Llevaba seis horas conduciendo y todavía no sabía cuál era mi destino final.
Había visto un par de lugares en el mapa donde podría estudiar lo que me gustaba, y que se estaban lo suficientemente lejos de mi casa para que al menos por un tiempo no me pudieran encontrar.
Observé el reloj que estaba sobre la pantalla táctil de mi auto: eran las nueve de la mañana. Para este entonces mi padre ya debía saber que me había escapado, y seguramente tendría a todo el mundo buscándome.
Me había asegurado de dejarle una nota para que no pensara que me había pasado algo malo, ya que al ser parte de una familia con bastante poder siempre estábamos expuestos a constantes amenazas. Joder, eso tampoco lo iba a extrañar para nada.
De pronto un cartel negro con letras blancas y pequeñas luces a su alrededor captó mi atencion:
"Sky Valley"
Observé en el espejo retrovisor que ningún auto venía detrás mío, así que con un giro un poco brusco me desvié de la carretera y entré a ese pueblo.
Si no me sentía a gusto allí, podía seguir mi camino hacia otro lugar. Pero por el momento estaba muy cansada y deseaba parar aunque sea para comer algo. La espalda me dolía de estar tanto tiempo sentada, y también tenía que comprarle algo a Ponce para comer.
A los pocos metros, las calles en forma de empedrado me obligaron a reducir la velocidad pero a su vez me permitieron observar el paisaje.
Y mi Dios, era maravilloso.
Enormes árboles bordeaban el camino. Sus hojas verdes se mecían al compás del viento, disfrutando sus últimos momentos de esplendor, ya que el otoño se acercaba.
Bajé el vidrio del auto y dejé que mi pelo bailara con libertad también. Ésto era justamente lo que necesitaba. Inspiré profundamente para permitir que el aire puro ingresara a mi cuerpo y sonreí.
El sol se escabullía entre las ramas de los árboles y le acompañaba un cielo completamente celeste.
Conduje un poco más hasta que el paisaje cambió. Unas pequeñas casas aisladas fueron las primeras que me recibieron, y luego una gran variedad de locales comerciales y parques.
La gente caminaba con tranquilidad, de modo pausado, de modo envidiable.
Yo quería también estar así. Y eso fue la motivación suficiente para decidir que me quedaría aquí. Este era mi nuevo hogar.
Ponce se estiró por sobre la mochila captando mi atención, el pobrecillo estaba agotado.
Y cuando volví la vista al frente, un auto negro estaba a escasos centímetros del mío.
Contuve la respiración y pisé el freno rápidamente, sosteniendo el volante con una mano y con la otra evitando que mi gato saliera disparado hacia adelante.
El auto se detuvo generando un movimiento brusco sobre mi cuerpo. Volví a respirar. Carajo, casi chocaba.
Miré a Ponce, que relamía sus patitas como si nada y suspiré.
Dirigí mi vista al otro vehículo y decidí bajarme para pedirle disculpas al dueño. Claramente había sido mi culpa por no mirar al frente, y no quería empezar con el pie izquierdo en mi nueva vida.
Abrí la puerta, y asomé mi cuerpo mientras salía del auto.
Y cuando miré nuevamente al frente mi respiración volvió a cortarse.
Y mi corazón latió acelerado.
Y al contrario, el tiempo pareció ir más lento.
El hombre que se había bajado del automóvil era lo más cercano a la perfección. Nunca había visto a nadie así.
Su cabello era marrón claro y sus ojos verdes oscuros. Una incipiente barba se asomaba sobre su barbilla, acompañada de unos labios gruesos y fruncidos, en señal de desconcierto. Su ceño también lo estaba, claramente producto de la molestia. Su cuerpo no se quedaba atrás, tenía la espalda ancha y sus brazos con la cantidad perfecta de músculos.
Todo en él gritaba masculinidad.
Dió un par de pasos hacia mí con notable enojo. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca, su rostro cambió. Sus cejas volvieron a la posición normal y las arrugas de su frente desaparecieron. Entreabrió levemente sus labios y me observó fijamente.
Joder, esa mirada.
Volví al presente rápidamente y me acerqué más a él.
-Lo siento, le pido disculpas. Es que mi gato me distrajo un segundo y...-
-No pasa nada- me cortó de modo tajante, con frialdad.
