Dos semanas más tarde mi vida comenzaba a tomar el rumbo que quería.
Máximo y yo habíamos ido a cenar a la casa de sus tíos para que los pudiera conocer.
Pude entender por qué él los adoraba tanto: ellos eran muy cariñosos y se notaba el amor con el que lo habían criado.
Y también me presentó a su primo, que era de las personas más divertidas que había conocido. Incluso tanto como Jenny… Estaba segura de que harían una hermosa pareja. Tal vez podríamos salir los cuatro algún día.
Disfruté mucho la cena, especialmente porque me habían hecho sentir como si fuera una más d
Suspiré mientras dejaba el papel doblado por la mitad sobre el escritorio de madera. Sabía que lo que estaba por hacer era una locura, pero ya no podía echarme atrás. También era consciente de que iba a estar en boca de todos mañana, aunque eso no era lo que realmente me importaba, sino mi padre. Durante los últimos años habíamos tenido cientos de charlas sobre esto, pero ante su intensa y firme negativa tuve que tomar una decisión. Ojalá me hubiera comprendido cuando se lo rogué... Acaricié con dulzura a mi gatito Ponce mientras este ronroneaba.<
Llevaba seis horas conduciendo y todavía no sabía cuál era mi destino final. Había visto un par de lugares en el mapa donde podría estudiar lo que me gustaba, y que se estaban lo suficientemente lejos de mi casa para que al menos por un tiempo no me pudieran encontrar. Observé el reloj que estaba sobre la pantalla táctil de mi auto: eran las nueve de la mañana. Para este entonces mi padre ya debía saber que me había escapado, y seguramente tendría a todo el mundo buscándome. Me había asegurado de dejarle una nota para que no pensara que me había pasado algo malo, ya que al ser parte de una familia con bastante poder siempre estábamos expuestos a constantes amenazas. Joder, eso tampoco lo iba a extrañar para nada. De pronto un cartel negro con letras blancas y pequeña
El tal Máximo conducía a gran velocidad, pero me sorprendía bastante la habilidad con la que lo hacía. Luego de unos diez minutos, nos detuvimos frente a una casa de dos pisos. Sus paredes eran blancas, su techo de color rojo oscuro, y a ambos lados de la puerta habían dos columnas. Sin duda era una casa preciosa. A su alrededor había otras que eran de estructuras similares, pero con distintos colores. Máximo se bajó de su auto y se cruzó de brazos a esperarme. ¿Por qué si parecía tan irritado de estar conmigo, me ayudaba? Joder, qué tipo raro. Tomé mi bolso y a Ponce, y bajé del vehículo. Él me observó, luego a mi gatito, y finalmente de nuevo a mi.
-Hola... Lo siento, soy nueva aquí y estaba buscando algo para comer. Prometo que lo voy a reponer- hablé rápido. -No te preocupes, aquí compartimos todo. Hacemos una compra al mes y dividimos la plata. Soy Jared- se acercó a mí con una sonrisa. -Soy Anastasia- respondí sonriendo. El muchacho tenía el cabello colorado y unas simpáticas pecas alrededor de su nariz. Parecía ser una persona muy cálida y eso en cierto modo me alivió; deseaba tener una convivencia tranquila. -¿Quieres un sándwich?- preguntó mientras se acercaba al refrigerador y tomaba una bandeja con algunos ya preparados. -Si, por favor- dije con un poco más de confianza. Me extendió uno y nos
POV Anastasia Una vez que llegamos a la casa, Máximo y yo comenzamos a guardar las cosas en la cocina. En el viaje de vuelta me había dejado bien en claro que no quería charlar conmigo, así que todo el rato me mantuve callada. A veces me parecía que me observaba de reojo, pero cuando lo miraba ya me estaba dando la espalda. Quedaba poco trabajo cuando su teléfono comenzó a sonar y a paso tranquilo se alejó para contestar. Tomé los elementos personales que me había comprado y subí a mi habitación. Al abrir la puerta me encontré con Ponce, quien estaba sobre la cama plácidamente dormido. Los gatos eran tan independientes que a veces ni siquiera notaban nuestra ausencia. Acomodé las cosas dentro de un pequeño ropero que había en una esquina y recordé que debía salir a compr
Al día siguiente, luego de que la molesta alarma sonara, me estiré en la cama y sentí la emoción de comenzar un nuevo idea en éste pueblo. Me puse de pie y corrí a abrir la ventana, me encantaba disfrutar del aire fresco de la mañana y del sol que entraba por ella. Sin embargo, algo mucho mejor que eso captó mi atención: Maximo estaba haciendo ejercicio en el jardín. Traía puesta una musculosa gris y unos joggins negros que marcaban perfectamente cada uno de sus músculos. Estaba realizando el ejercicio de dominada, elevando su cuerpo con los brazos usando una barra de hierro para impulsarse hacia arriba. Cada vez que levantaba su peso toda su espalda se marcaba dejando ver lo escultural que era su cuerpo. -Buenas noches, princesita- Luego de lo de hoy a la mañana no lo había visto hasta la hora de la cena, pero al parecer seguía con ánimos de burlarse de mí. -¿Por qué me llamas así?- me dí media vuelta y caminé hacia él con molestia. Alzó sus cejas al ver mi respuesta, sin embargo se veía bastante complacido por mi reacción. -Se puede ver a leguas que no vienes de una familia cualquiera- soltó como si nada. Mi corazón se aceleró y todo mi cuerpo se tensó. -No me conoces- contesté, aunque más que una afirmación parecía ser una pregunta. Esa misma noche Elisa, la novia de Jared, se quedó a dormir en la casa. Y al día siguiente fuimos juntas a la escuela de arte. Nuestras materias de hoy no coincidían, pero por lo menos aprovecharíamos el camino para charlar. Ella estudiaba principalmente dibujo artístico, pero también le apasionaba pintar con óleo. Incluso me mostró algunas imágenes de sus obras y eran realmente excelentes. Luego me contó cómo conoció a su novio en un parque de diversiones luego de que se descompusiera por subir a una montaña rusa… Si, nada romántico. Pero en fin, luego de eso se volvieron buenos amigos y poco a poco se fueron enamorando. Hacía cuatro años que estaban juntos y comenzaban a planear mudarse a un departamento solos. Elisa era la hija más chica de una familia bastante numerosa, tenía cuatro hermanos más yCapítulo 7
Capítulo 8