Cuando llegué a casa, mi madrina estaba allí, y no se veía nada feliz. Diría que algo no le resultó bien en los negocios o con su familia.
Ella es la mujer que me crió, pero no ha sido amorosa ni amable conmigo. Durante la mayoría de mi infancia, he estado sola con niñeras o con su hermano. Sé que no me quiere, aunque me he esforzado por ganar su amor, jamás lo he logrado. —Buenas noches, madrina —la saludo con un beso en la mejilla. Ella me observó de arriba abajo y frunció el ceño en señal de molestia. —¿Así te vistes para trabajar?— Indaga. Asentí. —Ahora entiendo por qué fracasa el plan, no sabes llamar la atención de los hombres. Me visto de manera elegante; sin embargo, no me gusta usar faldas cortas ni blusas escotadas como las demás de las mujeres en la oficina. —¿Acaso quieres que me venda?— Pregunté rodeando los ojos. —¿Quieres vengarte o no? Debes llamar la atención de Alexis —indaga. Dejó una bolsa en el sofá. La abrí y era una falda pequeña y una blusa muy reveladora. Era ropa descarada, pero elegante al mismo tiempo. —No es mi estilo. —No es pregunta, Alba. Vístete y maquíllate como una mujer, no una niña tonta. Es tu última oportunidad. Si no me obedeces, tendrás que irte y ya no contarás con mi apoyo. Sabes lo que hará Alexander si se entera de que eres Alba, te asesinará. —Lo sé, pero no creo que esto funcione. Hoy hablé con Alexis y me trató peor que a una empleada. Nunca llamaré su atención, y no me interesa hacerlo. [...] Esta mañana, me encontré vistiendo la ropa que mi madrina me había indicado usar: una blusa blanca escotada, una falda negra corta y unos tacones altos. Además, me maquillé un poco más de lo usual, con labial rojo. Cuando llegué a la empresa, Martina me felicitó por mi nuevo look. Noté que había una fila de chicas, probablemente para el puesto de asistente, ya que Alexis había despedido a Ximena. Como Alexis no tenía asistente, me pidieron que preparara su café. Lo hice lo mejor que pude, sin estar segura de cómo le gustaba. Una vez listo, me dirigí a su oficina, toqué a la puerta y entré cuando él me lo indicó. Lo encontré frunciendo el ceño mientras revisaba unos balances, claramente preocupado por alguna noticia desfavorable. —¿Qué espera, una invitación? — Pregunta de mal humor. Me acerqué lentamente, como si entrara a la cueva de un jaguar con un collar de filete en el cuello. —Lo siento, no quería interrumpir.— Pronuncié. —Ya lo hizo.— Responde con simpleza. Comienzo a acomodar el café y las galletas en su escritorio, mientras él observa mis pechos descaradamente. Si ya me siento desnuda con esta ropa, mucho peor me siento con su mirada sobre mi cuerpo. No puedo evitar sonrojarme. Él sonríe arrogantemente e intensifica la mirada. —Gracias. Oh, Dios, Alexis Santillán sabe decir gracias. He descubierto América. —No es nada, señor. ¿Necesita algo más?— Indagué. —Sí, comuniquele a Gonzáles que no siga buscando, ya encontré a mi secretaria. —Claro, señor. Y ¿quién es, si se puede saber?— Pregunté. —Seguiré su consejo, señorita Sáenz. Contrataré a la señora Ruiz. — Me informa. La señora Ruiz es una anciana maravillosa. Ella lleva años trabajando en esta empresa y estaban a punto de despedirla, pero Alexis intervino hace algunos meses. No pude evitar sonreír la señora Ruiz en verdad necesita el trabajo eso la ayudara mucho ella merece el trabajo más que yo o la pesada de Ximena. —Eso es genial, estoy segura de que no se arrepentirá. Puedo decírselo yo.— Pedí Él asiente con la cabeza, luego prueba el café y hace una mueca de asco. —Lo siento, señor. Tuve unos problemas con la cafetera, y preparar café no es una de mis especialidades.— Expliqué —Y deseaba ser mi asistente —me dice irónicamente. Reí nerviosa. —No sé en qué estaba pensando. Qué bueno que no me contrató. Él ríe. —Así es. Debo elegir intelecto en lugar de belleza. No entendí muy bien lo que me quiso decir. Le dejé el café y me dirigí a mi puesto de trabajo. En mi primer momento libre, llamé a la señora Ruiz para decirle que ya no es necesario que busque trabajo porque ya tiene uno. Cuando regrese a mi puesto me percate de que una joven castaña y de ojos verdes estaba allí. Se trataba de Vera Santillan, la hija adoptiva de Alexis.