—¡Feliz cumpleaños, mi amor! Alexander entró en la habitación de la joven, sosteniendo en su mano un ramo de girasoles. Las flores eran de un amarillo intenso, igual que el sol, su brillo no solamente resaltaba lo especial del día, sino que además eran las favoritas de su amada. —Gracias—sonrió Hazel, recibiendo aquel lindo detalle. Era su cumpleaños número dieciocho y seguía en silla de ruedas. Habían sido meses difíciles, donde la depresión no había dejado de tocar a su puerta. ¿Qué hacer? A veces sentía que la esperanza la abandonaba por completo, pero era gracias a él, a Alexander, era que podía recuperar sus fuerzas. El hombre se puso de cuclillas frente a ella y acaricio sus manos con dulzura, mientras repartía besos en cada una. Esa era su rutina, mostrar la enorme devoción que sentía hacia la chica. Alexander no podía contener ese sentimiento, era algo que lo superaba la mayor parte del tiempo. — ¿Cómo te sientes hoy? ¿Quieres dar un paseo? Evidentemente, no permitiría
Esto no podía ser verdad, su mente tenía que estarle jugando una mala pasada. «¿Hazel y Alexander se estaban besando?», se preguntó el hombre abriendo más sus ojos en una muestra de asombro e incredulidad. Lamentablemente, la incredulidad no le duró mucho cuando la realidad le cayó de golpe. ¡Sus dos hijos se estaban besando! —¡¿Alexander, pero qué demonios?! El muchacho se separó de Hazel de un salto, mientras veía a su padre con aquellos ojos grises transformados en rojos. —Padre…—no supo qué decir, y tampoco tuvo oportunidad de hacerlo. En menos de un parpadeo, James lo había lanzado al suelo de un puñetazo en su mandíbula. La sangre se escurría de la comisura de sus labios, mientras su padre no dejaba de gritar encolerizado. —¡Maldición, Alexander! ¿Cómo pudiste? —Padre, por favor… Hazel trató de intervenir, pero fue ignorada abismalmente. No había nada que la chica pudiese hacer en ese momento, ni siquiera podía levantarse de la cama para defender a su amado. —¡Eres un e
Efectivamente, James no se acobardó al momento de denunciar a su primogénito. Alexander fue arrestado en medio de una acusación muy grave: abuso sexual a una menor. Aquella acusación no solamente amenazaba con acabar con su reputación para siempre, sino que además estaba a punto de destruir su vida laboral en todos los sentidos.“Alexander Miller señalado por abuso sexual en contra de su hermana”, aquel era uno de los titulares que se extendía por todos los periódicos.Sus estudios en Harvard parecían estar a punto de ser lanzados a la basura. Aquella carrera que le costó sudor y lágrimas, perdía valor ante lo que pretendía ser un escándalo de grandes proporciones. Pero este era el costo a pagar por haber querido algo que le era prohibido, nunca debió dejarse sumergir en ese juego de clandestinidad. Hazel no era para él, nunca lo había sido…—¿Pero qué tenemos aquí? ¿No es este el niño prodigio?—pregunto un hombre de aspecto malicioso a su grupo.Alexander había sido trasladado a la p
—Entiendo, de igual forma, no se hubiese molestado en venir a la comisaria. Estamos al tanto de la situación de su hija y del mal momento que atraviesa—hizo saber el hombre denotando comprensión en su voz—. Su esposo nos explicó la situación, por lo que luego un oficial se dirigiría a su residencia para tomar la respectiva declaración.—Muchas gracias por su comprensión, pero no es por eso que estamos aquí. De hecho, se está cometiendo un error con mi hijastro.—¿Error?—Si—Amelia se armó de valor para decir lo siguiente—, es inocente de lo que se le acusa.—Creo que no estoy entiendo, señora Miller.—Mi hija vino a dar fe de que Alexander nunca la ha tocado, además de que está dispuesta a hacerse todos los exámenes necesarios para probar su inocencia.Ciertamente, aquel policía no se esperaba una declaración de ese estilo, pero rápidamente se dispuso a cumplir con su trabajo y tomar el testimonio de la chica.—¿Entonces, según lo que comentas tu hermano nunca abuso de ti?—Nunca—resp
