Ella lanzó un atronador lamento.
—Fu-ue en un m-momento d-de desesperac-cion el aborto y m-me siento c-como un monstruo p-por ello —comentó ella. Mentirle de manera tan sínica a Chad la estaba consumiendo. Se sentía un asco de persona, porque sabía que él era sumamente sensible a ese tipo de temas, debido a que, largos años atrás, la madre de Chad había tenido un aborto que casi le había costado la vida; cada segundo, Adalia se sentía más y más miserable por mentirle con algo así. Era como confesarle a alguien cual es tu punto débil y que ese alguien empiece a pellizcarte justo en aquella zona, justo así se sentía ella, así sentía Adalia que estaba haciendo con Chad.
—No... no eres un monstruo... yo... no... no sé la razón por la que lo hiciste, pero debes de tener una, sé que no eres una
La mirada de Adalia dio un raudo desplazamiento a la ventana que quedaba a su mano derecha, su corazón se plegó con tanto miedo que lo sintió casi detonar dentro de su pecho: la ventana estaba totalmente quebrada, del todo destrozada, tanto así que debía de ser muy fidedigna la excusa que Adalia contase como para que Derek en verdad le creyese y no la masacrara allí mismo a golpes.Por un momento, maldijo a Chad entre vagos pensamientos, después, a los breves segundos, se arrepintió por hacerlo; aunque él tenía, de hecho, la culpa de la inquietud que en aquel instante la acongojaba, no era posible para ella arrojarle más peso a Chad encima, y menos con la mentira que le había contado, solo intentó esclarecer sus pensamientos y sacar a Chad de ellos.Permaneció unos cuantos segundos paralizada en medio de la recamara, pues su mente estaba tan desordenada que no
Adalia se posicionó avivadamente de pie, tomó unas cuantas joyas de las muchas que permanecían arrojadas con desbarajuste sobre el deslizadizo suelo, las sujetó entre sus manos, cubiertas de una robusta capa de sudor, corrió lo más rápido que la situación se lo permitió en dirección al baño y una vez ahí, abrió el retrete y arrojó las joyas de Derek, asegurándose de que estas se desaparecieran por completo de su campo de visión: aquello era parte de su plan, lo único que en aquel momento su mente consiguió idear era fingir un robo, decir que unos hombres habían entrado por la ventana a robar, y debido a aquel acontecimiento era que esta se encontraba rota con tanta violencia; aquella fue la única idea que franqueó por los constreñidos pasadizos de su angustiada mente, lo único que tal vez, esperaba ella, pudiese justificar a
La tensión era tan palpable que constreñía el corazón de la rubia. Él escuchaba con sumo esmero lo que ella le contaba, cosa que estremecía en cantidad a la de por sí asustada muchacha. Los ojos de Derek eran lo más parecido a un irascible mar que había perdido por completo la noción de su desenfrenado vaivén, se veían tan ahítos de furor aglomerado que ella sentía un muy profundo miedo de continuar hablando, pues sentía que, en cualquier momento, él estallaría furioso contra ella, lo sentía en cada palabra que dejaba resbalar fuera de sus labios.Derek, apenas parpadeaba, cada palabra que la muchacha decía salía trémula, y por la expresión delineada en el rostro de Derek no parecía creer en absoluto aquella historia que Adalia le contaba. Ella había optado por contarle la mentira del robo; y justo así lo había hecho: le había dicho que un hombre, de gran estatura, delgado como un cisne, incluso algo demacrado y entrado ya en edad, había sido el causante de
Quitó sus enormes manos del demacrado cuello de la muchacha, la soltó mientras esta tosía con mucha aspereza y recobraba el aire que sus pulmones chillaban por tener, le tomaría unos buenos minutos recomponerse del todo.Él se paró de encima de ella, y como la enclenque muñeca en la que él la había convertido, la jaló del suelo, parándola y sentándola sobre la cama con mucha facilidad.La muchacha no dejaba de toser, sentía su garganta rasposa, dolía, pensaba en pedirle agua a Derek, pero sabía que la respuesta obvia que recibiría era una negación, él estaba demasiado enfurecido. Suerte tenía ella de que él hubiese dejado de estrangularla.—¡Habla ahora mismo! —exigió Derek sujetándola por la parte de atrás del cuello y acercándola a él de manera violenta