Él es un miserable, pero un acto de humanidad que realizó fue adoptar a dos niñas hace algunos años. He escuchado que las adora. —¿Busca a alguien, señorita Santillán? — Pregunté —Háblame de tú, Rubí —pide observando mi gafete. Le sonreí. —¿Buscas a alguien? —A mi padre, Alexis Santillán, pero supongo que está muy ocupado. — Ella resopla. —Veré qué puedo hacer. En este momento, el señor está ocupado.— Respondí —Necesitaba una autorización para una excursión. — Me informa Vera. —Tal vez cuando llegue a casa puedas decirle. — Sugerí —Es evidente que no lo conoces. A veces no llega. Si no es el trabajo, es con alguna tipa, pero no sé por qué te cuento esto...— Se queja Verá. —Puedes confiar en mí, Vera. Yo sé lo que es no tener con quien charlar. — Compartí —¿Sabes? El muchacho que me gusta irá a esa excursión. Sé que le gustó, y me dijo que tenía algo importante que decirme. Creo que me pedirá que sea su novia. —Eso es genial. —Pero si no voy, seguro otra chica me lo ganará.— Resopla. —No puedo creer que esté a punto de hacer esto. Entrégame el papel. Ella me sonríe y me entrega el papel yo practique la firma de Alexis en una hoja en blanco y finalmente logré hacerla ella me agradeció y se fue corriendo de la felicidad. Cuando se Verá se marchaba saludo a Gabriel quien acababa de entrar. Él traía una caja de chocolate en sus manos y la depósito en mi escritorio. — Gracias, Gabriel.— Respondí Me han comentado que él es muy mujeriego y un sinvergüenza con las mujeres; sin embargo, conmigo es muy amable. Desde hace un año cuando entre en la misma universidad que él los demás alumnos me han humillado por ser pobre, pero Gabriel me ha tratado cortésmente. Aunque no ha negado que desea algo más que una amistad. —Yo sé apreciar a mis empleadas y más a las guapas como tú—Él acaricia mi rostro con suavidad. —Gabriel —escuchamos la voz de Alexis quien se acercaba y no se veía nada contento. Supongo que por los resultados de la reunión con los socios —¡Que humor, tío! ¿Que ocurre?.... ¿Tus putas no hicieron bien su trabajo, Alex.?— Pregunta él sarcástico —Es otro el que no hace bien su trabajo debías asistir a la reunión.— Le recuerda Alex. —Es en dos horas — Gabriel rodea los ojos. Los dos se parecen muchísimo. Gabriel se parece mucho más a su tío que a su propio padre. Alexis no dejaba de mirarme como si también estuviera enojado conmigo y aún no sabe lo que acabo de hacer con su hija. —lo siento yo…—intenta disculparse al notar que ha confundido los horarios. —No quiero excusas Gabriel .Ahora vete ya pasaré en un castigo.— Ordena Alexis y Gabriel se marcha rodeando los ojos. —Creí que te había quedado claro la última vez que hablamos — Me espetó Alexis. —Disculpe ¿a que se refiere? — Pregunté incrédula. —las relaciones entre empleados —señala los chocolates—No lo repetiré. —No es lo que cree los chocolates son para Martina como esta enferma Gabriel quiso ser amable — Mentí descaradamente. Él carcajea —Gabriel no es amable. Mi sobrino es un cazador nato, eso lo heredó de mí. Nuestra conversación fue interrumpida en cuanto llegó una mujer pelirroja de ojos intensos, piel blanca. Vestía un vestido verde y tacones blancos, con un maquillaje impecable. En cuanto vio a Alexis, lo saludó con un beso en los labios y él le correspondió. Yo comencé a jugar con mi lápiz mientras presenciaba la incómoda escena. En ese instante, volví en mí y recordé que odio a este sujeto y mi objetivo es destruirlo. Por momentos lo olvido, pero no puedo permitirme hacerlo. Debo acabar con su relación con la supermodelo y sé cómo hacerlo. Solo debo planear exactamente qué piezas mover y en qué momento para que él caiga en la trampa. .Estaba tranquilamente