El director le había avisado a Layla que su esposo Robert ya había llegado a recogerla, así que se dio un último vistazo en el opaco y desgastado espejo de su pequeña habitación pasándose la mano por el cabello perfectamente peinado en un moño francés para asegurarse de que hasta el último cabello continuara en su lugar, Evangeline, la amable enfermera encargada de su cuidado y supervisión inclusive la había prestado un poco de su labial y el poco maquillaje que cargaba en su bolso para que pudiera arreglarse más minuciosamente.
Sin poderse demorar más conociendo perfectamente el carácter volátil y explosivo de su terrible esposo se apresuró hacia la oficina del director siendo escoltado por dos de los gorilas que tenía por guardias, respiro hondo recordándose quién se suponía que era, metiéndose lentamente en la piel de su antiguo yo y en ese momento aquel traje en el que había vivido prácticamente toda su vida parecía quedarle pequeño, asfixiándola y haciéndola sentir incómoda, desacelero el ritmo de tus pasos haciéndolos más lentos y elegantes, menos confiados y agresivos a favor de un ritmo más refinado y con su característica cadencia, se enderezo en su lugar pero no demasiado, mostrando una buena postura pero una suave timidez, entretejió los hilos de su mentira de forma meticulosa, su mirada como la de un cordero degollado en aquellos enormes ojos de gris azulados de espesas pestañas, bajo un poco la barbilla luciendo adecuada pero avergonzada, la mirada puesta en el suelo y sus manos unidas frente a ella en un suave y sutil toque, los hombros atrás y un tanto hundidos, y ahí estaba, con cada parte de su disfraz puesto en el lugar correcto justo a tiempo en el momento en que llego frente a la puerta del director donde uno de los gorilas ya había abierto la puerta la dejo expuesta frente a los que se encontraban dentro de la habitación luciendo la imagen que ella sabía perfectamente que proyectaba, y aquello le pareció casi cómico, una sátira de su antiguo yo, toda una escena dramática, ya que al lado de sus guardias mucho más corpulentos y altos que ella Layla lucía como una frágil princesa en las garras de los enormes monstruos que la devoraría si nadie la salvaba a tiempo.
Y en su posición, justo donde esperaba verlo, Robert se encontraba parado en el centro de la habitación, su postura recta hasta un punto casi antinatural, sus ojos castaños tan fríos como los recordaba con esa característica mirada despectiva que lanzaba a todo el mundo cuando creía que nadie de importancia le miraba, y ese estúpido aire suficiencia… su cabello negro perfectamente recortado, su piel blanca ligeramente bronceada debido a su afición por la caza, sus manos grandes y severas, alto de un metro ochenta, sus facciones afiladas y su cara puntiaguda. Y fue entonces cuando se estremeció por todos los recuerdos de los dos habían compartido juntos. Bien, Marcus decía que las mejores mentiras eran las que tenían algo de dejo de verdad mezclada entre sus hilos.
—Te ves mejor que la última vez que te vi, y parece que tú estancia en este lugar te ha servido para que al fin consigas algunas curvas— elogio él irónico, casi con desprecio en una burla descarada acercándose a ella y tomándole el pecho derecho sin ningún pudor sin importarle que hubiera más personas presentes en la habitación que los observaban, ella miro el suelo y se mordió el interior de la mejilla evitando usar demasiado fuerza para que no fuera evidente, conteniéndose para no romperle la mano al cerdo de su esposo.
—Parece que al fin tienes el cuerpo de una mujer, me da gusto, ya no tendré que gastar dinero en cirujanos para arreglar ese problema— declaro pellizcándola un poco antes de soltarla.
—Lo siento mucho Robert, no era mi intención causarte problemas— declaro ella con voz suave y dulce derramando algunas lágrimas que, aunque bien fueron producto del odio y la frustración de tener que decir aquellas palabras, ante la mirada de un espectador que desconociera la situación podrían pasar fácilmente por arrepentimiento. Robert la tomo por la barbilla y la hizo mirarlo a los ojos.
—Tranquila cariño, creo que has aprendido tu lección y ahora te esforzaras más por ser una esposa adecuada— señalo él, ella asintió con vehemencia dejando que él acunara su rostro en su mano, el rostro de ella expresaba una paz que correspondía únicamente alguien que hubiera estado viviendo una profunda angustia y al fin encontrará consuelo.
