POV Anastasia
Una vez que llegamos a la casa, Máximo y yo comenzamos a guardar las cosas en la cocina. En el viaje de vuelta me había dejado bien en claro que no quería charlar conmigo, así que todo el rato me mantuve callada. A veces me parecía que me observaba de reojo, pero cuando lo miraba ya me estaba dando la espalda.
Quedaba poco trabajo cuando su teléfono comenzó a sonar y a paso tranquilo se alejó para contestar.
Tomé los elementos personales que me había comprado y subí a mi habitación. Al abrir la puerta me encontré con Ponce, quien estaba sobre la cama plácidamente dormido. Los gatos eran tan independientes que a veces ni siquiera notaban nuestra ausencia.
Acomodé las cosas dentro de un pequeño ropero que había en una esquina y recordé que debía salir a comprarme algo de ropa, ya que tan sólo tenía un jean, tres remeras y el jogging que traía puesto. Por fortuna, había traído un poco más de ropa interior, pero aún así debía conseguir algunas prendas.
Suspiré siendo consciente de mi cuerpo cansado y decidí tomar una ducha para relajarme. Tomé mi ropa y me dirigí a una de las puertas que estaban en el pasillo. No había un baño sólo de hombres o de mujeres, sino que había dos y se compartían. De modo que golpeé la puerta y ante la negativa de respuesta me adentré.
Una vez allí recordé que en la conversación que había tenido con Jared me había explicado que cada uno tomaba su propia toalla y la apartaba, pero las que estaban limpias y sin usar se colocaban sobre la repisa del baño. Tomé una de color beige y pensé que por fin me daría un baño sin necesidad de que alguien me lo prepare. Sí, así de raro era todo en la mansión.
Me acerqué a la bañera y abrí la llave dejando que el agua lloviera rápidamente. Me desvestí y con un suspiro de alivio ingresé para darme el merecido momento de descanso.
Durante unos veinte minutos limpié mi cuerpo y mi cabello, y procuré dejar que el agua resbalara por mi rostro dejándome una sensación de tranquilidad.
Cuando terminé de ducharme, me envolví en la toalla y me quedé de pie frente al espejo. Deslicé mi mano sobre el cristal quitando lo empañado para poder observarme.
Mi cabello castaño estaba algo ondulado y mis ojos marrones brillosos. Mi rostro denotaba cansancio pero también alegría, y supe que lo que estaba haciendo estaba bien.
De pronto, la puerta del baño se abrió de modo brusco interrumpiendo mis pensamientos. Volteé asustada y mi respiración se detuvo cuando vi quién era la persona que había entrado.
Máximo estaba de pie, luciendo bastante aturdido. Lo primero que noté era que no llevaba camiseta, y pude confirmar que mis sospechas eran correctas: todo su torso musculoso era de las cosas más sexys que había visto alguna vez. Desde su hombro derecho hasta el codo tenía un tatuaje negro que lo abarcaba completamente, haciéndolo ver aún más guapo.
Sus labios estaban entreabiertos y sus ojos en un primer momento también, pero luego recorrieron rápidamente mi cuerpo.
Y entonces recordé que estaba frente a él prácticamente desnuda y salí de mi trance, sosteniendo con fuerza la toalla para asegurarla en su lugar.
-Joder, lo siento- dijo éste dando un paso hacia atrás rápidamente y cerrando la puerta.
Llevé mi mano al pecho sintiendo debajo de ésta los latidos acelerados de mi pobre corazón. No estaba acostumbrada a estar cerca de hombres como él y mucho menos que me vieran así. Desde que lo había conocido me sentía extraña bajo su mirada… Era penetrante y a la vez distante. Ni yo misma podía entenderlo.
Era cierto que Máximo era sumamente apuesto, y que tenía ese aura de frialdad que paradójicamenteme acercaba, y que además había sido el primero en ayudarme aquí. Pero más allá de eso, debía recordar que era un extraño.
Me vestí de prisa sin querer seguir dando vueltas al asunto y salí al pasillo a paso atropellado. Sin embargo, un fuerte cuerpo me detuvo. Máximo estaba de pie junto a la puerta.
-Oye Anastasia, discúlpame. No me di cuenta que el baño estaba ocupado…-
Alcé la vista ya que era mucho más alto que yo, y me encontré con sus ojos sinceros.
El corredor estaba bastante oscuro porque el atardecer estaba terminando pero aún así era testigo de su mirada intensa y de su respiración agitada
-No hay problema- murmuré desviando un poco la mirada,. Todavía podía recordar su torso desnudo y sus labios entrabiertos…
-De acuerdo…-balbuceó y yo continué con mi camino.
Una vez dentro de mi cuarto cerré la puerta y descansé mi cuerpo sobre ella. Mi respiración estaba tan acelerada que parecía que había corrido una carrera.
Joder, Anastasia ya cálmate.
Tomé aire y decidí buscar una distracción mientras me cambiaba. Tenía que dejar de sentirme de ese modo frente a él, o sino la convivencia sería insoportable para mí.
Luego de unos minutos me acosté en la cama. El colchón estaba un poco duro, pero por lo cansada que estaba poco importaba.
