La hermana María caminaba apresurada por los largos y fríos pasillos del convento, solo faltaba unas horas para que las novicias tomaron sus votos perpetuos, y así dedicar toda su vida a servir a Dios, pero no era eso lo que la preocupaba y le hacía poner su vida en manos de Dios.
— Madre superiora. — la mujer de casi 70 años levantó sus ojos y observo con reproche a la hermana que acababa de irrumpir en su oficina sin siquiera golpear.
— Hermana María, ¿Qué ejemplo cree estar impartiendo con ese comportamiento? — dijo con toda seriedad.
— Lo siento mucho Madre superiora, pero esto requiere de su atención. — dijo aun agitada ingresando en el despacho sin ser invitada. Extendió un sobre y la Madre superiora lo tomo aun mirándola con reproche por su comportamiento.
Luego de un minuto que para la hermana María pareció eterno, la madre superiora se dejó caer en el sillón, su cara estaba pálida, mientras sus manos temblaban. ¿Cómo podrían enfrentar esto? ¿Cómo podrían salir vivos de lo que se avecinaba?
Alessandro Santoro al igual que su padre y el padre de su padre era el líder de la mafia Siciliana, conocido en el bajo mundo como LA SOMBRA ITALIANA, nadie conocía quien era realmente el mafioso, nunca mostraba su rostro, ya que todos sus negocios los llevaba a cargo su mano derecha, Fabrizzio, así durante años la familia Santoro paso desapercibida, como simples empresarios, honestos y respetados, pero en el convento sabían muy bien quien era realmente la SOMBRA, la familia Santoro los ayudaba económicamente desde sus inicios y era eso mismo lo que ahora le hacía rezar a esta mujer.
— ¿Cómo explicaremos esto? — dijo en un susurro cargado de pánico.
— ¿Nosotros? ¿O ella? — la hermana María no manejaba tanta información como la madre superiora, siempre creyó que Alejandra era una niña rica y nada más.
— ¿Qué esta insinuando tu boca? ¿Acaso tu corazón y alma no te deja ver con claridad? — la madre superiora conocía a Alejandra desde que era una bebé, ella jamás dudaría de la joven.
— Pero Madre superiora, ¿acaso no está claro lo que esa muchacha hizo?
— Hermana María, nunca debe olvidar que somos sirvientes de Dios, no juzgamos y mucho menos hablamos de cosas que no sabemos.
— Entonces estamos ante un milagro. — el tono irónico de la hermana María no le gusto, pero ya tendría tiempo para hacerla recapacitar y que encontrara nuevamente el camino correcto.
— Solo digo que Alejandra Santoro no solo tiene vocación, ella tiene un alma tan pura como para ser consagrada como santa, sea lo que sea que está pasando… solo Dios nos puede ayudar.
La madre superiora ya no perdió más tiempo en hablan con aquella mujer, que por algún motivo siempre había sentido cierto desprecio por la joven Santoro y en donde más de una vez no solo había puesto en prueba su fe, también había abusado de su cargo, algo que la Madre superiora desconocía al igual que el cura encargado de aquel monasterio.
Luego de estar enfrascado en una larga conversación con el cura responsable de aquel lugar, llegaron a la conclusión que por más que quisieran que todo fuera un milagro no era así, decidieron llamar al médico que siempre se encargó de la familia Santoro, no permitirían que nadie más se enterara de lo que sucedía.
— Doctor, estos estudios pertenecen a Alejandra Santoro, los hacemos rutinariamente antes de que tomen sus votos perpetuos, como podrá observar… está embarazada. — el doctor los observo como quien ve dos cadáveres que aún no se terminan de enfriar.
— Saben que debo informar de esto al señor Santoro ¿verdad? — este hombre no arriesgaría su vida ni la de su familia por un cura y una monja.
— No es necesario, nosotros le informaremos, solo… necesitamos saber cómo es posible, la fe y vocación de Alejandra, hace muchos años que no veía nada igual, si alguien la lastimo… debo saber la verdad antes de morir. — el cura reflejaba pesar, miedo y decepción, no quería creer que bajo su cargo alguien hubiera mancillado la inocencia de aquella joven que era apenas una adolescente cuando llego al convento, no quería creer que en la casa de Dios la maldad se hubiera filtrado.
Como medida preventiva suspendieron todo lo previsto para ese día sin mayores explicaciones, todos fueron avisados, menos la familia Santoro.
Mientras tanto el doctor como la madre superiora trataban de hacerle entender a Alejandra que aquello no era un milagro, solo la maldad del hombre.
— ¿Cómo puede ser malo traer una vida al mundo? — pregunto la joven aun de rodilla observando al cristo crucificado que colgaba de la pared, buscando una respuesta en aquella imagen, más que en la voz del doctor.
