No debí hablar mal de la familia Sanders en el elevador. No debí fingir no conocer a la familia Sanders y mostrarme despreocupada. Ya me he asegurado mi despido de la compañía Sanders.
Salgo del ascensor fingiendo que no ha pasado nada, intentando poner mi mejor cara.
Soy la única que daña el primer encuentro con un exnovio, dando su peor versión. Por mi gran bocota y lengua larga he firmado mi renuncia en la compañía en la que por años he trabajado.
Veo que Margara ya se encuentra en la oficina, se acerca a nosotros sosteniendo una enorme sonrisa, aunque es evidente que no es por mí, sino por su sobrino.
Se saludan con cariño, dándose un abrazo. Intento retirarme sutilmente, pero Margara me busca con la mirada.
—¿Ya conoces a Evie? —pregunta a Adam—. Ha sido mi secretaria por cinco años, conoce tan bien el funcionamiento de la empresa que será tu mano derecha.
Finjo una sonrisa mientras siento que Margara me agarra del brazo y sutilmente me arrastra hasta ella.
—Sí, la conozco —informa Adam.
—Oh, ¿en serio? —exclama Margara.
Siento que mi pulso se acelera como un loco y mi garganta se seca por completo, hasta comenzar a arder por la tensión. M****a… ¡¿le va a contar que fuimos novios y que yo le terminé de la forma más dolorosa posible?!
—Sí, la conocí en el elevador —informa.
—Ah… claro —suelta Margara—. Bueno, permítanme presentarlos como es debido. Evie, te presento a mi sobrino Adam, será el nuevo jefe del grupo Sanders.
Adam me ofrece la mano y yo se la estrecho. Su tacto me hace encender la piel, casi me quema.
—Mucho gusto —digo.
Mucho gusto; qué palabras más tontas he podido elegir. El recuerdo de Adem y sus ojos llenos de lágrimas golpean mi mente de la forma más brusca posible. No debí tratarlo tan mal esa última vez que nos vimos, no debí dejarlo de pie ahí, debajo de la lluvia.
No debí… rechazar su propuesta de matrimonio…
Margara y Adam se encierran en la oficina, las persianas del gran ventanal me dejan verlos a lo lejos, están muy concentrados en su conversación, tal vez y discuten cómo echarme de la empresa, posiblemente Adam le está contando lo villana que fui con él en el pasado y que ahora planea la mejor venganza hacia mí.
Yo estoy reducida en mi escritorio, intento fingir que tengo mucho trabajo; paso de organizar unos papeles en una carpeta a ver la pantalla del computador que tiene una ventana de Excel abierta.
Mi mandíbula no deja de temblar y mi pulso palpita en mis sienes, hasta puedo escucharlo.
Adam Sanders, ¿cómo es posible? ¿Acaso no sería su padre el que iba a ser el nuevo CEO?
Margara me lo dijo la semana pasada, que sería su hermano quien la reemplazaría, ¿en qué momento la junta administrativa decidió que Adam era el más cualificado para el puesto?
Recuerdo que Margara ayer por la tarde me informó que hubo un cambio de última hora cuando la junta se reunió, me mencionó a su sobrino, pero… ¿por qué no logré atar los cabos sueltos si ya todos lo rumoraban?
¿Cómo no supuse que hablada de mi exnovio?
Siento que no quería aceptarlo, porque eso me haría recordar ese doloroso pasado.
Quiero disculparme con Adam, contarle mis razones para haberlo rechazado.
Todos estos años lo he deseado pero… soy tan cobarde, no soporto recordar mi doloroso pasado.
Me va a despedir, de eso no hay ninguna duda. ¿Quién le gustaría tener como secretaria a la exnovia que rechazó su propuesta de matrimonio?
Llevo una mano a mi nuca. El estrés y el suspenso me están matando…
Adam Sanders siendo mi jefe… ¿cómo sucedió? Esto es impresionante.
