Camila la estaba pasando mal y él no podía hacer absolutamente nada para que su hija esté mejor.
Su esposa se estaba muriendo y no había dinero que pudiera comprar su vida.
La vieron los mejores especialistas del mundo, incluso vinieron médicos de Suiza y hasta de Cuba, pero todos le decían lo mismo, todos coincidían en el diagnóstico.
Catherine estaba consciente de lo que tenía y del tiempo que le quedaba.
Él estaba dedicado completamente a ella, repartía su tiempo entre el trabajo y su familia.
Ya ni se iba por ahí, el poco tiempo que tenía de sobra, se lo dedicaba a su esposa y a su hija.
La gran heredera lo sabía y se lo agradecía con toda su alma.
Cuando se fue el padre de su alumna, Mora se dirigió hacia la dirección del colegio.
Le tenía que informar a la directora.
Apenas entró a la dirección, le contó con sus lágrimas corriendo por las mejillas, lo que sucedía en esa familia.
Tuvo que tomar un vaso de agua para tranquilizarse, porque no podía volver al aula en esas condiciones.
La directora le dijo que luego del horario de clases hablarían con más tranquilidad, para ver cómo podrían contener a la niña.
Se quedó pensando que la joven docente era demasiado sensible, por un lado estaba bien porque tenía mucha empatía con sus alumnos, pero por otro lado no podía desmoronarse así, tenía que ser más fuerte, para poder contener a sus alumnos.
Aunque sabía que eso, muchas veces, venía con la experiencia que daban los años.
Mora volvió al aula y encontró a Camila llorando desconsolada, la preceptora le había llamado la atención, porque un niño la molestó porque ella estaba llorando y la pequeña le pegó a su compañerito.
La docente sentó sobre su falda a la niña y la abrazó fuerte.
Sally, la preceptora, no encontró lógica cuando vio los ojos llenos de lágrimas de Mora, quién tuvo que hacer un esfuerzo para contener su propio llanto.
Cuando la calmó, habló con la clase, para que no se burlen entre ellos, y dijo, de pasada, que no había que usar la violencia física cuando a uno lo cargaban, que con avisarle a la maestra era suficiente.
Sin embargo el resto de la clase, Camila no se alejó de ella.
A la salida a la niña la retiró, como siempre su niñera, que venía a buscarla con un chofer.
En ese momento la docente se dio cuenta del poder adquisitivo que tenía la niña y su padre le recordó a su propio prometido, siempre se manejaba con chofer y guarda espalda.
El colegio tenía una cuota mensual alta, debía ser la más alta de la ciudad, las personas que mandaban a sus hijos a ese establecimiento eran poderosas y ricas, nunca lo había pensado así, sin embargo el tormento que estaba viviendo esa niña, no había dinero que lo podía solucionar.
Se dirigió a la dirección, lo hizo con la preceptora.
Mora volvió a decir todo lo que le comentó el padre de Camila, lo hizo con más detalles.
Sally comprendió la situación y tuvo la empatía suficiente para saber que tenía que contener y consolar a la niña, pero al tener más años como docente, manejaba un poco mejor la dolorosa situación.
Al llegar a su casa, Mora lo comentó con su familia, ella vivía con sus padres y su hermana dos años menor que ella.
Apenas pudo comer y no dejaba de llorar, pensando en su alumna.
-Calmate Mora, sos la persona que tenés que contener a la niña, a su madre no la conocés o si lo hacés, la viste una o dos veces.
-Tenés razón, pero sin saber porqué, es mi alumna preferida, de verdad, siempre le tuve un cariño especial, lo que me transmite esa criatura es único.
-Hija, no sé qué decirte.
Le dice su madre, haciéndose eco del sufrimiento de la alumna de su hija.
Parecía que los problemas solo le salpicaba a la clase baja y sin embargo la tragedia y la muerte era igual para todo el mundo.
Eso es irónico.
A Mora le hizo bien compartir con su familia sus sentimientos, porque sabía que con su novio no podría hacerlo, él ni siquiera estaba de acuerdo con que ella trabaje, claro que sí sería abogada, como él, la cuestión hubiese sido distinta.
