Besos en la oficina

El día parecía eterno, cada minuto se arrastraba con una lentitud exasperante mientras luchaba por mantener la compostura en el trabajo. Mi mente estaba enredada en un caos de emociones, incapaz de concentrarme en las tareas del día. El recuerdo de lo sucedido con Alex y el encuentro en el hotel se repetía una y otra vez en mi cabeza, como una pesada losa que amenazaba con aplastarme.

Los mensajes insistentes de Gabriel no hacían más que aumentar mi ansiedad, recordándome la confusión en la que me encontraba. Él me había comprometida a salir con él esta noche.Necesitaba poner un alto a esta situación, centrarme en mi objetivo y dejar de lado los dilemas amorosos que me atormentaban.

Decidida a retomar mi plan de venganza contra Alexis, me dirigí a su oficina con determinación. Pero al llegar, me encontré con Ivana, su novia, charlando animadamente con él. La visión de su complicidad me llenó de un sentimiento agridulce, recordándome lo que podía haber sido si las cosas fueran diferentes.

Respiré profundamente, tratando de ignorar las emociones que amenazaban con desbordarme, y me concentré en el objetivo que tenía entre manos. Tenía un plan para hacer sufrir a Alexis, y no permitiría que nada ni nadie me apartara de ese camino.

Entré a la oficina de Alexis con determinación, sintiendo el peso del sobre que llevaba a mis espaldas. Mi objetivo estaba claro, y no permitiría que nada ni nadie me apartara de él.

—Disculpe, licenciado, necesitaba charlar con usted sobre un asunto —anuncié, tratando de mantener la calma a pesar de los nervios que me invadían.

—No te preocupes, Rubí, soy yo la que le quitaba horas de trabajo a Alex —dijo él, mientras besaba los labios de su novia. Volteé la mirada hacia la pared, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda. No entendía por qué me provocaba tanto asco presenciar su afecto.

—¡Que estés bien! —saludó ella con la mano al verme, a lo que respondí con un gesto de cortesía antes de cerrar la puerta detrás de mí.

—No le quitaré mucho tiempo —me apresuré a decir, buscando una excusa para mi presencia.

—Acérquese, señorita Sánchez, muerdo —bromeó él, con una mirada que no logré descifrar.

—El ver el cuello de su novia me hace pensar otra cosa, Alexis, perdón licenciado —mencioné, tratando de mantener la compostura mientras desviaba la mirada hacia el suelo.

Él rió ante mi comentario y respondió con complicidad: —A solas me puedes llamar como te plazca, hermosa.

Necesitaba encontrar una distracción para colocar el sobre que llevaba entre sus papeles sin que él lo notara. Mi mente trabajaba a toda velocidad mientras trataba de mantener la conversación en curso.

—¿No te agrada Ivana? —preguntó él, observándome con curiosidad.

—¿Por qué no me agradaría? —respondí evasivamente, tratando de ocultar mi verdadero propósito.

—Debiste ver tu mirada —comentó él, con una sonrisa juguetona.

—Se estará confundiendo su prometida, me parece una mujer muy agradable —contesté, intentando desviar la atención.

Necesitaba pedirle algo urgente para justificar mi presencia y darle una excusa para dejar el sobre en su escritorio, pero mi mente estaba tan ocupada en encontrar la manera de colocarlo sin levantar sospechas que apenas podía concentrarme en la conversación.

Rodeada por sus brazos, me sentí atrapada, incapaz de escapar de su agarre mientras su aliento cálido rozaba mi piel. Intenté desviar la atención del sobre que llevaba entre mis manos, pero su cercanía era abrumadora.

—¿Estás seguro de que es lo único que quieres? —preguntó él, con una mirada llena de deseo.

—¿Qué más querría? —respondí, intentando ocultar mi nerviosismo.

Antes de que pudiera decir algo más, sus labios se encontraron con los míos en un beso tan arrebatador que apenas pude contener un gemido. Si pensaba que los besos de Gabriel eran intensos, no conocía la voracidad con la que Alexis me devoraba con la boca.

Traté de seguirle el ritmo, pero sus movimientos eran tan rápidos y enérgicos que apenas podía mantenerme a flote. Logré dejar el sobre en su escritorio, pero mi suerte pareció esfumarse cuando cayó al suelo con un ruido sordo.

—¿Qué fue eso? —preguntó él al escuchar el sonido, su tono de voz lleno de curiosidad. Si descubría el papel, sabría que yo era la responsable.

—Nada —respondí con rapidez, tratando de mantener la calma mientras mis manos temblaban.

Sin perder tiempo, sus labios buscaron los míos con voracidad, mientras sus manos se perdían en mi cabello, atrayéndome hacia él con fuerza. Exploró mi boca con pasión, haciendo que mi cabeza diera vueltas sin control.

Sus manos descendieron por mi cuerpo, subiendo mi falda y alzándome en brazos con una facilidad que me sorprendió. Con un gesto brusco, arrojó las carpetas al suelo y me colocó sobre el escritorio, sin dejar de besarme ni un segundo.

Ya había logrado mi cometido, los papeles se mezclarían con los suyos y mi tarea estaría cumplida. Pero ahora me encontraba atrapada en un torbellino de sensaciones, sin saber cómo detenerlo.

Sus labios encontraron mi cuello, mientras sus manos destrozaban mi blusa con un solo movimiento. Estaba completamente a su merced, sin poder hacer más que dejarme llevar por la vorágine de emociones que me envolvía.

Sus palabras resonaban en mi mente mientras sentía sus dientes hundirse en mi cuello con ferocidad, dejando marcas que seguramente serían difíciles de ocultar. Intenté apartarlo, tratando de encontrar una excusa para irme, pero él no parecía dispuesto a dejarme escapar.

—Tengo que irme —dije, empujándolo suavemente, pero su respuesta fue contundente.

—Solo irás a la cama conmigo —me aseguró, levantándome en brazos con una facilidad que me sorprendió. Caminó hacia el cuarto que ocupaba en la oficina, y mi corazón latía con fuerza, rezando para que nadie nos interrumpiera.

Un suspiro de alivio escapó de mis labios cuando escuché la puerta de la oficina abrirse y la voz de su padre entrando. Aproveché la distracción para buscar en el closet una blusa que pudiera usar para reemplazar la mía, que había quedado hecha jirones durante el encuentro con Alexis.

Mientras me vestía, escuché fragmentos de la conversación que tenían padre e hijo. Hablaban sobre una fiesta de Gala en favor de la beneficencia, pero también mencionaron a Gabriel, y no entendí qué relación tenía él con todo eso.

Recordé mi cita con Gabriel y, sintiéndome culpable por haberme dejado llevar por Alexis, envié un mensaje a Martina para que guardara mis cosas y avisara a Gabriel que ya me había ido. Me sentía como una impostora, atrapada en un enredo de emociones contradictorias.

No planeaba involucrarme con Alexis de esa manera, pero me sentía confundida y desorientada. A pesar de todo lo que había hecho, Gabriel seguía rondando mis pensamientos, y me preocupaba que mi venganza pudiera lastimarlo. Esperaba poder detener todo esto a tiempo y evitar más daño del necesario.

Notas de la Autora:

¡Saludos! Espero estén disfrutando la novela. Me sería de gran ayuda si me siguen y dejan un comentario.

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