—Cada vez que mi hermana abre un nuevo desarrollo inmobiliario, me aparta uno de los mejores apartamentos. Hoy elegí el que me pareció mejor y contraté una empresa de mudanzas para trasladar nuestras cosas.—¿Qué te parece?Apenas terminó de decirlo, Andrés se dio cuenta de que debería haberlo consultado con María primero. Ahora eran esposos y debían tomar las decisiones juntos.—¡Me parece perfecto! —respondió María con sinceridad.De hecho, aunque Andrés no lo hubiera sugerido, ella misma habría propuesto mudarse. Necesitaban vivir juntos como matrimonio y, además, su edificio actual tenía mala seguridad. ¿Qué pasaría si ese lunático de Daniel volvía a acosarla? No valía la pena arriesgarse.—Ya quería mudarme. No imaginé que fueras tan eficiente —sonrió—. Gracias.Andrés aprovechó un semáforo en rojo para acariciarle la nariz suavemente.—No tienes que agradecerme nada.No solo había contratado la mudanza, sino también un servicio de limpieza para organizar todas sus pertenencias.D
A Andrés no le importaba si María hacía o no las tareas domésticas.Pero cuando ella mencionó la "intimidad matrimonial" con esa expresión inocente, su mirada cambió instantáneamente.Dejó las cajas de joyas sobre la mesa de cristal y se acercó paso a paso, acorralándola contra la pared.—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? —preguntó María, parpadeando.Era demasiado adorable. Su rostro suave y blanco como algodón de azúcar, sus labios rosados y brillantes.Andrés no entendía cómo unos labios podían verse tan... apetecibles.Su nuez de Adán subió y bajó mientras preguntaba con voz ronca:—María, ¿puedo besarte?María suspiró internamente. "Estoy perdida", pensó. ¿Cómo podía preguntarlo así? ¿No debería simplemente hacerlo?Andrés también pareció arrepentirse de su pregunta. Desvió la mirada, respiró profundo intentando calmar el calor que sentía.Cuando se recuperó, la soltó:—No es nada.Justo cuando se daba la vuelta, María preguntó inocentemente:—¿Ya no me vas a besar?—No, es que tú
—Eh... —María respiró profundo, retorciendo nerviosamente sus dedos—. ¿Has estado... eh... íntimamente... con otras mujeres? —las palabras salieron entrecortadas y casi en un susurro.Andrés entendió la pregunta a medio formular. Con naturalidad, tomó su mano y la guió fuera del vestidor.—No, solo te tengo a ti ahora —respondió con franqueza—. Y por supuesto, así será siempre.María sintió una oleada de alegría secreta.—Yo también —asintió tímidamente.Andrés ya lo había intuido durante su beso. Aunque él tampoco tenía experiencia, los movimientos de María habían sido aún más inexpertos, mordisqueando sus labios casi hasta adormecer su boca, como si estuviera probando un trozo de carne.Entre su diversión y alegría, pensó en lo especial que era que ambos fueran el primero del otro. Al fin y al cabo, en un matrimonio entre adultos, la intimidad física era una parte natural e importante. Si buscaran una relación puramente platónica, mejor haberse hecho religiosos.María recorrió el dor
Andrés apenas se atrevía a imaginar lo hermosa que se vería María contra ese rojo intenso, tumbada debajo de él.Al terminar de cambiar la ropa de cama, el dormitorio parecía completamente renovado y luminoso.María aplaudió satisfecha.—¡Quedó genial! ¿Lo elegiste rojo porque es nuestro primer día de casados? ¿Para que sea más festivo?Andrés sonrió resignado. No era esa la razón, pero instintivamente prefirió no revelarle sus pensamientos más "impuros".—Sí, exactamente por eso.María rió y se lanzó a abrazarlo por la cintura, ronroneando mimosamente.En la comisaría, diez minutos antes, Carlos había reprendido a Daniel públicamente, declarando que dejarían el asunto así, sin presentar cargos.Elena casi saltó de alegría.Al salir, caminaba pavoneándose y golpeó "accidentalmente" a Laura con el hombro, como diciendo: "¿Dónde quedó tu arrogancia? Tu hijo decidió no presentar cargos, ¿para qué discutir conmigo?"Laura la miró con una sonrisa fría, sin responder.Ya vería Elena si segui