Según él, su trabajo no era respetado, ella había perdido cuatro años estudiando algo que solo era para los mediocres, para él, ella era algo así como una sirvienta para hijos de gente que depositaban a los niños en el colegio, para sacarlos de encima.
Pese a que el colegio en donde ella trabajaba era uno de los más prestigiosos de la ciudad.
Sacudió la cabeza, no era el momento de pensar en Amadeo, su novio.
Él no era un hombre empático, era clasista, dominante y soberbio, sin embargo estaba enamorado de ella casi hasta la obsesión.
Se fue a duchar, tratando de relajarse y estudiando las distintas posibilidades de cómo ayudar a camila.
Cuando ya en su cama, cerró los ojos, sintió un estremecimiento al recordar la mirada fría y extraña de Piero.
Era usual las miradas soberbias de los padres de sus alumnos, creyéndose muy por arriba de una simple maestra de grado, en eso Mora le tenía que dar la razón a Amadeo, sin embargo no le gustaba reconocerlo, porque ella amaba la docencia.
Estaba tentada a tomar un curso en una escuela estatal, de un barrio de bajos recursos, donde sin duda los padres respetarían más a los docentes de sus hijos, pero charlando con compañeras del profesorado, estas le dijeron que muchas veces los padres eran tan ignorantes que amenazaban a los docentes si estos no aprobaban a sus hijos, aunque los niños no respondan al aprendizaje y otra vez escuchaba en su cabeza la voz de Amadeo, diciéndole que era joven y tenía tiempo de estudiar otra carrera, que sea más importante.
A Mora le angustiaba mucho la manera de pensar de su novio, pero creía que con paciencia y amor, iba a lograr que él comprenda que a ella le gustaba ser docente, que le encantaba el contacto con los niños.
Aunque tenía que confesarse que también ella tenía dudas, a pesar de amar la docencia y que varias veces había revisado distintas carreras universitarias, para ver si alguna le podría interesar, a ella le encantaban los números y la licenciatura en economía le atraía bastante.
Esa carrera también le serviría para impartir clases en colegios secundarios.
No estaría mal estudiar, se propuso hablarlo con su familia, eran muy unidos y se consultaban todo.
En su hermana ella tenía a su compinche y se adoraban con el alma.
Mora era dos años mayor que Sofía, su hermana, físicamente eran parecidas, tenían la misma altura, ambas medían 1,65, eran delgadas, solo que Mora tenía el cabello de un rubio claro y lacio y Sofi, como solían llamarla, lo tenía con rulos y color castaño, aunque ella solía cambiarse el color, a veces lo llevaba violeta, llamando la atención de muchas personas.
Sofi estudiaba ciencias de la comunicación, es decir periodismo, lo hacía en la universidad pública y estaba fascinada con esa carrera.
Apoyaba a su hermana cuando decía que ser docente era un trabajo para pocas personas, porque era para formar a los adultos del mañana, sabía que siendo licenciada en economía o algo por el estilo, le iba a permitir vivir más holgadamente.
Aunque su futuro cuñado era millonario, entonces su hermana tendría que trabajar cómoda en lo que ella quisiera.
A Sofía no le terminaba de convencer como su cuñado trataba a su hermana, no es que la maltrataba, pero era un hombre dominante y no se lo podía contradecir, porque siempre surgía en él ese gesto despectivo que hacía sentir mal al otro.
Solo esperaba que su hermana fuera feliz, aunque ella dudaba que lo pudiera ser con Amadeo.
Cuándo Sofía intentó hablar con su hermana sobre el carácter de Amadeo, ella solo le dijo que era normal su carácter ya que las personas ricas solían pensar y ser así, pero que se quedara tranquila que él la adoraba y a ella siempre la trataba bien.
Eso era normal, nunca le había levantado la voz, que ella supiera, pero a Sofía había cosas que le molestaban y no podía explicarlas con claridad.
Mora era la dulzura y la bondad personificada y Sofi pensaba que su hermana se merecía a un príncipe azul, pero que este no tenía que ver con el dinero o la clase social, aunque para la mayoría de las personas, el dinero, la clase social y la estampa ya definían al príncipe azul y eso sí lo tenía que aceptar, su cuñado cumplía con esas tres premisas, porque atractivo también era, aunque no era el tipo de hombre que a ella le gustase.