— No lo es, lo malo es que alguien te está usando, la mínima rotura que tienes en la membrana del himen me indica que por allí ingreso una aguja, aun eres virgen y cuando sucedió el asalto al convento no estabas en tus días fértiles, por lo que todo me indica que se te fue colocado un óvulo ya fecundado, ¿entiendes que ese feto no tiene tu ADN, solo eres una incubadora y eso es lo malo, hay muchas mujeres que trabajan de eso, pero no tenían por qué obligarte a ti a pasar algo así. — el doctor de la familia no solo era consciente del infierno que se desataría, también sentía una gran pena por la joven, él la había atendido desde que tenía un mes de vida, conocía su corazón, sabía que era una santa.
No fue fácil explicar todo aquello, ni a Alejandra, ni a su madre, mucho menos al resto de la familia, aun se encontraban en el convento cuando Alejandra salió de la pequeña oficina donde se encontraba, escuchando todo, necesitaba ver el rostro de su padre, lo había extrañado, cuatro años sin un abrazo de su parte, sin una palabra, ella lo amaba, pero sentía que su sacrificio debía ser grande para que Dios escuchara sus plegarias y su madre recuperara la vista, fue por eso que nunca pidió por él, pero la verdad es que lo había extrañado demasiado.
— Papá. — llamo con una suave voz mientras sus lágrimas caían
— Mi santa hija. — respondió el hombre de cincuenta años pero que poseía un cuerpo envidiable por cualquier joven.
— No tienes nada que temer, el doctor Richard se ocupara de quitar eso de tu vientre y te juro que no descansare hasta dar con quien te quiso utilizar. — tanto Victoria como Alejandra se tensaron al oírlo, pero para Estefanía y Giovanni era lo más sensato.
— Alessandro. — lo llamo su esposa, que a pesar de ser ciega poseía un brillo único en sus ojos que no disminuía con los años, Vicky le quiso advertir, ella conocía a sus hijos, pero Alejandra hablo antes.
— No me quitaran a mi hijo. — dijo mientras limpiaba sus lágrimas y miraba desafiante a su padre.
— ¿Qué? — Alessandro no era el único que la miraba con horror, sus hermanos también lo hacían.
— Te juro ante Dios, que nadie me quitara a mi hijo.
El infierno mismo se abría a los pies de los Santoro y eso… hasta Dios lo sabía.
— Simón, no… por favor, ya… no puedo más… detente.— Eres mi puta y hago contigo lo que quiera, que no se te olvide. — respondió el joven mientras dejaba un fuerte azote en la nalga de su compañera.Simón Rossi arremetía sin descanso y con total brutalidad el cuerpo de una rubia despampanante, que parecía más una muñeca que una persona de carne y hueso, el cuerpo blanquecino de la joven estaba adornado de cardenales, no solo por lo violento del acto sexual, a este joven se le daba muy bien perder la paciencia, y no poseía respeto alguno por las mujeres, ninguna de sus novias duraba más de un mes con él, Alondra la rubia que ahora gritaba de placer y dolor por igual medida debajo de él, era la única que había batido récord, llevaban dos meses al lado de LA BESTIA, como lo conocían al joven, pero eso estaba a punto de terminar, una vez que descargo su semilla por el cuerpo de la joven, como queriéndola marcar una vez más.— Toma tu ropa y vete. — dijo el joven mientras caminaba hacia el
Estefanía Santoro salió de la finca con un destino fijo, llegar al hogar de Dante Berlusconi, su novio y prometido, quien hacía unos meses había tomado su lugar como jefe de la mafia en la Toscana, pero que ahora se encontraba establecido en Sicilia, todo por ella, Dante haría cualquier cosa por la hermosa morena que conquisto su corazón, pero ¿quién era realmente Estefanía? ¿Quién era realmente Dante? Y lo más importante ¿cuánto sabia uno del otro? Dante Berlusconi tenía 25 años cuando su padre Preto le comunico que era hora de conocer e integrarse por completo en todo lo referente a sus empresas, el joven ya había aprendido todo lo referente a la mafia Italiana que estaba a cargo de su padre y que manejaba todo el norte de Italia, ahora era tiempo que también manejara la parte legal, la fachada que mantenían ante todos, eran muchos los mafiosos que se manejaban de esa manera, pero ante todos el que llevaba las de ganar siempre seria LA SOMBRA ITALIANA, el hombre q
Simón salió de la finca sintiendo que caía en el mismo infierno se subió a su Audi negro como la mayoría de las cosas que usaba, como su alma, negra, y se dirigió sin escalas al convento que tanto odiaba, sus pensamientos estaban centrados en una monja, una mujer, la razón de todo lo que él era y el odio que llevaba dentro.— Maldita hija de perra, siempre arruinando todo.Dijo mientras apretaba el volante y los dientes, LA BESTIA quería salir y destruir todo a su paso, en especial a esa mujer.— ¿Qué haces aquí? Quedamos en que yo te contactaría, porque…— las palabras de la monja dejaron de salir al tiempo que LA BESTIA la tomaba del cuello y lo apretaba, se sentía capaz de romperlo, solo necesitaba un poco más de fuerza.— ¿Sabes en el problema que me has metido? Solo eres una maldita perra. — cuando la boc
