Capítulo XLII

Hundo la mano en la helada agua y me pongo de rodillas sobre el grueso hielo que empieza a cubrir la laguna. Miro mi reflejo por unos segundos antes de levantar la mirada hacia el hombre que se apoya en un bastón con la empuñadura de un búho. Se quita el sombrero y me reverencia.

—Bàs.

—Eli —asiente.

—¿Qué vienes a decirme? —Mis dedos se entumecen y la piel de mis nudillos se arruga. Sonrío cuando siento la aleta de un pez que pasa rápidamente debajo de mi palma—. ¿Qué sabes?

—Harán de ojos ciegos.

Saco la mano del agua y la refugio en el interior de mi gabardina con los dientes apretados.

—¿Otra vez con lo mismo? —mascullo de pie.

—Es la misma jugada de siempre, Eli.

—Pero la más efectiva —espeto antes de andar con furia lejos de la laguna—. ¡Saben cómo estropear todo!

—¿De qué te sirve enfurecerte? —emerge a mi lado con el sombrero ya cubriendo su cabeza—. No te servirá de nada.

Empieza a desvanecerse

Annie Löwe

Es un capítulo emotivo que siempre escribir para darles como enseñanza muchas cosillas, entre ellas saber dejar ir. Espero que comprendan, asimismo, la verdadera razón de esta parte, ya que aquí reflejo a la verdadera Eli, la que es madura y humana. Espero que les guste y comenten qué les pareció. Los quiero muuuuucho. Gracias por leerme.

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