Todas las mañanas, cuando el reloj marca las ocho y media tomo el elevador que me lleva al piso veintiuno. Siempre quedo sola en el ascensor, soy la única que va a ese piso, pues es allí donde queda la oficina del CEO. Llevo trabajando en la compañía Sanders por cinco años como secretaria, me siento afortunada porque hasta el momento mi jefa Margara me ha tratado bien. Como cualquier trabajo he tenido mis problemas, sobre todo porque la presión que se vive en una compañía tan grande es inmensa. Por debajo del vidrio de mis lentes me froto el ojo izquierdo. No he podido dormir bien, con esto de la jubilación de mi jefa y las especulaciones del nuevo CEO no he podido dormir. Las puertas del ascensor se abren y entro seguida de todo un grupo de personas que me arrastran hasta el fondo (el diario vivir). Las puertas del ascensor están a punto de cerrarse, pero se escucha al fondo la voz de un hombre y no entiendo cómo permiten que entre, si ya no cabe un alma más. Afortunadamente en e
No debí hablar mal de la familia Sanders en el elevador. No debí fingir no conocer a la familia Sanders y mostrarme despreocupada. Ya me he asegurado mi despido de la compañía Sanders. Salgo del ascensor fingiendo que no ha pasado nada, intentando poner mi mejor cara. Soy la única que daña el primer encuentro con un exnovio, dando su peor versión. Por mi gran bocota y lengua larga he firmado mi renuncia en la compañía en la que por años he trabajado. Veo que Margara ya se encuentra en la oficina, se acerca a nosotros sosteniendo una enorme sonrisa, aunque es evidente que no es por mí, sino por su sobrino. Se saludan con cariño, dándose un abrazo. Intento retirarme sutilmente, pero Margara me busca con la mirada. —¿Ya conoces a Evie? —pregunta a Adam—. Ha sido mi secretaria por cinco años, conoce tan bien el funcionamiento de la empresa que será tu mano derecha. Finjo una sonrisa mientras siento que Margara me agarra del brazo y sutilmente me arrastra hasta ella. —Sí, la conozc
Adam volvió a sonreír, pero esta vez su mirada me estaba seduciendo, recordándome a esas noches cuando me abrazaba en la cama y me susurraba palabras lindas. Parpadeo dos veces para volver en sí, necesito que su belleza deje de cautivarme. Veo que toma un papel del escritorio, le echa una mirada rápida y después me lo ofrece. —Necesito que leas esto. —¿Qué es esto? —pregunto. Intento mantenerme lo más seria posible y no dejarme cautivar por sus encantos naturales que desbordaba al hacer un simple movimiento. —Quiero hacer un negocio contigo —me informa—, uno donde los dos saldremos beneficiados. Suelto un suspiro para calmar mis nervios, ¿está intentando sobornarme para dejar la empresa? —Adam… —Me detengo en seco y recuerdo que ahora es mi jefe—. Señor Sanders, esto no es necesario, si lo que desea es que yo renuncie, lo haré sin ningún problema. Entiendo que para ambos será incómodo trabajar juntos debido a nuestro pasado. Intento entregarle el papel, pero no lo acepta, así
—Necesito pensarlo —confieso mientras inclino la mirada a la hoja que reposan en mis piernas. —Tienes el resto de la semana para pensarlo, el sábado por la mañana espero tu respuesta. Me levanto del sillón de cuero y por un momento nos observamos fijamente. Siento un impulso de abalanzarme a Adam y comerlo a besos. —Debo volver al trabajo, señor Sanders —susurro, calmando mis impulsos carnales. Siento su respiración golpear en mi rostro y hacerme cosquillas. Estamos tan cerca… —La llamaré cuando la necesite, señorita Flores —susurra y vuelve a mostrarme aquella sonrisita ladina y coqueta. Salgo de la oficina de Adam acalorada, con las mejillas encendidas de rubor y un cosquilleo de emoción en el pecho. Al sentarme en mi escritorio vuelvo a observar el gran ventanal, pero las persianas están corridas, así que no puedo verlo. *** En el restaurante apenas había una pareja de ancianos que tomaban