En el pasado yo lo regañaba porque no sabía nada de libros, debía explicarle todo, pero ahora está manejando una compañía enfocada en el mundo editorial, qué ironías da la vida. Bueno, eso sucedió hace seis años o más... ya no lo recuerdo.
Está más grande, los años lo han tratado muy bien, con ese cuerpo atlético, su cabello rubio corto y porte elegante. Siempre me gustó su personalidad, tiene tanta clase.
¡Por Dios, Evie, ¿qué estás pensando?! ¡Debes calmarte, será tu jefe…!
Saco una barrita de proteína de una de las gavetas del escritorio y me la como en tres bocados. Me muero del hambre… Y esta ansiedad no ayuda…
Seis minutos después:
Por fin la puerta de la oficina se abre y de un salto me levanto de la silla de escritorio.
Margara me pide que lleve unos documentos a la oficina. Al entrar con el manojo de papeles, mi mirada vuelve a encontrarse con aquellos ojos azules intensos.
Mi corazón está que le da un infarto. Adam Sanders… ¡por fin puedo verlo, por fin está otra vez en mi vida!
Dejo los documentos sobre la mesa de escritorio y Adam los comienza a hojear.
Margara pide que me quede en la reunión para delegarme tareas. Genial, ahora tendré que quedarme hasta tarde ayudando a Adam a organizarse en su nuevo puesto.
Aquel día Adam fingió no conocerme, así como los días posteriores a su inducción.
Margara no se despegaba de él ni un sólo momento, recorrían la empresa observándolo todo y yo debía estar detrás de ellos apuntando todas las tereas que me delegaban.
Fue un infierno.
Me quedaba hasta entrada la noche terminando el montón de trabajo. Además de no poder dormir nada pensando que al día siguiente me informaría de mi despido o me pediría la renuncia.
Y cuando lograba dormirme, tenía pesadillas de él humillándome, confrontándome por haberlo dejado arrodillado debajo de la lluvia, suplicándome…
Pero Adam no decía ni una sola palabra. Me miraba fijamente y después volvía a su trabajo, como si se tratara de un espejismo que no le llama la atención.
¿Por qué me ignora? ¿Por qué finge que no me conoce? ¿Acaso está tramando una venganza hacia mí?
No dejaba de observarlo en su oficina que terminó remodelando por completo y ahora parece una lujosa oficina de concepto minimalista, ya no hay nada que recuerde la clásica oficina editorial de Margara.
En ningún momento Adam levantó la mirada para verme, pero sé que él sabía que yo lo observaba.
Esa segunda semana Margara ya había dejado la empresa, el sábado se le organizó toda una despedida con bombos y platillos, claramente yo fui quien se ocupó de toda la logística.
Y ahora me quedé con un exnovio como jefe, del cual no sabía si estaba preparando mi asesinato con una tortura previa. O tal vez estaba esperando a que Margara se fuera de la empresa para despedirme, pues sabía que ella no permitiría tal despido injustificado.
Debía llevarle unos informes a Adam a primera hora de la mañana.
Él, como siempre, estaba tan concentrado en su trabajo como siempre, con la mirada pegada a la pantalla de la laptop.
—Señor, aquí están los informes que me pidió —informo.
En vista de que me ignora como siempre, dejo los papeles sobre la mesa de escritorio y me dispongo a salir.
—Evie, espera un momento —pide repentinamente.
Me detengo en el umbral de la puerta. Él alza la mirada de la laptop donde anteriormente estaba tecleando como si no hubiera un mañana.
—Por favor, siéntate —pide y me hace señas con la mirada para que ocupe puesto en el sillón de cuero marrón frente a él.
Obedezco su orden y siento el silencio incómodo escrutarme los huesos.
Adam se levanta de su sillón y camina rodeando la mesa de escritorio, se recuesta a la misma e inclina su torso hacia mí.
Desde mi ángulo se ve imponente, como un grandulón de hermosos ojos azules intensos. Despliega una sonrisa ladina.
—Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos, Evie —dice.
Trago en seco y mi espalda se coloca más rígida, así como aprieto con fuerza mis muslos.
