Capítulo XLVII

—La puta del pueblo y el caramelito.

No me pasa desapercibido cómo se lame los labios cuando me mira.

Alina se pone hosca al instante.

Victoria, la belleza plástica entre los suyos, la que tanto veneran por ese encanto, pero para mí, como para muchos, es más ignorada que la cucaracha fuera de la casa. No le veo nada de atractiva. Su cabello rojo fuego está recogido en un rodete con una trenza en su inicio, sus ojos rojizos están difuminados con un gris oscuro en los párpados y sus labios, que sobresalen más de lo natural, están pintados de un rojo pasión, casi como su pelo. Es más alta que Alina, pero no más que Eli. Si las ponemos una al lado de la otra, la diferencia es grata. No es delgada con corte atlético como Eli, es curvilínea, con la grasa en los lugares adecuados. No, mi Eli no es tan delgada, tiene músculos y también curvas descaradas

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