—No, Hazel—Alexander sostuvo la mano de la chica, impidiendo que lo tocara en esa área. —¿Por qué? —No es necesario. El hombre la hizo a un lado levantándose de la cama. La jovencita lo miraba fijamente esperando una explicación. —¿Entonces? ¿No me dirás? —Te lo dije antes. Ahora no es el momento. —Pero ¿por qué no? ¡Yo quiero! —No seguiré discutiendo contigo, por esto—el hombre se agachó y recogió finalmente las sabanas. —Está bien, pero no te vayas por favor. Alexander le dedico una intensa mirada antes de rendirse a sus demandas. —De acuerdo—se aproximó a la cama y ocupo su lugar correspondiente. Hazel no pudo evitar sonreír al ganar esa batalla. Ella rápidamente lo siguió y se apoderó del otro lado de la cama. —Duerme— la regañó su hermano, cuando la chica comenzó a acercarse a él. A Alexander le resultaba evidente que Hazel tenía otras intenciones, unas no muy inocentes. Pero esta vez no pensaba caer, no se rendiría ante sus designios. Los dedos de la más joven empez
“En una oportunidad había intentado tocar a mi niña y yo no lo iba a permitir” Aquellas palabras quedaron resonando en la cabeza de Amelia. No pudo evitar ponerse en el lugar de aquella madre, quien con lágrimas en los ojos le confesaba tan dolorosa verdad. Mabel nunca había querido abandonar a Hazel, habían sido las circunstancias la que la llevaron a hacerlo. «¿Qué hubiera hecho yo en su lugar?», se preguntó la pelinegra, detallando a aquella castaña que lloraba y se sacudía ante el recuerdo. Sin duda, había puesto la seguridad de su niña encima de todo, pero seguía sin poder entender por qué dejarla en un basurero, cuando había lugares dispuestos para dar en adopción a una bebé. —¿Y por qué dejarla en un basurero? ¿Por qué no llevarla mejor a un orfanato? — No tuve mucho tiempo para pensar… Esa persona estaba muy enfadada y probablemente me seguía. No pensaba que la dejaría ahí durante mucho tiempo, regresaría por ella para... —Una hora o dos, hubieran sido suficientes para que
“Certificado de adopción” Fueron exactamente tres palabras las que hicieron humedecer los ojos de Hazel. La joven dio una rápida pasada al papel, al tiempo en que su madre se giraba para mirar con horror lo que hacía. Un grito surgió de la garganta de Amelia, haciendo que el corazón de la menor se rompiera. Desde que leyó el título lo sospecho, pero fue la mirada de horror de su madre la que terminó de confirmarlo. Amelia dio varios pasos tratando de arrebatarle aquellas hojas que pretendían robarle a su niña, pero ya era tarde. Hazel retrocedió negando. — ¿Cuándo ibas a decírmelo?—increpó la chica. —Hazel, por favor. Escucha—Amelia nuevamente intento acercarse, pero la acción de su hija se repitió. —¡¿Qué voy a escuchar?! ¡¿Qué soy adoptada y nunca ibas a decírmelo?! —No, cariño, las cosas no son así, yo… Las palabras de Amelia no terminaron de ser pronunciadas. Aquella bebé que había criado y que ahora era una hermosa jovencita, acababa de darle la espalda mientras salía corri
Amelia se presentó a primera hora en la casa de su hijastro, su esposo James se encontraba a su lado. —Tranquila, cariño—la alentó el hombre al momento de tocar la puerta, el nerviosismo en la mujer era prácticamente palpable. Unos segundos después de tocar a la puerta, Alexander apareció dándoles acceso a la casa. —Sigue dormida, pero se encuentra más calmada—informó. —Alexander, gracias por todo lo que has hecho—la mujer no pudo evitar estrecharlo entre sus brazos, su ayuda había sido de vital importancia, para ella la situación se había salido completamente de las manos. —No hay nada que agradecer. —Hijo, te ves un poco cansado. ¿Dormiste bien? —Sí, algo. La realidad era que Alexander había pasado una noche un poco inquietante, la imagen de Hazel en el lago no dejaba de repetirse en su mente cada vez que sus ojos se cerraban. La pesadilla se hacía más constante a medida que las horas pasaban y aunque había tratado de evitar dormir en un mismo espacio, se encontró de madrug
