A primera hora del día me llegó un pedido, me extrañé en gran manera, porque yo no estaba esperando ningún encargo. Le intenté explicar al joven que tal vez era un error, pero él constató en su planilla y sí, efectivamente era yo.Con curiosidad, abrí la caja y mi sorpresa fue tan grande que solté un grito de emoción. Era un vestido rojo, elegantísimo de la marca Chanel y unos tacones dorados Gucci.En la caja también estaba una nota con un mensaje inscrito: “Una hermosa dama necesita las mejores prendas para lucir su bella figura. Úsalos este sábado. Tuyo, Adam”.Solté un enorme suspiro después de leer la nota y las lágrimas de emoción inundaron mis pupilas.Natalie tiene razón, Adam me sigue amando, me lo está demostrando.Decidí agradecerle su regalo dándole u
Natalie dejó salir un suspiro. Apretó los labios mientras me veía de forma lastimera.—No lo entiendo, ¿por qué es tan malvado contigo? —soltó.—Se venga de mí, es evidente —tomé un trago de la botella de cerveza—. Vio la oportunidad de hacerme sufrir y es lo que hace.—Pero ¿y el embarazo? ¿Y el pago de la hipoteca? —cuestionó—. Evie, no tiene lógica, ¿por qué gastar tanto dinero para ayudarte? Y los regalos, las constantes salidas a restaurantes lujosos… Alguien que detesta a una persona no se toma tantas molestias.—Me parece que sí quiere tener un hijo, se esmera mucho en ello —confesé—, pero también tiene resentimiento hacia mí.—Tal vez su novia no puede tener hijos y acordaron tener un hijo por otros medios. —Natalie tomó
La conducta de Adam me confundía. Me estaba volviendo loca. ¿Por qué quería estar conmigo y tener un hijo si seguía sin perdonarme? ¿Cuáles eran sus verdaderas intenciones?Mi celular suena y lo reviso con cansancio, en todo el día he tenido mucho trabajo y lo único que quiero es una ducha y acostarme a dormir temprano.“Las zorras como tú deben morir” leo.Un malestar invade mi pecho, subiendo hasta mi garganta y dándome un mal sabor. Hugo.No se sintió satisfecho con intentar asesinarme y dejarme con una enorme deuda en el banco. Ahora me amenaza con matarme y enviarme constantes mensajes de amenaza.Bloqueo el número y borro el mensaje. Estoy acostumbrada a esto, hace dos años lo hace, a este paso ya no me atemorizan, pero sí que duelen, porque no me dejan superar ese oscuro pasado.Alzo la mirada y observo por la ventana d
En la velada de ese sábado estaban reunidos los más importantes empresarios del país, todos llevando finísimos trajes hechos a la medida.Adam hablaba con una mujer llamada Raquel, esa noche me enteré de que fue su última novia, estuvo con ella por cuatro años, aunque al verlos notaba que seguía habiendo una química palpable. Ella le sonreía y acomodaba su melena oscura con coquetería.Quería irme de ahí, estaba sentada a la mesa, tomando champán, tan solitaria que era evidente que yo no podría encajar nunca en esa sociedad. Me limité a comer y beber champán.A Adam lo conocía todo el mundo, se acercaban a la mesa y hablaban de negocios, aunque él me presentó con todos, era evidente que al escuchar mis apellidos proletariados, perdían el interés y me ignoraban sin ningún atisbo de educación.<
Me encontraba en el patio de mi casa, observando el árbol de mango, estaba repleto de frutas maduras. No me decidía por si hacerlas dulces o una mermelada.—Evie, ¿me estás escuchando? —preguntó Natalie.Volteé a verla y solté un suspiro.—Lo digo muy en serio, Marco está sospechando y sabes lo que va a pasar si se entera de que estás teniendo una relación con Adam. El odio que él le tiene es tan grande que me da mucho miedo… —Abrazó su panza—. Me da miedo cuando habla del odio que le tiene a la familia Sanders. Sé que es injusto que los culpe de la muerte de tu madre, ellos no le hicieron daño y que tú también eres una víctima más, pero… él no lo acepta, aún no acepta haberla perdido.—Tendrá que aceptarlo, en algún momento deberá hacerlo —l
Otro regalito de mi jefe.Tengo extendido el hilo rojo fuego de encaje frente a mí.—Válgame Dios, pero si esto no tapa nada —solté.Leí la nota: “Sedúceme esta noche”.A este paso vamos a tener trillizos, ¿es que no se cansa? Es un semental…No recordaba que Adam fuera tan activo en el pasado. O sea, sí me quedaba a pasar noches en su apartamento, mi madre y hermano estaban creidísimos que me iba a trabajar de mesera, haciendo turnos nocturnos porque no nos alcanzaba el dinero para esa época, así que no le veían ningún problema con que tuviera un segundo trabajo.Bueno, sí trabajaba, trabajaba mucho para darle orgasmos a mi noviecito. Y tanto que odiaron a Adam y era él quien pagaba las compronas que yo hacía a fin de mes, todo gracias a que yo trabajaba arduamente, cabalgando encima suyo,
El fin de semana estaba en la mansión como se estipulaba en el contrato. Decidí no contarle a Adam que me había hecho una prueba de embarazo. Fue una falsa alarma, salió negativa. Comenzaba a preocuparme el hecho de no quedar embarazada, ya llevábamos cuatro meses intentando y no sucedía nada.Sabía que tenía toda la capacidad de quedar embarazada, no tengo ningún problema, aunque no sabía si sucedía el mismo caso en Adam. Tal vez y por eso quería tener un hijo, porque le dijeron que tenía pocas probabilidades.Mientras me terminaba de duchar, Adam entró al baño completamente desnudo y abrió la puerta corrediza de cristal, me barría de pies a cabeza con una mirada seductora. Intentaba no cohibirme con su presencia, sería bastante ridículo porque la noche anterior habíamos tenido sexo.—¿Qué sucede? &mdash
El día que conocí a Adam llevaba un mes trabajando en la librería, recién graduada de la universidad, a diferencia de mis amigos que ya tenían buenos trabajos, yo aún no sabía qué hacer con mi vida. Me gustaban los libros, los veía como mi hogar y trabajar en frente de la compañía Sanders me hacía tener la esperanza de que algún día trabajaría para la editorial o algún editor entraría por la puerta de la librería, me conocería y descubriría un valor significativo en mis escritos, publicándolos y convirtiéndome en una escritora reconocida a nivel mundial.Era una gran fantasía que realmente creía a mis veintitrés años y me animaba a levantarme por las mañanas.Cada vez que sonaba la campanilla de la puerta al abrirse, subía la mirada del mostrador y observaba al cliente, repar&