Me despertaron los rayos del sol, y me encontré en una posición extraña. Es muy extraño dormir con esta persona; es irónico que sea el primer hombre con el que he dormido y creo que será el único. Dudo que algún día pueda tener una pareja; no puedo permitirme enamorarme, al menos hasta tener paz.
Cuando me di cuenta en qué posición estoy, mis mejillas se encendieron. Estoy dormida de espaldas, arriba de él; sus brazos están pegados a mis caderas. Debo reconocer que soy muy inquieta para dormir; a veces me muevo dormida y despierto en posiciones extrañas, pero eso no le afecta a nadie. O a veces, las pesadillas no me permiten dormir. —Qué pena, señor —le digo, acomodándome. Él ríe y luego comienza—: No me obligues a regañarte desde temprano. —Bien, Alex, lo siento. Soy muy inquieta para dormir, por eso preferí dormir en el sofá para no molestar. —¿Tienes novio?— Pregunta con simpleza. No negaré que esa pregunta me sorprendió bastante; en verdad, no tiene nada que ver con lo que estamos hablando. Él observa mis labios, esperando una respuesta. —No.— Negué con la cabeza. —¿Por qué? Eres demasiado hermosa; incluso traes loco a mi sobrino. Río—: Con todo respeto, a Gabriel le gustan todas las mujeres, pero precisamente yo no soy su tipo... Lo que ocurre entre nosotros es que somos amigos. Lo he ayudado con la universidad en algunas ocasiones. —Definitivamente, eres muy ingenua, pero es mucho mejor que no te interese Gabriel. Él no es hombre para ti, y definitivamente tú no eres mujer para él.— Afirmó Alexis. —Entiendo que somos de diferentes clases. —No, no me refiero a eso. Como te explico, Gabriel no sirve para estar en una relación. Es mi sobrino y lo amo, pero es la realidad. Es el vivo reflejo de su padre; atormentó a su pobre madre, quien estaba muy enamorada. En eso nos parecemos; yo también lastimé a quien más amaba —noto la tristeza en sus palabras—. Y tú, Rubí, no eres la clase de mujer con la que se pasa solo una noche, ¿me equivoco? —En verdad no juzgo a las mujeres, pero no es mi estilo. ¿Cómo lo sabes si no me conoces?— Pregunté. —Soy muy observador. Me dirigí al baño a colocarme mi ropa. Luego regresé a la habitación y noté que él se estaba cambiando; solo estaba en bóxer. Ahora que está la luz del sol, puedo notar que tiene algunos tatuajes en su cuerpo marcado; no logro verlos bien porque él está de espaldas. —¿Disfrutando del paisaje? —me pregunta, volteándose. —Solo... Él ríe—: Recuerda tu sueldo, preciosa. —No diré nada, solo me voltearé —río. —Para eso debes quitar la vista de mi cuerpo, señorita Sánchez.— Ríe arrogante. —Lo siento. ¿Me llama la atención ese tatuaje? —¿Cuál? Tengo muchos.— Pregunta. Él acercó mi mano hacia su cuerpo. Yo la acerqué hasta cerca de su corazón, donde se encuentra el tatuaje. Es una fecha; lo que más llama mi atención es que es el año de la muerte de mis padres. —Lo único que diré es que es una promesa. Me voltee hacia la puerta, creí que él se terminaría de vestir, pero se acercó a mí, tomándome de la cintura, lo cual me hacía temblar. —No me molesta que me mire, señorita Sánchez —me susurra en el oído; su aliento caliente me estremece—. Y respondiendo a tu pregunta inicial, no me molestó para nada tenerte entre mis brazos anoche. Sus manos, cálidas y seguras, trazan un camino exploratorio sobre mis caderas, despertando sensaciones que luchan por controlar mi respiración. Cada roce de sus dedos envía escalofríos por mi piel, mientras su aliento, cargado de calor y promesas, danza en mi oído, aumentando mi inquietud. Siento cómo su tacto se aventura más allá, hacia mi entrepierna, deslizándose con una determinación que despierta un torbellino de emociones contradictorias en mi interior. Sus dedos exploran con una paciencia exquisita, acariciando la piel fría de mi ombligo con una destreza que me deja sin aliento. Luego, con una delicadeza apenas perceptible, uno de sus dedos encuentra el elástico de mis bragas y comienza a jugar con él, despertando sensaciones que no puedo comprender del todo.No entiendo por qué lo permito, por qué dejo que su tacto despierte un fuego que amenaza con consumirme. —Me encanta cuando tiemblas, Rubí. Cerré los ojos instintivamente cuando sentí su mano deslizarse hacia mi zona íntima, explorando con suavidad cada recoveco. Sus caricias eran delicadas y electrizantes, enviando oleadas de placer por todo mi cuerpo. Mientras sus dedos jugaban, él se dedicaba a devorar mi cuello con besos y mordidas, cada uno más intensos que el anterior. Su aliento cálido rozaba mi piel, dejando una estela de sensaciones que me dejaba sin aliento. —¿Te gustan mis dedos, cariño? —susurra con voz ronca, su aliento cálido acariciando mi parte más intima. Me trague mi gemido cuando uno de sus dedos se adentro en mi interior y comenzó a realizar movimientos lentos. La humedad no tardo en aparecer, mi propio cuerpo me traicionaba. —Sí... —respondo con un suspiro entrecortado, incapaz de articular palabras coherentes mientras me sumerjo en el torbellino de sensaciones. —Solo pídeme que te folle y lo haré con gusto —añade, su tono cargado de deseo y promesas. — Señor Santillan, se está equivocando conmigo. Yo no he venido a esto.