Aquella escena no hizo más que dejar atónito al director que lo observaba todo atentamente, pero a ella no hizo más que causarle náusea, y así como Robert se había acercado a su esposa se apartó sin previo aviso limpiándose la mano con el pañuelo que tenía guardado en la solapa del saco.
—Es hora de irnos Layla, mi abuela desea verte. Director Boleth, vera los honorarios de este mes más un bono reflejado en su estado de cuenta por la mañana— le informó tomando a Layla del brazo con brusquedad al tiempo que ella lo miraba con adoración sacándola de la oficina y del edificio.
Ante aquel comportamiento por demás soberbio y despectivo el director no sintió el más mínimo remordimiento de permitir que aquel despreciable hombre se llevará su hogar a aquel lobo vestido de oveja que seguramente arrasaría con todo a su paso, aquello le saco incluso una amplia sonrisa de tan solo pensar en el resultado.
Ahora, sin albergar duda alguna en su mente o su conciencia por lo que acababa de hacer decidió que guardaría celosamente el secreto de la chica de forma voluntaria y completamente gustoso y complacido esperando ese momento en el que aquella pantera con ojos de cordero acabará con el hombre que desaparecía delante de él por el lúgubre pasillo con el precio de sus pecados siguiendo de cerca sus pasos.
Después de salir de la oficina del director, Robert ni siquiera se volvió a dignar a dirigirle la palabra, se dedicó como siempre a responder mensajes y llamadas hasta que llegaron al palacio de invierno.El palacio de invierno, la residencia predilecta de la reina, era un lugar que parecía haber salido de una parecía haber salido de una pintura. Su arquitectura exquisita de torres y terrazas, de tejados azules y paredes blancas, lleno hasta el hartazgo de ventanas, ventanales y balcones que daban hacia el espectacular jardín del frente adornado con setos, fuentes y rosales cuidados con esmero, todo hasta el último detalle colocado de forma perfecta entre las flores y senderos empedrados, aunque por supuesto dentro de las puertas del palacio las muestras de extravagancia y opulencia no eran menos sorprendentes, con candiles, candelabros de cristal, oro y plata, y pinturas tan antiguas y famosas que valían más que ella misma, alfombras y muebles de la mejor calidad y la más ex
Cuando la reina indicó discretamente que deseaba retirarse y que ese encuentro debía terminarse en los próximos minutos con un gesto sutil, Robert invento una excusa sobre un motivo urgente que debía atender en su oficina y lo excuso ambos para poder irse.La reina acepto amablemente la excusa y les dio el permiso para retirarse, ambos salieron del palacio tan rápido como se podría considerar adecuado, y una vez que regresaron al auto, a solas con el chofer, el silencio se tornó nuevamente como el protagonista ente ambos, pero la sonrisa de suficiencia en el rostro de Robert a ella le resultó bastante inquietante, haciéndola cuestionarse que sería lo que se estaría tramando en aquella retorcida cabecita que tenía su aparentemente perfecto marido, pero aun así negándose a sucumbir ante la angustia que le causaba se dedicó a mirar por la ventana notando que se introducían en la ciudad siendo recibida por los escaparates de lujosas marcas, restaurantes y cafeterías tan exclusivo
Layla le había ordenado a Gabriela comprarle una báscula digital para monitorear su peso y el resto de la semana se la paso ordenándoles a ella y a el resto de personal pedirle al chef privado que Robert tenia de planta las veinticuatro horas del día, cocinarle todo tipo de comida, y ordenando a casi todos los restaurantes de prestigio de la ciudad, a casi a todas horas, en un intento desesperado para que comer y recuperar el peso que había perdido le resultará menos desagradable, y aunque al principio su estómago no lograba retener casi nada devolviéndolo todo al instante en un par de días después empezar comer se hizo más fácil con comidas más pequeñas de alto valor calórico y muchas veces al día. Cuando después de varios días de ese alocado régimen alimenticio y a tan solo un día del regreso de su esposo considero que había logrado rellenarlo suficiente en los lugares correctos y se dio un baño temprano para luego arreglarse cuidadosamente preparándose para salir. Layla se encont
