo que encuentro en la sala de sistemas, me doy cuenta de que es donde ha pasado cuándo desaparece. —¿Ahora qué te pasó? Y no me vengas con que nada. —lanzo toda su basura al bote de la esquina. —Tienes cara de haber obtenido una condena. Volteo los ojos yendo a mi computador, en donde reviso los planos. Se me había olvidado trabajar más en ellos, lo cual era mi ocupación antes de cobrar algunas deudas que no me satisfacieron tanto cómo quería. No fue suficiente. —De seguro tiene que ver con la perra que te puso en esa prisión— farfulla Lukyan con un cinturón de explosivos que prepara. Que me recuerde a Sabine sólo empeora mi humor, enfocándose en eso, en lugar de lo que está haciendo. Es experto en ese tipo de artefactos y sé, por experiencia que serán de gran utilidad cuando entre a donde quiero. Pero es una maldición que sepa todo, porque jamás se guarda sus comentarios. —¿No tienes un
Sofía.Verme al espejo nunca ha sido posible sin fijarme, al menos en una de las cicatrices que llevo conmigo. Todas las recuerdo, cuando se hicieron, como y quién. Lo tengo grabada todo en mi cabeza, sus rostros, sus voces, le objeto usaron jamás podré olvidarlos. Me quisieron matar y no lograron. Eso les pesó más, porque no pudieron ni siquiera sobre alguien que no tenía nada por qué pelear. Aun cuando todo se volvió una pesadilla. Un sueño recurrente que me ponía a sudar en medio de la noche, impidiendo que dormir fuera un descanso, para convertirse en una pesadilla. Pero esta noche planeo hacerlo. Esta noche quiero ignorar el hecho de que le di poder sobre mí a alguien que nunca se ha dignado ver por alguien más allá que él mismo. No quiero pensar en nada. Solo quiero respirar y vivir. Con la bata de baño me acuesto en la cama que había arreglado previamente. Cierro los ojos, pero antes de poder dormir, el pequeño en el lado izquierdo de la cama se remueve para acomodarse en