Hazel se encontraba acostada en aquella camilla, sus piernas se hallaban completamente abiertas, mientras su intimidad era incómodamente inspeccionada. Aquella era una experiencia que no quería volver a repetir, pero era necesaria para demostrar la inocencia de Alexander.—Muy bien, puedes cerrarlas—índico la doctora dando por concluida la prueba.Amelia se apresuró en cubrir a su hija, puesto que sus piernas no le respondían para hacerlo por sí sola. Esa última semana había faltado a todas sus terapias y la mejoría que antes era visible, ahora nuevamente parecía esfumarse ante sus ojos.—Efectivamente, su hija no ha tenido relaciones sexuales, tampoco se muestra ningún signo de violencia o ultraje. Elaboraré el informe con estos datos—explico la mujer empezando a teclear diligentemente en su computador.—Muchas gracias, doctora.Hazel sonrió al escuchar que todo había salido bien, obviamente, ella sabía que así sería, pero ver como una nueva prueba de la inocencia de Alexander se adi
—Tomen asiento, daremos inicio a esta sección. Un silencio sepulcral se instaló en aquel juzgado tras aquellas palabras. Alexander se encontró al lado de su abogado, un abogado de oficio. Tenía entendido que su madrastra le había proporcionado algunas pruebas que utilizaría ese día a su favor. —Alexander Miller, se le acusa de abuso sexual a una menor, ¿cómo se declara ante la acusación? ¿Culpable o inocente? —Inocente, su señoría. —Muy bien, que inicie la contraparte con su demanda. Su padre fue llamado a declarar y dijo con lujo de detalles una serie de cosas que no habían ocurrido de la manera en que fueron descritas. Según la versión de James Miller, ellos habían estado prácticamente desnudos al momento de ser encontrados en la habitación. Alexander miró de reojo unas sillas más atrás, donde se encontraba Hazel. La joven no lo perdía de vista con sus ojos suplicantes y dolidos. Era como si le dijese de alguna forma: “Tranquilo, todo va a estar bien”. Realmente quería creerle
Alexander había querido acercarse a Hazel, pero no le fue posible. En el momento en que fue levantada la sección, un hombre del cual no se había percatado, se acercó hasta él. —Joven Miller—lo saludo el sujeto como si lo conociera de toda la vida. La mirada de extrañeza, por su parte, no se hizo esperar. Realmente no tenía idea de quién era esa persona. —¿Usted es? —La persona que se encargara de usted a partir de ahora—dijo dedicándole una mirada significativa a su abogado, el cual se mantenía aún a su lado. —No lo entiendo. ¿Por qué un desconocido tendría que encargarse de mí? —Ya lo descubrirá, señor. Vamos, hay alguien que nos espera. Toda aquella situación era en extremo extraña, por lo que se rehusó de inmediato a la idea. Además, quería saludar a su amada, la cual no dejaba de mirarlo esperanzada. —No le recomiendo que se acerque a ella, señor—hablo nuevamente el sujeto, percatándose de que su mirada se dirigió a la joven. —¿Por qué? Alexander devolvió la atención de s
“Estoy odiando escribirte estas letras, pero sé que son necesarias. Un tiempo separados nos permitirá escudriñar lo que hay dentro de nuestros corazones. Sé muy bien lo que hay en el mío, pero necesito estar seguro de que esto también es lo que tú deseas. Si resultase ser así, si el tiempo no es capaz de matar lo que sientes por mí, regresaré por ti, Hazel. Lo prometo” Las lágrimas que se escurrieron de los ojos de la joven estaban cargadas de un profundo sentimiento. No solamente había tristeza en su corazón tras la inminente separación, sino que también había impotencia. Sabía que, de no ser por su edad, las cosas no hubieran terminado de esa manera. —Tranquila, cariño. Él dijo que regresaría. —¿Pero cuándo, mamá?—pregunto la muchacha entre sollozos que hacían de su voz apenas audible. —Seguramente pronto. Vamos, no puedes rendirte–la alentó, recordando la petición de Alexander. Hazel realmente trato esos meses de no darse por vencida, pero era demasiado difícil. Su ánimo estab