Mi nombre es Alba Miller, pero para el mundo exterior, soy Rubí Sánchez. Mi infancia feliz y normal se desvaneció en una noche de horror cuando, a los ocho años, presencié el cruel asesinato de mis padres a manos de un desconocido que irrumpió en nuestra casa. Logré esconderme en el clóset hasta que el peligro pasó y fui rescatada, pero mi vida cambió para siempre en ese momento.
Desde entonces, he crecido bajo el cuidado de mi madrina, la mejor amiga de mi madre, quien me ha protegido y ha mantenido mi verdadera identidad oculta del mundo. Para todos, Alba está muerta, y en su lugar, surgió Rubí Sánchez, una joven estudiante becada que encontró trabajo como recepcionista en la empresa de la familia Santillan. Durante el último año, he estudiado meticulosamente a la familia Santillan, observando cada movimiento y analizando cada detalle. Pero mi verdadero objetivo es Alexis Santillan, el CEO despiadado y frío que, en el pasado, fue el socio de mis padres y acabó con sus vidas. Me encuentro sentada en mi puesto de recepcionista, acompañada por Martina, mi fiel compañera en esta rutina diaria. La mañana avanza con la familiaridad de un guion repetido, y juntas hemos memorizado los rostros de todas las mujeres que ingresan a la oficina del señor Alexis, o más bien, a su santuario personal. Su oficina es un espacio imponente, con una parte trasera que oculta un secreto a plena vista: una cama. Alexis pasa la mayor parte de su tiempo aquí, frente a su familia justifica la presencia de la cama diciendo que a veces no tiene tiempo para regresar a su casa y descansar, pero la verdad es mucho más oscura. Esa cama no es para dormir, sino para sus encuentros clandestinos con sus amantes. Cada vez que veo entrar a una de esas mujeres, siento una mezcla de repulsión y lástima por ellas, atrapadas en la red de mentiras y engaños tejida por Alexis. Las pobres piensan que él entablara una relación con ellas; sin embargo, Alexis Santillan es famoso por acostarse con las mujeres y desecharlas. Cuando vi salir a Ximena, la asistente personal y amante de Alexis, no pude evitar reír al verla casi llorando. Yo soy empática con las mujeres, pero ella precisamente me ha hecho la vida imposible desde que entré en la empresa. Desde aquí, podía escuchar los gritos de regaño de Alexis porque ella había perdido un papel importante. Ximena pensaba que al tener una relación con él, evitaría que la tratara como basura como a los demás empleados, pero no era así. —¿Qué es tan gracioso, muerta de hambre? — gruñe Ximena mientras acomoda su blusa. —Nada, señorita Fernández.— Responde Martina tímidamente. —¿Qué está ocurriendo aquí? — pregunta Alexis entrando detrás de ella. Él, con su cabello oscuro y unos ojos azules intensos, esa barba recién afeitada y su traje impecable, me mira con rabia como a todos los empleados. Con una mirada me pone muy nerviosa —Alexis, esta tipa se está burlando de mí.— Me acusa Ximena. —Sánchez, ¿qué ocurrió? — pronuncia él al mirar mi gafete, es evidente que ni siquiera sabe quién soy. Además de su recepcionista, comparto clases con su sobrino, Gabriel Santillan. Me ha visto varias veces, pero ni siquiera sabe mi nombre. Es la primera vez que él me habla directamente. Es más frío de lo que me imaginaba. Se supone que yo lo destruiré. Para ello, debo acercarme a él y convertirme en su mano derecha, darle una puñalada cuando menos lo espere. —¿Me está escuchando o también es sorda? — prácticamente me grita, sacándome de mis pensamientos. —Lo escuché perfectamente, solo me reía de su asistente — le aclaré. Noté en la expresión de su rostro que mi sinceridad lo sorprendió. —Rubi bromea, licenciado Santillán — me intenta disculpar Martina. —No bromeo, simplemente pienso que... Él me interrumpe fulminandome con la mirada—Creo que hay una confusión. No me interesa lo que piense. Y ya que está de tan buen humor, señorita Sánchez, realizará horas extras. —No es justo. Él ríe. —La vida no es justa. De alguna forma, debe compensar sus llegadas tardes la semana pasada. Al menos que quiera buscar otro empleo, recepcionistas hay muchas. —También asistentes, señor Santillán, y le recomiendo seleccionarlas por su intelecto, no por meritocracia. — Le recomiendo mantenerse en su lugar. Usted no es más que una simple recepcionista es reemplazable y desechable como todos los empleados.