Sofía. —Ese niño no puede ser hijo de mi hermana. —les recuerdo. —Ella no podía...—Eso fue lo que dijeron siempre. Pero hace muchos años se supo de la existencia de un hijo suyo. —me cuenta Abraham. Cada dato tiene menos sentido.—Eso es imposible. Ella sería muy joven.—Ahí radica el pecado. Nadie podría saber que ella tuvo un hijo siendo tan pequeña. Lo escondieron —asegura. —Hubiese representado deshonra para su nombre. —¿Quién te dijo eso? —Eso se supuso con su desaparición por meses y la nueva imagen que obtuvo luego de eso— relata convencido de que no se equivoca. —Se decía que en cuánto nació, internamente se hizo un nombramiento de que ese bebé, fuera el reemplazo de Phoenix. —Me observa —Pero jamás se conoció un bebé, ni se confirmó nada. Sólo se esfumó el rumor. —¿Qué posibilidades hay de que ese niño sea hijo del heredero perdido? —quiere saber Dylan desde su puesto. Aún no proceso un dato cuándo tengo el otro abriéndose paso. También espero la respuesta cuando Abraham
Sofía.En una conversación más simple pero fluida me enfrasco con Kilian, quien por supuesto sigue en oraciones cortas que me sumen en su voz suave. Es dulce. Sonríe cuando le digo algo que lo divierte, en lo que estoy por preguntar algo respecto a su madre. Solo que dejó claro, que no sabe de quién se trata y exponerlo a un interrogatorio no lo haré.Lo ayudo a cepillarse los dientes y se acuesta cansado. Al verlo me hago una nota mental de que debo comprar algunas pijamas para su comodidad, lo haré en la mañana. Se duerme y me quedo vigilando su sueño por unos minutos, asegurándome de que no se despierte hasta que pasa la media noche. Regreso a mi habitación sacando mi camisa para ponerme una más cómoda, luego de sacar el sostén que lanzó lejos. Las luces están apagadas y no estoy para otra cosa que no sea dormir, me tiro a la cama quedando boca abajo. Mis ojos se cierran para que en cuestión de segundos me deje seducir por el delicioso sueño que revela mis deseos escondidos.“Sus
Donovan.Mi dedo se contrae, liberando una ráfaga de disparos que impactan en la camioneta justo cuando alguien activa el lanzacohetes. La explosión levanta el vehículo en una bola de fuego, deteniendo su huida y bloqueando el camino para los demás.Les cierro el paso y salto de la camioneta, cambiando el cartucho mientras me acerco. Ellos intentan salir del auto en llamas, pero sus pies se vuelven inútiles a medida que avanzo. Una bala zumba cerca de mi oído, pero no me inmuto. Lanzo el rifle a uno de mis hombres y saco la Beretta, disparando un proyectil que deja a uno de ellos tendido en el asfalto.Saca un cuchillo, el mismo que es usado para clavar su mano cuando mi pie lo inmoviliza.—No sabemos nada— lloriquea con su asqueroso miedo. —Ni siquiera he preguntado lo que quiero saber —el cañón le queda en los genitales. —Ahora, valoro la colaboración y espero que no se me niegue cuando haga la pregunta.Pasa saliva. Aprieta los dientes y tiembla.—¿Quien les entregó mis rutas les
Donovan. Intento derribar a Crackstone, pero alguien me alcanza de los hombros haciendo que la bala se vaya desviada. De una patada me lo quito de encima, saco el arma y este impide que le dispare al venirse sobre mí, estampando mi espalda contra la pared.Atrapo su pierna al querer impactarla en mi cara, tirándolo al piso en el cual le reviento la cabeza a punta de puños. Alguien dispara y para cuándo veo de dónde salió, vienen más por ese pasillo, le arrebato el arma al tipo que tengo en el piso derribando a dos de ellos, lanzándome luego por el rifle a tiempo que escucho como abajo también hay un alboroto.Los proyectiles golpean el muro a mi lado, veo como una granada de humo es usada en mi contra y la pateo rápido, aunque la presión al respirar ya se siente. Me cubro la nariz, levanto la vista recibiendo a los dos sujetos que me quieren aprisionar, cayendo desde esa altura con los dos idiotas que uso como amortización para no romperme la cabeza al caer directamente al mármol. A