La habitación había tomado el ambiente necesario para lo que debía proceder. Hacía más de dos años que no tenía sexo con algún hombre, ni siquiera intenté en todo este tiempo estimularme. Llegué a creer que nunca más volvería a sentir excitación… aunque volver a estar cerca de Adam despertó en mí cada fibra de mi cuerpo, recordándome lo que era desear con todas las fuerzas que un hombre me poseyera. El recordar todas las veces que lo deseé a la distancia y saber que ahora lo tenía detrás de mí, estrechándome y besándome el cuello, hombro y que poco a poco bajara las mangas de mi vestido, hasta desnudar mi espalda… me llenaba de una excitación que solamente él en el pasado logró hacerme sentir. Me volteé y lo observé fijamente, acercando mi nariz hasta rozar con la suya. —Adam… hazme tuya otra vez, por favor —susurré. Tomó mi barbilla con una mano suavemente, hasta hacer que nuestros labios se encontraran. Su suave tacto; el sabor del vino en nuestros paladares; nuestras lenguas
—Debiste informarme, Hugo, ¡es la casa que me heredó mi madre, ¿cómo pudiste hacerme esto?! —exclamé con impotencia.—¡Cállate de una puta vez! —restalló Hugo y me dio un bofetón, haciendo que cayera al suelo.Con vista borrosa, vislumbré su silueta abalanzarse a mí. Intenté defenderme, gritar y pedir auxilio.El filo del cuchillo perforó mi abdomen y todo cesó. Hugo salió corriendo, dejándome tendida en la cocina, desangrándome.Pobre chica tonta. Pobre mujer que se deja engañar de un hombre. Pobre Evie… que va a morir a manos de un vil estafador. ***Me desperté abruptamente, jadeando y con mi cuerpo cubierto por una capa de sudor. Las lágrimas corrían por mis mejillas y la herida en mi vientre ardía, recordándome mi triste y penoso pasado.Un día más en que las pesadillas me hacen cargar unas terribles ojeras.Después de bañarme y cambiarme, me siento frente al tocador, observándome el rostro. Me pregunto c
A primera hora del día me llegó un pedido, me extrañé en gran manera, porque yo no estaba esperando ningún encargo. Le intenté explicar al joven que tal vez era un error, pero él constató en su planilla y sí, efectivamente era yo.Con curiosidad, abrí la caja y mi sorpresa fue tan grande que solté un grito de emoción. Era un vestido rojo, elegantísimo de la marca Chanel y unos tacones dorados Gucci.En la caja también estaba una nota con un mensaje inscrito: “Una hermosa dama necesita las mejores prendas para lucir su bella figura. Úsalos este sábado. Tuyo, Adam”.Solté un enorme suspiro después de leer la nota y las lágrimas de emoción inundaron mis pupilas.Natalie tiene razón, Adam me sigue amando, me lo está demostrando.Decidí agradecerle su regalo dándole u
Natalie dejó salir un suspiro. Apretó los labios mientras me veía de forma lastimera.—No lo entiendo, ¿por qué es tan malvado contigo? —soltó.—Se venga de mí, es evidente —tomé un trago de la botella de cerveza—. Vio la oportunidad de hacerme sufrir y es lo que hace.—Pero ¿y el embarazo? ¿Y el pago de la hipoteca? —cuestionó—. Evie, no tiene lógica, ¿por qué gastar tanto dinero para ayudarte? Y los regalos, las constantes salidas a restaurantes lujosos… Alguien que detesta a una persona no se toma tantas molestias.—Me parece que sí quiere tener un hijo, se esmera mucho en ello —confesé—, pero también tiene resentimiento hacia mí.—Tal vez su novia no puede tener hijos y acordaron tener un hijo por otros medios. —Natalie tomó