en mi lugar de trabajo cuando Gabriel se acercó. Él había anticipado que yo rechazaría su invitación a almorzar, entonces trajo el almuerzo para nosotros. En ese momento, Alexis se acercó a nosotras fulminándonos con la mirada. No entiendo por qué está tan enfadado. La última vez que charlamos estaba bien. Me está fallando la memoria; en realidad, durante la semana ha estado súper enojado conmigo. Todavía no entiendo por qué apenas me dirige la palabra. —¿Ocurre algo? —pregunté. —No deberías estar aquí, Gabriel. Tienes responsabilidades que atender antes que coquetear con la recepcionista. —Tío... —Deja la novela, Gabriel. Quiero saber quién le firmó la autorización a Vera. —Deja el papel en el escritorio. La señora Ruiz, quien llega detrás de Alexis, lo observa. —No tengo idea, señor Santillán. Ella estuvo esperando en recepción; yo no firmé nada. Alexis ríe molesto. —Para firmar ese papel, falsificaron mi firma y solo pudo ser usted. No podía
Me despertaron los rayos del sol, y me encontré en una posición extraña. Es muy extraño dormir con esta persona; es irónico que sea el primer hombre con el que he dormido y creo que será el único. Dudo que algún día pueda tener una pareja; no puedo permitirme enamorarme, al menos hasta tener paz. Cuando me di cuenta en qué posición estoy, mis mejillas se encendieron. Estoy dormida de espaldas, arriba de él; sus brazos están pegados a mis caderas. Debo reconocer que soy muy inquieta para dormir; a veces me muevo dormida y despierto en posiciones extrañas, pero eso no le afecta a nadie. O a veces, las pesadillas no me permiten dormir. —Qué pena, señor —le digo, acomodándome. Él ríe y luego comienza—: No me obligues a regañarte desde temprano. —Bien, Alex, lo siento. Soy muy inquieta para dormir, por eso preferí dormir en el sofá para no molestar. —¿Tienes novio?— Pregunta con simpleza. No negaré que esa pregunta me sorprendió bastante; en verdad, no tiene nada que ver con lo que e
El día parecía eterno, cada minuto se arrastraba con una lentitud exasperante mientras luchaba por mantener la compostura en el trabajo. Mi mente estaba enredada en un caos de emociones, incapaz de concentrarme en las tareas del día. El recuerdo de lo sucedido con Alex y el encuentro en el hotel se repetía una y otra vez en mi cabeza, como una pesada losa que amenazaba con aplastarme. Los mensajes insistentes de Gabriel no hacían más que aumentar mi ansiedad, recordándome la confusión en la que me encontraba. Él me había comprometida a salir con él esta noche.Necesitaba poner un alto a esta situación, centrarme en mi objetivo y dejar de lado los dilemas amorosos que me atormentaban. Decidida a retomar mi plan de venganza contra Alexis, me dirigí a su oficina con determinación. Pero al llegar, me encontré con Ivana, su novia, charlando animadamente con él. La visión de su complicidad me llenó de un sentimiento agridulce, recordándome lo que podía haber sido si las cosas fueran difere
Intenté salir cuando escuché que cerraron la puerta de la oficina, pero me quedé encerrada. No sé quién fue el genio que cerró con llave la puerta, o sí sé, Alexis. Ese idiota me dejó aquí encerrada. ¿Acaso ha enloquecido? No puedo creer que se atreviera a tanto ese sujeto.No puedo gritar o sabrán que estoy en el cuarto de Alexis y se preguntarán ¿qué hago aquí? Simplemente me recosté en la cama e intenté dormir. Agradezco que la habitación sea enorme porque soy un poco claustrofóbica.Salí de mis pensamientos en cuanto se abrió la puerta, evidentemente es quien tiene la única copia. No hay demasiadas opciones para descubrir que se trata de ese maldito imbécil.—No pudiste tardarte un poco más —le pregunté irónica, sin disimular ni por un segundo mi ira.Él se encoge de hombros. —No tienes idea lo insistente que puede ser mi padre.—Bien —me levanté de la cama y me acerqué hacia la salida, pero él me detuvo agarrándome de la cintura con fuerza.—Créeme que se lo compensaré, señorita
