Capítulo LXII

Aunque estoy mareada y confundida, logro empujarlo con todas mis fuerzas. Breogán oye la reyerta y no tarda en acercarse con el rostro preocupado. Me ponga a horcajadas sobre su abdomen y presiono su pecho contra el suelo. Entretanto, aprieto mi antebrazo derecho contra su cuello para mantenerlo más quieto. Sus ojos desorbitados se fijan en mi cuello, donde la yugular palpita confundida.

—¡Hay que alimentarlo ahora!

—¡En eso estoy! —Desenrosca la tapa de la botella que contiene la sangre de Oliver—. Incorpóralo.

Cassius se interesa en él, así que aprovecho para girarnos y levantarlo de un modo que no me explico. Apreso su cuello de nuevo con el mismo antebrazo, de esta manera hago palanca, y enrosco mis piernas en su cintura. Breogán le acerca la boca de la botella. Él no duda en pegarse a ella y beber ese líquido carmesí. Dejo de ejercer presión a medida qu

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