— Sentenció antes de marcharse.Cuando llegué a casa, mi madrina estaba allí, y no se veía nada feliz. Diría que algo no le resultó bien en los negocios o con su familia. Ella es la mujer que me crió, pero no ha sido amorosa ni amable conmigo. Durante la mayoría de mi infancia, he estado sola con niñeras o con su hermano. Sé que no me quiere, aunque me he esforzado por ganar su amor, jamás lo he logrado. —Buenas noches, madrina —la saludo con un beso en la mejilla. Ella me observó de arriba abajo y frunció el ceño en señal de molestia. —¿Así te vistes para trabajar?— Indaga. Asentí. —Ahora entiendo por qué fracasa el plan, no sabes llamar la atención de los hombres. Me visto de manera elegante; sin embargo, no me gusta usar faldas cortas ni blusas escotadas como las demás de las mujeres en la oficina. —¿Acaso quieres que me venda?— Pregunté rodeando los ojos. —¿Quieres vengarte o no? Debes llamar la atención de Alexis —indaga. Dejó una bolsa en el sofá. La abrí y era una falda pequeña y una blusa muy revel
Estaba tranquilamente en mi lugar de trabajo cuando Gabriel se acercó. Él había anticipado que yo rechazaría su invitación a almorzar, entonces trajo el almuerzo para nosotros. En ese momento, Alexis se acercó a nosotras fulminándonos con la mirada. No entiendo por qué está tan enfadado. La última vez que charlamos estaba bien. Me está fallando la memoria; en realidad, durante la semana ha estado súper enojado conmigo. Todavía no entiendo por qué apenas me dirige la palabra. —¿Ocurre algo? —pregunté. —No deberías estar aquí, Gabriel. Tienes responsabilidades que atender antes que coquetear con la recepcionista. —Tío... —Deja la novela, Gabriel. Quiero saber quién le firmó la autorización a Vera. —Deja el papel en el escritorio. La señora Ruiz, quien llega detrás de Alexis, lo observa. —No tengo idea, señor Santillán. Ella estuvo esperando en recepción; yo no firmé nada. Alexis ríe molesto. —Para firmar ese papel, falsificaron mi firma y solo pudo ser usted. No podía
Me despertaron los rayos del sol, y me encontré en una posición extraña. Es muy extraño dormir con esta persona; es irónico que sea el primer hombre con el que he dormido y creo que será el único. Dudo que algún día pueda tener una pareja; no puedo permitirme enamorarme, al menos hasta tener paz. Cuando me di cuenta en qué posición estoy, mis mejillas se encendieron. Estoy dormida de espaldas, arriba de él; sus brazos están pegados a mis caderas. Debo reconocer que soy muy inquieta para dormir; a veces me muevo dormida y despierto en posiciones extrañas, pero eso no le afecta a nadie. O a veces, las pesadillas no me permiten dormir. —Qué pena, señor —le digo, acomodándome. Él ríe y luego comienza—: No me obligues a regañarte desde temprano. —Bien, Alex, lo siento. Soy muy inquieta para dormir, por eso preferí dormir en el sofá para no molestar. —¿Tienes novio?— Pregunta con simpleza. No negaré que esa pregunta me sorprendió bastante; en verdad, no tiene nada que ver con lo que e
El día parecía eterno, cada minuto se arrastraba con una lentitud exasperante mientras luchaba por mantener la compostura en el trabajo. Mi mente estaba enredada en un caos de emociones, incapaz de concentrarme en las tareas del día. El recuerdo de lo sucedido con Alex y el encuentro en el hotel se repetía una y otra vez en mi cabeza, como una pesada losa que amenazaba con aplastarme. Los mensajes insistentes de Gabriel no hacían más que aumentar mi ansiedad, recordándome la confusión en la que me encontraba. Él me había comprometida a salir con él esta noche.Necesitaba poner un alto a esta situación, centrarme en mi objetivo y dejar de lado los dilemas amorosos que me atormentaban. Decidida a retomar mi plan de venganza contra Alexis, me dirigí a su oficina con determinación. Pero al llegar, me encontré con Ivana, su novia, charlando animadamente con él. La visión de su complicidad me llenó de un sentimiento agridulce, recordándome lo que podía haber sido si las cosas fueran difere
