La tensión era tan palpable que constreñía el corazón de la rubia. Él escuchaba con sumo esmero lo que ella le contaba, cosa que estremecía en cantidad a la de por sí asustada muchacha. Los ojos de Derek eran lo más parecido a un irascible mar que había perdido por completo la noción de su desenfrenado vaivén, se veían tan ahítos de furor aglomerado que ella sentía un muy profundo miedo de continuar hablando, pues sentía que, en cualquier momento, él estallaría furioso contra ella, lo sentía en cada palabra que dejaba resbalar fuera de sus labios.
Derek, apenas parpadeaba, cada palabra que la muchacha decía salía trémula, y por la expresión delineada en el rostro de Derek no parecía creer en absoluto aquella historia que Adalia le contaba. Ella había optado por contarle la mentira del robo; y justo así lo había hecho: le había dicho que un hombre, de gran estatura, delgado como un cisne, incluso algo demacrado y entrado ya en edad, había sido el causante de
Quitó sus enormes manos del demacrado cuello de la muchacha, la soltó mientras esta tosía con mucha aspereza y recobraba el aire que sus pulmones chillaban por tener, le tomaría unos buenos minutos recomponerse del todo.Él se paró de encima de ella, y como la enclenque muñeca en la que él la había convertido, la jaló del suelo, parándola y sentándola sobre la cama con mucha facilidad.La muchacha no dejaba de toser, sentía su garganta rasposa, dolía, pensaba en pedirle agua a Derek, pero sabía que la respuesta obvia que recibiría era una negación, él estaba demasiado enfurecido. Suerte tenía ella de que él hubiese dejado de estrangularla.—¡Habla ahora mismo! —exigió Derek sujetándola por la parte de atrás del cuello y acercándola a él de manera violenta
El clima de aquella ciudad en ocasiones, le resultaba bastante molesto: un día sentía el calor empapar con gruesas gotas su camiseta, sin importar que tan fina fuese esta, y los demás días, cuando menos lo esperaba, sentía un impetuoso frio escalando por todo el largo de sus huesos. Él era amante de los climas mixtos, pero no en aquel sentido, aunque si lo pusiesen a tomar una decisión entre calor y frio, sin poner ningún peso de duda alguno escogería el frio.La noche había caído bastante rápido aquel día, y con ella había traído un frio bastante fuerte y vehemente.Él había llegado a su departamento, luego de un ajetreado día de trabajo, se sentía bastante exhausto, tanto mental, como físicamente, aunque el cansancio físico era algo que con facilidad se iría al marchar de los días, él por su parte, estaba bastante preocupado por el cansancio mental, por algunos pensamientos deprimentes que como furiosos torbellinos se colaban en su mente e
El tiempo pasaba con una velocidad, sorprendente e incluso brusca, áspera.Desde que había ido a visitar a Adalia habían transcurrido nueve días ya. Chad en ocasiones simplemente perdía la noción del tiempo, pues todavía no procesaba que nueve días hubiesen pasado desde la última vez que había visto a aquella bella muchacha, las sensaciones todavía no sucumbían en sus recuerdos, estaban frescos como si recién a su cuerpo hubiesen llegado.Chad estaba arrojado sobre su sofá, con su espalda curvada en una mala posición que sabía que más tarde le causaría dolor, la televisión estaba encendida, pero él tenía su mirada y su mente bastante ajenas a todo.Acarició el puente de su nariz con suavidad y desacopló un suspiro bastante hondo, ahora caía en cuenta de que entre sus piernas tenía su computador encendido, ni siquiera recordaba para que lo había llevado allí.Permaneció unos cuantos instantes escarbando en su m
Sun hee, era una muchacha realmente esbelta, dotada de un gran altura, ella era incluso más alta que Chad. Bastante hermosa, la muchacha era de pelo lacio muy oscuro que le tocaba a sus finas caderas, ella siempre solía llevarlo atado en una coleta muy apretada y pulcra, la piel de la muchacha era hermosa, digna de acariciar suavemente durante horas, tenía su propia luz, al igual que sus ojos, que, paradójicamente a lo antes dicho, era oscuros como la noche más despoblada. Sus gestos eran gráciles, una jovencita muy hermosa, pese a eso, con solo mirar a los ojos de Chad se podía percibir el desinterés, en el sentido más allá de la amistad, que este sentía por ella. A Sun únicamente podía verla como una amistad, y a veces se cuestionaba si incluso era eso, a veces solo la veía como la hija de la mujer que le había dado un techo cuando su habitación de hotel se quemó, y no quería ser malinterpretado como ingrato, pero es que Sun hee era solo eso: la hija de su jefa, la muchacha que le