Francisco, que nunca podía con su esposa, solo le lanzó una mirada furiosa y se marchó.En el auto de los González, el chofer conducía con Carlos en el asiento del copiloto y sus padres atrás.—Carlos, ¿cómo van los asuntos en el extranjero? —preguntó Laura, pensando que había vuelto específicamente por María.—Ya está todo resuelto. Mamá, Patricia también vuelve este fin de semana —respondió Carlos, quien había llamado a Patricia nada más llegar al aeropuerto.—Perfecto, reuniremos a toda la familia —Laura ya empezaba a planear el menú.En casa de María y Andrés, después de cambiar la ropa de cama, María metió el juego usado en la lavadora. Encontró una bolsa de papas fritas en la cocina y se sentó en el sofá a compartirlas con Andrés.De repente sonó su teléfono. Era su hermana, la famosa actriz.Le pasó las papas a Andrés y contestó sonriendo:—¡Hola, Patri!—María, ¿qué estás haciendo? —la voz de Patricia era inquietantemente tranquila.—Comiendo snacks —respondió María, quien desd
Capítulo 1“Faltan dos días para mi matrimonio civil con Daniel”María escribió cuidadosamente esta nota en su celular, lo puso boca abajo sobre la mesa y siguió limpiando la casa con una sonrisa.Esta casa era el regalo de bodas de los padres de Daniel. Él vivía solo y como siempre estaba ocupado, no tenía tiempo para limpiar, así que María había estado viniendo estos días a ayudar.Hace dos años comenzaron a salir por insistencia de sus padres, quienes eran familias amigas desde hace años. Ahora, finalmente, iban a casarse. Todos pensaban que la habían obligado a estar con Daniel, pero no sabían que ella llevaba años enamorada, secretamente, de él. Cuando él aceptó salir con María frente a sus padres, ella estuvo tan feliz que no pudo dormir en toda la noche.María estaba sonreída limpiando el estudio, imaginando su vida futura juntos y felices, pero al darse la vuelta golpeó con el codo un matero con gardenias que estaba sobre el escritorio y este se hizo pedazos contra el piso.
Daniel era un hombre cuyo humor era tan cambiante como el cielo traicionero de primavera. Cuando María llegó esa mañana él estaba radiante, todo sonrisas, pero unos minutos después era una tormenta arrasando todo a su paso. María, entre lágrimas, salió corriendo tan precipitadamente de la casa de Daniel que ni siquiera recordó tomar las llaves de su auto. Sin otra opción, se adentró en la lluvia y detuvo un taxi para regresar a casa.Al llegar a su destino, lo pagó y corrió bajo la lluvia hasta refugiarse en su edificio.En el elevador, presionó el botón del piso trece y se refugió en un rincón, intentando secar sus lágrimas.Cuando las puertas se abrieron, siguió cabizbaja hasta su departamento y marcó el código de la cerradura digital, pero su puerta marcó “Código incorrecto”. ¿Marcó mal la combinación?Secándose las lágrimas, decidió hacer un nuevo intento. Apenas había presionado el primer número cuando la puerta se abrió desde el interior.Sus ojos se encontraron con los de un d
Apenas María abrió la puerta, Laura Fernández, su mamá, entró llorando en la sala. —¡María! ¡¿Qué estás haciendo que no contestas el teléfono?! Si vas a terminar con él, termina, pero ¿por qué no contestas? ¿Quieres que me dé un infarto?¿Eh? Esto no era como lo había imaginado. María parpadeó con expresión aturdida.—Es que… puse mi celular en silencio, ¿cómo iba a escucharlo?El padre de María, Roberto González, con cara de pocos amigos, entró junto con Laura y se sentaron en el sofá después de quitarse los zapatos.María fue a la cocina y trajo agua.—Cálmense, tomen agua. La mirada de Roberto se detuvo en el brazo de su hija, que estaba cubierto con vendas, y levantando la vista notó el chichón amoratado y roto de la frente. —María, ¿Qué te paso en el brazo y la frente? —le preguntó asombrado. María bajó la cabeza sin decir nada.Entonces Laura miró con atención a su hija y notó las graves heridas en el brazo y la frente, como si la hubieran golpeado brutalmente y, aunque esta