—Sí, seis años —comento.
—Jamás creí que nuestro encuentro se daría en estas condiciones —suelta y su mirada se entorna y me barre de pies a cabeza.
Ha llegado el momento, me va a despedir. Va a humillarme en venganza por haberlo rechazado en el pasado.
Va a destrozar mi corazón como yo lo hice con el suyo.
La venganza de mi exnovio por haberlo rechazado en el pasado comienza ahora.
Adam volvió a sonreír, pero esta vez su mirada me estaba seduciendo, recordándome a esas noches cuando me abrazaba en la cama y me susurraba palabras lindas. Parpadeo dos veces para volver en sí, necesito que su belleza deje de cautivarme. Veo que toma un papel del escritorio, le echa una mirada rápida y después me lo ofrece. —Necesito que leas esto. —¿Qué es esto? —pregunto. Intento mantenerme lo más seria posible y no dejarme cautivar por sus encantos naturales que desbordaba al hacer un simple movimiento. —Quiero hacer un negocio contigo —me informa—, uno donde los dos saldremos beneficiados. Suelto un suspiro para calmar mis nervios, ¿está intentando sobornarme para dejar la empresa? —Adam… —Me detengo en seco y recuerdo que ahora es mi jefe—. Señor Sanders, esto no es necesario, si lo que desea es que yo renuncie, lo haré sin ningún problema. Entiendo que para ambos será incómodo trabajar juntos debido a nuestro pasado. Intento entregarle el papel, pero no lo acepta, así
—Necesito pensarlo —confieso mientras inclino la mirada a la hoja que reposan en mis piernas. —Tienes el resto de la semana para pensarlo, el sábado por la mañana espero tu respuesta. Me levanto del sillón de cuero y por un momento nos observamos fijamente. Siento un impulso de abalanzarme a Adam y comerlo a besos. —Debo volver al trabajo, señor Sanders —susurro, calmando mis impulsos carnales. Siento su respiración golpear en mi rostro y hacerme cosquillas. Estamos tan cerca… —La llamaré cuando la necesite, señorita Flores —susurra y vuelve a mostrarme aquella sonrisita ladina y coqueta. Salgo de la oficina de Adam acalorada, con las mejillas encendidas de rubor y un cosquilleo de emoción en el pecho. Al sentarme en mi escritorio vuelvo a observar el gran ventanal, pero las persianas están corridas, así que no puedo verlo. *** En el restaurante apenas había una pareja de ancianos que tomaban
La habitación había tomado el ambiente necesario para lo que debía proceder. Hacía más de dos años que no tenía sexo con algún hombre, ni siquiera intenté en todo este tiempo estimularme. Llegué a creer que nunca más volvería a sentir excitación… aunque volver a estar cerca de Adam despertó en mí cada fibra de mi cuerpo, recordándome lo que era desear con todas las fuerzas que un hombre me poseyera. El recordar todas las veces que lo deseé a la distancia y saber que ahora lo tenía detrás de mí, estrechándome y besándome el cuello, hombro y que poco a poco bajara las mangas de mi vestido, hasta desnudar mi espalda… me llenaba de una excitación que solamente él en el pasado logró hacerme sentir. Me volteé y lo observé fijamente, acercando mi nariz hasta rozar con la suya. —Adam… hazme tuya otra vez, por favor —susurré. Tomó mi barbilla con una mano suavemente, hasta hacer que nuestros labios se encontraran. Su suave tacto; el sabor del vino en nuestros paladares; nuestras lenguas