El clima de aquella ciudad en ocasiones, le resultaba bastante molesto: un día sentía el calor empapar con gruesas gotas su camiseta, sin importar que tan fina fuese esta, y los demás días, cuando menos lo esperaba, sentía un impetuoso frio escalando por todo el largo de sus huesos. Él era amante de los climas mixtos, pero no en aquel sentido, aunque si lo pusiesen a tomar una decisión entre calor y frio, sin poner ningún peso de duda alguno escogería el frio.La noche había caído bastante rápido aquel día, y con ella había traído un frio bastante fuerte y vehemente.Él había llegado a su departamento, luego de un ajetreado día de trabajo, se sentía bastante exhausto, tanto mental, como físicamente, aunque el cansancio físico era algo que con facilidad se iría al marchar de los días, él por su parte, estaba bastante preocupado por el cansancio mental, por algunos pensamientos deprimentes que como furiosos torbellinos se colaban en su mente e
El tiempo pasaba con una velocidad, sorprendente e incluso brusca, áspera.Desde que había ido a visitar a Adalia habían transcurrido nueve días ya. Chad en ocasiones simplemente perdía la noción del tiempo, pues todavía no procesaba que nueve días hubiesen pasado desde la última vez que había visto a aquella bella muchacha, las sensaciones todavía no sucumbían en sus recuerdos, estaban frescos como si recién a su cuerpo hubiesen llegado.Chad estaba arrojado sobre su sofá, con su espalda curvada en una mala posición que sabía que más tarde le causaría dolor, la televisión estaba encendida, pero él tenía su mirada y su mente bastante ajenas a todo.Acarició el puente de su nariz con suavidad y desacopló un suspiro bastante hondo, ahora caía en cuenta de que entre sus piernas tenía su computador encendido, ni siquiera recordaba para que lo había llevado allí.Permaneció unos cuantos instantes escarbando en su m
Sun hee, era una muchacha realmente esbelta, dotada de un gran altura, ella era incluso más alta que Chad. Bastante hermosa, la muchacha era de pelo lacio muy oscuro que le tocaba a sus finas caderas, ella siempre solía llevarlo atado en una coleta muy apretada y pulcra, la piel de la muchacha era hermosa, digna de acariciar suavemente durante horas, tenía su propia luz, al igual que sus ojos, que, paradójicamente a lo antes dicho, era oscuros como la noche más despoblada. Sus gestos eran gráciles, una jovencita muy hermosa, pese a eso, con solo mirar a los ojos de Chad se podía percibir el desinterés, en el sentido más allá de la amistad, que este sentía por ella. A Sun únicamente podía verla como una amistad, y a veces se cuestionaba si incluso era eso, a veces solo la veía como la hija de la mujer que le había dado un techo cuando su habitación de hotel se quemó, y no quería ser malinterpretado como ingrato, pero es que Sun hee era solo eso: la hija de su jefa, la muchacha que le
Sus famélicos y veloces labios viajaron al abdomen de ella, en donde succionaron con entusiasmo, marcando aquella zona como suya. Luego ascendieron a los labios de la muchacha, empezando a besarlos con salvajismo, con la desesperación que siempre lo caracterizaba a Derek.Probaba sus apacibles labios, pero de inmediato siempre se enfadaba, él siempre la besaba, pero ella nunca correspondía al acto. Dejó libre los labios de la muchacha por unos instantes, y la sostuvo del cuello, para luego decirle:—Correspóndeme, correspóndeme cuando te beso, quiero que desde hoy lo hagas siempre.Ella no quiso objetar de ninguna manera, empezó a mover sus labios lentamente, no buscando ir al compás de aquel beso tan agresivo al que era sometida. Para él era cómico verla de aquella manera, realmente gracioso, pues a pesar de todo, ella ni siquiera sabía mantener un beso, temblaba al hacerlo, a duras penas sabía mover sus labios, era gracioso, al menos para él, para ella, no. Aquello