FAITHMe desperté por la alarma del móvil de Nate, la intentó apagar rápido y salió de la cama desenroscándose de mi con cuidado, temiendo despertarme. Abriendo un poco los ojos vi su cuerpo desnudo atravesar la habitación y colarse en el baño. El sonido del agua corriendo duró unos minutos, los justos para que me diera cuenta de que seguían siendo las cinco de la mañana. Para cuando salió del baño yo ya estaba medio dormida otra vez, tan cansada que no abrí los ojos y solo escuché el trajín de sus pasos.Sentí la cama hundirse ligeramente cuando se sentó a mi lado. Me pregunté si tendría el tiempo necesario para quedarse ahí sentado deslizando sus dedos por mi espalda desnuda. Supuse que mucho tiempo no tendría cuando a los segundos se inclinó y me besó el hombro. El calor de su boca cernida sobre mi piel me recorrió como una corriente eléctrica. Me estremecí, pero no abrí los ojos.Volví a despertarme horas más tarde. Me quedé pensativa sentada sobre la cama tapándome la desnudez co
FAITHDebía ser temprano todavía porque el sol entraba débil a través de las cortinas oscuras de la habitación de Nathaniel. No abrí los ojos pero sentí como la cama se hundía a mi espalda y, mucho antes de que me tocara, mi cuerpo ya estaba conectado con el suyo. El calor de su mano se coló bajo mi camiseta del pijama, deslizando sus caricias por mi piel. Iba a ser imposible conciliar el sueño. Tenía el corazón igual que todas aquellas primeras noches que me tiraba horas y horas hablando con él por teléfono, incapaz de dormirme sólo por seguir escuchando su voz.A la mínima que me moví para darle la cara, Nathaniel sacó la mano de debajo de la camiseta pero la llevó directa a mi mejilla. El calor de su piel sobre la mía siempre sería mi sofoco preferido. Y por cómo me miraba, supe que una parte de él creía que no iba encontrarnos al llegar a casa.—Hola —susurré.—Es pronto, no quería despertarte —respondió él, su voz tan suave como el roce de sus dedos en mi mejilla.La noche anteri
FAITHA mitad de semana empecé a comerme la cabeza y estuve a punto de decirle a Nathaniel que el viernes no fuera a buscarme. Inventaría cualquier excusa y al final terminaría cenando por ahí con Helen y tomando algunas copas.Estaba hecha un lio.—Te lías tú sola —me había dicho Helen—. Y te comes la cabeza cuando estás sola porque tú misma me has dicho que estando con él eres incapaz de pensar. ¿Has pensado en apuntarte a yoga o pilates, algo relajante? Porque yo sí. Podríamos ir juntas.Es que, el ser incapaz de pensar con claridad cuando estaba con él, era otro problema. No éramos adolescentes sin más, sin responsabilidades y sin tener claro dónde terminaríamos. Éramos adultos, y teníamos un hijo que no merecía más idas y venidas. Y yo no quería precipitarme, cegarme por la forma que Nate tenía de hacerme sentir y al final darme cuenta de que volvía a ser un gilipollas y que yo siempre estaría haciendo sacrificios por él.El jueves, tirada en la cama tras dejar a Alan durmiendo e
NATHANIELQue Faith me llamara para hablar era un avance. La consideré muy madura y sincera, confesándome sus miedos para que los afrontáramos juntos. Había algo detrás de todo eso, algo que ella misma aún no comprendía del todo: que no había aprendido a vivir sin mi.Aquella noche, mientras dormíamos juntos, sentí cómo su cuerpo se relajaba junto al mío porque por mucha m****a entre los dos, yo siempre sería su — seguro como ella era el mío.Por la mañana todavía la notaba algo pensativa mientras desayunábamos los tres. Ella, de pie y apoyada en la encimera con la vista algo perdida. Estiré la mano y enredándola en su pijama la hice sentarse en mi regazo.—¿Sigues pensando demasiado?Me miró entre sus pestañas largas y negó suavemente.—No —dijo y sé que me mentía—. ¿No trabajas hoy?—Sí —mentí también.Aquel era mi fin de semana con Alan, pero esperaba que Faith se quedara en mi casa todo el fin de semana. Eso si no se enfadaba conmigo por el tema de su hermana.Se me echó contra el
