Plan b

No quiero estar en mi casa, o más bien, no quiero estar cerca de mi madrina y Brad en este momento. Solo quiero estar con la única persona que me quiere, con la única persona que considero mi familia.

En cuanto llegué a su casa, me abrió la sirvienta y subí a su habitación como siempre. En todo el camino, no logré dejar de llorar. Una parte de mí quería creer que Alex es inocente, que tal vez no es tan malo como yo pensaba. No puedo creer que me haga sentir tan bien, tan protegida, tan especial, pero todo en él es una mentira.

Quien me abrió la puerta no fue Samuel, sino la última persona que quiero que me vea así de mal, porque se burlará, Genoveva.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté a Samuel, quien estaba semidesnudo. En estos momentos, más que darme asco la escena, necesito su consuelo.

—No hagas dramas, no te prometí nada, Genoveva —respondió él, mientras ella tomaba su ropa y se marchaba azotando la puerta.

—No quise interrumpir —le dije a Samuel.

Él me sonrió —Ya quería correrla, me
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