—Te perdiste —Me dice Samuel mientras almorzamos. Él ríe —Albita, te olvidas con quién tratas. Reconozco a una mujer recién follada a kilómetros de distancia. Gabriel está haciendo bien su trabajo. —No es Gabriel y no folle con nadie. —Alba, por Dios. —Rubí. Creo que fui la única que notó que Alexis me guiñó el ojo. Él está almorzando con Williams en la misma cafetería que yo, y el torpe de Samuel me llama por mi nombre verdadero. —No me cambies de tema. Si no es con Gabriel, ¿con quién es? —No puedo hablar aquí, en verdad, Saúl. Necesito desahogarme, son demasiadas cosas —tuve que contener mis lágrimas. Él sostuvo mi mano —Albita, no solo soy su mejor amigo para reír y pasarla bien, lo soy para todo, bombón. —Lo sé, por eso solo puedo hablar contigo. Pero antes de decirte todo, necesito que sepas que nuestra amistad es verdadera. Yo no tenía idea de que tu familia conocía a los Santillán. Él ríe —Ni yo lo recordaba, Albita. Ellos regresaron hace poco, pe
Hace más de media hora que Alex está conduciendo. Estamos en un lugar muy alejado de la carretera, y noto que está muy mal, aunque ha logrado contener las lágrimas. Ir en un carro a toda velocidad con un asesino es una pésima idea. Me pregunto si sentirá culpa por lo que le hizo a mis padres. Dios, odio sentir lástima por él. Me quitó lo que más quería en el mundo, a mi papá. Bruno no solo era mi padre, era mi amigo, mi protector. Me escuchaba, me consentía. No había noche que no me arropara, me contara un cuento y me repitiera lo mucho que me amaba. Y él me lo quitó, y a mamá, aunque ella tuviera sus errores, también la amaba. Diana nunca fue una mala madre. Cuando era niña, la adoraba. Pero ahora que soy adulta, comprendo que le fue infiel a papá con Alexis. Ellos se encerraban mientras Gabriel y yo jugábamos, y en una ocasión los vi besándose. Además, Brad me confirmó que tuvieron algo en la adolescencia. No creo que los haya matado por dinero. Si teníamos la empresa, la casa
No quiero estar en mi casa, o más bien, no quiero estar cerca de mi madrina y Brad en este momento. Solo quiero estar con la única persona que me quiere, con la única persona que considero mi familia.En cuanto llegué a su casa, me abrió la sirvienta y subí a su habitación como siempre. En todo el camino, no logré dejar de llorar. Una parte de mí quería creer que Alex es inocente, que tal vez no es tan malo como yo pensaba. No puedo creer que me haga sentir tan bien, tan protegida, tan especial, pero todo en él es una mentira.Quien me abrió la puerta no fue Samuel, sino la última persona que quiero que me vea así de mal, porque se burlará, Genoveva.—¿Qué haces aquí? —le pregunté a Samuel, quien estaba semidesnudo. En estos momentos, más que darme asco la escena, necesito su consuelo.—No hagas dramas, no te prometí nada, Genoveva —respondió él, mientras ella tomaba su ropa y se marchaba azotando la puerta.—No quise interrumpir —le dije a Samuel.Él me sonrió —Ya quería correrla, me
Han transcurrido tres largos días en los cuales ni siquiera he asistido a clases. Hoy me levanté de mejor humor, me puse una falda vaquera azul y un top rojo, luego me maquillé y arreglé mi cabello. Samuel pasó por mí y nos dirigimos a la empresa. Él me acompañará a buscar mi liquidación y luego nos iremos al cine para pasar la tarde juntos. Realmente necesito distraerme de todas las cosas que me están ocurriendo. —¿Desde cuándo no te importa tu asistencia perfecta? —me preguntó Samuel. Reí —Ya no me importa. Entré a la empresa y saludé a Martina con un beso en la mejilla en cuanto la vi. —¿Cómo han estado las cosas? —pregunté. Ella rió —Un desastre. Ximena volvió a su reinado como la secretaria de Alexis, Gabriel está de un humor de perro y, para complicar la situación, apareció un sobre misterioso que... Fuimos interrumpidas cuando Ximena se acercó a nosotras. —No te pagan por charlar —nos dijo. —¿Disfrutando del ascenso, Ximena? —pregunté con sarcasmo. Ella rió