Dante estaba en su casona en el norte de Sicilia, a dos horas de viaje de la finca de los Santoro, algo en su interior lo inquietaba, no era solo el hecho de que tendría que decirle a su morena la locura que había cometido, era algo más, su instinto se lo hacía ver.Su atención fue dirigida a la entrada de su hogar, a través del cristal de las grandes puestas pudo ver el ya bien conocido automóvil Alfa Romeo color rojo brillante detenerse, y del cual, bajo Estefanía, enfundada en un traje estilo masculino negro, Dante se preguntaba si ella era consiente de todo lo que provocaba en él verla vestir de esa manera, quizás sí y lo hacía apropósito solo para enloquecerlo aún más si eso fuera posible.— Amor. — dijo con la alegría de un niño y las hormonas de un adolescente, mientras iba a su encuentro. No le dio tiempo si quiera a responder, ya q
Alejandra llevaba una semana en la finca, se sorprendió de lo rápido que su vida había cambiado, si bien seguía rezando cada vez que se servía el almuerzo y la cena, además de sus oraciones en la mañana, tarde y noche, desde el día que vio a su bebé en el monitor del ecógrafo algo en su interior cambio drásticamente, mientras sostenía la mano de su madre y hermano, algo en su interior se trasmuto, sus prioridades hasta ese día tanto mente como corazón y por supuesto alma, pertenecía a Dios, en segunda medida a su familia, pero en ese instante que escucho los latidos de una vida que crecía en su interior y de la cual ella no era participe en su creación, solo lo cargaba, algo se modificó, el amor y respeto por Dios prevaleció, al igual que el cariño por su familia, pero lo que sentía por ese bebé, ese diminuto frijol que la converti
El salón quedo en silencio, Dante podía sentir el latido de su corazón retumbar en sus tímpanos y podía jurar que su padre había dejado de respirar, solo esperaba que no fuera a cometer ninguna locura, Preto odiaba a ese hombre sin rostro desde siempre y por siempre.Las puertas se abrieron y todos giraron en su dirección, lo primero que vieron y como si de una broma se tratara fue una gran sombra esparcirse por el piso del salón, los pasos fuertes resonaban por todo el lugar, sea quien sea que estuviera entrando, era poderoso, pero, sobre todo, le pesara a quien le pesara, era el mejor mafioso.Dante y Simón dirigieron sus ojos al piso de mármol pulido donde los zapatos negros de cuero brillante se dejaron ver, sus ojos se elevaron hacia el pantalón de vestir que dejaba ver el excelente gusto por la ropa que poseía el propietario, lo siguiente en su campo de visión c
Giovanni estaba en la sala, caminaba nerviosamente de un lado al otro y a su madre le estaba costando no reír.— Gio, hijo, creo que tu nerviosismo es algo exagerado.— Por favor, ma, ¿exagerado? Mi hermana me encomendó su guarda ropa, no puedo fallar.— Y no lo harás, siempre has tenido un gusto maravilloso por la ropa, Estefanía te lo dice a diario.— Estefi es fácil de complacer, pero Ale es otra cosa y lo sabes, además tengo que pensar que usara dentro de unos meses, cuando mi sobrino comience a crecer.— Tienes un buen corazón Gio, no cualquiera acepta a un bebé como familia, me refiero en estas condiciones.— Es lo que Ale quiere, ¿Quién soy yo para ir en su contra?— Eres mi mejor hermano. —La voz de Alejandra sonaba alegre, Victoria lo podía ver gracias al timbre de su voz.— Definiti
Alejandra Santoro jamás sintió necesidad por indagar en el sexo en sus 20 años, en su vida tuvo curiosidad así sea por saber lo que era un beso, su mente jamás había sido corrompida por los deseos carnales, pero ahora entendía muy bien lo que le estaba sucediendo, todo eso que llevaba dormido dentro de su ser, pedía a gritos salir, Simón la veía con burla y no le importaba, solo podía sentir como las manos de aquel hombre envolvían su cintura, con una lentitud que provocaba dolor, era como si pasaran un hierro caliente por cada lugar que él tocaba, su mente gritaba que lo alejara, que corriera lejos de cualquier tentación que Simón le pudiera ofrecer, pero su cuerpo estaba estático, receptivo, ansioso y deseoso de ser tocado. Simón la pego a su cuerpo, sin decir palabra alguna, sin separar sus miradas, Ale se agito con aquel contacto, podía sentir sus pezones rozar el pecho desnudo de Simón, mientras su corazón golpeaba una y otra vez contra su interior, se sobresaltó al sen