James acababa de recibir una llamada que no esperaba. Le habían informado que su hija menor había sufrido un accidente. El hombre salió corriendo a la oficina de su hijo, puesto que debía informarle de la mala noticia. Al entrar con un semblante completamente agitado, Alexander se levantó rápidamente de su asiento, ya que presentía que había pasado algo grave. —¿Qué ocurre, padre?—preguntó el joven. —Acabo de recibir una llamada de tu hermano—contestó James, sin poder ocultar la angustia en su rostro. — ¿Y? ¿Qué te dijo? —Llamaron a la casa, al parecer Hazel sufrió un accidente. — ¿Cómo? El mundo del más joven parecía desdibujarse bajo sus pies, las palabras dichas por su progenitor no dejaban de repetirse como una alarma incesante. “Hazel sufrió un accidente”No, no. Se negaba a la idea de imaginar que a su amada podría ocurrirle algo grave. —Iba corriendo en medio de la calle, un auto la arrolló. —¿Corriendo? ¿Pero por qué?—el tono de desesperación en la voz del muchacho e
—Por favor, Amelia, escúchame. Yo no quise que nada de esto pasara. Mabel no dejaba de pedir disculpas, la culpabilidad que se cernía sobre ella, era demasiado pesada. ¿Su hija no podría volver a caminar? No, no podía perdonarse semejante cosa. —¿Por qué fuiste a presionarla?—la encaro Amelia con sus ojos rojos de cólera—. Teníamos un trato, Mabel, te di mi palabra de que te dejaría conocerla. Sin embargo, se te ocurrió la brillante idea de exponerla delante de todos sus compañeros. ¡¿Acaso no te das cuenta de lo estúpido que fue eso?! —Lo sé, fue una completa estupidez, la peor que he podido cometer—la castaña estaba al borde de las lágrimas, solamente buscaba un poco de compresión. Habían sido tantos años de espera, tantos años de imaginar que había perdido a su hija para siempre, necesitaba recuperar el tiempo perdido, necesitaba que su hija le diera una oportunidad, pero termino ocurriendo todo lo contrario. Ahora, por su culpa, su pequeña estaba postrada en una camilla de hos
—Tardaste—señaló Hazel cuando vio entrar a Alexander en la habitación media hora más tarde. —Disculpa, mi amor, no quise hacerte esperar tanto. La chica hizo una mueca, de alguna forma, se sintió culpable. Había pasado tres días recluida en ese centro clínico y él no se había separado de ella en ningún momento. «No es suficiente», era lo único en lo que podía pensar. —Estás cansándote de mí, ¿cierto? —Pero ¿qué cosas dices, Hazel? Nunca me cansaría de ti, por favor, no vuelvas a repetirlo. Alexander no lograba entender sus cambios de humor. A veces eran tan volátiles, en un momento podía sonreírle y al siguiente estaba llorando. —¡Es verdad!—las lágrimas se hicieron presentes a una velocidad sorprendente—. Si no lo estás ahora, lo estarás pronto. Te cansarás de mí, es un hecho. —¡No lo haré!—él se acercó determinado, dispuesto a demostrarle que estaba completamente equivocada. —¡No te acerques!—lo detuvo cuando estaba a escasos centímetros de hacer contacto con su cuerpo—. Mír
“Hazel quiere verte” La emoción que la embargo tras escuchar esas palabras fue indescriptible. Su hija mayor había accedido a verla… ¿Cómo era eso posible? Mabel no lo entendía, pero no quería darle más vueltas al asunto, necesitaba sacar todo aquello que había estado guardando durante tanto tiempo. —Annie, volveré pronto—le dijo a su hija menor—. Por favor, no salgas de casa ni le abras la puerta a nadie, ¿entendido? La jovencita, de quince años, asintió. No era la primera vez que se quedaba sola en casa, de hecho, su madre solía dejarla por horas cuando no le permitían llevarla a su trabajo. Mabel cerró la puerta con seguro y se marchó a paso acelerado. Ese día, todo parecía tener un sentido distinto, ya no veía las calles con la misma monotonía ni tampoco pensaba que el resto de los transeúntes eran personas desoladas como ella, no, en ese día las cosas tenían un color mucho más optimista. —Adelante, la están esperando—anunció la empleada doméstica de aquella bonita casa. Lo