Bueno, aquí teníamos su defecto. Al parecer era frío como un témpano de hielo, y sus ojos inexpresivos eran testigos de ello.
-De acuerdo... Lo lamento de nuevo- me dí la vuelta confundida frente a su actitud, con la intención de alejarme de él.
Había escuchado muchas veces que a ese tipo de personas, los que estaban enojados con la vida, era mejor perderlos que encontrarlos.
Sin embargo, su gruesa voz me detuvo.
-Soy Máximo- dijo con tranquilidad.
¿Se estaba presentando? Luego de actuar de modo tan descortés...
Me di la vuelta y lo observé extrañada.
-Soy Anastasia- murmuré.
-¿Eres nueva en el pueblo?- preguntó rápidamente.
-Si, recién llegué...-
Él no dijo nada, simplemente me observó detenidamente, de modo bastante intimidante.
Ciertamente era mejor estar lejos.
-Bueno, voy a seguir mi camino. Disculpas de nuevo- sonreí con amabilidad, y antes de que pueda irme, otra vez su voz captó mi atención.
-¿Tienes dónde quedarte?-
-No, pero voy a buscar ahora mismo-
-Yo conozco un sitio, es una especie de hermandad. En realidad es una casa donde se alojan los estudiantes-
Mi corazón comenzó a latir producto de una inmensa alegría.
Eso era justo lo que necesitaba. Había escuchado de esos sitios pero solamente en las películas; me parecía increíble que realmente existieran. Y sobre todo me emocionaba mucho la idea de estar rodeada de otras personas de mi edad y que también estudiaran.
Por fin podría hacer amigos de verdad, y no como aquellas personas que se interesaban en mí solamente por el poder de mi familia.
-Oh, eso estaría genial. ¿Puedes decirme la dirección?-
-Si quieres, puedo acompañarte. Yo también estoy parando allí. Puedes seguirme con tu auto- propuso pero sin visible emoción.
-¿No es molestia?- pregunté perspicaz.
Negó sin decir una palabra y se dirigió nuevamente a su vehículo.
Me quedé de pie observando como me daba la espalda. ¿Debía ir con él? ¿Podía confiar en un desconocido? Claramente no debía, pero a pesar de su aura de frialdad, algo en él me inspiraba cierta confianza.
-¿Vamos?- insistió asomando su cabeza por la ventana.
Asentí y me subí al auto. Iba a arriesgarme. De todos modos tenía mi propio transporte, y si algo no me gustaba de su actitud me daría media vuelta y me iría.
Él aceleró y se dirigió en dirección contraria a la que venía cuando nos cruzamos.
Lo imité y comencé a seguirlo. Y en ese momento fui consciente de que una nueva aventura había empezado para mi.
Y junto con ella, un misterioso hombre había llegado a mi vida.
El tal Máximo conducía a gran velocidad, pero me sorprendía bastante la habilidad con la que lo hacía. Luego de unos diez minutos, nos detuvimos frente a una casa de dos pisos. Sus paredes eran blancas, su techo de color rojo oscuro, y a ambos lados de la puerta habían dos columnas. Sin duda era una casa preciosa. A su alrededor había otras que eran de estructuras similares, pero con distintos colores. Máximo se bajó de su auto y se cruzó de brazos a esperarme. ¿Por qué si parecía tan irritado de estar conmigo, me ayudaba? Joder, qué tipo raro. Tomé mi bolso y a Ponce, y bajé del vehículo. Él me observó, luego a mi gatito, y finalmente de nuevo a mi.