Sus famélicos y veloces labios viajaron al abdomen de ella, en donde succionaron con entusiasmo, marcando aquella zona como suya. Luego ascendieron a los labios de la muchacha, empezando a besarlos con salvajismo, con la desesperación que siempre lo caracterizaba a Derek.Probaba sus apacibles labios, pero de inmediato siempre se enfadaba, él siempre la besaba, pero ella nunca correspondía al acto. Dejó libre los labios de la muchacha por unos instantes, y la sostuvo del cuello, para luego decirle:—Correspóndeme, correspóndeme cuando te beso, quiero que desde hoy lo hagas siempre.Ella no quiso objetar de ninguna manera, empezó a mover sus labios lentamente, no buscando ir al compás de aquel beso tan agresivo al que era sometida. Para él era cómico verla de aquella manera, realmente gracioso, pues a pesar de todo, ella ni siquiera sabía mantener un beso, temblaba al hacerlo, a duras penas sabía mover sus labios, era gracioso, al menos para él, para ella, no. Aquello
Debían de ser alrededor de la media noche, o el reloj estaba cerca de marcar esa hora. Un gélido clima cobijaba recelosamente el lugar, aturdía sus sentidos de tan fuerte que soplaba, lo curioso era que por la mañana había hecho un calor invivible; el clima era sumamente inestable, y en una incauta comparación a ella le recordaba mucho a Derek, alguien por completo inestable, incoherente, un día te congelaba con sus palabras y otro día te quemaba con sus acciones, no sabías que esperar de él.Pero era mejor no esperar nada bueno.El Wood la abrazaba dormido, el menudo cuerpo de la muchacha parecía desvanecerse al ser comparado con el de Derek, se sentía nada cuando se quería comparar con él.La respiración de Derek, era tenue, su cabello, que por una razón que Adalia desconocía él lo había dejado crecer más de lo normal, estaba casi cubriendo el rostro de la rubia muchacha, pues él no la soltaba, le estaba sacando el aire, sofocando, la abrazaba de una man
Derek se sentía por completo asfixiado, acerbamente agarrotado del cuello, sentía lagrimas corriendo a todo dar por el largo de sus mejillas las cuales estaban teñidas de un intenso matiz encarnado.A penas aire entraba por sus fosas nasales, las sentía del todo obstruidas, también sentía un frio agresivo, muy, muy furioso que hacía que sus dientes se embistieran de manera rápida; no sabía si estaba desnudo o algo vestía a su cuerpo, pero el frio que profanaba sus extremidades lo ponía en lugar para deducir que no traía ropa alguna.Un velo gris cubría su campo de visión y le imposibilitaba ver con la suficiente claridad que él, en parte, deseaba en esos instantes.Aunque aquello en lo que sus ojos ponían atención era tan descorazonador que, por otro lado, prefería estar ciego, prefería que sus ojos fuesen brutalmente sacados de su concavidades a seguir viendo aquello, que, para su desgracia, de cierta forma no podía dejar de observar. Era atrayente aquella imagen, pe
Derek continuaba soñando, las cosas se tornaban todavía más intricadas, si era que aquello era acaso posible.Aquella pesadilla no parecería tener fin alguno, y las cosas lo enloquecían más y más al andar de los segundos, lo estaba atormentando de la manera más desalmada, aquello estaba torturando de la peor forma su mente. Profanándola todavía más, era como una sádica tortura, pero no a su cuerpo, a su mente. En lugar de sentir cortes o quemaduras profanando su piel, sentía como era embestido por garrafales recuerdos dolorosos.No lo soportaba. En ocasiones creía perfectamente saber que se trataba de tan solo un sueño, pero en otras no sabía deshacer la línea del sueño de la línea lo real, y cuando creía que avanzaba lo suficiente como para salir de aquella pesadilla, el camino se desvanecía como cenizas entre sus manos.La imagen de su madre paralizada le generaba escalofríos, le hacia sudar frio y no precisamente del miedo, era a causa de la desesperación, qu