Han transcurrido tres largos días en los cuales ni siquiera he asistido a clases. Hoy me levanté de mejor humor, me puse una falda vaquera azul y un top rojo, luego me maquillé y arreglé mi cabello. Samuel pasó por mí y nos dirigimos a la empresa. Él me acompañará a buscar mi liquidación y luego nos iremos al cine para pasar la tarde juntos. Realmente necesito distraerme de todas las cosas que me están ocurriendo. —¿Desde cuándo no te importa tu asistencia perfecta? —me preguntó Samuel. Reí —Ya no me importa. Entré a la empresa y saludé a Martina con un beso en la mejilla en cuanto la vi. —¿Cómo han estado las cosas? —pregunté. Ella rió —Un desastre. Ximena volvió a su reinado como la secretaria de Alexis, Gabriel está de un humor de perro y, para complicar la situación, apareció un sobre misterioso que... Fuimos interrumpidas cuando Ximena se acercó a nosotras. —No te pagan por charlar —nos dijo. —¿Disfrutando del ascenso, Ximena? —pregunté con sarcasmo. Ella rió
Me desperté de mal humor, molesta por el sonido estridente del timbre resonando en mi casa en medio de la noche. Con pesadez, comprobé la hora en mi reloj, constatando que eran las dos de la mañana. ¿Quién demonios tocaba el timbre a esa hora, como si estuviera poseído?La falta de respeto de mis vecinos me exasperaba. Su incapacidad para contenerse, ya fuera discutiendo, gritando o teniendo encuentros sexuales a altas horas de la madrugada, llenaba mi hogar con ruidos indeseados. Y los perros, una sinfonía de ladridos que desencadenaban una cacofonía en todo el vecindario.Envuelta en una bata de seda, pues mi única opción era mi diminuto pijama rosa y mis bragas, descendí hacia la sala entre bostezos y quejas. Antes de abrir la puerta, espié por la cerradura y me quedé boquiabierta al descubrir quién estaba al otro lado. —¡Abre, Rubí, o me conocerás! —pude escuchar los gritos de Alex. —¡A mí no me amenazas! Él siguió tocando el timbre sin detenerse. Abrí rápidamente antes de que
Los días transcurrieron rápidamente y no he sabido nada de los Santillán. Gabriel me ignora por una extraña razón, y yo ignoro a Alexis. Con la única Santillán que charlo es Vera. Hemos salido al cine o la encuentro en la casa de Samuel. Está como obsesionada con él. Creo que es normal, Samuel es muy guapo y divertido.De hecho, en este momento estamos almorzando en mi casa, y me está contando sobre ese chico que la engañó con otra en el campamento y cómo se vengó de él esparciendo el rumor en el colegio de que es gay. No paro de reír con sus ocurrencias. En verdad, es una chica muy divertida.—¿Y qué has hecho este tiempo? —me pregunta.—Me estoy preparando para mi examen profesional y he estado preparando las maletas para el viaje —respondo.Ella ríe—. No puedes ser más aburrida. A este ritmo, te ganarán a mí primo Sara con la excusa de su tía, prácticamente está instalado en la casa.—No es nada que no supiera —digo.—No pareces celosa. No me digas que estás con Samuel. Te advierto
Alexis Santillán —¿Donde estan Rubi y Gabriel?—Pregunté enfadado al percatarme de que ninguno de los dos ha bajado a cenar. —Se fueron, Alex, tu sobrino se enfadó porque no acepte que esa zorrita sea su novia y decidió irse con ella. — Gruñe Irene la madre de Gabriel. —No hables así —le pide Ivana —Es la verdad, Ivana, todo lo que quiere esa cualquiera es dinero. Deberías pedirle a Sara que se acerque a Gabriel, ella si es de nuestra posición. — Aconseja Irene Ivana ríe —Dudo que Gabriel se deje manejar, si ellos se quieren no pueden hacer nada. Deberían dejarlos tranquilos, son adultos. —¡Ellos no estarán juntos! —Exclamé y deje que la rabia hable por mí No permitiré que nadie me vuelva a quitar lo que es mío, esa niña me pertenece, sus labios, sus ojos, su piel todo su cuerpo son completamente míos. Sueño día y noche con tocarla, besar cada parte de su cuerpo, hacerla mía hasta el agotamiento. Ya una vez permití que me quitaran a la mujer que amaba y eso termin