-Hola... Lo siento, soy nueva aquí y estaba buscando algo para comer. Prometo que lo voy a reponer- hablé rápido. -No te preocupes, aquí compartimos todo. Hacemos una compra al mes y dividimos la plata. Soy Jared- se acercó a mí con una sonrisa. -Soy Anastasia- respondí sonriendo. El muchacho tenía el cabello colorado y unas simpáticas pecas alrededor de su nariz. Parecía ser una persona muy cálida y eso en cierto modo me alivió; deseaba tener una convivencia tranquila. -¿Quieres un sándwich?- preguntó mientras se acercaba al refrigerador y tomaba una bandeja con algunos ya preparados. -Si, por favor- dije con un poco más de confianza. Me extendió uno y nos
POV Anastasia Una vez que llegamos a la casa, Máximo y yo comenzamos a guardar las cosas en la cocina. En el viaje de vuelta me había dejado bien en claro que no quería charlar conmigo, así que todo el rato me mantuve callada. A veces me parecía que me observaba de reojo, pero cuando lo miraba ya me estaba dando la espalda. Quedaba poco trabajo cuando su teléfono comenzó a sonar y a paso tranquilo se alejó para contestar. Tomé los elementos personales que me había comprado y subí a mi habitación. Al abrir la puerta me encontré con Ponce, quien estaba sobre la cama plácidamente dormido. Los gatos eran tan independientes que a veces ni siquiera notaban nuestra ausencia. Acomodé las cosas dentro de un pequeño ropero que había en una esquina y recordé que debía salir a compr
Al día siguiente, luego de que la molesta alarma sonara, me estiré en la cama y sentí la emoción de comenzar un nuevo idea en éste pueblo. Me puse de pie y corrí a abrir la ventana, me encantaba disfrutar del aire fresco de la mañana y del sol que entraba por ella. Sin embargo, algo mucho mejor que eso captó mi atención: Maximo estaba haciendo ejercicio en el jardín. Traía puesta una musculosa gris y unos joggins negros que marcaban perfectamente cada uno de sus músculos. Estaba realizando el ejercicio de dominada, elevando su cuerpo con los brazos usando una barra de hierro para impulsarse hacia arriba. Cada vez que levantaba su peso toda su espalda se marcaba dejando ver lo escultural que era su cuerpo. -Buenas noches, princesita- Luego de lo de hoy a la mañana no lo había visto hasta la hora de la cena, pero al parecer seguía con ánimos de burlarse de mí. -¿Por qué me llamas así?- me dí media vuelta y caminé hacia él con molestia. Alzó sus cejas al ver mi respuesta, sin embargo se veía bastante complacido por mi reacción. -Se puede ver a leguas que no vienes de una familia cualquiera- soltó como si nada. Mi corazón se aceleró y todo mi cuerpo se tensó. -No me conoces- contesté, aunque más que una afirmación parecía ser una pregunta. Esa misma noche Elisa, la novia de Jared, se quedó a dormir en la casa. Y al día siguiente fuimos juntas a la escuela de arte. Nuestras materias de hoy no coincidían, pero por lo menos aprovecharíamos el camino para charlar. Ella estudiaba principalmente dibujo artístico, pero también le apasionaba pintar con óleo. Incluso me mostró algunas imágenes de sus obras y eran realmente excelentes. Luego me contó cómo conoció a su novio en un parque de diversiones luego de que se descompusiera por subir a una montaña rusa… Si, nada romántico. Pero en fin, luego de eso se volvieron buenos amigos y poco a poco se fueron enamorando. Hacía cuatro años que estaban juntos y comenzaban a planear mudarse a un departamento solos. Elisa era la hija más chica de una familia bastante numerosa, tenía cuatro hermanos más yCapítulo 7
Capítulo 8
POV Anastasia ¿Una amiga? Ja, dudaba mucho que alguien quisiera tener una amistad con alguien como él. Probablemente era más bien una conquista… Claro, no lo había pensado antes pero era obvio que alguien tan atractivo como él tendría cientos de chicas a sus pies. Y Elisa diciendo que yo le gustaba, qué estupidez. No es que me considerara una mujer fea, pero estaba segura que no era su tipo. Ni él era el mío. En fin, tenía que concentrarme. Mi objetivo ahora era buscar algún reto que fuera tan insoportable para Máximo que lo tuviera que rechazar, y de ese modo conseguir mi victoria. Durante el viaje desde la escuela hasta casa estuve reflexionando a
Al día siguiente en cuanto desperté, recordé que debía comunicarle mi reto a Máximo. Ayer con todo el asunto del admirador secreto y las rosas lo había olvidado. Por cierto, las había colocado en mi escritorio en un hermoso florero de vidrio que Jenny me había dado. Tal vez podrían servirme de inspiración en algún momento. Luego de prepararme para ir en su búsqueda, bajé a desayunar. Allí estaba Scott tomando un café. Él era una de esas personas que por la mañana les encantaba hablar… Raro, pero igualmente me caía bien. Cuando terminé mi desayuno le pregunté acerca de Máximo, si lo había visto. -Ya se fue al campus, hoy tenía entrenamiento temprano- respondió. -De acuerdo, muchas gracias- dije