—Debiste informarme, Hugo, ¡es la casa que me heredó mi madre, ¿cómo pudiste hacerme esto?! —exclamé con impotencia.—¡Cállate de una puta vez! —restalló Hugo y me dio un bofetón, haciendo que cayera al suelo.Con vista borrosa, vislumbré su silueta abalanzarse a mí. Intenté defenderme, gritar y pedir auxilio.El filo del cuchillo perforó mi abdomen y todo cesó. Hugo salió corriendo, dejándome tendida en la cocina, desangrándome.Pobre chica tonta. Pobre mujer que se deja engañar de un hombre. Pobre Evie… que va a morir a manos de un vil estafador. ***Me desperté abruptamente, jadeando y con mi cuerpo cubierto por una capa de sudor. Las lágrimas corrían por mis mejillas y la herida en mi vientre ardía, recordándome mi triste y penoso pasado.Un día más en que las pesadillas me hacen cargar unas terribles ojeras.Después de bañarme y cambiarme, me siento frente al tocador, observándome el rostro. Me pregunto c
A primera hora del día me llegó un pedido, me extrañé en gran manera, porque yo no estaba esperando ningún encargo. Le intenté explicar al joven que tal vez era un error, pero él constató en su planilla y sí, efectivamente era yo.Con curiosidad, abrí la caja y mi sorpresa fue tan grande que solté un grito de emoción. Era un vestido rojo, elegantísimo de la marca Chanel y unos tacones dorados Gucci.En la caja también estaba una nota con un mensaje inscrito: “Una hermosa dama necesita las mejores prendas para lucir su bella figura. Úsalos este sábado. Tuyo, Adam”.Solté un enorme suspiro después de leer la nota y las lágrimas de emoción inundaron mis pupilas.Natalie tiene razón, Adam me sigue amando, me lo está demostrando.Decidí agradecerle su regalo dándole u
Natalie dejó salir un suspiro. Apretó los labios mientras me veía de forma lastimera.—No lo entiendo, ¿por qué es tan malvado contigo? —soltó.—Se venga de mí, es evidente —tomé un trago de la botella de cerveza—. Vio la oportunidad de hacerme sufrir y es lo que hace.—Pero ¿y el embarazo? ¿Y el pago de la hipoteca? —cuestionó—. Evie, no tiene lógica, ¿por qué gastar tanto dinero para ayudarte? Y los regalos, las constantes salidas a restaurantes lujosos… Alguien que detesta a una persona no se toma tantas molestias.—Me parece que sí quiere tener un hijo, se esmera mucho en ello —confesé—, pero también tiene resentimiento hacia mí.—Tal vez su novia no puede tener hijos y acordaron tener un hijo por otros medios. —Natalie tomó
La conducta de Adam me confundía. Me estaba volviendo loca. ¿Por qué quería estar conmigo y tener un hijo si seguía sin perdonarme? ¿Cuáles eran sus verdaderas intenciones?Mi celular suena y lo reviso con cansancio, en todo el día he tenido mucho trabajo y lo único que quiero es una ducha y acostarme a dormir temprano.“Las zorras como tú deben morir” leo.Un malestar invade mi pecho, subiendo hasta mi garganta y dándome un mal sabor. Hugo.No se sintió satisfecho con intentar asesinarme y dejarme con una enorme deuda en el banco. Ahora me amenaza con matarme y enviarme constantes mensajes de amenaza.Bloqueo el número y borro el mensaje. Estoy acostumbrada a esto, hace dos años lo hace, a este paso ya no me atemorizan, pero sí que duelen, porque no me dejan superar ese oscuro pasado.Alzo la mirada y observo por la ventana d
En la velada de ese sábado estaban reunidos los más importantes empresarios del país, todos llevando finísimos trajes hechos a la medida.Adam hablaba con una mujer llamada Raquel, esa noche me enteré de que fue su última novia, estuvo con ella por cuatro años, aunque al verlos notaba que seguía habiendo una química palpable. Ella le sonreía y acomodaba su melena oscura con coquetería.Quería irme de ahí, estaba sentada a la mesa, tomando champán, tan solitaria que era evidente que yo no podría encajar nunca en esa sociedad. Me limité a comer y beber champán.A Adam lo conocía todo el mundo, se acercaban a la mesa y hablaban de negocios, aunque él me presentó con todos, era evidente que al escuchar mis apellidos proletariados, perdían el interés y me ignoraban sin ningún atisbo de educación.<