FAITHMi vida siempre había estado ligada con la Nate. Desde que me enamoré de él siendo una adolescente hasta todo lo que pasamos juntos, Nate lo había sido todo para mi. Consideraba que yo me sacrifiqué más por nosotros de lo que él jamás lo hizo. Dejé de estudiar para trabajar y poder mantenernos mientras él se buscaba un hueco en el mundo de los negocios con sus dotes persuasivos; porque Nate era persuasivo, podía hacer que cualquiera le siguiera el rollo. Así fue cómo pasó. Consiguió su meta: dinero y éxito. Entonces dejamos de ser un "nosotros" para ser Faith y Nathaniel. Nos hicimos insostenibles. Yo no aguantaba su codicia y lo presuntuoso que se estaba volviendo, un completo gilipollas que llegaba de madrugada de sus fiestas de empresa. Él seguramente no aguantaba que yo le discutiera por todo y que no fuera como esas mujeres que tenían sus compañeros.Nate ya no era mi Nate y por sorprendente que pudiera ser, él me dejó a mi. Pese a ello, nuestras vidas no podían separarse p
FAITHMe quedé embarazada siendo aún muy joven y cuando la estabilidad sentimental entre Nate y yo era más importante que la económica. Ya no podía considerar ni que fuéramos amigos y eso era triste, muy triste, porque Nate lo había sido todo para mi: mi mejor amigo, mi pareja, el chico con el que me casaría y formaría una familia...Llamé al timbre de su casa. Recuerdo que fue lo primero que compró cuando tuvo dinero: la casa. Antes vivíamos en un pequeño piso alquilado, demasiado pequeño pero nos mantenía juntos; al mudarnos, las dimensiones de la casa empezaron a sentirse como una metáfora de nuestra relación.Nate abrió la puerta de entrada: un portón blanco de madera oscura. Escuché a Alan llamarme desde alguna parte de la casa y lo vi salir desfilando de la cocina.—Ha hecho los deberes —comentó, seguramente antes de que yo pudiera echarle en cara que no sería la primera vez que ignoraba sus tareas—. Y dice que tienes un nuevo amigo que se pasa por el apartamento.Lo ignoré. A v
FAITHHelen era una buena amiga. La había conocido tras la ruptura con Nate cuando me mudé al apartamento porque, aparte de ser mi mejor amiga, era mi vecina. Vivía en el piso de arriba y debíamos ser las más jóvenes de todo el edificio.El sábado se quedó con Alan. Bajó en pijama y se acopló en mi sofá.—No me importa dormir aquí si quieres pasar la noche entera fuera —dijo.—No sé... creo que volveré pronto.—Estás muy guapa como para que no dejes que Zed lo disfrute.Le lancé un cojín. Zed me escribió a los pocos segundos:ZED: estoy abajoLlevaba toda la tarde corriendo de un lado a otro y no me había puesto el vestido hasta el último minuto para no arruinarlo. No tenía muchas más opciones de vestimenta. Cogí el pequeño bolso de hombro del sofá y le repetí a Helen lo que ya sabía sobre Alan.—Dile a tu madre que estaremos bien —le dijo y mi hijo me miró—. ¡Te quedas con tu tía favorita!Me incliné sobre el respaldo y le di un beso en la mejilla tersa y suave. Alan me lo devolvió.
FAITHA veces parecía que me tenía rencor.—¿Vienes a molestarme?Sus zapatillas pisaron el césped, crujió y se sentó en la fuente a mi lado.—Sólo vengo a fumar —dijo como si nada, encendiéndose un cigarro.Lo dejé pasar. Desde que dejamos, no habíamos pasado más de diez minutos juntos, ni siquiera hablamos nunca las cosas. Lo dejamos y fue como si aquello nos convirtiera en extraños.El humo de su cigarro se entremezcló con el olor de su colonia.—Alan está con Helen —dije—. Es mi mejor amiga, vive en el piso de arriba.Era raro que no supiera quién era Helen. Antes, Nate sabía todo de mi vida, hasta los detalles más irrelevantes y tontos. Nate siempre había sido el primero para mi, la persona a la que corría por cualquier cosa. Entonces, ya ni siquiera sabía quién era mi mejor amiga, como tampoco sabía que mi hermana había vuelto a contactarme y que yo estaba pensando en responderle el correo electrónico que me mandó.—Podrías haberme llamado.—Ya... no sé. Estás muy gilipollas y c