— Expliqué mientras me aleje de él y en ese momento Alexis me lanzó una mirada asesina. — No lo volveré a pedir. Desnúdate y ponte de rodillas.— Ordeno en un tono severo. — No lo haré y si quiere despedirme hágalo.— Sostuve. — Rubí, a mi nadie jamás me ha dejado con las ganas y tú no serás la excepción.— Sentenció muy seguro de sí mismo. — Yo no perderé mi dignidad, ni por usted ni por nadie.— Mantuve. Quiero ser su asistente y vengarme de él, pero no pretendo terminar en la cama del hombre que destruyó mi vida.El día parecía eterno, cada minuto se arrastraba con una lentitud exasperante mientras luchaba por mantener la compostura en el trabajo. Mi mente estaba enredada en un caos de emociones, incapaz de concentrarme en las tareas del día. El recuerdo de lo sucedido con Alex y el encuentro en el hotel se repetía una y otra vez en mi cabeza, como una pesada losa que amenazaba con aplastarme. Los mensajes insistentes de Gabriel no hacían más que aumentar mi ansiedad, recordándome la confusión en la que me encontraba. Él me había comprometida a salir con él esta noche.Necesitaba poner un alto a esta situación, centrarme en mi objetivo y dejar de lado los dilemas amorosos que me atormentaban. Decidida a retomar mi plan de venganza contra Alexis, me dirigí a su oficina con determinación. Pero al llegar, me encontré con Ivana, su novia, charlando animadamente con él. La visión de su complicidad me llenó de un sentimiento agridulce, recordándome lo que podía haber sido si las cosas fueran difere
Intenté salir cuando escuché que cerraron la puerta de la oficina, pero me quedé encerrada. No sé quién fue el genio que cerró con llave la puerta, o sí sé, Alexis. Ese idiota me dejó aquí encerrada. ¿Acaso ha enloquecido? No puedo creer que se atreviera a tanto ese sujeto.No puedo gritar o sabrán que estoy en el cuarto de Alexis y se preguntarán ¿qué hago aquí? Simplemente me recosté en la cama e intenté dormir. Agradezco que la habitación sea enorme porque soy un poco claustrofóbica.Salí de mis pensamientos en cuanto se abrió la puerta, evidentemente es quien tiene la única copia. No hay demasiadas opciones para descubrir que se trata de ese maldito imbécil.—No pudiste tardarte un poco más —le pregunté irónica, sin disimular ni por un segundo mi ira.Él se encoge de hombros. —No tienes idea lo insistente que puede ser mi padre.—Bien —me levanté de la cama y me acerqué hacia la salida, pero él me detuvo agarrándome de la cintura con fuerza.—Créeme que se lo compensaré, señorita
—Te perdiste —Me dice Samuel mientras almorzamos. Él ríe —Albita, te olvidas con quién tratas. Reconozco a una mujer recién follada a kilómetros de distancia. Gabriel está haciendo bien su trabajo. —No es Gabriel y no folle con nadie. —Alba, por Dios. —Rubí. Creo que fui la única que notó que Alexis me guiñó el ojo. Él está almorzando con Williams en la misma cafetería que yo, y el torpe de Samuel me llama por mi nombre verdadero. —No me cambies de tema. Si no es con Gabriel, ¿con quién es? —No puedo hablar aquí, en verdad, Saúl. Necesito desahogarme, son demasiadas cosas —tuve que contener mis lágrimas. Él sostuvo mi mano —Albita, no solo soy su mejor amigo para reír y pasarla bien, lo soy para todo, bombón. —Lo sé, por eso solo puedo hablar contigo. Pero antes de decirte todo, necesito que sepas que nuestra amistad es verdadera. Yo no tenía idea de que tu familia conocía a los Santillán. Él ríe —Ni yo lo recordaba, Albita. Ellos regresaron hace poco, pe