Donovan. —Eres un neandertal —ladra Antonia mientras subo sus manos con la cadena que aseguro que no se suelte —Y tú la perra que lame los pies de su dueño cuando lo pide.—Que sea lo que hacías con Phoenix no quiere decir que también sea mi caso —devuelve Sofía. —Lo valiente se te quitara cuando mi gente dé conmigo —se vanagloria —¿Cuánto crees que tarde mi gente en dar con la forma en que me sacaron del edificio, hacer un seguimiento por cámaras de seguridad y dar con mi paradero? ¿Treinta minutos a partir de ahora?—Tenemos treinta minutos, Val. Valkyria —corrijo—,veintinueve. Una sonrisa surca su rostro. Ella sabe lo que sigue, tomando las tijeras que detalla haciendo que Antonia se sacuda.—¿Dónde está Ronald? —pregunto primero. —En el cementerio —se burla.—Creo que esa información puedo obtenerla de alguien más y no perder el tiempo con alguien que fue la menos tomada en cuenta de los planes de Ronald —agarro mi móvil. Marco el número que en dos segundos contestan —Dame la
Sofía Castel. “¿Qué voy a hacer?”La pregunta se repite en mi cabeza una y otra vez mientras conduzco. Con cada palabra del médico, las opciones se multiplican.Pensé que la prueba estaba defectuosa, pero los análisis no mienten. Lo confirman en lugar de descartar.Donovan no quiere hijos. Lo ha dicho muchas veces. Al menos no ahora, por eso nos hemos cuidado… excepto esa vez.¡Por Dios! ¿Qué voy a hacer?Sus palabras calcinan mi mente con cada metro recorrido. A medida que pasan los segundos, lo siento más mío. Descubro ese deseo de conocerlo y, solo de imaginar que tiene sus ojos o los míos, lo quiero ver.Aún recuerdo el día en que lo conocí en aquella cafetería. Nuestro primer encuentro me hizo pensar que siempre odiaría a la arrogancia personificada que tenía frente a mí. Sin embargo, bastaron solo un par de meses para que esas miradas, tan características de él, despertaran en mí el deseo de descubrir qué secretos ocultaba su silencio.Donovan Hunt, conocido como el Dragón. Un
Sofía Castel. Al bajar los escalones, Phoenix sostiene una taza con café entre las manos, cambia el gesto tenso en cuánto me ve. —¿No es tarde para que salgas? —pregunta mirando su reloj.—Elisa quiere que pase la noche con ella. Hace mucho no voy. —miento.—Pues dile a Elisa también puede ingresar a esta casa. No sólo en la suya se pueden quedar—, deja la taza sobre una mesita. —Si tienes unos minutos quiero que hablemos sobre algo.—¿Ahora? —se me está yendo el tiempo.—Puede ser mañana, si tienes prisa. —comprende. Me da un beso en la frente y pasa de largo. Es un manipulador que sabe cómo actuar para crear culpa en alguien y que haga lo que quiere. —¿De qué se trata? —lo alcanzó en la puerta. Mira arriba de las escaleras y sonríe entrando conmigo. —Tengo diez minutos.Se sienta atrás de su escritorio, sacando un folder negro que abre.—Tienes veintidós años. Sabes cómo llegaste a esta casa. —se refiere a mi adopción. —Sin embargo; debes comprender que has sido una Castel desde
Donovan Hunt “Sofía asesinó a su padre, señor. El clan está bajo ataque.” La garganta me arde al leer las mismas palabras una y otra vez. Algo me impulsa a comprobarlo porque odio las maldit@s mentiras. Pero al intentar salir lo que veo me hace empujar la puerta y cubrirme antes de que la ráfaga de balas arrase con ella. Nunca pensé que esto me pasaría. Probablemente fui ingenuo al creer que una traición nunca llegaría a mi vida. Pero cuando veo a Ronald bajar de su auto con varios sujetos rodeando mi casa, sé que es el momento de actuar. Saco las armas y me preparo antes de abrir la puerta que conecta con el pasillo hacia las escaleras. Me muevo hacia la ventana, en donde escucho las sirenas de las patrullas a lo lejos. Hay varios autos y de cada uno descienden al menos cuatro tipos con armas. Estoy rodeado. Sé que si no salgo muerto, lo haré con esposas. —Necesito que guardes algo por mí. —hablo al tipo al otro lado de la línea que acepta, dando a entender que puede intuir lo