A Sofía le gustaban los hombres más informales, más desfachatados, ella tenía 20 años y otra perspectiva de la vida.
Piero volvió a su casa y le contó a su esposa lo que habló con la docente de su hija, pero evitó decir la parte en que le confesó que a ella le quedaba poco tiempo de vida.Era realmente compasivo con ella, aunque no estaba perdidamente enamorado, él no estaba seguro de poder amar de otra manera, por lo que para él, lo que sentía era amor.También era consciente de que ella lo amaba mucho más profundamente a él.-Ahora que estamos solos, quiero hablar sinceramente.Piero siempre evitaba hablar del tema con ella, porque sabía que Katherine quería hablar de su enfermedad y del tiempo que le quedaba y realmente le dolía hasta la inmensidad lo que su esposa estaba viviendo.-Amor, vas a ver como con el último tratamiento vas a ir mejorando.-¡Basta! Ya sabemos los dos que no voy a mejorar, que estoy empeorando día a día y que no me queda de vida más que dos o tres meses y tenemos que hablar ahora.Estaba dolido y hasta desconcertado porque ella era más fuerte que él.-Piero, quiero hablar
Pasaron dos horas y los directivos consideraron que se debían retirar.Camila le pidió a su maestra que se quedase con ella.Mora accedió.Cerca de las 9 de noche, una persona le acercó un sandwich a Mora, la niña no quería comer nada, pero compartió lo que la docente estaba comiendo y solo en ese momento tomó gaseosa también del vaso de su maestra, luego con ella, fue al baño.Más tarde le sonó el teléfono a la jovén docente, se alejó un poco de su alumna jurándole que no se iba a ir, la niña, creyendo en su maestra, permitió que ésta se aleje.Piero fue detrás de Mora para decirle que no era necesario que se quedara y sin querer escuchó la conversación telefónica, el hombre que estaba hablando con ella, hablaba fuerte y él, aunque estaba detrás de ella, escuchaba todo perfectamente.-¿En dónde estás?-Sucedió algo, falleció la mamá de una alumna mía y estoy en el velorio.-Ok, saluda y listo, anda a tu casa, que paso por allá.-No puedo, la niña me necesita.-Debe tener a su padre y
El sábado a media mañana, a Mora, le sonó el teléfono, era un número desconocido, iba a cortar pensando que era alguien que le iba a ofrecer algún producto que no servía para nada, o tal vez podría ser una encuesta política, sin querer, en lugar de cortar, contestó.-Hola, ¿Mora?-Sí ¿Quién habla?-Perdón, soy Piero, el padre de Camila.-¿Le sucedió algo a Camila? ¿Cómo está?Ella enseguida pensó en la chiquilla, que sin duda estaba pasando por el peor momento de su vida.-No quisiera molestarte, pero Camila no deja de llorar y me preguntó si podías venir a verla.Mora se asombró ante tal petición, pero entendía que entre ella y la niña había una conexión especial.Decidió acceder ante la petición de su alumna.-Sí, dígame la dirección que me acerco.-Te mando un chofer.-No es necesario, señor.-Por favor.-No se preocupe, tengo vehículo propio, puedo acercarme.Sofía la estaba escuchando muy intrigada, pero por la seriedad con que contestaba su hermana, no se animó a hacer ningún co
Llegó a su casa por la noche del domingo, estaba cansada, solo quería comer algo sencillo, darse una ducha y dormir, pero al acostarse en su cama, de nuevo recordó la mirada de Piero.Definitivamente estoy loca, pensó, tratando de conciliar el sueño.Al día siguiente Camila se reincorporó al colegio, ella había hablado con sus alumnos el viernes anterior, lo hizo a instancia de la directora que le dijo que eso era lo correcto.La niña se abrazó a ella en cuanto la vió.Pero Mora no la alzó a upa, tenía que encontrar la forma de despegarla de a poco de su lado y que interactúe con sus compañeros de clases.Sabía que aunque ella quería consolarla en todo momento, lo mejor para Camila era que se adapte a su nueva vida y que pueda resolver por su cuenta los problemas que surgían.Los primeros días estuvo bien, pero el día jueves no quiso irse con la niñera, a Mora le daba la impresión de que la niñera era demasiado fría con la niña, tal vez la había retado por algo.Mora buscó en sus cont