AlbaAún no puedo creer que Gabriel y yo seamos novios. No sé si estoy haciendo lo correcto, pero siento que es lo mejor para todos.Lo quiero muchísimo y me gusta; tal vez pueda resurgir el amor. Después de todo, fue mi gran amor cuando era una niña.Él no deja de besar mi cuello mientras estamos sentados en el jardín de la universidad. Acabamos de entregar unos trabajos importantes y estamos en nuestro receso.—Ya entregué tu tarea. ¿Puedes dejar de besarme? —le digo.—No lo creo. ¿Lista para mañana?—Sí, ya tengo mis maletas y mi pasaporte —asentí con la cabeza.—De verdad no me molestaría compartir mi cuarto contigo.—Ya sé que no, pero no es necesario. Tengo dinero suficiente para mis gastos.Mañana debemos realizar un importante trabajo y, para ello, debemos viajar fuera del país. Me costó mucho trabajo reunir el dinero para el hotel y mis gastos, pero pude hacerlo. No puedo faltar porque es muy importante para mi nota final y me ayudará a realizar mi tesis.—Odio que uses esas
Al mediodía, después de una mañana agotadora llena de información, regresamos al hotel. Sentía como si mi cabeza estuviera a punto de estallar. Al llegar a recepción, me apoyé en el brazo reconfortante de Gabriel. Williams nos saludó y nos informó que teníamos el resto del día libre. Mientras procesaba la noticia, Vera corrió hacia nosotros, sorprendiéndonos. Antes de saludarme a mí o a su primo, abrazó a Samuel. Su gesto provocó risas entre nosotros, aunque la mirada de Genoveva y la mía reflejaban una complicidad divertida. —¿Qué haces aquí? —preguntó Gabriel. —Acompañé a papá e Ivana en un viaje de negocios —respondió Vera. —Así que mi tío está aquí —dijo Gabriel, mostrando cierta duda. —Quién lo diría —comenté, intentando sonar despreocupada. Gabriel rodeó mi cintura y susurró en mi oído: —Habitación 203, mi amor. —Hay un boliche cerca. ¿Iremos esta noche? —propuso Genoveva. —Todos, excepto Rubí, están invitados. —Rubí es mi novia, es parte del grupo —afirmó Gabriel
Durante todo el día noté que Gabriel había estado muy raro, susurrando con Aldo y desapareciendo en dos ocasiones con sus amigos. ¿Será una sorpresa o me estará engañando con otra? Salí de mis pensamientos cuando alguien entró a mi habitación. Era Vera, vestida con un vestido negro brillante y un maquillaje elegante que la hacía ver mayor. —¿Todavía no estás lista? —preguntó Vera, entrando a la habitación.—No irás con nosotros, Vera. Tu padre me mata —respondí.—Él está ocupado con Ivana, además, tengo una identificación falsa. Llévame. Con unos besos convences a Gabriel —hizo un puchero.—Nada de alcohol, y yo te vigilaré —advertí.—Bien, hermana mayor —bromeó.—¿Y me ayudas a arreglarme? —le pedí.—Sí, mandona —respondió.Me puse un vestido rojo de tirantes, con el largo hasta las rodillas, y ondulé mi cabello. Además, utilicé sombra y labial rosa.Una vez listas, le envié un mensaje a Gabriel y él llegó con Samuel y Denise. Íbamos todos juntos.—Esto no es una guardería —bromeó
Durante el camino de regreso al hotel, intenté tranquilizarme, pero no lo lograba. No solo era Gabriel, el alcohol me hizo revivir todo lo que ocurrió con mis padres y mi sufrimiento. El odio que siento hacia mí misma por ser una traidora y amar a quien debo odiar.Me siento el ser más despreciable de este universo, no merezco el perdón de Dios, ni de nadie, no valgo absolutamente nada.En pocos minutos llegamos al hotel y él me ayudó a bajar del carro.—¿Quieres agua? —me ofreció Vera mientras me apoyaba en ella.—No, solo quiero morirme. ¿Por qué no me matas de una vez, Alex?—¿Por qué lo haría? —me preguntó en un tono burlón.—Porque te voy a destruir —centré mi mirada en la suya—. Te odio, siempre te he odiado.—Definitivamente, no sabes tomar, señorita Sánchez. Vera, ve a dormir, yo me encargo de Rubí.—Gabriel es un idiota, yo estoy de tu lado —Vera besó mi mejilla y luego se marchó hacia su habitación.—¿Puedes caminar? —preguntó él.—Prefiero ir rodando a ir contigo. Te odio,