Fuera de la habitación se escuchaba el fuerte barbullo causado por los sirvientes que realizaban los preparativos de último momento para la llegada de su esposo después de su largo viaje de trabajo a otra ciudad, y cuando de un momento a otro todo se tornó en un silencio sepulcral, Layla supo que él ya había llegado a la mansión.Sus pasos pesados y furico resonaron en la escalinata de la entrada siguiendo por el piso de mármol pulido de la planta baja y continuando hasta la escalera que conecta con la planta superior.Layla tomo aire preparándose para lo que vendría a continuación e infundiéndose con el coraje y el valor necesario para continuar con todo según lo planeado.Colérico, su esposo abrió la puerta de un golpe haciendo un gran estruendo que resonó por toda la mansión.—¿Porque demonios mi esposa no me ha recibido en la puerta? — bramó iracundo callándose de inmediato al mirarla.Ella sonrío traviesas desde s
Una vez que tanto Layla como Robert estuvieron listos y arreglados concienzudamente para la ocasión, se encaminaron al palacio de invierno para reunirse con la reina y cumplir con la cita a la que se habían comprometido asistir.En un intento desesperado por la monarquía y la prensa Real para así poner fin de una vez por todas al infierno mediático que se había desatado cuando Layla había desaparecido tras la muerte de su primogénito de una forma tan repentina, y a todas las especulaciones y chismes que se habían desarrollado alrededor del escandaloso incidente.De camino al palacio, mientras su chofer conducía diligentemente por la carretera en medio de él insufrible tráfico de la ciudad, Layla había atrapado a su esposo despegando la vista de su teléfono celular para mirarla furtivamente en un par de ocasiones, un hecho insólito, algo que él jamás había sucedido ni siquiera cuando la conoció y aun no se hallaban comprometidos formalmente.Una vez dentro del pa
Su reincorporación a la vida pública fue mucho más fácil de lo que recordaba que hubiera sido cuando asumió el papel de Duquesa de Nolan la primera vez, aunque claro, en esta ocasión ya tenía completo conocimiento de lo que debía hacer además de experiencia en el área, pero de igual forma que cuando se unió a la rama principal de la familia real con todas los deberes y derechos que eso implicaba comenzó acompañando la reina al cumplimiento de sus compromisos reales. Algo que hacían para mantenerla vigilada al tiempo que se aseguraba de que cumpliera adecuadamente sus funciones, enalteciendo la imagen pública de la monarquía.Lleva varios días acompañando a la reina cuando debía asistir a algunos de sus compromisos, mayormente saludando los invitados a los eventos y solo ocasionalmente contestando de manera vaga cuando le cuestionaban sobre estado de que había hecho durante su ausencia, rápidamente cambiando de tema, preguntas que solo algunos osados asistentes se atrevían hac
Tenía apenas un rato que había logrado concentrarse lo suficiente como para poder poner atención a la lectura cuando escucho la puerta de la biblioteca abrirse y sin perder tiempo volvió a colocarse los zapatos de tacón en los pies hinchados sentándose correctamente en su lugar justo a tiempo cuando Ariana rodeaba el librero y llegaba a su lado con un vaso de agua con hielos en una bandeja, un verdadero despropósito en su opinión, pudiendo traerlo directamente en su mano sin tanto riesgo de que cayera destrozándose en pedazos, aunque claro, la joven al igual que todos los que trabajaban en esa casa era tan hábil y diestra que eso nunca había sucedido desde que estaba ahí, y en caso de que sucediera no quería ni imaginarse lo que le haría el exagerado de su esposo y el ama de llaves.Ariana coloco el vaso de agua en la mesa a su lado y Layla le sonrío.–Muchas gracias Ariana, ya puedes retirarte—–Por supuesto mi señora—respondió la joven haciendo una rever
Los eventos de estado siempre la habían le habían parecido aburridos, y en ese momento, en medio de una cena de gala con todos los miembros de la familia real, el primer ministro y todos los dignatarios presentes se esforzó por seguir el hilo de la conversación que se desarrollaba su alrededor.Con su esposo evidentemente aburrido y molesto igual que en cada ocasión que los hijos y nietos de la reina se encontraban presentes, recordándole su verdadero lugar y posición en la realeza.Robert parecía deseoso de que todo aquel evento terminara y poder irse, sobre todo dado que el príncipe Gabriel, el nieto mayor de la Reina y futuro heredero de la corona, por supuesto rival número uno del vanidoso y soberbio Robert, había regresado de una de sus misiones en la marina, donde había, según decían en los círculos más altos, sido desplegado en el extranjero en una misión clasificada.Tratando de mejorar el mal humor de su marido y notando que todos se encontraban enfrasc