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FAITH

Sí, estaba llorando y yo estuve a punto de hacer lo mismo. Al recomponerme, le sequé las lágrimas y me sentí muy materna, como si ocho años distanciadas hubieran desaparecido en un instante. Clara siempre había sido mi hermana pequeña. Durante muchos años mis padres confiaron en mi para cuidarla, para recogerla de clase y para llevarla al parque... Hasta que empecé a salir con Nate y toda su confianza en mi desapareció.

Se limpió las mejillas con las mangas de su fina camiseta.

—No quería llorar —dijo.

Sobre sus hombros vi como Alan salía escopetado de dentro de la casa, correteando por la hierba más feliz que una perdiz acercándose a toda velocidad hasta que se dejó caer en mi regazo intentando treparme. Su pelo me hizo cosquillas debajo de la nariz.

—¿Qué pasa, cariño?

—Tiene mamitis —bromeó Clara.

—Tiene lo que le conviene —aseveré y, acariciándole la cabeza, le dije—: Sabes que no puedes salir aquí solo.

—No estoy solo, estás tú —me contestó.

Era un listillo, era como su padr
HET

¡¡¡¡LO DIJO!!!!

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