Ponce se acercó a mi lado estirándose y ronroneó. Entre sonrisas acaricié debajo de su oreja, que era su lugar preferido. Y en respuesta, él vibró. Joder cuánto lo amaba; estaba muy feliz de haberlo traído conmigo.
Poco a poco mi respiración se fue haciendo cada vez más lenta y profunda. Mi gato se acostó y mi mano poco a poco detuvo sus movimientos, hasta que me quedé profundamente dormida.
Dos golpes en la puerta hicieron que mis ojos se abrieran.
-¿Quién es?- pregunté sentándome en la cama adormecida.
-Anastasia, vamos a cenar…-
La gruesa voz de Máximo hizo que mi corazón diera un vuelco en mi pecho. Cerré mis ojos comenzando a sentirme molesta por la sensación que me invadía cuando él estaba cerca. Tenía que mantenerme alejada de él.
-Voy- respondí simplemente, e inhalando profundo me puse de pie para bajar al comedor.
Cuando me acerqué al salón principal divisé una mesa de madera que al llegar había ignorado completamente. En ella, había cuatro personas sentadas y sólo conocía a dos: Jared y Máximo. A su lado había otro muchacho y una muchacha.
-¡Aquí está Anastasia!- La voz alegre de Jared captó la atención de todos. Los otros tres voltearon a verme y rápidamente me sentí incómoda. No me gustaba ser el centro de atención, aunque por mi familia se suponía que debía estar acostumbrada.
-Hola a todos- murmuré con una sonrisa mientras me sentaba entre el pelirrojo y la otra chica.
-Hola, soy Jenny- se presentó la muchacha que estaba a mi lado. Su tez era morena y llevaba su cabello recogido en una cola alta estaba repleto de pequeñas trenzas. Era una chica muy guapa. - Es bueno que por fin haya otra mujer en la casa-
Reí al escucharla.
-Poco a poco vamos ganando terreno- bromeé y ambas reímos.
-Soy Scott- habló el otro muchacho. Sus rasgos eran orientales y su cabello estaba teñido de un color gris brillante.
-Mucho gusto, Scott. ¿Qué estudian?- pregunté mientras me servía un poco de arroz en el plato.
-Música- respondió el chico.
-Fisica- respondió ella.
-Oh ¡Qué bien!- dije y di un mordisco a la carne.
-¿Tú?-
-Voy a empezar arte…-
-Está en el mismo edificio que yo, podemos ir juntos si te parece- respondió Scott.
Era una buena noticia no tener que ir sola, así podía ayudarme a inscribirme.
-Oh claro, eso estaría muy bien- sonreí.
-¿Me pasas la sal?- Máximo habló de repente, con un tono bastante seco, interrumpiendo la conversación que llevábamos. Al parecer estaba de mal humor… Para variar.
Jared le extendió el salero y Scott volvió a hablar:
- Si quieres podemos salir a las ocho de la mañana, vamos caminando. Está a unas pocas cuadras…-
-¿Me pasas el aceite?- volvió a hablar Máximo.
Lo miré irritada mientras éste hacía como si nada.
-De acuerdo- le respondí a Scott, y la conversación finalizó allí. Casi podía ver con claridad la sonrisa triunfante de Máximo.
Aquí todos parecían ser simpáticos, excepto él claro está.
-¿De donde vienes?- preguntó Jenny.
Joder, aquí vamos.
En ese momento, Máximo alzó la mirada de sus plato y me observó con atención. Al parecer estaba intrigado acerca de mi origen.
-De Lancost- respondí con seguridad.
Una de sus comisuras pareció elevarse pero fue casi imperceptible, de modo que no supe si había sido real.
¿Qué le parecía divertido? Quise preguntarle, pero sonaría demasiado borde.
-Oh es un largo viaje, ¿Y por qué elegiste este lugar?-
Carajo…
Observé nuevamente a Máximo, que estaba sentado frente a mí, y este alzó sus cejas esperando mi respuesta.
-Siempre me ha gustado este pueblo- mentí y bebí un poco de agua.
Pareció ser respuesta suficiente ya que todos asintieron y comenzaron a contar sus anécdotas de cuando llegaron aquí.
En ocasiones durante la cena la mirada de Máximo y la mía se cruzaban, pero eran momentos fugaces. Cada vez me parecía una persona más extraña.