Hace más de media hora que Alex está conduciendo. Estamos en un lugar muy alejado de la carretera, y noto que está muy mal, aunque ha logrado contener las lágrimas. Ir en un carro a toda velocidad con un asesino es una pésima idea. Me pregunto si sentirá culpa por lo que le hizo a mis padres. Dios, odio sentir lástima por él. Me quitó lo que más quería en el mundo, a mi papá. Bruno no solo era mi padre, era mi amigo, mi protector. Me escuchaba, me consentía. No había noche que no me arropara, me contara un cuento y me repitiera lo mucho que me amaba. Y él me lo quitó, y a mamá, aunque ella tuviera sus errores, también la amaba. Diana nunca fue una mala madre. Cuando era niña, la adoraba. Pero ahora que soy adulta, comprendo que le fue infiel a papá con Alexis. Ellos se encerraban mientras Gabriel y yo jugábamos, y en una ocasión los vi besándose. Además, Brad me confirmó que tuvieron algo en la adolescencia. No creo que los haya matado por dinero. Si teníamos la empresa, la casa
No quiero estar en mi casa, o más bien, no quiero estar cerca de mi madrina y Brad en este momento. Solo quiero estar con la única persona que me quiere, con la única persona que considero mi familia.En cuanto llegué a su casa, me abrió la sirvienta y subí a su habitación como siempre. En todo el camino, no logré dejar de llorar. Una parte de mí quería creer que Alex es inocente, que tal vez no es tan malo como yo pensaba. No puedo creer que me haga sentir tan bien, tan protegida, tan especial, pero todo en él es una mentira.Quien me abrió la puerta no fue Samuel, sino la última persona que quiero que me vea así de mal, porque se burlará, Genoveva.—¿Qué haces aquí? —le pregunté a Samuel, quien estaba semidesnudo. En estos momentos, más que darme asco la escena, necesito su consuelo.—No hagas dramas, no te prometí nada, Genoveva —respondió él, mientras ella tomaba su ropa y se marchaba azotando la puerta.—No quise interrumpir —le dije a Samuel.Él me sonrió —Ya quería correrla, me
Han transcurrido tres largos días en los cuales ni siquiera he asistido a clases. Hoy me levanté de mejor humor, me puse una falda vaquera azul y un top rojo, luego me maquillé y arreglé mi cabello. Samuel pasó por mí y nos dirigimos a la empresa. Él me acompañará a buscar mi liquidación y luego nos iremos al cine para pasar la tarde juntos. Realmente necesito distraerme de todas las cosas que me están ocurriendo. —¿Desde cuándo no te importa tu asistencia perfecta? —me preguntó Samuel. Reí —Ya no me importa. Entré a la empresa y saludé a Martina con un beso en la mejilla en cuanto la vi. —¿Cómo han estado las cosas? —pregunté. Ella rió —Un desastre. Ximena volvió a su reinado como la secretaria de Alexis, Gabriel está de un humor de perro y, para complicar la situación, apareció un sobre misterioso que... Fuimos interrumpidas cuando Ximena se acercó a nosotras. —No te pagan por charlar —nos dijo. —¿Disfrutando del ascenso, Ximena? —pregunté con sarcasmo. Ella rió
Me desperté de mal humor, molesta por el sonido estridente del timbre resonando en mi casa en medio de la noche. Con pesadez, comprobé la hora en mi reloj, constatando que eran las dos de la mañana. ¿Quién demonios tocaba el timbre a esa hora, como si estuviera poseído?La falta de respeto de mis vecinos me exasperaba. Su incapacidad para contenerse, ya fuera discutiendo, gritando o teniendo encuentros sexuales a altas horas de la madrugada, llenaba mi hogar con ruidos indeseados. Y los perros, una sinfonía de ladridos que desencadenaban una cacofonía en todo el vecindario.Envuelta en una bata de seda, pues mi única opción era mi diminuto pijama rosa y mis bragas, descendí hacia la sala entre bostezos y quejas. Antes de abrir la puerta, espié por la cerradura y me quedé boquiabierta al descubrir quién estaba al otro lado. —¡Abre, Rubí, o me conocerás! —pude escuchar los gritos de Alex. —¡A mí no me amenazas! Él siguió tocando el timbre sin detenerse. Abrí rápidamente antes de que
Los días transcurrieron rápidamente y no he sabido nada de los Santillán. Gabriel me ignora por una extraña razón, y yo ignoro a Alexis. Con la única Santillán que charlo es Vera. Hemos salido al cine o la encuentro en la casa de Samuel. Está como obsesionada con él. Creo que es normal, Samuel es muy guapo y divertido.De hecho, en este momento estamos almorzando en mi casa, y me está contando sobre ese chico que la engañó con otra en el campamento y cómo se vengó de él esparciendo el rumor en el colegio de que es gay. No paro de reír con sus ocurrencias. En verdad, es una chica muy divertida.—¿Y qué has hecho este tiempo? —me pregunta.—Me estoy preparando para mi examen profesional y he estado preparando las maletas para el viaje —respondo.Ella ríe—. No puedes ser más aburrida. A este ritmo, te ganarán a mí primo Sara con la excusa de su tía, prácticamente está instalado en la casa.—No es nada que no supiera —digo.—No pareces celosa. No me digas que estás con Samuel. Te advierto