La mucama la acompañó hasta la puerta indicada.Mora golpeó suavemente y entró solo cuándo escuchó que desde adentro le indicaron que entrara.-Permiso señor.Era un momento embarazoso.-Perdón por el momento que pasaste.-No es nada, señor, solo tiene que comprender que la niña perdió hace muy poquito a su madre y se siente sola.El hombre inspiró profundamente.Estaba contrariado.No sabía muy bien el motivo y se sentía cansado.Fue cuándo se le ocurrió una idea que le pareció genial, sin pensarlo dos veces, hablo.-Te propongo trabajar para mí, te contrato los sábados y si podés, también los domingos, estoy quitandote tiempo y no es justo.A Mora la tomó por sorpresa, luego lo miró con decepción.¿De verdad este hombre creía que el cariño que ella sentía por su hija lo podía comprar?Era un idiota más.-No se ofenda señor, pero de verdad vengo a ver a Camila cuándo ella lo desea y usted lo permite, solo porque le tengo mucho cariño a su hija, no estoy buscando que me contrate y com
-Quisiera hablar unos minutos con vos, para saber cómo avanza Cami en el colegio, si es que lo hace, seguime por favor, vamos a hablar más tranquilos en mi estudio.-Bueno, me despido de Cami, es un segundo, es que luego tengo que…hacer un trámite.Piero estaba a punto de sonreír, porque Mora llamó trámite ir a un salón de belleza, tal vez para ella lo era.Por lo que escuchó, antes era bastante más informal y él estaba seguro que tenía que ver con su novio y no con su empleo.Le habría encantado conocerla cuando usaba el cabello violeta, si ahora parece jovencita, en ese momento le hubiera parecido una criatura y tal vez no la hubiera mirado.Ahora sí que no reprimió la sonrisa, porque sabía que la hubiera mirado igual.Mora salió del cuarto de Cami, luego de prometerle que vendría en otro momento.Piero la esperó en el pasillo y los dos fueron al estudio del hombre.Él no quería parecer un jefe, por lo que se sentó en el sillón y la invitó a ella a hacer lo mismo.Ella tenía una pol
Piero estaba acompañado de una mujer hermosa, creía que iba a terminar la noche en su departamento, estaba casi relajado, hacía mucho tiempo que no se sentía así.Esa chica le estaba hablando al oído mientras él la tenía por la cintura, cuándo vio que varias miradas se dirigieron a la entrada.Vió entrar a un conocido, aunque tenían cierta amistad no lo podía considerar su amigo, habían hecho algunos negocios juntos, tenían acciones en común en varias empresas y hasta habían salido de juerga alguna que otra vez, estaba casi seguro que Katy se había enterado de sus infidelidades por él.Los ojos de Piero se posaron en la acompañante del hombre que acababa de entrar, que era, sin dudas, la que se llevaba todas las miradas.Era una mujer espectacular, una rubia sumamente llamativa, con un cuerpo infartante, provocativa como pocas, pero no dejaba de ser elegante, sin duda el vestido rojo que llevaba puesto, había sido hecho a medida para su escultural cuerpo.No podía apartar su vista de
Piero no dijo que la conocía y ella, por miedo a la reacción de Amadeo se calló la boca.Solo esperaba no encontrarse otra vez con el padre de su alumna.Seguramente eso era imposible, a lo mejor, para guardar las apariencias, en los últimos eventos en los que ella había acompañado a Amadeo, no se cruzaron, porque su esposa estaba en sus últimos momentos de vida.Sí, seguramente era solo por las apariencias.Mora se sentía totalmente incómoda.Ella siempre había dicho que tenía novio, no estaba en falta con Piero y mucho menos con Amadeo.Siempre habló de su novio como su prometido, porque él así la presentaba a ella y no eran solo palabras, Amadeo realmente se quería casar con ella.El empresario deliraba por la joven docente.Quería tener mucho más de ella y sentía que no lo terminaba de lograr, a pesar de tenerla y de poner su inmensa fortuna a los pies de la joven y que ella se entregaba a él, había como una pared entre ellos, una barrera que no podía derribar.Eso lo tenía mal y