Intenté salir cuando escuché que cerraron la puerta de la oficina, pero me quedé encerrada. No sé quién fue el genio que cerró con llave la puerta, o sí sé, Alexis. Ese idiota me dejó aquí encerrada. ¿Acaso ha enloquecido? No puedo creer que se atreviera a tanto ese sujeto.No puedo gritar o sabrán que estoy en el cuarto de Alexis y se preguntarán ¿qué hago aquí? Simplemente me recosté en la cama e intenté dormir. Agradezco que la habitación sea enorme porque soy un poco claustrofóbica.Salí de mis pensamientos en cuanto se abrió la puerta, evidentemente es quien tiene la única copia. No hay demasiadas opciones para descubrir que se trata de ese maldito imbécil.—No pudiste tardarte un poco más —le pregunté irónica, sin disimular ni por un segundo mi ira.Él se encoge de hombros. —No tienes idea lo insistente que puede ser mi padre.—Bien —me levanté de la cama y me acerqué hacia la salida, pero él me detuvo agarrándome de la cintura con fuerza.—Créeme que se lo compensaré, señorita
—Te perdiste —Me dice Samuel mientras almorzamos. Él ríe —Albita, te olvidas con quién tratas. Reconozco a una mujer recién follada a kilómetros de distancia. Gabriel está haciendo bien su trabajo. —No es Gabriel y no folle con nadie. —Alba, por Dios. —Rubí. Creo que fui la única que notó que Alexis me guiñó el ojo. Él está almorzando con Williams en la misma cafetería que yo, y el torpe de Samuel me llama por mi nombre verdadero. —No me cambies de tema. Si no es con Gabriel, ¿con quién es? —No puedo hablar aquí, en verdad, Saúl. Necesito desahogarme, son demasiadas cosas —tuve que contener mis lágrimas. Él sostuvo mi mano —Albita, no solo soy su mejor amigo para reír y pasarla bien, lo soy para todo, bombón. —Lo sé, por eso solo puedo hablar contigo. Pero antes de decirte todo, necesito que sepas que nuestra amistad es verdadera. Yo no tenía idea de que tu familia conocía a los Santillán. Él ríe —Ni yo lo recordaba, Albita. Ellos regresaron hace poco, pe
Hace más de media hora que Alex está conduciendo. Estamos en un lugar muy alejado de la carretera, y noto que está muy mal, aunque ha logrado contener las lágrimas. Ir en un carro a toda velocidad con un asesino es una pésima idea. Me pregunto si sentirá culpa por lo que le hizo a mis padres. Dios, odio sentir lástima por él. Me quitó lo que más quería en el mundo, a mi papá. Bruno no solo era mi padre, era mi amigo, mi protector. Me escuchaba, me consentía. No había noche que no me arropara, me contara un cuento y me repitiera lo mucho que me amaba. Y él me lo quitó, y a mamá, aunque ella tuviera sus errores, también la amaba. Diana nunca fue una mala madre. Cuando era niña, la adoraba. Pero ahora que soy adulta, comprendo que le fue infiel a papá con Alexis. Ellos se encerraban mientras Gabriel y yo jugábamos, y en una ocasión los vi besándose. Además, Brad me confirmó que tuvieron algo en la adolescencia. No creo que los haya matado por dinero. Si teníamos la empresa, la casa
No quiero estar en mi casa, o más bien, no quiero estar cerca de mi madrina y Brad en este momento. Solo quiero estar con la única persona que me quiere, con la única persona que considero mi familia.En cuanto llegué a su casa, me abrió la sirvienta y subí a su habitación como siempre. En todo el camino, no logré dejar de llorar. Una parte de mí quería creer que Alex es inocente, que tal vez no es tan malo como yo pensaba. No puedo creer que me haga sentir tan bien, tan protegida, tan especial, pero todo en él es una mentira.Quien me abrió la puerta no fue Samuel, sino la última persona que quiero que me vea así de mal, porque se burlará, Genoveva.—¿Qué haces aquí? —le pregunté a Samuel, quien estaba semidesnudo. En estos momentos, más que darme asco la escena, necesito su consuelo.—No hagas dramas, no te prometí nada, Genoveva —respondió él, mientras ella tomaba su ropa y se marchaba azotando la puerta.—No quise interrumpir —le dije a Samuel.Él me sonrió —Ya quería correrla, me