Al día siguiente, luego de que la molesta alarma sonara, me estiré en la cama y sentí la emoción de comenzar un nuevo idea en éste pueblo. Me puse de pie y corrí a abrir la ventana, me encantaba disfrutar del aire fresco de la mañana y del sol que entraba por ella. Sin embargo, algo mucho mejor que eso captó mi atención: Maximo estaba haciendo ejercicio en el jardín. Traía puesta una musculosa gris y unos joggins negros que marcaban perfectamente cada uno de sus músculos. Estaba realizando el ejercicio de dominada, elevando su cuerpo con los brazos usando una barra de hierro para impulsarse hacia arriba. Cada vez que levantaba su peso toda su espalda se marcaba dejando ver lo escultural que era su cuerpo. -Buenas noches, princesita- Luego de lo de hoy a la mañana no lo había visto hasta la hora de la cena, pero al parecer seguía con ánimos de burlarse de mí. -¿Por qué me llamas así?- me dí media vuelta y caminé hacia él con molestia. Alzó sus cejas al ver mi respuesta, sin embargo se veía bastante complacido por mi reacción. -Se puede ver a leguas que no vienes de una familia cualquiera- soltó como si nada. Mi corazón se aceleró y todo mi cuerpo se tensó. -No me conoces- contesté, aunque más que una afirmación parecía ser una pregunta. Esa misma noche Elisa, la novia de Jared, se quedó a dormir en la casa. Y al día siguiente fuimos juntas a la escuela de arte. Nuestras materias de hoy no coincidían, pero por lo menos aprovecharíamos el camino para charlar. Ella estudiaba principalmente dibujo artístico, pero también le apasionaba pintar con óleo. Incluso me mostró algunas imágenes de sus obras y eran realmente excelentes. Luego me contó cómo conoció a su novio en un parque de diversiones luego de que se descompusiera por subir a una montaña rusa… Si, nada romántico. Pero en fin, luego de eso se volvieron buenos amigos y poco a poco se fueron enamorando. Hacía cuatro años que estaban juntos y comenzaban a planear mudarse a un departamento solos. Elisa era la hija más chica de una familia bastante numerosa, tenía cuatro hermanos más yCapítulo 7
Capítulo 8
POV Anastasia ¿Una amiga? Ja, dudaba mucho que alguien quisiera tener una amistad con alguien como él. Probablemente era más bien una conquista… Claro, no lo había pensado antes pero era obvio que alguien tan atractivo como él tendría cientos de chicas a sus pies. Y Elisa diciendo que yo le gustaba, qué estupidez. No es que me considerara una mujer fea, pero estaba segura que no era su tipo. Ni él era el mío. En fin, tenía que concentrarme. Mi objetivo ahora era buscar algún reto que fuera tan insoportable para Máximo que lo tuviera que rechazar, y de ese modo conseguir mi victoria. Durante el viaje desde la escuela hasta casa estuve reflexionando a
Al día siguiente en cuanto desperté, recordé que debía comunicarle mi reto a Máximo. Ayer con todo el asunto del admirador secreto y las rosas lo había olvidado. Por cierto, las había colocado en mi escritorio en un hermoso florero de vidrio que Jenny me había dado. Tal vez podrían servirme de inspiración en algún momento. Luego de prepararme para ir en su búsqueda, bajé a desayunar. Allí estaba Scott tomando un café. Él era una de esas personas que por la mañana les encantaba hablar… Raro, pero igualmente me caía bien. Cuando terminé mi desayuno le pregunté acerca de Máximo, si lo había visto. -Ya se fue al campus, hoy tenía entrenamiento temprano- respondió. -De acuerdo, muchas gracias- dije
Observé mi reloj para asegurarme que estaba llegando a tiempo; detestaba la impuntualidad. Por fortuna cuando arrivé al campus Máximo estaba de pie esperándome. La imagen suya de espaldas recostando su cuerpo sobre una de las gradas, solamente aguardando por mi llegada, hizo que mi corazón diera un vuelco. -Hola- murmuré cuando estuve a escasos centímetros suyos. Giró al escuchar mi voz y sonrió. Rápidamente me observó de arriba a abajo y se detuvo en mis ojos. Me había puesto un buzo de color violeta y unos jeans, nada especial. Él tenía unos joggins negros y una sudadera azul. No lo había visto desde la mañana, ya que no llegó a casa luego de su entrenamiento. No tenía ni idea de dónde había estado, pero no era de mi incumbencia. Aunque moría de ganas por saberlo… Los días que siguieron fueron bastante tranquilos. En la escuela de arte por fin nos habíamos metido de lleno en el dibujo de retratos, y no podía disfrutarlo más. Para dentro de dos semanas teníamos la tarea de entregar alguna ilustración de un rostro que elijamos. No estaba segura de qué iba a hacer, pero probablemente buscaría inspiración en alguna mujer; tal vez en Jenny o Elisa. Por otra parte, comenzaba a disfrutar bastante la convivencia con mis compañeros de casa. Eran todos muy divertidos, había tenido mucha suerte. Y en cierto modo se lo debía a Máximo. Respecto a él, todavía no me había comunicado su reto. Joder, se estaba tomando bastante tiempo en decidirlo y eso solo aumentaba mi ansiedad. El día siguiente llegó con más lentitud de lo que deseaba. No veía la hora de saber con qué me iba a encontrar; Máximo era demasiado impredecible. Me indicó que subiera al auto porque el sitio a donde íbamos estaba un poco alejado. En cuanto escuché esas palabras me detuve. ¿Era seguro irme con él? -Recuerda que Jenny lo sabe- respondió transmitiendo seguridad. Y era cierto, anoche lo había corroborado. Y aunque intenté sacarle información por todos los medios, ella era una persona muy justa, no iba a arruinar un reto. Joder, se supone que es mi amiga… Me subí al vehículo y durante unos veinte minutos él condujo con tranquilidad. La música que estabaCapítulo 12
Capítulo 13